Capítulo 14
Llego a la puerta de la clase de la quinta hora, pero decido no entrar todavía. Sé que mis amigos no han llegado aún ya que soy el que tuvo clase en un salón más cercano.
Sin poder evitarlo observo dentro de la clase para ver a la maestra.
Frunzo el ceño al verla hablar animadamente con una chica bajita. No noto nada diferente así que supongo que lo rumores eran solo eso.
Escucho una voz fuerte y una un poco chillona, volteo a ver el pasillo y como cualquier persona Gea aparece caminando de lado a lado, como si bailara mientras habla realmente fuerte con Neo quien se ríe un poco.
Casia se les une, caminando al lado de ellos, pero ni se molesta en saludar, los ignora mientras que le sube volumen a la música que sale de sus audífonos.
Me recuesto en la pared al lado de la puerta, esperándolos mientras algunos estudiantes empiezan a entrar a la clase.
Talía aparece por un pasillo de la derecha, completamente concentrada en unos cuadernos. Neo levanta la vista y nota como una pequeña chispa aparece en su rostro.
El pelirrojo corre un poco, dejando a Gea hablado sola y hace como que choca con Talía.
La chica de trenzas verdes no esperaba el choque al salir del pasillo, así que se sobresaltó y dejó caer su cuaderno.
Los dos se agachan a recogerlo, cruzan algunas palabras pero estoy lo bastante lejos como para escuchar nada.
Neo sonríe dándole el cuaderno y Talía se pone verde claro.
Levanto la ceja ante esto, no es secreto que Talía siente algo por él, no puede ocultarlo a nadie, lo que si me hace gracia es que Neo se ve mucho más interesado en ella a pesar de habérmelo negado muchas veces.
Claro que cada vez que se lo pregunto su cuerpo se tensa e intenta cambiar de tema, lo que me divierte realmente.
— Bemus. — me saluda Casia inclinado un poco la cabeza, me río por su intento.
Paso mi brazo por sus hombros y la chica gruñe un poco pero no se aparta. Levanta su mirada logrando que nuestros ojos choquen, le sonrío abiertamente y ella se queda viendo mi sonrisa por unos segundos antes de fruncir el ceño.
Hago como que quiero apartar mi brazo de sus hombros pero ella toma mi mano antes, impidiendo que lo haga, me río por eso.
Entramos a clase y como todos, nos sentamos en nuestras sillas.
Curiosamente, la profesora no comienza la clase como siempre, mira su reloj un par de veces y cada que alguien entra da un pequeño salto.
Está nerviosa.
Pero luego entiendo la razón, todos lo hacemos.
Nos sorprendemos al ver entrar a una chica de cabello morado. La chica se nota realmente tensa, al mirarle el rostro algo no encaja, sus ojos morado oscuro, sus labios un poco rojos y su pequeña nariz. Pero hay algo que se ve como borroso, como si escondiera o tapara algo.
Pero lo que más me sorprende es lo que siento: que es nada o casi nada.
Su nivel de poder es cero, es como si ni siquiera tuviera un mun. Y si ese es el caso, ¿qué hace aquí?
Estoy seguro de que nadie puede evitar preguntarse porque esta chica con tan poco poder ha entrado de la nada.
Claro que al ver el color de su pelo, color tan similar al del directo no puedo evitar relacionarlos.
Pero, según lo que sé, el directo no tiene familia viva.
—¿Cuál es tu mun?—la voz de Gea nos sobresalta un poco, pero, como de costumbre, es la única que realmente se atreve a preguntar lo que todos morimos por saber.
Cuando el chico rubio aparece, con el uniforme del colegio y con sus ojos morados brillante, no puedo evitar buscar en mi mente algo en relación a ese mun pero me frustro al no encontrar nada, lo que es bastante raro ya que se han hecho millones de investigaciones para catalogar cada uno de los mun.
De hecho, me emocioné mucho al encontrar el mío en los libros de la biblioteca.
—Main control. — digo, más para mí que para la clase.
La chica me voltea a ver pero no logra transmitir nada con su mirada, ni miedo, ni nerviosismo, ni sorpresa ante mi no muy difícil deducir.
La chica me ignora completamente caminando hacia la mesa vacía.
Al pasar junto a mí aprovecho para sentir su energía, debido a que me parece increíble el tan poco poder que tiene pero me sorprendo más al no sentir nada.
Ni una sola chispa de energía más que las normales del cuerpo.
Es como si ella estuviera muerta.
Una estúpida campana me hace gruñir.
Me había distraído en clase y al ver a mi lado me he dado cuenta de que a través de mi ventana logro ver el patio donde dos profesores estaban conversando.
Al no querer prestar atención a la que era mi primera clase, decidí agudizar mi oído para escuchar un poco de la conversación de ellos.
Pero no medí el tiempo ya que no escuché nada más que la fuerte campana que casi destroza mis oídos.
Todos empiezan a salir y comienzan a caminar en grupos a la cafetería para almorzar.
Camino sola por los pasillos siendo analizada por cada uno de los estudiantes que recién se enteran de mi presencia.
Todos me miran asombrados y confundidos. Y aunque no me permito leer sus mentes sé que son por tres cosas: uno, se mueren por saber mi mun, dos, se sorprenden al ver mi cabello morado, nada común sabiendo que el único así, es nada más y nada menos que el director del colegio y tres, están confundidos ante el poco poder que sienten. Porque, para ser sincera, hasta yo me siento humana, y eso que ni idea de cómo se sentirá serlo.
Bufo ante tantas miradas y tantos pensamientos que amenazan con entrar en mi mente en todo momento.
Adonis aparece a mi lado, pero solo es visible para mí.
"Creo que somos el centro de atención"
Dice moviendo su, ahora anaranjado cabello, mientras tira besos a sus invisibles fans.
"¿Somos?"
Me burlo, mirándolo disimuladamente, sin cometer otra vez la estupidez de hablar en voz alta cuando nadie lo ve.
"¡Oh vamos! Sabes que causé buena impresión."
Levanto una ceja, caminando entre lo que parece ser un interminable pasillo.
"Como sea, muero de hambre"
Le digo, ignorándolo, y es cuando mis pies llegan a la ya conocida cafetería.
No puedo evitar reír internamente al recordar mi primera noche aquí.
Camino hacia la larga fila y espero mi turno para pedir mi comida. Lakaios dijo que tengo que comportarme y volver a meterme en la cocina no es buen comportamiento según dice un libro viejo que decía "reglas a seguir" o algo así.
Bufo parándome detrás de una chica bastante alta.
Puede que esté escondiendo mi mun pero percibo claramente el cambio de ambiente en el aire cuando entre.
La gente murmura, se ríe y juzga, todo lo que hacen los adolescentes, bueno, ¿para que minimizar? Todo lo que hace todo el mundo.
Mi cuello empieza a doler por la tensión, la miradas, las risas y las voces.
Un ardor creciente de una de mis cicatrices detrás del cuello comienza a aparecer.
Controlar las voces con todo mi poder es de por si difícil al usar el mínimo lo hace casi imposible.
Parecen dagas, clavándose en mi cráneo, una tras otra, exigiendo entrar y hacerme explotar.
"Concéntrate Athea, no pierdas el control"
Adonis aparece frente a mí, de nuevo, solo visible para mí.
Cuando mis ojos hacen contacto con los suyos dejo de respirar.
Dejo de escuchar todo a mi alrededor y escucho el latido del corazón de Adonis, un latido que realmente es el mío.
Tardo un par de segundos en recomponerme y Adonis, frente a mí, visualiza la cicatriz de mi cara, que desaparece, que oculto a la vista para evitar las preguntas.
A él nunca le gustó que la ocultara, porque es un recordatorio constante de las cosas que no puede permitir que vuelvan a pasar.
Sin embargo, verla es demasiado doloroso.
En el pueblo abandonado, al ser vista solo por Adonis, no me molestaba en hacerlo, solo me aseguraba de no tener espejos cerca.
Pero ahora es diferente.
No dejaré que nadie la vea.
—¿Te quedarás ahí parada o nos dejarás comer?—una voz detrás de mí me sobresalta un poco.
Adonis desaparece y yo volteo a ver, nadie parece haberlo dicho, la fila sigue igual y todos apartan la mirada de inmediato.
Ruedo los ojos, miro la comida frente a mí y sin avergonzarme, agarro doble de todo, obteniendo miradas sorprendidas de las cocineras y el asco de algunas chicas.
Asco...envidia, se puede confundir.
Las ignoro completamente y sin siquiera buscar asiento en las mesas de la cafetería decido que lo mejor será salir al patio a comer.
He llegado tarde, mucho de hecho, ya todos tienen amigos y yo no he venido a eso.
Asiento ante mi decisión, miro mi llenísima bandeja y la tomo.
Cuando volteó para dirigirme al patio otra bandeja choca con la mía.
Mi montaña de comida se tambalea pero logro que se estabilice.
Con mí respiración un poco agitada por el sobresalto miro molesta a la persona y me sorprendo al ver al chico de cabello negro con la misma chaqueta amarilla.
Hago una mueca de fastidio, pero cuando mis ojos caen sobre los suyos me sorprendo como la primera vez que lo vi.
Sus negros ojos parecen dos hoyos sin fondo. Y no puedo evitar recordar la sensación que produjo su mun sobre mí, ser absorbida desde dentro, sentir todo el poder queriendo huir, dejando una satisfactoria sensación de vacío.
« No podrías soportar tanto poder, nadie podría, ni yo misma, soy una bomba de tiempo, pero si quieres absorberlo yo no te detendré. Solo tienes que ser lo suficientemente valiente para intentarlo. Me pregunto que tanto tendré que ceder para que termines absorbiéndome por completo. »
Dispuesta a seguirle la pelea de miradas para tratar de averiguarlo, él baja la suya.
Frunzo el ceño y sigo su mirada.
Mi anillo. Él lo vio, esa noche en la cafetería, él lo vio.
Mis ojos regresan a los suyos y él me regresa la mirada sin una sola expresión en su rostro.
Cuando el chico regresa la mirada a mi mano, el anillo ha desaparecido.
Lo he hecho desaparecer.
Sus ojos chocan con los míos rápidamente y mientras yo lo veo seriamente él me sonríe de lado.
Veo travesura en sus ojos antes de girarse e irse a la mesa más alejada de la cafetería.
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