Capítulo 12
El silencio reina el salón de clases, todos los murmullos y teorías han quedado en el olvido durante mi pequeña confrontación contra el chico rubio, que parece saber mucho y alardear por ello.
Todos se quedan expectantes, esperando que cualquier cosa pase, que finalmente la chica nueva muestre su misterioso mun.
Noto como sus corazones se aceleran, su emoción aumenta y sus ojos se abren más y más para no perderse ningún detalle. Lo cual es raro, si fuera ellos y sintiera a un MUNIS con un nivel de poder tan bajo como el que estoy mostrándoles, no esperaría mayor cosa de su mun.
Aunque, pensándolo bien, el guardia que controlaba piel es realmente impresionante.
Mi mente se desconecta un poco, cuando logro concentrarme me doy cuenta que sigo delante de los estudiantes, que poco a poco comienzan a impacientarse. Algunos chasquean la lengua con molestia, tomándome como una perdida de tiempo.
Mi respiración comienza a ser más brusca, impregnándome de su mala vibra y de su impaciencia. Sin embargo ellos lo malinterpretan, y ríen un poco al pensar que respiro así porque estoy esforzándome, por hacer lo que sea que haré.
El tiempo pasa y aun no sucede nada mientras que todos empiezan a verme como una rara.
—¿Hablas enserio? ¿Justo en este momento vas a decidir dejarme esperando?—le pregunto molesta a Adonis.
Su risa rebota en mi mente y entiendo que es porque lo dije en voz alta y no en mi mente como planeaba hacerlo.
Todos en la clase empiezan a reír y a murmurar, muchos de ellos confirmando que la chica nueva está loca.
Cierro los puños, molesta con Adonis por hacerme esto y conmigo misma por estar tan concentrada en no hacer que mi poder pase de una cantidad mínima logrando que no pueda controlar cosas tan simples como hablar en mi mente.
Mi piel empieza a picar por la frustración.
La profesora nota que me exalto un poco y se levanta nerviosa para tratar de tranquilizar a la clase.
—Pero qué maleducados son todos por reírse de la nueva.—la voz de Adonis al fondo de la clase hace sobresaltar a todos.
Las risas y los murmullos paran inmediatamente y todos voltean a ver al chico de cabello negro.
Ruedo los ojos al verlo, esta vez Adonis decidió usar el uniforme del colegio, un saco negro con los pantalones del mismo color, el saco lo tiene abierto y la camisa dentro de está exageradamente abierta, dejando ver su pecho. Las mangas las tienen arremangadas y una estúpida rosa descansa en la bolsa del saco. Pero lo que más llama la atención son sus luminosos ojos morados que destellan.
Realmente se preparó para la ocasión.
—Athea, dime porque me miran tanto.—dice Adonis, sorprendiendo a todos por desaparecer y aparecer detrás de mí, ocultándose detrás de mi exageradamente, sin dejar de ver a los alumnos con una gran sonrisa burlona.
Todos voltean a verlo y luego a mí. El asombro es notorio en sus rostros aunque la confusión también.
Y es entendible, sé bien que una de sus locas teorías era que mi mun era parecido al del director, por el color de nuestro cabello. Sin embargo, todos comprueban que mi mun es ligeramente diferente al de él.
El director puede hacer maravillosas cosas con tu mente y bueno yo vengo con...bueno con él.
Decido hablar para explicar lo que están viendo ya que aunque tratan, nadie logra comprenderlo verdaderamente.
—Él es Adonis, y bueno, él es mi mun. —digo señalándolo mientras ruedo los ojos.
Adonis da un paso al lado, dejando de ocultarse detrás de mí. Se endereza, haciendo que sus piernas crezcan, alcanzando una altura realmente imposible para cualquiera. Tratando de intimidar.
—Awws pero que tierna. —dice apartando mi cara con su mano sin siquiera despegar sus pies del suelo, desordenando mi cabello y aplastándolo contra mi cara.
Todos ríen un poco, aun en shock ante la aparición de Adonis.
—Él...bueno, puede ser lo que sea, como un tigre. —Adonis enciende sus ojos, asustando a todos ante su transformación.
Los de la primera fila gritan pero el enorme tigre morado no se les acerca, solo me rodea poniéndose en posición de defensa mientras gruñe.
—Una mariposa...—continuo y Adonis gruñe una vez más antes de retorcerse un poco y revolotear sus pequeñas alas moradas, rodeándome hasta colocarse en mi dedo.—Oh, una persona.—digo y este desaparece de mi dedo y aparece bruscamente sentado en el escritorio de la profesora, sonriendo egocéntricamente aun con los ojos iluminados.
—Controlas la mente. — afirma un chico de cabello rojo. — Eres como el director. — lanza la bomba, la teoría que todos se hacen y creen, la, según ellos, razón por la cual entré al colegio tan de repente cuando hay una larga lista de protocolos.
Mis ojos se apagan en el momento en que Adonis desaparece y no digo nada, dejando esa teoría en el aire, sin negarla ni afirmarla.
—¿Es todo?—pregunto mirando a la profesora.
Realmente no espero respuesta antes de caminar hacia el único puesto libre, ese en el cual Adonis apareció por primera vez.
Mientras lo hago un silencio llena el lugar, un silencio incrédulo por que yo, la chica nueva he ignorado completamente al heredero de los originales de fuego.
Oh, claro que sé quien es Neo, claro que sé quienes son todos ellos.
Ese mismo día, unas horas antes, en la madrugada.
Esta mañana me levanté molesto.
La falta de sueño y la pesadilla que se repite una y otra vez son las responsables.
Eran como las tres de la mañana cuando me levanté nuevamente. Me senté sudando en la cama, con la respiración acelerada y el peor sentimiento que alguien pudiera tener cuando te levantas: miedo.
Un asqueroso miedo que te deja congelado, sin poder respirar, sin poder ver más que oscuridad.
Cuando logré tranquilizarme me levante de la cama, aparté las sábanas rápidamente, sin tener ninguna intención de volverme a dormir.
Caminé hacia el sillón frente a la ventana y desde entonces estoy aquí.
Viendo el bosque moverse, pensando en todas las personas que están afuera, en lo diferente que fuera todo si la explosión de hace 200 años no hubiera pasado. Si los MUNIS no hubieran existido...si yo no hubiera existido.
El viento comienza a ser más fuerte, moviendo los árboles con un poco más de brusquedad.
Un brote de electricidad acalambra mi mano, sobresaltándome. Sin poder controlarlo, mis ojos comienzan a chispear de color amarillo, cegándome.
Me retuerzo cuando un camino amarillo empieza a quemar desde mi cuello hasta mi mano derecha.
Mis dedos comienzan a temblar, mi respiración se acelera de nuevo.
Frente a mis ojos aparecen imágenes, las misma que me atormentan en los sueños.
Ese ardor, esa energía, un poder que logró destruir un pequeño pueblo.
Gritos, miedo, dolor, todo eso debido a mí.
Las imágenes desaparecen al igual que el brillo saliendo de mi mano.
Mis ojos recuperan su color y mi respiración comienza a calmarse.
Suspiro, molesto que sean los mismos recuerdos que estén siempre junto a mí.
Y aunque ya hayan pasado 5 años, el olor, el miedo y el dolor de esa noche sigue tan presente en mi mente.
Esa noche fue la primera vez que supe que era un MUNIS y que en realidad en el mundo que creía conocer había más de una especie que solo los humanos.
Aunque fue a una más temprana edad que descubrí que el mundo no es tan bueno como lo hacían ver en la escuela.
Tenía solamente 6 años cuando mi padre murió, nunca me explicaron cómo, fueron años después que lo supe, que fue asesinado debido al miedo de muchos humanos.
A pesar de que los gobiernos nos temían no era legal matarnos. Pero las manifestaciones crecieron y mi padre, que era un MUNIS viviendo como cualquier humano, fue asesinado por 5 borrachos una noche que regresaba de operar, irónicamente, a una niña de 3 años, hija de uno de los asesinos.
Tenían miedo y aunque tratan de enseñarnos y convencernos de lo contrario sé que ese miedo sigue ahí, oculto tras las manifestaciones de igualdad.
Sea como sea, mi padre no merecía morir así, no cuando realmente no usaba su mun.
No lo usaba para salvar vidas en su trabajo y no lo usó para defenderse de sus asesinos.
Mi madre huyó al escuchar lo que le pasó a mi padre, porque varios vecinos vieron lo que sucedió y le llamaron.
Porque si, mi padre murió a tan solo un par de cuadras de casa.
A tan solo un par de cuadras de la protección del hogar.
Pero no era nuestro hogar, nunca lo seríamos con nuestros mun en nuestras venas.
Mi madre tuvo demasiado miedo como para asegurarse de nada.
Tomó las maletas, maletas que ya estaban listas debido a que en el lugar donde vivíamos las cosas ya estaban poniéndose feas.
Planeábamos huir, justo ese día, mis padre planeaban salir de ahí, pero llamaron a mi padre de emergencia, una niña se había caído del techo por descuido de un padre borracho.
Mi padre no pudo negarse y fue a salvarle la vida sin saber que si hubiera huido como su esposa le rogó, tal vez ahora mismo estuviera aquí, conmigo, vivo.
Los dos huimos, yo sin entender nada, sin un padre y con una madre que lloraba demasiado.
Llegamos a un pueblo a las afueras de Roma, un muy pequeño pueblo que nos acogió realmente bien.
Conocí a las personas que se convertirían en mi familia.
Pero lo que mi madre siempre temió, pasó.
El 25 de mayo de 2013.
Me desperté sin saber lo que pasaba conmigo, mis ojos ardían, mis manos se iluminaban y sentía una tremenda energía que rápidamente se convirtió en electricidad.
Esa noche sobrecargué cada aparato electrónico del pueblo, creando cortocircuito en cada casa.
Provoqué un incendio que hirió a mucha gente y que derrumbó cada casa del pueblo.
No fue solo el dolor de experimentar el poder dentro de mí por primera vez, sino que esa noche, pude sentir el miedo de las personas al despertarse en llamas.
Pude ver como todas esas personas que me amaban, me miraron con odio cuando huía siendo jalado por mi madre hacia el bosque.
Pude ver a mi familia desapareciendo por segunda vez.
Logramos refugiarnos entre los árboles por años, hasta que una tarde, mientras buscábamos leña para crear fuego para calentarnos en la noche, mi madre encontró un arrugado periódico.
"El Colegio Eiren abrirá sus puertas..."
Fue la primera vez en meses que vi algo diferente en su mirada.
Luego de tanto tiempo vi esperanza.
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