Capítulo 10
No durmió nada esa noche, se avergüenza de encontrarse nerviosa pero no podía evitarlo.
Nunca había asistido a una escuela, no una para MUNIS al menos.
Los recuerdos de su infancia son realmente borrosos, no hay mucho de lo que podía comparar y los pocos recuerdos que aún conserva son simplemente dolorosos.
Sería la chica nueva.
No solo eso, sino que aparte de la nueva, sería la rara que llega a mitad de año y que para agregar no hizo el examen de admisión, examen que es realmente difícil y selectivo.
Que los demás alumnos la consideran como una igual no sería sencillo.
Por otro lado, sus nervios también se deben a la conversación que tuvo con el director después de darle la noticia de que fue admitida.
Los profesores tienen una condición, una condición que el mismo director ya había pensado mucho antes de su llegada.
Debía mantener el secreto su habilidad de tener todos los poderes.
Tendría que escoger solo un poder y esconder en sí misma los otros.
El autocontrol no solo ayudaría a aumentar la capacidad de su cuerpo para aguantar más poder sino que mantendría la calma entre los estudiantes.
Un escándalo parecido al de la otra noche no sería perdonado así que tendría que ser muy cuidadosa. Y lograr manejar todos sus poderes poco a poco. Dejando salir el poder lentamente, hasta que logre liberarlo todo sin morir.
Suena la alarma del viejo reloj que el director le había regalado, una alarma muy chillona y nada agradable. Era un reloj hologramico, los numeros giran sobre el centro como si fuera al sistema solar. Y por mucho que Athea la dijo que era incomprensible el director insistió en que se lo llevara.
La chica de cabello morado alarga la mano para apagar la alarma.
Se levanta y no puede evitar mirar a la ventana.
Los árboles alrededor del colegio dan una sensación acogedora, como si ellos los protegieran de lo que está allá afuera.
Athea da media vuelta y comienza a arreglarse.
Mientras tanto, del otro lado del colegio, en el ala de residencia, los demás estudiantes también se preparan para comenzar la semana.
Cada uno está más nervioso cada vez, ya que a pesar de trabajar juntos, los exámenes son individuales y para continuar en el colegio Eiren tienen que demostrar que pueden controlar sus poderes pero también que han mejorado en su utilización.
Todos han trabajado duro para llegar hasta donde se encuentran.
—¡Gea! ¡Sal del baño ahora mismo!—el habitual grito de una chica de cabello gris llena el silencio del pasillo de la residencia de chicas.
Casia gruñe cuando no escucha la respuesta de la chica de cabello blanco.
Levanta su mano y toca violentamente la puerta, de nuevo.
—Casia, no hagas mucho ruido, despertaras a las otras chicas. — susurra Talía, mirando la puerta de la habitación con nerviosismo.
—¡Gea!—grita una vez más y la chica de pelo verde no puede evitar taparse los oídos, siempre le han dado miedo los ruidos fuertes. Irónicamente le tocó compartir habitación con las chicas mas ruidosas de todo el colegio.
La puerta del baño se abre y Gea sale con una gran sonrisa en su rostro.
—Todo tuyo. — dice.
Casia gruñe empujándola un poco antes de cerrar la puerta bruscamente.
Gea suelta una carcajada y Talía se sobresalta por el golpe.
Esto, justamente, esta escena, es la que se repite todas las mañanas.
Desde la primera noche las tres chicas han sido inseparables a pesar de sus personalidades completamente opuestas.
Casia tiene un carácter muy fuerte y Gea ama hacerla enojar, tanto que se dedica a levantarse muy temprano para llegar antes al baño y quedarse ahí mucho más tiempo del necesario para hacerlo.
La tímida de Talia vive preocupada y pendiente que ni ella ni sus amigos sean regañados. Ella realmente es una buena chica.
Gea sigue molestando a Casia cuando sale del baño y comienza a cambiarse.
La pobre de Talía está a punto de tener un ataque nervioso hasta que, para su alivio, tocan a la puerta.
Se aleja de sus amigas que han comenzado a pelearse por una blusa, y empieza a correr hacia la puerta.
Bemus, el rubio, siempre llega al cuarto por las mañanas para caminar juntos a la cafetería.
A pesar de que las chicas le aseguraron desde el primer día que no tenían porqué caminar desde la residencia de chicos hasta el de las chicas, Bemus les dijo que realmente no le molestaba.
Él se arreglaba rápido así que en vez de quedarse sin hacer nada en su habitación prefería caminar un rato.
A lo largo de los años ya se había hecho costumbre para todos.
—Perdón por la tardanza Bemus, las chicas empezaron a pelearse ya sabes como son así que...—la chica de trenzas verdes se queda sin habla al ver que no es Bemus el que está del otro lado de la puerta.—Neo...
El pelirrojo sonríe de lado al ver a su pequeña amiga.
Nota como un leve color verde comienza a colorear sus mejillas y no puede evitar reírse un poco.
Había valido la pena llegar solo para la reacción de la chica.
Bemus había tenido un retraso debido a que su estúpido compañero de habitación había decidido apagar su alarma.
Le había preguntado si podía ir a recoger a las chicas. Bemus está seguro de que si alguien no va por ellas como ya se habían acostumbrado, se quedarían en la habitación para siempre.
—Buenos días Lía. — saluda al pelirrojo mirándola fijamente a los ojos.
La chica abre su boca pero el shock de tenerlo delante no la deja formular palabra, menos al escuchar el apodo que el chico le puso el primer día que se conocieron.
Talía nunca se sintió cómoda en la vida, con sus padres estrictos y una falsa felicidad impuesta, siempre la hicieron sentir extraña.
Cuando sus poderes empezaron a aparecer ella no pudo evitar estar realmente feliz, porque su malestar tenía explicación.
Su emoción aumentó al ser aceptada en ese colegio, a pesar de que el amor que siente por sus padres es infinito, no pudo evitar ponerse feliz al tener que marchar.
Sin embargo su personalidad había quedado marcada y ella lo sabía.
La timidez y el nerviosismo por hacer las cosas mal siempre la seguirían, no puede evitarlo.
Debido a esa actitud y a su horrible necesidad de caerle bien a todo el mundo, provocó que recibiera muchas burlas, reprimiéndola más en ella misma. Y como si tuviera un cartel en su cabeza, el primer día de colegio no fue la excepción para ser catalogada y tratada como burro.
Sin embargo todo fue diferente esta vez ya que un muy admirado pelirrojo llegó a salvarla de un grupo de personas que se creían superiores por su mun.
Neo, apartándose de un grupo de personas bastante hipócritas decidió defender a la desconocida chica.
Talía no podía creerlo, porque a pesar de que para el chico no fue nada, para ella lo fue todo.
Porque Talía sabia bien quien era él, todos lo hacían, porque Neo era de los pocos elegidos exclusivamente por el director, al provenir de una larga familia heredera de las primeras mutaciones.
Sus parientes lejanos son los principales MUNIS que controlan el fuego.
A lo largo de los años el poder mutó, creando así derivados de ese poder.
Sin embargo la familia de Neo es la única de los 4 mun principales que perduró, los demás, al no tener control con sus herederos mutaron de manera desordenada, creando así, todos los poderes existentes que hay hoy en día.
Así que si, la chica de 15 años realmente estaba sin palabras cuando un heredero de fuego decidió ayudarla.
—¿Todo bien?—pregunta el pelirrojo sobresaltando a la chica que se había quedado estancada en las memorias de hace un año, cuando entraron por primera vez al colegio Eiren.
—Si...las chicas, bueno ellas...—Talía voltea para señalar a Gea y a Casia pero pega un brinco al tenerlas detrás de ella.
La chica de cabello verde se da cuenta que pasó más tiempo congelada de lo que pensaba.
—¡Neo! ¿qué haces aquí?—pregunta Gea agarrando su maleta y saliendo de la habitación. La chica de cabello blanco empuja un poco a la de cabello gris asiendo que esta ultima tropiece un poco.
Trata de no reirse cuando Casia la fulmina con la mirada y el collar de metal en su cuello empieza a temblar un poco.
—Bemus se retrasó así que mandó al mejor reemplazante.—dice guiñándole el ojo a la chica de trenzas verdes.
—¡Ego!—grita Casia rodando los ojos, Neo se ríe.
Gea ignora a los dos mientras camina por el pasillo, aunque por veces se detiene logrando que Casia choque con ella para molestarla.
Neo las observa sin poder evitar reír.
Cuando las chicas se pierden por un pasillo el chico baja la mirada ante la pequeña chica que sigue dentro de la habitación.
Talía se sobresalta al sentir su mirada sobre ella otra vez.
—¿Vamos?—dice Neo moviendo su cabeza en dirección al pasillo.
Talía asiente, corre hacia su cama y toma su maleta. Gruñe un poco por lo pesada que esta. Neo, sin pedir permiso, entra a la habitación y toma la maleta, colocándosela en sus hombros sin ningún problema.
—No tienes que...—trata de decir pero el chico le sonríe.
—No me molesta. No te preocupes, eres demasiado pequeña, con tantos libros podrías quebrarte.—dice y sus ojos se achican un poco cuando sonríe tiernamente. Sin esperar el debate que Talía iba a comenzar sale del cuarto.
La chica se sobresalta un poco al escuchar lo ultimo. Su mirada se levanta del suelo y se enfoca en un pequeño espejo que tiene sobre el mueble delante de ella. Mira su reflejo unos segundos. Y por mucho que lo niegue y le gustaría cambiarlo, lo que ella ve es justamente lo que el chico mencionó.
Una pequeña chica, que podría quebrarse con cualquier cosa.
Una débil chica que necesita de alguien para poder mantenerse de pie.
—¿Vienes?—pregunta, la chica de trenzas verdes solo asiente y camina con el chico hacia la cafetería.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro