Me desperté de muy buen humor, hoy Axel vendría a pasar un rato con mis bebés y yo tendría toda la tarde libre. Apagué los cantos de ballena y sonreí al salír de la cama y abrír las cortinas de mi habitación.

Un nuevo y hermoso día para ir de compras me esperaba. Me desnudé y dejé la ropa en el cesto, busqué en mis cajones algo relajado para ponerme y sonreí al ver uno de los vestidos verde lima que me había comprado y que aún no había utilizado

Caminé hasta la puerta y tomé el cerrojo, no tenía idea de qué estaba haciendo el muñeco y estaba tan enojada con él que no me importaba.

Ahogué un grito y ambos caímos al suelo —¡Pero que haces!—Cubrí mi cuerpo con mis manos y él se me quedó mirando

—Tienes muy linda piel— Esto no puede estarme pasando. Estiré mi mano, tomé el vestido que se me había caído y me lo puse dándole la espalda.

No quería girarme, el tipo me había visto completamente desnuda ¿Cómo se supone que lo miraría a la cara?¿Podría meterlo en la caja y fingír que no existe por el resto de la semana? No, si hiciera eso y alguien lo descubre iría presa.

Dí un respingo al sentír sus manos en mis hombros
—Dejame verte— Su voz salió ronca y muy sensual, era magnética, tanto que si me llegara a pedir que me acueste con él lo haría —Girate— suspiré.
No podía seguir sin verlo, en algún momento de la semana iba a tener que enfrentarlo.

Al menos hubiera preferido tener mis zapatos de tacón, si me hace enojar no estaría de más clavarle uno en del dedo chiquito de su pie, sería una manera muy divertida de comenzar la semana.

En silencio y con prudencia me giré, me tomó del mentón y me hizo abrír los ojos y mirarlo. Su pecho estaba al descubierto, gotas de agua se deslizaban por su pelo hacia su pecho y en bajada, su mandíbula estaba apretada, su ojos me miraban con excitación y cada tanto se relamía los labios al ver los míos.

No quise mirar hacia abajo pero las cosquillas en mi vientre me decían que lo hiciera, no descubrí nada, la maldita toalla tapaba las vistas —¿Qué hacías en la puerta?— Levanté la mirada y solo pensé ¿En qué momento se acercó más a mí?

—La estaba cerrando para que no entres— Sonrió con picardía.

—¿Esperabas que lo hiciera?—Me aparté.

—No te hagas ilusiones, yo no te esperaría ni aunque fueras la última ensalada del mundo— Me crucé de brazos.

—Barbie, se dice "la última hamburguesa del mundo"— Me encogí de un solo hombro

—No me gusta lo grasoso— Sonrió y se inclinó hacia mí. Cambia de tema, algo que haga bajar la temperatura en el ambiente, algo que arruine su excitante y sexy voz, algo que me haga distraer para no arrancarle la toalla. —¿Por qué estás casi desnudo?- Sip, ya lo sé, soy la mayor idiota del mundo.

—Me duché y necesito ropa hasta que la otra se lave— ¿Entonces no vino aquí a follarme con desenfreno? Que decepción.

Me le quedé mirando sus labios rojizos, parecían pintados pero solo eran su color. Se inclinó tanto que llegué a sentir su respiración en la mía —Sé que no darás el primer paso, así que lo haré yo— susurró. Estaba tan perdida en sus ojos que no entendí a que se refería hasta que me besó.

Tardé en seguirle el beso pero finalmente lo hice, nunca había sentido tanto en un beso como lo hacía con este, era algo completamente diferente a lo que mis labios habían tocado alguna vez. Probé su suave aliento dulzón y me encontré correspondiendole
a la hermosa y delicada sensación de posar mis labios sobre los suyos. Sus labios se despegaron, pero solo un poco, solo lo suficiente para tomar aire y volverme a besar con más sentimiento. Como si quisiera explorara mi boca, como si quisiera provocar a cada centímetro de mi piel. Sus labios eran adictivos, me hacían desearlo a niveles que nunca creí que fueran posibles, deseaba acariciarlos el resto del día con los míos, sentír su aliento mezclarce con el mío y sentirlos en partes donde nunca antes alguien había llegado.

¡Carajo! Lo quité de un empujón y corrí al baño a lavarme los dientes ¿Cómo se me pudo olvidar ese importante detalle?

—Barbie— golpeó dos veces la puerta del baño pero no dí señales de vida. Me terminé de lavar los dientes e hice una mueca al ver mi cabello todo desordenado. Esto solo lo arregla un buen cepillo y mucho shampoo y acondicionador.

Abrí las canillas y me metí sin esperar a la ducha, jadeé, el agua estaba verdaderamente fría, cerré mis ojos y suspiré al sentir el calor del agua caliente al rozar mis hombros e ir deslizandoce hasta llegar a la punta de mis pies.

Para cuando terminé me envolví en una toalla y salí del baño con mi vestido en la mano. Necesitaba ropa interior, la falta de ropa interior y este vestido que se trasluce no son buena combinación.

Salí creyendo que no iba a estar pero cuando abrí la puerta sus ojos grices me recorrieron con la mirada —¿Podrías salír?-se me quedó mirando, se levantó de mi cama y caminó hasta la puerta. Suspiré de alivio al saber que se iba y busqué ropa interior en el mueble de al lado de mi cama, me agaché y tomé un conjunto rosado con líneas negras y algo de encaje en la parte superior.

Desenredé la toalla de mi cuerpo y grité al sentír sus manos en mi cuerpo —Te dije que te fueras—no me hizo caso y me hizo girar.

Su toalla seguía enroyada en su cintura lo que agradecí eternamente porque sus caderas la sostuvieran tan bien y evitaran que se cayera,se inclinó y cubrí su boca con mis manos —No, ese beso no debió pasar— lamió mi mano y la quité —Que asco— tiré de la toalla y limpié mi mano, me envolví de nuevo en esta y él reclamó mi boca

—Eres muy dulce— susurró y le devolví el beso, Sentía como hormigas acumularce en mi vientre. Jadeé y dejé que nos acostará en la cama —Eres muy suave— sus manos acariciaban con suma delicadeza mis brazos, como si temiera lastimarme con su toque. Enroyé mis manos en su cuello y lo atraje más hacia mí, este hombre era un droga, muy adictiva y difícil de alejarce

—¡Pero que mierda está pasando aquí!

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