Muñeco de porcelana
Hoseok
Cuando volví de la universidad tuve la idea de que las cosas habrían cambiado muy a pesar de que yo no era consciente de ello, esperaba encontrar mi habitación llena de comics y ropa masculina que simplemente no era de mi gusto, tenis deportivos y más colores oscuros; me equivoqué.
Tenía juguetes en el estante, muchas cosas que no lograba recordar, el color lila seguía plasmado ahí, justo como años atrás pude decorar con tanta valentía y sentimiento de felicidad por primera vez en mi corta vida.
Recordé entonces la razón de mi emoción por el retorno acasa; aquél muñeco frágil como el cristal que tanto veneraba, estaba ahí, esperándome como tuve la esperanza de que lo haría, recibiendome con una de sus tan características sonrisas.
Lo envolví en mis brazos tan fuerte y tan delicadamente a la vez, teniendo la dicha de sentir una vez más el calor y seguridadque su pequeño cuerpo me transmitía.
Su cabellos rubios y brillantes como una estrella emanaban una fragante mezcla de olores que hacian a mi estomago dar vuelcos y a mi ser suspirar con una casi minúscula pizca de incredulidad por las veces en las que sus tersas manos eran el botón que hacian dichoso a mi sentido del oido con su encantadora risa.
Una caricia de su pulgar en mi mano, se estaba disculpando.
—No tienes por qué, cariño —susurré en sus manos, antes de dejar un beso sobre ellas, encantado—. Me fué muy bien, hice muchos dibujos para ti, ¿quieres verlos?
El asintió, con parsimonia me alejé de su cuerpo y saqué de mi mochila una gran y casi llena carpeta, la cual guardaba cada uno de los trazos a lápiz de su fino rostro en su máximo esplendor.
Desde dónde él estaba, me observaba con sus sonrientes ojos, esperando pacientemente.
Volví a recorrer el mismo camino de vuelta a sus brazos, extendí la carpeta en su linda figura y él comenzó a hojear, soltando una que otra risa tímida en el proceso.
Él nunca sabría la forma en la que lo llamo, él nunca sabría que detrás de aquél apodo tan grosero para su situación existe un gran significado para mi.
Cuando terminó de observar cada uno, sus pequeños ojos se fijaron en los mios, una de sus manos atrajo con suavidad mi rostro al suyo y nuestros labios se juntaron, lenta y calidamente. No pude evitar sonreir, sentir que el paraíso estaba en todo lo que mi tan lindo y preciado muñeco de porcelana hace para mi. Entonces entendí lo que con cada beso él quería decirme a gritos.
—Yo también te amo Jimin, con todo lo que a mi corazón le es permitido.
Muchas gracias por haber leido este pequeño drabble/viñeta que creé por el cumpleaños de Jimin, muchísimas felicidades para mi pequeño Mochi.
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