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5

Nerea y Diana llegaron a la universidad y se dirigieron a la facultad de medicina, donde se celebraba una fiesta esa tarde. Debido a que aparentaban menos edad de la que tenían, no desentonaron en el ambiente universitario. Al llegar a la fiesta, las dejaron pasar en la puerta. Después de estar disfrutando por un par de horas, Nerea notó a una chica en la piscina, tumbada en una hamaca como si estuviera desmayada. Sin dudarlo, Nerea se acercó para ayudar, pero Diana la detuvo agarrándole el brazo.

— Mira quién viene por ahí.

Ambas se quedaron detrás de una columna, observando la situación.

— A ver hasta dónde nos lleva el acosador.

El chico miró a su alrededor, y al no ver a nadie, llevó a la chica consigo. Logró salir de la fiesta sin que le preguntaran por la chica y la llevó a una furgoneta. Abrió la puerta trasera y dejó a la chica antes de cerrarla.

– ¡Arriba las manos! Tiene derecho a guardar silencio; todo lo que diga podrá ser utilizado en su contra.

El chico se arrodilla y se deja esposar. Llaman a una ambulancia y avisan que la chica podría haber sido agredida. La chica se despierta, desorientada, sin saber qué pasa, y comienza a llorar.

– ¿Qué hago aquí?

– Hola, somos las agentes Diana y Nerea. Un chico te drogó e intentó meterte en una furgoneta.

La chica llora aún más, incapaz de hablar.

– ¿Qué es lo último que recuerdas? – le pregunta Diana, agarrándola de la mano.

– Me llamo Aurora, estudio empresariales y me disponía a ir a la última clase.

– ¿Y cuál clase es?

Mientras tanto, Nerea está llamando a los padres de Aurora; afortunadamente, les dio su móvil y dio consentimiento para que la llamaran.

– económicas.
– ¿Y la clase esa dónde se da?
– En la otra parte del campus.
– Vale, ahora vas a ir al hospital. Una compañera nuestra estará allí para lo que necesites.
– Tus padres están de camino al hospital – le dijo Nerea mientras le devolvía el móvil. Diana se queda pensativa.
– Nerea, ¿esto fue muy fácil, no? Esto me huele mal.
Nerea se encoge de hombros.
– Pedro, vamos a llevar a este espécimen a comisaría. Ah, quiero para mañana todas las declaraciones de los que estuvieron en la fiesta.
– Sí, claro.
Una vez en el coche, se disponen a ir a comisaría. Juanjo llama a Diana.
– Mira quién llama, ya parece mi padre – se ríen las dos.
– Dime, Juanjo, hemos encontrado a la chica desaparecida y detenido a un tipo. Ya te contaré más en comisaría.
– Me alegro mucho, ahora la familia ya puede estar junta. Nosotras estuvimos hablando con la gente de la universidad y llevamos a un pervertido. Es largo de contar.

– Ok, cambio y corto.
– ¡Qué flipado! Se piensa que estamos hablando por el walkie– se ríen las dos.
Toman una rotonda y una furgoneta choca contra su coche. La colisión fue tan grande que el choque hizo volcar a las chicas al lado de la rotonda. Quedaron volcadas con la mitad en la rotonda y la otra mitad en la carretera. Unos hombres salen de la furgoneta. Eran seis personas, están armados hasta los dientes: llevan un subfusil corto al 47, dos pistolas 9 mm, ocho granadas en el cinturón y un puñal americano. Estaban bien preparados. Todos vestían de negro, con botas militares negras, jersey negro y pasamontañas negros. Sacan a Diana, Nerea y el chico. Ponen de rodillas al chico y le meten un tiro en la cabeza. El que le pegó el tiro se acerca a ellas que también están de rodillas, viendo el miedo en las caras de Nerea y Diana. El hombre que está más atrás dice:
– Espera.
El hombre se para en seco, parecía una estatua. La espera se hace eterna.

– Nos la llevamos, ponerle la capucha.
Las meten en la furgoneta y se van; las chicas están aterradas, se cogen de la mano y no se sueltan. A las dos horas, paran la furgoneta. Bajan a Diana, Nerea intenta que no se la lleven, pero uno de los que está en la furgoneta le da un puñetazo en todas las costillas que la deja seca en el suelo. A Diana la bajan, se resiste, le dan dos puñetazos en el estómago y se desmaya. Cuando se despierta, ve que está en el suelo, en un bosque. No sabe dónde está, mira a todos lados intentando reconocer algo, pero nada. Uno de los hombres de negro se dirige hacia ella; el miedo se apodera de ella. Se dice a sí misma: "Respira, respira, tranquilízate." Coge aire, mira al cielo.
– Por lo menos, dame una muerte con honores.

El hombre de negro se coloca detrás de Diana, le apunta con el arma en la cabeza, se aparta a un lado y se escucha el disparo. El hombre de negro no esperaba que Diana reaccionara así. Diana, hábilmente, le hace una barrida con las piernas, lo derriba, le sujeta el brazo con las piernas, lo tira hacia atrás y le parte el codo. Girando la cadera, le disloca el hombro. Las sogas se aflojan de las muñecas de Diana, recibe un puñetazo, se arrastra hacia el arma, lo toma, apunta al hombre de negro que se acerca y le dispara.

Intenta ponerse de pie, pero se tambalea debido al mareo. Se arrastra unos metros, coge aire y se recuerda a sí misma que debe ayudar a Nerea. Finalmente, se reincorpora, comienza a correr, mira a su alrededor sin reconocer el lugar. Se detiene, cierra los ojos, escucha el entorno y distingue en la lejanía Percibe un sonido de las gomas de las ruedas de un coche en el asfalto cuando van rápido. Se dirige hacia allí, cada vez más deprisa. Llega a la carretera; no hay ni un alma. Empieza a correr en dirección norte, lleva andando horas y las fuerzas le abandonan. Piensa en dónde puede estar Nerea. Se cae, se vuelve a levantar, hasta que pierde el conocimiento. Al rato, pasa un camión. La conductora ve a la chica, se baja, comprueba que tiene pulso y se la lleva. Van al hospital más cercano. La joven vuelve en sí y pega un grito que hace frenar de repente a la camionera. Diana se da un golpe contra la guantera y mira a la camionera.

— ¿Y tú quién eres? Soy policía...

— Tranquila, soy Patricia. Iba por esta ruta y te vi en el arcén, así que te metí dentro del camión.

- ¿Tienes móvil?
- Sí, pero por aquí no hay cobertura, y sabe Dios cuándo tendremos. ¿Eres política?
- Mierda, sí.
- Si quieres beber y comer, tengo cosas en la nevera. Ve hacia atrás y coge. Diana come como si no hubiera un mañana.
- ¿Sabes dónde estamos?
- Pues en medio de la nada, estamos en Portugal. Faltan 80 kilómetros para llegar a Galicia.
Diana se queda en silencio y se pone a llorar, le cuenta lo que había pasado a Patricia. Llevan un rato en silencio, Diana mira el paisaje y entre los árboles ve una furgoneta negra. Me vino a la memoria que era la furgoneta donde las metieron.
- ¡Frena, frena, frena!
Patricia frena.
- Cuando tengas cobertura, llama al inspector David al número que te di. Dale estas coordenadas.

Diana desciende del camión, se oculta en el bosque sin moverse hasta que el vehículo se aleja. Inspecciona la zona sin encontrar nada ni a nadie, registra la furgoneta sin hallar nada. Avanza más en el bosque y divisa luces en la distancia. Se acerca manteniendo una distancia segura y observa al menos cuatro hombres. Se mueve hacia la puerta trasera, desengancha los cables del cuadro eléctrico y las luces de la casa se apagan. Los hombres salen, investigan, y uno de ellos se acerca al cuadro de luces. Diana, sigilosa, reduce a uno de ellos, lo asfixia y le quita las pistolas. Se dirige hacia la casa, elimina a un hombre de negro con un tiro en la cabeza, pero recibe disparos al entrar. Se agacha, localiza la fuente de los disparos y esquivando por poco un tiro que impacta en un espejo, Diana contraataca.

Dispara dos tiros al suelo, sube las escaleras al piso de arriba y encuentra a Nerea atada en una silla. Corre hacia ella, recibe un golpe en toda la cara de la nada, cae al suelo. El hombre de negro la agarra por el cuello, la levanta estirando los brazos y aprieta. Diana patalea desesperadamente, intenta soltarse. Va perdiendo fuerza, el hombre de negro afloja gradualmente, baja los brazos y la suelta. Diana, en el suelo, abre el ojo derecho, ve al hombre de negro dirigirse a Nerea con un cuchillo de cazador.

Diana se lanza sobre él, intenta reducirlo con una llave de compresión. El hombre de negro se libera fácilmente, la empuja contra una pared. Nerea grita e intenta soltarse de la silla, pero las sogas son demasiado fuertes. Se cae de lado con la silla, rompiendo el respaldo. Mira a Diana, el hombre de negro la golpea. De repente, el hombre se detiene, sangre por la boca, cae. Diana ve a Nerea con el cuchillo, lo tira y se abrazan. Salen de la casa, ven luces y escuchan una voz lejana. Las chicas se desploman, la luz se acerca, un policía encuentra a Diana y Nerea. Da aviso, rodea la casa y observa la escena.

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