10
Un mes después, aún no tienen noticias de Vicente. Todos los agentes se han recuperado, excepto Juanjo, quien sigue en rehabilitación por el brazo. La chica de la casa de Johnson sigue en coma, y los médicos continúan realizándole pruebas.
El inspector David, Nerea, Diana y Óscar buscaban cargos para imputar a Carlos Álvarez.
– Estuve hablando con un amigo del grupo de sectas y terrorismo. Me dijo que llevan años intentando atrapar a este charlatán por blanqueo de capitales, trata de blancas, extorsión, cómplice de asesinato, entre muchas otras cosas. Se me ocurre hackear su sistema – mira a David, quien asiente. Óscar se levanta y se va; los presentes en la sala no dicen nada, se produce un silencio. El comisario entra, le entrega un sobre a David.
– Yo no te di nada – lo mira seriamente, da media vuelta y se va.
Las personas en la mesa no dejan de mirar el sobre; hay un poco de impaciencia. David coge el sobre y lo observa unos segundos.
– Si alguno de ustedes quiere irse antes de abrir el sobre, es libre de hacerlo, no les pasará nada.
– Jefe, ¿tiene artrosis en los dedos o qué? – comenta Diana.
David sonríe, abre el sobre y comienza a colocar fotos, extractos bancarios y muchos papeles más en el tablón; el último papel es un informe.
– Tenemos a un infiltrado en la secta... – anuncia David. Todos en la sala lo miran, nadie se lo esperaba.
– ¿Podemos saber la identidad del infiltrado? – pregunta Diana.
– En teoría, no. Pero como este sobre apareció por arte de magia, ya no sé qué podemos saber y qué no. – responde David.
La cantidad de información sobre la secta requiere la formación de grupos de trabajo. Nerea se ocupa de los datos financieros, Diana de personas secuestradas o estafadas, y David de las dos muertes extrañas de ex miembros de la secta. Nunca antes hubo tanto silencio en la sala. Se escucha un golpeteo en la puerta; todos se voltean, es Juanjo, con un brazo en cabestrillo y el ego tocado, pero por lo demás sin problemas.
– ¿Ha pasado un ángel o qué? – comenta. Todos se levantan para darle un abrazo.
– ¿Puedo echar una mano? Tantas horas sin hacer nada me matan. Me quedo aquí, no voy a los avisos, por favor. – pide Juanjo.
El inspector David lo mira.
– Está bien, pero estarás aquí todo el rato.
Al día siguiente, el inspector David se reúne con Óscar en un lugar apartado en el monte, donde hay un montículo grande. Dentro de ese montículo, hay una casa. Se asegura de que nadie lo siga, entra y es recibido por Óscar.
– No digas nada.
– Nada de qué.
– Este es mi jefe, David. David, ella es Trinity, la mejor hacker de los últimos 25 años. Mi reino, mis reglas.
– Pero, ¿qué demonios...?
– Tranquilo, jefe. Esto es una jaula de Faraday. Estás más seguro aquí que en cualquier otro sitio.
David lo mira incrédulo.
– Lo que hace este hombre es lo siguiente: por cada persona que entra en la secta, se lleva su casa, terrenos, dinero, etc. Estas cosas son donaciones que la gente le da a él porque sí.
Además, recibe dinero de partidos políticos, empresas de ultra derecha. Por lo que estamos viendo, se le puede coger por las donaciones, pero hay que ver cómo se puede. Siempre hay una manera de hacerlo.
– ¿Pero cómo?
– Si la persona que da o dona no está en sus canales, se le puede coger por usurpación de identidad, estafa, y la lista puede subir. – Dijo Trinity.
Óscar y David la miran asombrados de que no se les hubiera ocurrido a ellos.
– Hola, Juanjo. Investiga a todas las personas que están en la secta. Los que tengan enfermedades mentales con familia rica, a esos investiga primero.
– ¿Tenéis algo más?
– Sí, una vez al mes en el puerto le llegan tres contenedores. Los descargan y los llevan a la mansión que tiene en medio de la nada en el monte. La casa es una mansión enorme con veinte habitaciones, trece cuartos de baño, cuatro salas, dos cocinas y unos terrenos que son como cuatro campos de fútbol.
– Y los contenedores?
– Vienen con sello de Arabia Saudita; eso es una artimaña que hacen para no pagar impuestos aquí. Los contenedores deben llevar drogas, armas y personas para trabajar en sus campos, según un informe que vi en un "sitio". La gente que trabaja en esa casa no es de la secta; son personas de tránsito, según el informe – dijo Trinity.
– Si conseguimos los contenedores, lo pillamos con el pack completo – dijo Óscar.
– No será tan fácil; ese lugar estará con un ejército privado – dijo David, sin gustarle nada lo que escuchó.
Trinity está mirando el ordenador, teclea sin parar.
– Tengo una idea, pero que no os acostumbréis, ¿vale? Los contenedores llegan el jueves al puerto; el barco llega de madrugada. Seguro que serán los primeros contenedores que descarguen; si no, tendrían que dar muchas explicaciones los que están en el ajo. La idea es la siguiente: ¿por qué no controláis con drones la zona, esperáis fuera, seguís a donde llevan los contenedores y los arrestáis a todos, no?
– Óscar, te voy a cambiar por ella; tiene mejores ideas que tú. Bueno, y mejores que las mías también. Pasamos las coordenadas y después tú y Óscar vais a dirigir un equipo para eso de los drones.
– Yo... Pero... Si...
– Mañana todo eso está limpio – David le guiña el ojo a Trinity, se levanta y se va a comisaría.
Llevan vigilando la zona desde el miércoles. Llega el jueves, entra en el puerto un buque de mercancías de contenedores, el más grande del mundo. Para atracar, debe maniobrar desde el puerto, guiándolo el práctico de puerto. El buque mide 399,89 metros de eslora por 61,56 metros de manga. Es una obra de arte de la ingeniería moderna. Visto desde el puerto, parece dos rascacielos en horizontal en el mar.
Empiezan las grúas a descargar los contenedores. Los tres primeros los dejan a un lado. Luego, una grúa los lleva a una zona de fácil accesibilidad para que los camiones puedan llevárselos. Pasan cuatro horas y aún nadie los va a recoger.
– Tal vez haya un chivato en comisaría y les diga que estamos aquí, o que la amiga de Óscar esté en el otro bando – Se dijo a sí mismo David.
Empieza a ver movimiento. Se acerca un coche y bajan dos personas.
– Saqué fotos – dijo David.
– No te preocupes, todos los drones tienen cámaras – dijo Trinity.
– Empieza la fiesta, los camiones con los contenedores ya están listos para marchar – dijo Diana.
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