1
Una chica ha desaparecido; lo último que se sabe es que salía de casa a eso de las 08:00 de la mañana para ir a la universidad. Los padres denunciaron su desaparición cuando no llegó a casa a la hora habitual. Los padres, apenas pueden hablar con la policía, están en shock. La policía les toma declaración cuando se tranquilizarán.
— Hola, soy el inspector David. Vengo a hacerles algunas preguntas, ¿vale? Cuando necesiten parar, paramos.
Los dos asienten con la cabeza.
—¿Ha tenido algún problema con algún compañero de clase?
— Que yo sepa, no.
— ¿Algún novio o amigo que le podría hacer algo?
— No. Es una chica lista y responsable; no tiene tiempo para novios ni amigos -dice la madre.
— Vale, vale, lo siento; no fue mi intención enfadarla.
—¿Algo más? -dice el padre entre lágrimas.
— Una cosa más y me voy, ¿saben si alguna vez alguien amenazó a su hija?
— No.
El inspector David se retira de la casa de los padres de Zaida. Estos casos siempre le generan cierta tristeza, aunque la sensación se disipa al pensar que debe atrapar a ese individuo despreciable. Al llegar a la comisaría, revisa los informes de las declaraciones del caso. En unas horas, regresan después de interrogar a la compañera de piso de Zaida.
—Hola, jefe. Según su compañera de piso, Zaida era una chica introvertida, llevaba una vida muy reservada, de la clase a casa y viceversa. No se le conoce ningún novio ni relaciones. Sin embargo, menciona a un profesor que algunos amigos aseguran haber visto con ella en varias ocasiones.
—Bien, tráiganme a ese profesor aquí.
—De acuerdo.
Al día siguiente, los agentes Juanjo y Diana fueron a hacerle una visita al profesor. Al llegar al despacho del rector de la universidad, Diana le pregunta:
— ¿Usted conocía a Zaida, la chica desaparecida?
— Puede ser que sí, no conozco a todo el alumnado.
— Me parece raro que no conozca a la mejor alumna de la universidad.
— ¿Y?—El rector ya estaba un poco incómodo.
— ¿Sabe dónde está el profesor Gómez?
— No, supongo que en su clase.
— ¿Y qué materias imparte?
— Filosofía.
— Puede decirle que venga aquí, queremos hablar con él sobre la chica desaparecida.
El rector coge el teléfono y le indica a su secretaria que llame a Gómez para que vaya a su despacho.
La secretaria le informa:
— El profesor Gómez está en un seminario y no va a llegar hasta dentro de dos días.
— Cuando vuelva del seminario, que venga a la comisaría.
El rector les mira con cara de indiferencia:
— Vale, vale.
Diana y Juanjo salieron del despacho del rector y coincidieron en algo: ambos pensaron que el rector era un tonto integral. Mientras se dirigían al aparcamiento, una chica se acercó y les compartió información.
—Hola, soy Emma, compañera de facultad de Zaira. La semana pasada vi a Zaida y a un tipo discutiendo. El tipo le estaba gritando, no supe qué le decía. Me asusté, llamé a seguridad y me fui.
—¿Conocías al tipo? ¿Lo viste más veces con ella?
—No.
—Aquí tienes una tarjeta mía. Si recuerdas algo, avísanos.
—Vale.
En la comisaría, Samuel analizaba los discos duros del portátil de Zaida, que dejó en la habitación, mientras su compañera Nerea revisaba los diarios y cartas que dejó escritos para ver si encontraban algo interesante. Gracias a las cámaras del campus, pudieron identificar al chico que discutía con Zaira, gracias a Emma. Escanearon la cara del chico y obtuvieron un resultado: Mario García. Revisaron sus antecedentes y se alarmaron al descubrir que era un presunto agresor sexual y ladrón con fuerza. Diana saltó de la silla y le dijo a Juanjo,
— Tengo algo, vamos.
Juanjo no entendía nada y la sigue.
— ¡Espera!
Diana y Juanjo llegan a la casa de Mario, todo estaba demasiado tranquilo; en la casa no parece que no haya nadie. Llamaron al timbre.
— Hola, soy Diana. Vengo a hacerte algunas preguntas.
No hay respuesta.
Juanjo mira por la ventana de atrás y ve algo raro, unas sombras moviéndose. Juanjo va a la puerta de delante, le hace una señal a Diana y se disponen a entrar. Diana saca el kit de cerrajería y abre la puerta, entra en la casa. Registran toda la casa y nada. Lo que vio Juanjo fue un reflejo de la sombra del gato de Mario. Registran la casa por si encuentran algo que lo implique en el secuestro. En la papelera de la cocina encuentra unos papeles arrugados; eran unos billetes de avión para ir a Argentina.
—Complicado se le pone el asunto —dice Juanjo.
Diana llama para que tomen huellas de toda la casa.
A unas manzanas de allí encontraron el coche de Mario; estaba en una zona apartada. Es una zona que no es muy conocida en la ciudad. Ahí solo puedes hacer dos cosas: drogarte o follar. Está en el asiento del conductor con los brazos en el volante; parece una estatua. Consiguen llevarse el cadáver al forense; el coche irá al depósito para hacerle una inspección a fondo.
El informe de la autopsia cuenta lo siguiente: al señor García le inyectaron un paralizante muscular. Después lo sedaron y cuando ya estaba en coma, le inyectaron una especie de formol y lo diseccionaron. El resto estaba todo limpio. El inspector David va al depósito para saber más del coche de Mario. El inspector pregunta por Rodrigo.
—Al fondo, en su despacho.
— Vale.
El inspector David da tres golpes a la puerta, y se escucha de fondo:
— Adelante.
— Hola, señor importante -el inspector se ríe.
— Hombre, hola, granuja, ¿cuánto tiempo? ¿Qué tal todo?
— Todo bien, ya sabes. Venía a saber qué habéis descubierto del coche.
— Pues... No mucho, la verdad. El coche está limpio, ni huellas ni nada. Lo único que había era una chaqueta vaquera de mujer en el maletero.
De repente, el inspector David se acuerda de que la chica desaparecida llevaba una chaqueta vaquera. Coge la chaqueta y vuelve a la comisaría.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro