Capítulo 3
Camille se quedó estupefacta al ver a ese hombre allí, de pie, esperándolas.
-Por favor dime que es el chófer
Mariana sonrió y negó, la miró como si hubiera ganado la lotería.
-Es mi cita y la tuya debe estar dentro, seguro...
Con estas palabras se acercó más a la limusina mientras Gabriel bajaba de ella, ver a ambos era como estar en una pasarela, Erick en su camisa blanca cuello de tortuga, sus jeans que se ajustaban perfectamente a él sin que se viera mucho más de lo que era necesario y su chaqueta de cuero que le daba ese aire de misterio y de "chico malo", su cabello castaño estaba acomodado como si estuviera saliendo de la cama justo después de una buena sesión con alguien y sus ojos avellana que podrían taladrar a cualquiera, incluso a Camille si ella le dejara hacerlo. Gabriel en cambio lucía como el buen chico de al lado, una camisa de botones azul marino, con unos gemelos en oro con forma de estrella destacaba sobre sus pantalones color crema, su cabello rubio estaba bien peinado y sus ojos azules se movían entre Mariana y Camille.
Las chicas se acercaron a ellos, Camille más atrás que su amiga, porque simplemente ya no le parecía buena idea ir, aunque el hombre que estaba frente a ella ahora estuviera interesado en su amiga, no podía dejar de sentir su penetrante mirada en ella y eso la ponía más que nerviosa, no era como que le gustara mucho que la observaran, menos de esa forma. Mariana se adelantó y sonrió a ambos, estrechando las manos de los dos.
-Bien, creo que debo presentarlos, Camille, él es Erick Skinolev, Erick, mi mejor amiga Camille Mauvrai.
Erick sonrió como el gato que se comió el canario, al fin tenía nombre para la chica que había jugado con su mente, se acercó a ella y tomó su mano, la besó. Casi de inmediato ella la quitó, odiaba el toque de otros, en especial el de él. Gabriel se acercó a los tres y saludó a las chicas un poco más ameno que lo que hizo Erick. Ambos chicos las guiaron hacia el auto y dejaron que pasaran, Camille se sentó de espaldas a la cabina del chófer y jaló a Mariana a su lado, tenía que tener los ojos puestos en Erick, no quería que esto se pasara de la raya.
Camille se quedó observando como los hombres entraban y se acomodaban en el asiento frente a ellas, en principio imaginó que Erick se sentaría frente a Mariana para poder hablar con ella, sin embargo no lo hizo y eso la puso más alerta, intentó quedarse atenta de Gabriel, ignoraría al otro chico, al menos agradecía que no volviera a llamarla princesa.
Gabriel sonrió a Camille un poco apenado, no era eso lo que quería, era mejor que Erick se pusiera donde estaba él y así podría hablar cada uno con la chica a la que invitó, pero su amigo se veía inquebrantable e inamovible de su sitio, así que se acomodó en el asiento y las observó, cada una era hermosa, pero sus bellezas eran opuestas, por un lado la chica que tenía frente a él con su cabello negro y ojos grises atraía las miradas por su cuerpo, el cual sabía cómo resaltarlo sin parecer descaradamente una prostituta, su piel era canela y contrastaban a la perfección con su ropa. Camille en cambio, prefería ocultar su cuerpo, lo que la hacía más atractiva, misteriosa y hasta peligrosa, porque no sabía qué podía encontrarse en ella realmente, la masa de rizos rubios eran completamente rebeldes como su propia personalidad, al menos lo que ella intentaba proyectar a los demás, en cambio sus ojos verde jade podían hacerte temer con solo una mirada a esos fosos, pues era más la fuerza que daba en ellos que con la seguridad de su cuerpo y su postura.
Mariana observó la forma de los hombros de Erick, los miraba hacia adelante, dirigiendo la atención en Camille, algo se traían entre ellos, lo había notado cuando su amiga se quedó atrás y ni siquiera le devolvió el saludo, pero ¿qué era lo que había? No le gustaba la manera en que la tensión se estaba sintiendo en el auto, al final la idea que había parecido buena, pues sabía que Gabriel estaba interesado en Camille, se volvía absurda al encontrar que Erick también poseía interés en ella, suspiró y miró hacia fuera por la ventanilla.
-Dime, Erick, ¿a qué te dedicas?
-En realidad soy dueño de la cadena de hoteles Greek House. Por el momento estamos verificando la factibilidad de construir uno en la ciudad.
-Eso suena emocionante, debe ser muy lindo el estar viajando a todos los lugares para verlos.
-A veces, en otras ocasiones es cansado, pues no tienes un lugar propio en el cual quedarte.
Camille estaba ida en su propio mundo, sin prestar atención realmente a lo que estaban hablando, sus pensamientos se iban hacia Alex y la Sra Morrinson, no le gustaba dejar a su hermanito por tanto tiempo, menos cuando era por algo que no fuera trabajo, él dependía de ella y quizás ella lo hacía más de él, pero era su única constante en la vida, era el único apoyo y la razón por la que vivía. No podía dejar de mirar su carita cuando su padre lo había sentado en la mesa y negociaba con otro hombre para que se la llevara, Alex nunca había pronunciado palabra, pero entre ellos tenían una mejor comunicación que entre cualquier otro.
Gabriel había notado la ausencia de Camille, se acercó a ella un poco, interponiéndose entre Erick y Mariana.
-¿Qué hay de ti, Camille? -Susurró-. ¿Puedes contarnos algo de ti?
Camille notó que todos se habían quedado callados a la espera de algo, pero no sabía qué exactamente, miró a Mariana y frunció el ceño.
-¿Eh?
Erick la miró expectante, ella era todo un misterio y justo ahora quería saber más sobre esa sirena de ojos jade, sus movimientos delataban que no le gustaba ser el centro de atención, tampoco que se sintiera cómoda con la pregunta.
-¿Qué puedes decirnos de ti, Camille? -Erick pronunció su nombre como si lo saboreara, disfrutando de como se sentía decirlo por fin, aunque eso no quitaba que siguiera siendo su princesa. Igualmente no podía ponerse en evidencia ante eso, Gabriel no podía saber lo que pasaba realmente en su cabeza y como su atención a quien iba a ser el reemplazo de Camille, había mermado dejando el espacio en su mente sólo para esta chica que tenía frente a él.
-En realidad... no... -La limusina se detuvo en el restaurante y agradeciendo el haber llegado abrió la puerta y salió.
-Lo siento, odia los lugares encerrados -Mariana se disculpó con los chicos y salió detrás de ella-. ¿Qué pasó?
-¿A mí? Nada, es que tenía calor y estaban sobre mí, sabes lo que opino sobre eso.
-Sí, lo sé, pero al menos sé cortés con ellos, no salgas así sin más...
-Lo siento, de verdad, sólo que no quiero que ellos se pongan a preguntar cosas que sabes que no voy a responder.
-Bien, no es necesario que respondas, pero tampoco lo digas como lo ibas a decir...
Camille la miró reprochándola con la mirada. No era algo que hacía mucho, pero no le gustaba tocar su pasado, su vida se reducía específicamente a los últimos tres años, antes de eso deseaba que la pesadilla dejara de perseguirla.
Gabriel se acercó y les abrió la puerta a ambas, mientras que Erick esperaba que entraran, el restaurante era realmente fino, un ambiente íntimo, las paredes eran rojas oscuro casi vino con lámparas doradas en ellas y del techo en forma de cúpula pendía una lámpara de cristal que podía ser fácilmente del tamaño del círculo sobre ella. Las mesas estaban separadas por cortinas pesadas, para permitir la intimidad de los clientes, Erick las guió a través del lugar hasta un reservado con vistas a la ciudad, uno de los lados era un gran ventanal que permitía observar las montañas a lo lejos con sus luces, las calles y la hermosa y enorme luna llena que alumbraba el interior.
Camille se impresionó ante tal vista, sin embargo, no iba a permitir que se le notara, por lo que simplemente se sentó en la silla que le había abierto Gabriel y esperó a que Mariana se sentara a su lado, la atención de Erick no se desviaba de ella, por lo que estaba a punto de ser grosera, su amiga era su cita, no ella, esa mirada castaña la removía internamente, pero no dejaría que eso pasara, centró su mirada en Gabriel y en la vista detrás de él.
Mariana se acomodó en su asiento y miró las montañas.
-Me gusta esta vista... aunque me encanta escalar esos picos.
-Yo también soy de escalar, desde arriba todo se ve mejor -Gabriel respondió a la forma de romper el hielo-. Camille, ¿te gusta escalar?
-No, en realidad no me gusta...
-Yo tampoco soy de escalar -Erick sonrió y se acomodó mejor en la silla, aún le era interesante esa chica de ojos verdes, pero no podía quedarse quieto, mientras era su amigo quien tenía la cita con ella.
Camille incómoda no respondió a ese comentario y se limitó a observar el menú decidiendo qué comer. Gabriel le dio una sonrisa para hacerla sentir más tranquila y a través de la mesa alargó la mano a la suya, ella simplemente la alejó y fingió tener que quitar un hilo en su blusa. Erick divertido no dejó pasar ese detalle y con una sonrisa ladina pidió el vino para empezar.
-Así que... Mariana -dijo mientras el mesero le daba a catar el vino- tú eres de escalar.
-Soy de cualquier tipo de deporte, aunque me gustan mucho más los de altura y los extremos.
Gabriel alzó una ceja y sonrió mientras la miraba.
-¿De las que le gusta los riesgos?
-La vida son riesgos, que unos sean más propensos a darte adrenalina que otros no tienen problemas, pero al final, si no disfrutas la vida, ¿para qué lo haces?
-Tienes razón, lo mejor son esos momentos en los que puedes creer que tienes el mundo a tus pies sin que ellos lo sepan, pero no de la forma de manipularlos.
-Así es, es más como la forma en que puedes verlos mientras siguen su vida como hormigas porque no tienen metas a plazos más largos que su día a día.
Erick sonrió ante esos comentarios, si seguían así, él tendría la oportunidad de conocer mejor a la chica que ahora se había convertido en su conquista.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro