Camille estaba trabajando en la cocina, sirviendo los pedidos mientras que Mariana estaba de camarera, Jeremy, su jefe, siempre las tenía separadas porque así no tenían el problema de sobrecargarse de trabajo, en especial cuando las mesas que trabajaban eran las más solicitadas.
Mientras cocinaba y alistaba los pedidos, Mariana desde la ventanilla la observaba.
-Entonces, ¿me dirás qué pasó anoche?
-Nada. No sé por qué tuvo que pasar algo...
-Despertaste temprano y de buen humor... y no me pareció escucharte...
Camille la miró reprochante antes de que terminara la oración.
-Quizás no lo hice, pero tampoco es que siempre lo haga... y no quiero hablar de eso.
La noche era la peor hora para Camille, las pesadillas la atormentaban y aunque no había sido su intención, Mariana la vió un par de veces cuando el dolor en sus sueños eran tantos que lloraba, pero no por ella misma, Alex una noche había despertado al sentirla removerse de forma violenta y había corrido hacia la cama de Mariana a buscarla, después de despertar tenía a un niño en su pecho, acomodado contra ella, hecho un ovillo y a su compañera de departamento con una mirada de preocupación y un vaso con agua en las manos.
-Lo siento. Puede ser que fuera una noche muy cansada, realmente.
-Lo fue. No tienes ni idea de cómo tuve que soportar miradas asesinas de una mujer porque el hombre al que quería llamar la atención terminó hablando conmigo. Si supiera que al cerdo lo mandé al infierno mismo... -Suspiró y una gran sonrisa se dibujó en su rostro-. Y todo eso despues de arruinarle su maldita camisa de marca. Se lo merecía, pero cuando lo hice no sabía que tan imbécil era.
-¿Rechazaste a un millonario? -La mirada de asombro de Mariana hubiera quedado perfecta para una pintura, Camille rió y asintió-. Estás loca.
-Eso no es cierto -Sacó unos fideos de la olla y los puso a escurrir-. ¿Por qué tengo que ser lo que él quiere que sea? Puede estar acostumbrado a que todas caigan a sus pies... ¿yo? Mejor que siga soñando con eso, además no volveré a verlo.
-Pero hablamos de un multimillonario sexy... si a mí, que tampoco me interesa el dinero, me apareciera de frente Cristiano Ronaldo o Fernando Torres... creo que le regalo mis bragas...
Camille negó y señaló la puerta con la barbilla, no había visto a quiénes entraban en ese momento.
Erick miró alrededor y notó que las mesas eran pequeñas, esto no era un restaurante como los que acostumbraba.
-¿Estás seguro de este lugar?
-La comida es excelente... y por aquí -Gabriel lo guió a una mesa más alejada-. Atiende la chica que tiene a todos babeando...
-Espero que sea verdad o puedo matarte...
-Me matas y se acaba Bahamas, aún no firmamos.
-Gabriel, hablo en serio... no me pesa la mano...
-Ya lo sé...
-Buenas, ¿puedo ofrecerles algo? -Mariana en su mejor trato se acercó a la mesa y les tendió el menú.
Gabriel ojeó el menú y pidió una cerveza primero, Erick miró a la chica y le sonrió de esa manera tan peculiar que hacía que las chicas mojaran sus bragas, Mariana le devolvió la sonrisa un poco provocativa y volvió a preguntarle que bebería.
-Tráeme un whiskey con hielo y puedes apuntar tu número en la servilleta -Le guiñó un ojo y miró hacia el menú.
Mariana apuntó las bebidas y volvió hacia la barra, bufó y negó, ganaba sus propinas así, pero ningun imbécil iba a decirle qué hacer, tomó las bebidas y fue a dejarlas, al colocarlas en la mesa, Erick extendió la mano acariciando la de ella, Mariana la quitó de inmediato.
-¿Puedo ofrecerles alguna entrada?
-¿Estás en el menú?
-En realidad, tiene el menú ahí, puede comprobarlo usted mismo... -Se dio media vuelta y fue a la cocina, suspiró mirando la mesa-. Guapo e idiota...
-Bien... necesito una cita con ella, puede hacerme muy bien -Su comentario le asombró internamente, había estado inmerso en aquellas lagunas verdes todo el día que no se enteró de la falda tan corta que llevaba Melissa, su asistente, o la mirada provocativa de Linda, su recepcionista, mucho menos del escote que llevaba Stephanie ese día.
Se quedó observando el cuerpo de Mariana, tenía las proporciones adecuadas y las que le gustaba.
-Ya sabía yo que te gustaría venir aquí.
-No tienes idea de cuánto... -Sonrió y volvió a ver el menú, eligiendo al final un plato de mariscos.
-¿Qué pasa?
-En realidad, nada, solo que necesito sacarme algo de la cabeza y creo que encontré con quien hacerlo...
Camille terminó de servir las bebidas y se las pasó a Mariana, observó los pedidos que quedaban y volvió hacia la cocina, después de preparar los platillos los acomodó en la repisa mientras esperaba que su amiga los entregara, teniendo unos pocos minutos libres llamó a la Sra. Morrinson para asegurarse que Andy estaba bien.
-¡A trabajar! -Jeremy se había asomado y visto a Camille en el teléfono-. Eso lo haces más tarde.
Ella asintió y siguió esperando los demás pedidos, aun con la cabeza en su hermanito.
Gabriel se levantó de la mesa al mirar a Erick coqueteando con Mariana, ya había obtenido la cita que quería, ahora le faltaba a él, pero la chica que a la que se lo pediría estaba dentro, así que dejó a su amigo y caminó hacia el mostrador.
-Hola...
Camille escuchó una voz cerca de la división al salón, un hombre. Girándose para verlo reconoció al tipo que siempre se sentaba en la misma mesa que ella atendía y que siempre le coqueteaba.
-Disculpa... Cami... sólo quería saber cómo estás.
-Pues bien y usted no puede estar aquí, así que vuelva a su mesa...
-Quería hacerte una pregunta... es que verás... mi amigo acaba de hacerme ver que puedo hacerlo...
Camille se tensó en respuesta, no iba a esperar a que dijera nada, no le gustaba ese tono.
-No, no lo haré...
-Solo ir a cenar, una cita corta... podemos ir con ellos para que no te sientas incómoda... -Gabriel parecía decepcionado.
-¿Ellos?
En ese momento Mariana se acercó al mostrador y miró a Gabriel de mala forma, negó viendo a Camille. Había escuchado la mayor parte de la conversación y sabía que a Camille le haría falta eso.
-Sí, su amigo acaba de pedirme ir a cenar y no creas que iré sola.
-Pues buscas a otra más para que vaya, yo no voy a ir, es lo que menos necesito...
-Es solo una cena, no habrá nada oculto en eso -Gabriel insistió, desde hacía unos meses ella le había llamado la atención, pero no tuvo la valentía suficiente para invitarla hasta ese día.
-Una cena y no vamos solos
Mariana asintió y sonrió.
-Irás con Erick y conmigo... -Miró a Gabriel-. Ya tienes los detalles, adiós.
-Sí, gracias... nos veremos esta noche.
Unas horas después, Erick se miraba al espejo y acomodaba el cabello en un peinado completamente despeinado, como recién salido de la cama, con su chaqueta de cuero italiana y sus jeans, junto a unos mocasines en negro, salió en dirección a su limosina, el chófer le abrió la puerta y subió, primero iría por Gabriel y después por las chicas, se alegraba de que su amigo encontrara alguien con quien estar.
Camille terminaba de acomodarse el cabello rizado y sin control en una trenza francesa, hasta media cabellera, después lo dejó suelto, se aplicó un poco de maquillaje y un vestido medio suelto en color verde, resaltando su mirada. Miró a Alex dormido y suspiró, prefería dormir con él, pero Mariana era capaz de llevarla obligada, así que se mantuvo firme y se arregló un poco antes de salir a la sala con sus zapatos de tacon un poco bajos, al mismo tiempo Mariana salía de su dormitorio con unso tacones de siete pulgadas, un vestido corto y ceñido en color borgoña y el cabello suelto con suaves ondas, delineando su rostro maquillado suavemente, pero profesional.
-¿Lista? -Mariana caminó a ponerse los aretes en el espejo del pasillo.
-¿Eh? -Camille estaba impactada de su vestimanta y como cualquier cosa la hacía destacar cuando ella era la peor persona para hacer eso.
-Que si nos vamos, Camille...
-Oh, sí... no muy lista, no quiero dejar a Alex solo...
-Solo es una cena y la Sra. Morrinson está aquí para cuidarlo... vamos.
Mariana la tomó del brazo y salió hacia la direccion acordada, miró la limosina y sonrió para sus adentros.
Erick bajó de la limosina para esperar a las chicas, justo cuando ellas doblaban su razón se fue al traste, estaba viendo a la chica que lo habia tratado como si no valiera ni un segundo de su vida y justamente era la cita de su mejor amigo.
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