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Capítulo 1

Al día siguiente Erick despertó con un cuerpo entre sus brazos y sonrió, había ganado a esa chica de los pozos verdes, cuando abrió los ojos para descubrir los rizos ¿castaños? No, no era ella, esa chica, su princesa era rubia, su cuerpo de supermodelo hicieron a Erick darse cuenta que había bebido demasiado después de que esa chica se negara a que pudiera llevarla, nunca se le habían negado, era el típico hombre al que toda mujer se rendía, pero ella... su princesa, no era así, ella no buscaba el dinero que podía darle cuando estuviera más que solo una noche, con una mirada esa misma chica podría tener el universo mismo. Suspiró y se levantó, encendió un cigarrillo y salió al balcón tal cual, completamente desnudo.
El sol apenas estaba saliendo y ya tenía una copa en las manos, pero necesitaba deshacerse de esa imagen de una vez por todas, haberla visto en ese traje, aunque intentara ocultar su cuerpo, no podía haberlo hecho resaltar más, aunque era muy delgada para su gusto tenía la gracia de una bailarina para moverse por la habitación, después de esa primera impresión no había podido quitar la mirada de esa rubia que lo había hecho sentir como un adolescente inexperimentado.
De pronto unas manos heladas cruzaron su cuerpo hasta unirse en su abdomen y bajar por su vello buscando lo que la noche anterior habían sentido. Inmediatamente las detuvo y las separó de su cuerpo.
-Ya tuviste tu ración y no pagaré horas extra, lo siento. -Se alejó de ella y se terminó el trago lanzando la colilla del cigarrillo hacia la calle-. Ya puedes irte, la ducha esta del otro lado a esta puerta.
Entró de nuevo al departamento sin hacer caso a los gemidos de frustración para quien era su desahogo esa noche. Bajó unas pequeñas escaleras y caminó hacia la cocina para prepararse un café, de nuevo, mientras veía el agua correr y el café salir, ese rostro volvió a sus pensamientos, esos labios gruesos y jugosos que rogaban ser besados. Le atraía de sobremanera la forma en que rehusaba que le llamara princesa, ella no era, definitivamente, como cualquier otra mujer que hubiera conocido.
Camille despertó más temprano que de costumbre y se estiró en la cama con cuidado de no despertar a Alex, este dormía plácidamente boca abajo sobre las sábanas, con un bracito y una pierna sobre ella, lo miró dormir y acomodó con cariño sus cortos rizos rubios, besó su sien y se movió con cuidado para levantarse. Caminó hacia la cocina donde comenzó a hacer el desayuno.
Mientras ponía un poco de música en sus auriculares comenzó a bailar por la cocina haciendo unos panqueques de chocolate para Mariana y ella y sacar el cereal para Alex.
-Huele muy bien... ¿Alguien amaneció de buen humor hoy?
-Tonight I fellings out -tarareaba la canción que sonaba en sus oídos a todo volumen, no prestó atención a Mariana hasta que ella le quitó uno de una vez y Camille dio un salto asustada-. ¿Qué?
Mariana rió y negó mientras le ayudaba con el café y su té.
-¿Negro o verde?
-Negro... pero dime qué dijiste antes.
-Amaneciste de buen humor, me parece genial.
-Siempre lo hago -Sirvió los panqueques y le pasó unos.
-Mientras no te despierten o Alex no te deje dormir... por cierto ¿Ya despertó?
-No, aun duerme, es temprano.
-Lo sé, yo iba a salir a correr antes del desayuno.
-¡Oh! Si quieres vas y te guardo la comida.
-No importa, comeré contigo y después salgo.
-Bien, despertaré a Alex... -caminó de nuevo hacia la habitación que compartía con Alex y se sentó en la cama-. ¿Bebé? -Lo movió con suavidad.
Alex abrió los ojos más perezoso que de costumbre, al mirar a Camille sonrió y giró hacia ella, le extendió los bracitos para que lo alzará.
-Pero tienes que caminar, amor... -Una muda negación vino desde su hermano-. Sí o serás muy, muy gordito como Dumbo...
De nuevo la cabeza de Alex niega y la abraza más fuerte por el cuello, un pequeño gemido sale de sus labios, sin querer dejarla.
-Sabes que te amo... solo lo digo por bien, ahora vamos... ¿quieres cereales de chocolate?
Alex sonrió enormemente y asintió efusivo mientras le daba un sonoro beso en la mejilla.
Camille se levantó y fue a la cocina, sentó a Alex en su sillita y le sirvió los cereales, el niño miro a Mariana mientras comía los panqueques y con la mano la saludó.
-Buenos días, hermoso... ¿dormiste bien?
Alex asintió y volvió a sus cereales atacándolos por todo el hambre que sentía.
El timbre de la puerta sonó y Camille, dejando el desayuno por la mitad, fue a abrir, la Sra. Morrinson le sonrió y pasó dentro.
La Sra. Morrinson era quien cuidaba a Alex mientras ella y Mariana iban a trabajar al restaurante, era una persona mayor que tenía la paciencia justa para cuidar a un niño que no hablaba y que apenas se hacía entender. Pero es que Alex tampoco era un niño como todos los de su edad, había crecido en medio de una familia donde una palabra dicha podía enviar a cualquiera al hospital por días, ella misma lo había comprobado un par de veces.
-Hola, mi niña, ¿Alex está listo?
-Buenos días -Cerró la puerta y caminó hacia la cocina-. No, solo ha desayunado, lo dejé dormir un poco más hoy...
-Oh. No Importa, yo puedo bañarlo en ca...
-¡No! -El grito interrumpió la ultima palabra e hizo que todos en la estancia saltaran y Alex mirara a Camille con miedo. Él odiaba los gritos, lo asustaban al punto de las lágrimas-. Lo siento, lo siento... solo es... yo lo bañaré.
-Está bien. -La Sra. Morrinson la miró curiosa, pero no dijo nada, no era de las que preguntaban, aunque sí tenía una idea cercana de la razón para que Camille saltara de esa forma.
Alex se lanzó a los brazos de su hermana cuando esta se acercó y dejó que lo llevara hasta el baño, allí Camille lo desvistió y puso el agua a temperar, aun le dolía el ver al pequeño, su cuerpo lleno de cicatrices que ella no había podido evitarle, recordaba los gritos de él y ella impotente, encerrada en su habitación bajo llave.
Alex la miró y le dio una sonrisa dulce y señaló los patitos de goma en la cesta con sus juguetes para el baño.
-¿Quieres jugar? -Alex asintió ensanchando su sonrisa-. Entonces al agua pato...
La bañera estaba lo suficientemente llena para que Alex quedara hasta los hombros con el agua sentado, Camille le acercó sus patitos y comenzaron a jugar mientras ella lo limpiaba.
Mientras le lavaba el cabello con el cuidado extremo de no hacerle daño, un poco del shampoo le cayó en los ojos a Alex, quien al sentirlo soltó un gemido de dolor y empezó a llorar con fuerza, Camille intentó calmarlo y enjuagar sus ojitos con cuidado de no lastimarlo más, pero el niño comenzó a patalear y removerse sin dejar de soltar gruñidos y gemidos.
Desesperada empezó a buscar una forma de calmarlo y, tarareando una canción suave mientras terminaba de limpiarlo, pudo hacer que se relajara y así secarle el rostro y mimarlo, besó su frente y sus rizos.
-Lo siento, bebé, no quería hacerlo.
Alex asintió de nuevo y le lanzó los bracitos, ella lo secó y alzó para luego ir a vestirlo. Una vez vestido, salieron con sus juguetes para que la Sra. Morrinson se lo llevara, agotada suspiró al despedirse de él en la puerta y entró a vestirse.
-Te espero para que vayamos juntas, te toca hoy la cocina...
-Lo sé, Jeremy es mierda cuando me ponen ahí -Buscó su ropa y se cambió, se hizo una coleta y salió veloz, se aplicó solo un labial y observó a Mariana que se maquillaba expertamente, su amiga era hermosa, realmente podria haber sido una modelo, tenia un cuerpo con las medidas adecuadas, un cabello liso y castaño con un largo por debajo del trasero, grandes y expresivos ojos miel y un tono de piel que no era un blanco palido, sino como un canela claro, era la envidia de muchas y conseguía los números de muchos clientes del restaurante.
-Ya, al menos no te tiene limpiando atrás -Ya lista la chica se levantó y fue por su bolso, salió y sonrió-. Ya, vamos... que nos matarán si no llegamos a tiempo.
Camille estaba más perdida en sus pensamientos que en lo que realmente le decía su amiga que no determinó que esta había hablado, cuando vio que esperaba una respuesta sonrió avergonzada.
-Lo siento... ¿qué dijiste?
-Que al menos no te tiene atrás y que mejor nos vamos...
-¡Oh! Sí, lo sé y pues no es tan malo... digo, el trabajar atrás...
-Sólo los olores -Rió y tomó su brazo, Camille se separó de ella disimuladamente para ir por su bolso y juntas partieron al restaurante.

Erick tenía ya aproximadamente veinte minutos con la misma taza de café frente a él, su mente seguía sumida en esos ojos jade que lo habían hipnotizado, con el café helado se levantó y lo tiró, la puta con la que había pasado la noche aun no se iba y ya estaba perdiendo la paciencia, subió hasta el dormitorio y la observó tirada en la cama, sin saber si era una puta o solo un ligue del bar, lanzó un rollo con $500 y se metió a ducharse tomándose su tiempo.
Al salir de la ducha aun estaba la mujer, puso los ojos en blanco y fue a su armario, el cual era una habitación completa de tamaño grande, busco uno de sus trajes Armani y se vistió con esmero mientras repasaba la agenda, lo más importante era verse con el abogado, quien, paradójicamente, era su mejor amigo, Gabriel.
Una vez listo salió del departamento en dirección al ascensor, al llamarlo una sombra a su lado lo hizo girar en seco, se había parecido a ella por un segundo, pero no era más que sólo su imaginación, esa noche iba a tener que volver a salir para olvidarla a ella, no podía ser posible que con unas horas en la misma habitación haya jodido su cabeza de esa forma.
Bajó por el ascensor hasta el estacionamiento y sacó sus llaves para quitarle la alarma a su Maserati negro, el auto hizo un cambio de luces como reconociendo a su amo. Subió y se acomodó en el asiento, se colocó el cinturón y dio llave, al primer contacto el motor ronroneó como un león amaestrado, salió del estacionamiento y del edificio hacia las oficinas donde debía trabajar ese día.

La mañana realmente no tuvo nada pesado que hacerse, unos contratos que leer, firmas para revisar y un par de reuniones donde todo iba bien. La hora de almuerzo se acercaba y en su oficina irrumpió Gabriel.
-Listo para el almuerzo, ¿nos vamos?
-¿Tienes una idea? No se me antoja nada, realmente.
-Pues tengo el lugar perfecto y no sólo te antojas de la comida... -Sonrió dándole a entender las diversiones que podía tener.
-Espero tengas razón -Cerró la tapa a su portátil y se levantó-. ¿Dónde?
-Al frente.

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