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Capítulo 3:

LoveCloudPictures: ¿Para amar a alguien debe ser mi novio?

GreyCloudPictures: No lo sé

LoveCloudPictures: Mejor cambiamos de tema. ¿Te parece?

GreyCloudPictures: Claro ☺️.

LoveCloudPictures: ¿Qué hacías antes de que te escribiera?

GreyCloudPictures: Me duchaba 😅

GreyCloudPictures: ¡OMG!

GreyCloudPictures: Espera...

Se me había olvidado enjuagar mi cuerpo, secarme y vestirme. Solté el teléfono sobre la mesita de nuevo y corrí de regreso al baño a finalizar lo que hacía. La suerte de vivir solo es que no debía darle explicaciones a nadie por estar desnudo en la sala, lleno de jabón. Luego tuve que limpiar el reguero de agua y jabón que forme en el suelo, esa es la parte mala, me debía encargar de la limpieza.

Seco y vestido, regresé a mi cómodo sofá para continuar chateando con Sunny, mientras esperaba a las seis para salir a trabajar.

Ser independiente no era tarea fácil, debía costear mis gastos de alguna forma. La universidad no me cobraba matrícula porque gané una beca, pero el departamento, mi alimento, ropa y necesidades básicas no eran gratis. Mis abuelos poco podían hacer, ya que tenían sus propios problemas, además de que nuestra relación no era la mejor.

Mis padres no dejaron mucho en su cuenta de ahorros, aquel dinero cubrió mis gastos durante la adolescencia y ya no quedaba un centavo. Tuve que dedicarme a otra cosa en mi tiempo libre y lo único que apareció fue ser fotógrafo de eventos nocturnos.

Los eventos tenían cierta particularidad que favorecía mi anonimato, debía ir disfrazado de detective privado con máscara. Mis clientes eran un tanto exquisitos, les gustaba sentirse observados y que las imágenes fueran naturales, mientras conversaban o estaban desprevenidos. Cosas de ricos decidí llamarle a sus estrafalarios pedidos. Este trabajo me proporcionaba lo suficiente para mantenerme a flote mientras me graduaba y conseguía un mejor empleo.

GreyCloudPictures: Sunny.

LoveCloudPictures: ¡Qué bueno que regresas! Ya empezaba a pensar que me habías dejado colgada al chat por gusto.

GreyCloudPictures: No me demoré tanto.

LoveCloudPictures: Fingiré que no leí eso.

LoveCloudPictures: ¿Puedo saber qué ocurrió?

GreyCloudPictures: Sí, bueno, mejor no.

LoveCloudPictures: 👀

GreyCloudPictures: Vale, te cuento...

GreyCloudPictures: Olvidé terminar de bañarme mientras hablaba contigo.

LoveCloudPictures: 😂😂😂😂😂

LoveCloudPictures: ¿Eso qué significa? ¿Estabas con el teléfono en el baño?

GreyCloudPictures: No... En la sala...

LoveCloudPictures: Entonces... Ya me imagino... 🙄🙄

GreyCloudPictures: Cuidado con tu imaginación...

LoveCloudPictures: Es mi cabeza, mi cerebro y mi imaginación, ¿entendido? 😌

GreyCloudPictures: Coqueta. Ojalá tu novio no revise el chat.

LoveCloudPictures: Nadie revisa mis chats... Son privados. 😉

GreyCloudPictures: Confiada...

La alarma de mi teléfono sonó indicando que ya debía salir a trabajar.

GreyCloudPictures: Debo irme a trabajar...

GreyCloudPictures: Nos escribimos luego 😗😗.

Salí del departamento luego de colocar la clave de mi cerradura electrónica. No poseía muchas cosas, la mayoría de los muebles pertenecían al departamento y el edificio contaba con buena seguridad, pero me gustaba ser muy precavido. Fui hasta donde estacionaba la bicicleta. Pedaleé hasta la dirección del próximo evento en el Hotel Nacional.

Muchísimas personas aglomeradas en la entrada dificultaron mi paso. Al ser bastante delgado me era fácil escabullirme entre todos y avanzar. La señorita Giotto me esperaba con mi pase de fotógrafo en una mano y el traje de detective en la otra.

Giotto era una mujer morena, elegante y alta, sus zapatos de tacón la hacían lucir mucho más alta y esbelta, probablemente terminaba el día con un dolor insoportable en los pies. Siempre me pregunté cómo las mujeres aguantan los calzados altos.

—Puntual como siempre, por eso me gusta tanto trabajar contigo —sonrió—. Iré a buscarte la cámara profesional mientras te cambias de ropa.

Evidentemente, no podía usar mi cámara digital para las fotos de los eventos. La compañía para la que trabajaba me proporcionaba modelos de avanzada muy sofisticados y con un nivel de resolución altísimo. La mía ya tenía casi diez años de explotación y aunque la mantenía en perfecto estado, no era idónea para realizar mi trabajo.

El traje de detective estaba elaborado a mi medida, la compañía se encargaba de llevarlo a la tintorería y mantenerlo impecable, lo que me facilitaba las cosas. Tela negra y fresca que se ajustaba a mi cuerpo. Usualmente, no me pondría algo tan moderno, pero el trabajo lo ameritaba. La máscara, el segundo factor importante en mi labor, ya que el primero era la cámara, variaba en dependencia del evento. Esa vez me dieron una de zorro plateada, la coloqué en mi rostro y salí del local.

La señorita Giotto aguardaba frente a la puerta con el material y la cámara listos. Siempre era extremadamente eficiente.

—Gracias —revisé rápidamente el manual del nuevo dispositivo.

Antes de comenzar a trabajar con ellos me dieron un curso intensivo de fotografía. Jamás mis capturas los habían defraudado, pero no debía confiarme porque un cursito no bastaba para ser un artista.

—Salón Ventare, piso 25 —informó leyendo en su agenda electrónica.

—Muy bien —asentí.

Subí en el elevador probando las nuevas herramientas del dispositivo. Realmente la imagen se veía nítida y con facilidades de ajuste. Me encantaba, a pesar de que ni soñando podría obtener un artículo así de costoso.

La ambientación del evento simulaba una era galáctica, tonos plateados resaltaban por todas partes. Las luces aumentaban el brillo de las superficies y la vestimenta de los invitados en conjunto creaban un ambiente futurista de ciencia ficción.

Comencé mi labor buscando las mejores posiciones para la toma, mediando entre el contraste, el brillo del lugar, y las sombras que me permitía la cámara.

Al finalizar las tres horas de fotografía obtuve un material listo para impresión. Apenas necesitaban editar o retocar mis imágenes porque jugaba bastante bien con los ángulos de captura y los lentes para que el efecto se tornase natural.

Aproveché y comí algunos bocadillos pequeños mientras trabajaba. Estos eventos tienen de todo en cantidades enormes. A pesar de ser físicamente delgado, mi apetito era feroz.

Había sido un día atípico donde el desayuno y un jugo eran lo único en mi estómago que probablemente ya los había digerido. Los alimentos elaborados y adornados delicadamente con un sabor peculiar me hacían recordar las visitas a los restaurantes con mis padres, como los tres degustábamos manjares y nos tomábamos fotos junto a las delicias. Por mucho tiempo su ausencia fue un vacío difícil de llenar, el hoyo seguía allí, solo que había aprendido a vivir sin esa porción de mí. La risa, la felicidad, la comodidad, ya no eran características de las que pudiese gozar.

Devolví la cámara y el traje a la señorita Giotto quien, totalmente satisfecha, revisó la toma.

—¡Asombroso! Como siempre, nunca espero menos de ti —Afirmó haciendo énfasis en la primera palabra—. Sin dudas eres nuestra mejor adquisición del año.

—Si lo dice así me hace parecer un objeto —fingí estar ofendido.

Sus palabras me hacían sentir orgulloso, de las pocas personas con las que interactuaba Laura, su nombre informal, podía considerarse la más cercana, no como tal una amiga, pero me agradaba. Desde que la conocí en aquel parque se había ganado el respeto que le profesaba con su fortaleza y profesionalidad.

(...)

Dos meses atrás.

Estaba tomando fotos en el parque que se ubicaba a unas cuadras de mi departamento, recién me había mudado, mis abuelos me apoyaron con el pago del alquiler de dos meses hasta que yo consiguiera un empleo de medio tiempo. Un poco distraído, enfocando aquí y allá cuando la vi.

Llevaba el maquillaje corrido y los zapatos de tacón en una mano, en la otra una cartera grande. Caminaba descalza por el césped y las lágrimas escurrían como cascadas por sus mejillas.

Las personas alrededor parecían no notarla, o la ignoraban. Mis instintos fueron más fuertes que nada, no me gustaba ver a las personas tristes, así que me acerqué sigilosamente. De repente ella comenzó a correr rumbo a la carretera, estaba completamente ida. Corrí detrás y la sostuve antes de que un auto la atropellara.

—¡Debo morir! —gritó histérica.

—Calma, por favor —pedí aun sosteniéndola por los hombros.

La pobre me abrazó y siguió llorando, ahí las personas comenzaron a mirar y murmurar sin sentidos como:

—Pobre chica, ese flacucho no la valora.

—¿Por qué la hace llorar, no se ha visto en un espejo?

—Una mujer como esa merece a un hombre mejor.

La gente y su carácter despectivo, no conocía a la chica que lloraba en mis brazos aquel día, pero salvarle la vida fue la mejor decisión que tomé.

Caminé junto a ella hasta una cafetería donde pedí un vaso de agua para intentar calmarla. Con un paquete de toallitas que extrajo de su enorme bolso, se limpió el rostro desapareciendo las manchas de maquillaje corrido. Sus ojos café aún se mantenían enrojecidos y centelleantes.

—Gracias —susurró y asentí con la cabeza—, fue un estúpido impulso —se pasó una toallita por la nariz—. Gracias por no permitirme hacer una locura.

—No debes agradecer, hice lo que consideré correcto.

—Sé que no te importa, pero necesito hablar con alguien...

—Te escucharé —la interrumpí sosteniendo una de sus manos para transmitirle calma.

—Gracias, de nuevo, en serio necesito sacarlo —suspiró—. Hoy ha sido el peor día de mi vida, mi novio me abandonó para irse de viaje a Australia, dice que su carrera necesita un impulso grande y que allá lo obtendrá; me propuso seguirlo, pero mi vida y trabajo están aquí. Sin embargo, no será por mucho, mi jefe quiere que consiga un buen fotógrafo para esta noche, si no lo logro estaré despedida. Y, para rematar, me llamaron del veterinario de mi mascota que la había internado hace dos semanas, Luddy, una Pomerania blanca que apenas tenía 12 años, padecía una enfermedad mortal del corazón que heredó genéticamente. Pese a mis cuidados no logré salvarla, falleció hace una hora —volvió a llorar.

—Lo siento mucho. Mira, con lo de tu novio no te puedo ayudar, y tampoco puedo revivir a tu mascota. Pero tal vez ayude a que no te despidan. Soy fotógrafo autodidacta. Tal vez no tome las mejores fotos, pero sin dudas cumplirás el plazo para que no te despidan.

Su rostro se iluminó, detectando la cámara en mi mano.

—¿Puedo? —señaló el objeto y se la entregué.

Quedó fascinada solo con las fotos que había tomado en el parque.

Y justo ahí inició nuestra relación profesional, donde jamás volví a verla deprimida, aunque todos los miércoles visitaba la pequeña tumba que le había hecho a Luddy. Tal vez, como yo, aprendió a vivir con el vacío.

(...)

—No lo tomes a mal, Cloudin, era solo una expresión. Siempre he pensado que deberías dedicarte por completo a la fotografía —caminamos hacia el elevador.

—Esto nada más es un hobbie, mi sueño es llegar a ser un ingeniero valorado por sus aportes a la sociedad algún día. Un oficio donde a nadie le importa como luzco, sino la utilidad de mis creaciones.

—Yo no sé de ingenieros, pero de fotógrafo reconocido, ya lo eres. Descubrí tu perfil de Instagram, tu sello en la imagen es inconfundible, eres GreyCloudPictures.

—¿Sello? -pregunté confundido ante su acierto.

—Exacto, cada artista tiene un sello personal. Algunos más visibles que otros. Cuando sigues de cerca la labor de alguien es muy fácil definir las características que lo vuelven único.

—Impresionante.

—No sé si lo has visto, te lo envié por correo, la convocatoria de un concurso de fotografía. No me gustaría perderte, pero tu crecimiento profesional no está con nosotros. Sin dudas puedes aspirar a algo mejor.

—Señorita...

—No, nada de señorita, soy Laura y lo sabes. Si alguien se entera de esto, pierdo mi trabajo —alzó el dedo para cubrirme los labios por debajo de la máscara que no me había quitado—. Por cierto, te puedes quedar con la máscara, los anfitriones de este evento las donaron a la compañía —siguió avanzando y me quedé atrás.

—Oh, gracias, no pensaba quedármela, olvidé...

—No expliques, no tiene caso si ahora es tuya —dio media vuelta y giró a mirarme—. Valora lo que te digo. Tu pago de hoy ya está en tu cuenta. Nos vemos.

Dos personas en un mismo día me hablaban de concursos de fotografía. Tenía miedo, mucho, sentía que si ponía mis esperanzas en algo terminarían despedazadas. La fotografía me gustaba, adoraba el trabajo de medio tiempo y basándome en el pago podía decir que algo de talento mostraba, también mi perfil de Instagram y su apoyo, pero no era suficiente, faltaba algo que mucho tiempo después encontré, confianza.

Era fácil recibir un disparo con un chaleco antibalas puesto, ser famoso usando una máscara, mostrar algo que encajara para agradar. Lo difícil sería quitarse el chaleco y posar de diana, arrancarse la máscara y mostrar el rostro, desnudar el alma y sentirse pleno.

En el trayecto de regreso a casa imaginé muchos escenarios, ganar, victoria, fama, aceptación. Como una moneda, cada uno venía acompañado de una segunda cara: perder, derrota, invisibilidad y crítica destructiva. Ser pesimista era otro de mis talentos ocultos.

En el ascensor revisé el correo. Giotto me había enviado el mismo concurso que Sunny, el destino me estaba retando. La pregunta era: ¿tendría el valor de aceptarlo?

La notificación de un mensaje de Sunny no me dejo profundizar en la pregunta que rondaba mi mente.

LoveCloudPictures: (Nube rara)

LoveCloudPictures: ¿Ya terminaste de trabajar?

GreyCloudPictures: Sí. Ya estoy entrando a casa.

LoveCloudPictures: ¡Qué bueno! Trabajar de noche es peligroso, debes tener cuidado. ¿Cómo te fue?

GreyCloudPictures: Bien. Gracias por preguntar y no te preocupes, sé cuidarme.

LoveCloudPictures: Quería saber de ti. Ya sabes hablar de algo 😅.

LoveCloudPictures: Igual te digo, la precaución nunca está de más.

GreyCloudPictures: Está bien, gracias por preocuparte.

GreyCloudPictures: Podemos hablar de lo que tú quieras.

Mientras esperaba su repuesta, introduje la clave de la cerradura electrónica y entré al departamento.

LoveCloudPictures: Puedo saber, ¿en qué trabajas?

GreyCloudPictures: Soy fotógrafo a medio tiempo de eventos nocturnos.

LoveCloudPictures: ¡De verdad!

LoveCloudPictures: Y diciendo que anonimato. 😑😑

GreyCloudPictures: Mantengo el anonimato. Uso disfraz.

LoveCloudPictures: ¿En serio? ¿Tus clientes no dicen nada?

GreyCloudPictures: No, así lo piden, por eso lo hago.

LoveCloudPictures: ¡Qué extraño! 😅😅

GreyCloudPictures: ¿Tú trabajas?

LoveCloudPictures: No. Estudio solamente en la universidad.

GreyCloudPictures: ¿Qué estudias?

LoveCloudPictures: Diseño. Me especializaré en la rama de la moda.

GreyCloudPictures: Por eso eres tan buena editando imágenes.

LoveCloudPictures: Si, también dibujo.

GreyCloudPictures: Es una linda profesión.

LoveCloudPictures: Gracias.

GreyCloudPictures: Haré una pregunta indiscreta Surgió en una conversación la duda Espero que esta vez me respondas.

LoveCloudPictures: Dime.

GreyCloudPictures: ¿De qué país eres?

LoveCloudPictures: Vale, te lo diré, aunque no sé si lo conozcas. Está cerca de Valsania

GreyCloudPictures: ¿Valsania?

LoveCloudPictures: ¿Europa? ¿Sabes dónde es?

GreyCloudPictures: Sí, a Europa sí la conozco, pero a Valsania no.

LoveCloudPictures: Es una isla. Yo vivo cerca, pero no aparece en los mapas grandes porque es muy pequeña.

GreyCloudPictures: Entiendo. Supongo que nos separan miles de kilómetros entonces.

LoveCloudPictures: ¿Dónde vives tú?

GreyCloudPictures: América.

LoveCloudPictures: No mucho, todo depende de qué puerta abras.

LoveCloudPictures: En fin, debes dormir que mañana seguro te debes levantar temprano. Yo haré lo mismo.

LoveCloudPictures: Linda noche, Cloudin.

GreyCloudPictures: Bonitos sueños, nubecita.

Una sonrisa bobalicona se asomaba en mi rostro. Se sentía bien que alguien se preocupara por si llegaba bien a casa o cómo me iba en el trabajo, e incluso las buenas noches. Esos pequeños detalles me hacían recordar esos tiempos donde podía decir que era feliz junto a mis padres.
Me quedé dormido casi al instante.

(...)

El despertador sonó a las 6: 30 am. Hice mis quehaceres matutinos con calma, entre ellos revisar Instagram y publicar una foto del cielo esa mañana; correr media hora antes de ir a la universidad, tomar una ducha rápida para no salir pegajoso, lo cotidiano. Sunny y su nube se hicieron presentes desde muy temprano.

GreyCloudPictures: Buenos días, nubecita.

LoveCloudPictures: Hola 😊.

LoveCloudPictures: Sabes, ayer creo que me perdí una de tus publicaciones. Ahora no la encuentro.

GreyCloudPictures: Ni me digas, la borré.

LoveCloudPictures: ¿Por qué?

GreyCloudPictures: Fue horrible y solo la subí para llamar tu atención.

LoveCloudPictures: ¿Mi atención?

GreyCloudPictures: Estuviste desaparecida del chat, cuando lo del chico que desapareció, ¿recuerdas?

LoveCloudPictures: Ah, sí, perdona, tuve una situación en casa.

GreyCloudPictures: Está bien, no te preocupes. Tienes una vida real. Lo entiendo.

LoveCloudPictures: Debí estar presente 🙁🙁.

GreyCloudPictures: No te preocupes, ya te dije que no fue nada.

LoveCloudPictures: Voy saliendo para la universidad. ¿Y tú?

GreyCloudPictures: También, en un rato comienzan mis clases. Mejor te escribo luego.

LoveCloudPictures: Vale. ¿En el horario de almuerzo?

GreyCloudPictures: Me parece perfecto.

Podría decir que aquello era mi primera cita virtual, sentía el corazón desbocado y ansioso porque llegase ese horario, a pesar de que apenas comenzaba el día. A las 7: 30 am ya estaba listo con el casco de la bicicleta en una mano y la mochila al hombro.

Salí rumbo a la universidad con mi paciencia característica, ya que el primer turno comenzaba las 9:00 am y tenía tiempo de sobra. Conocía algunos atajos, así que corté camino en varias ocasiones.

En una curva me tropecé con el chico del día anterior que detuvo mi bicicleta con una sola mano. Mis ojos salidos de órbita casi estallan de la impresión. No iba a mucha velocidad, pero si lo suficientemente rápido para probar que una persona con una mano no me hubiese detenido con esa facilidad.

Físicamente imposible, probablemente lo hubiese tirado al suelo y yo me habría caído de la bicicleta en circunstancias normales. Sin embargo, él estaba de pie frente a mí y yo en el asiento.

—Ayer te dije que no daba segundas advertencias —su tono grave me indicó que estaba muy molesto.

—¡¿Eres real?! —Fue lo único que se me ocurrió preguntar.

—Ja —soltó una carcajada—. Soy y siempre seré una pesadilla que te arrepentirás de conocer. Te lo aseguro.

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