Más allá de la lealtad - Parte 10
Más allá de la lealtad - Parte 10 (por Handimar)
Los cadáveres me rodean. Veo los cuerpos de mis compañeros caídos que yacen sobre la hierba junto con los de nuestros enemigos. Hemos perdido demasiada gente ya, es lo que presiento a pesar de que no puedo saberlo con seguridad en este momento. Sin lugar a dudas los superamos en número pero aún así se nos complica demasiado el avanzar.
Definitivamente el estratega enemigo es digno de respeto, así también como la gente de Anang. Pelear contra ellos se siente totalmente diferente que con los pueblos del norte, no es que el amor por su tierra sea mayor, sino tal vez se debe a que es la primera vez que les toca defenderla. No sé por qué pero es como si los nórdicos ya hubiesen aceptado muy en el fondo que la derrota era una posibilidad mientras que para los occidentales el fracaso solo será nuestro.
Me gustaría contradecirlos, pero es complicado hacerlo cuando en cuestión de días consiguieron no solo repeler a tres ejércitos nuestros sino también dar muerte a sus principales comandantes. "Disculpa, creo que están equivocados, no pueden vencernos."- es algo difícil de decir luego de que hayan realizado algo como aquello, ¿no les parece?
Dicen que quien venció a mis colegas fue la misma persona y según el propio Mitege si consigo darle muerte sería equivalente a obtener una victoria total. Supongo que fue prácticamente eso lo que sucedió con las batallas anteriores, tras perder a sus estrellas Gran Corona no tuvo más opción que retirarse. La verdad es que es muy complicado conservar la moral de las tropas tras la pérdida de su general.
-"Debido a su falta de rango, imagino que te será casi imposible identificarlo en medio de la refriega."- me había dicho el estratega refiriéndose por supuesto a quien sería mi objetivo principal de este enfrentamiento. -"Hemos de suponer que su encuentro con los generales no fue producto de una mera casualidad sino que fue algo planeado. Dicho de otra manera, eventualmente él te encontrará a ti."-
Aquellas fueron las últimas palabras que recordé mientras me abría paso sobre el llano a fuerza de golpes de espadas. Porque delante de mí pude divisarlo y comprendí que desde hacía rato él ya me había encontrado. Y se acercaba como si fuera lo más común del mundo, mientras daba muerte a mis subordinados.
¿Cómo lucía él, su presencia? Quizás se estén preguntando eso. No era majestuoso, para nada, tan sólo era un miembro más de la milicia sin el porte ni el aura característica de un gran comandante militar. Su habilidad en el manejo de la espada y su fuerza parecían ser destacables aunque no al grado de ser intimidantes. ¿Mis colegas habían caídos derrotados a causa de haberlo subestimado? La verdad lo creía poco probable.
No salí a su encuentro, sino que lo esperé donde me encontraba. Al llegar al frente mío percibí una extraña reacción de su parte, ¿acaso era vacilación o sorpresa? No sabría decirlo, pero aquello tan solo duró un brevísimo instante ya que avanzó sobre mí a la vez que me dijo con lo que percibí como cierta tristeza en su voz:
-"Siento lástima por ti."-
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