La cúspide de la civilización - Parte 4
La cúspide de la civilización - Parte 4 (por Vitina)
Mi fuente de información oficial ya estaba lista en mi apartamento, e inesperadamente había conocido alguien que podría ser de mucha ayuda a futuro. No sólo para aprender más sobre Maikut, sino también para compartir opiniones y puntos de vista.
Pero no todo ha sido color de rosas en mi estadía aquí. Una vez por semana, a veces cada quince días, me reúno con un grupo de mujeres que Beziel me ha presentado. Son sus amigas, de la época en que estudiaban juntas. Sinceramente esa es la única razón por la que aún se siguen juntando casi de manera obligatoria.
Como les conté en su momento mi vecina trabaja en una oficina y estrictamente hablando, digamos que su status quo es el de una ciudadana común y corriente. Contrariamente a ella, sus antiguas compañeras están en un eslabón superior dentro de la estructura socio-económica. Esto realmente se notaba en su modo de actuar, y en más de una ocasión ellas mismas hacían mención sobre la falta de aspiraciones que la propia Beziel tenía.
Soy una extranjera, y lo correcto es ver las cosas desde el punto de vista de la gente común. Lo normal en Maikut, sin importar la clase social, era poseer un afán de siempre tener más, conseguir un mejor estatus a cualquier precio. Lo inapropiado o moralmente incorrecto estaba establecido por una línea muy fina, que podía ser borrada con demasiada facilidad.
Lo que más valía dentro de esta sociedad era el físico, o mejor dicho como uno luce. Aquellas personas consideradas lindas, independientemente de si eran hombre o mujer, tenían abiertas todas las puertas durante su juventud. Es algo obvio que con el paso de los años aquella ventaja se iba perdiendo, y llegaba el momento en que cada uno debía valerse por sus propios medios con lo que consiguió durante su mejor época.
Dinero, trabajo, todo era utilizado para ejercer influencia sobre las personas alrededor de uno. Una forma de pensar que se podía encontrar incluso entre los ciudadanos con los empleos más humildes hasta de la clase alta. Por supuesto, mientras uno más ascendía con su status quo esa mentalidad se hacía cada vez más extrema aún.
Regresando al grupo en cuestión, las amigas de Beziel no son el tipo de personas con el que me gusta interactuar. Realmente me molesta su forma de ser pero gracias a su mentalidad de hacer notar su posición por sobre los demás, desde que me las presentaron supe que serían de utilidad llegado el momento.
Han pasado casi siete meses desde que estoy viviendo aquí, y me encuentro con la obligación de asistir a un compromiso que de no ser por mí misión evitaría a toda costa. Hoy por la noche tendremos una reunión donde podré conocer a sus parejas, inclusive la de Beziel. Aunque el lado negativo de esto es que yo al no tener un novio, sus amigas me presentarán un candidato escogido por ellas.
¿Cuándo habrá sido la última vez que usé ropa de gala? Aunque en realidad no es tal lo que estoy usando en esta ocasión. Houko se asombraría si supiera que decidí lucir su vestido esta noche. A pesar de que en realidad es muy bonito se podría decir que no es de mi estilo, ya que no posee mangas y dejan al descubierto casi por completo mis hombros y mis brazos.
Beziel disfrutó mucho de los preparativos para la cita. Fue ella quien me acompañó, prácticamente me obligó, a buscar un conjunto acorde para la ocasión. Recorrimos todo el centro e incluso algunos centros comerciales más alejados tratando de conseguir algo que a mi me gustara.
-"¡Todo te queda bien! ¿Por qué no compras nada?"- dijo casi rendida suspirando en más de una ocasión. Tenía razón, la ropa no lucía mal cuando uno se la probaba, pero para el ojo entrenado su calidad era mediocre. Definitivamente la industria textil era un fiel reflejo de la filosofía de la República, aparentar en vez de ser.
Los vestidos simulaban ser bonitos, pero cuando se los observaba en detalle uno podía ver como las terminaciones de las costuras eran totalmente desprolijas. Además las telas y tejidos usados eran de muy mala calidad, sin importar si se trataba de un vestuario económico o uno más costoso.
Realmente quería lucir algo distinto ya que la ocasión lo permitía, y estaba muy molesta por el hecho de no conseguir nada que valiera la pena en todo Tidew. Fue por eso que opté por utilizar el regalo que Houko me había realizado para mí hacía mucho tiempo. Detestaba a Maikut, odiaba su filosofía, y por primera vez desde que llegué a estas tierras me permití a mí misma poner en evidencia lo vacía de su fantasía.
Aún así, todos esos sentimientos se disiparon al instante en el momento en que Beziel me vio. Iríamos juntas hasta al restaurante donde cenaríamos con los demás. Había quedado anonadada ante mi presencia y sin dejar de ser ella misma me preguntó dónde lo había conseguido. Cuando escuchó que una amiga era quien lo había hecho, sin dudarlo me pidió que se la presentara. La sencillez de su personalidad era encantadora.
Finalmente llegamos al punto de reunión acordado. Tuvimos que ir en taxi ya que el transporte público aparentemente estaba en huelga. Éramos las primeras en estar allí, en un restaurante de lujo. Definitivamente era un lugar al que nunca hubiese ido por elección propia.
Debo avisarles que lo más destacable de esa noche fue que con Beziel y su novio pudimos cenar gratis. El sistema de parejas en Maikut es bastante simple, demasiado. Las mujeres ofrecen belleza, los hombres dinero y un posible prometedor futuro. Si ustedes están pensando que las mujeres son las que ganan en ese intercambio, no están viendo el panorama completo. Tampoco son los hombres quienes llevan ventaja, es un intercambio bastante justo.
Mientras que la belleza, según los estándares de aquí, se va perdiendo con los años, el dinero y el futuro si bien no tiene fecha de caducidad fija, son cualidades mucho más volátiles. ¿Dónde quedan los valores, el amor, la inteligencia, y demás facultades? Por supuesto que en un tercer plano, como mínimo. Habiendo explicado esto, no me siento para nada incómoda por el hecho de que obligué al hombre sentado frente a mí a pagarnos la cena.
Tampoco fue tan complicado, solamente le había dicho a Beziel que yo me haría cargo de nuestros gastos en la reunión, tanto los de ella como de Neder, su novio. Por lo que a la hora de escoger el menú, mi amiga me consultaba discretamente si no se estaba sobrepasando de mi presupuesto. Mi pretendiente nos observaba, su nombre era Lirinde, y como era de esperarse debido a la poca información que tenía sobre mí entendió mal la situación y creyó que era momento para lucirse.
-"No te preocupes por los precios Vitina. Esta noche eres mi invitada."- su orgullo se notaba claramente, y una mirada de aprobación se veía en los demás hombres de la mesa.
-"Gracias, pero debo rechazarlo."- respondí sonriendo, y expliqué: -"En realidad yo solo estoy invitando a Beziel y Neder."- por la reacción que hubo pude decir que eso fue algo inesperado para todos en la mesa, no obstante fue una de las mujeres quien recobró su compostura más rápido.
-"No puedes hacer eso Vitina. Esta noche nosotras somos las agasajadas."- miró con complicidad a Lirinde y éste enseguida volvió al ataque.
-"Vitina, Beziel, Neder, será un placer que esta noche sean mis invitados."- me limité a mirar a mi amiga y su pareja, y tímidamente aceptaron. Beziel sabía que un doble rechazo sería fatal para la noche de mi pretendiente, y creo que también se percató de que nuestra situación actual había sido mi intención desde el principio.
¿De verdad creen que está mal lo que hice? No es mi culpa si la sociedad tiene un problema de valores y uno puede abusar con facilidad de sus falencias. Un momento, creo que eso es algo que diría Suou tratando de justificarse. ¿Cuándo me he convertido en ella? La verdad es que esta es una noche llena de oportunidades, y gracias a la colaboración de Lirinde ahora podré aprovecharla al máximo.
Somos diez quienes nos hemos reunido en esta ocasión. A mi izquierda está sentada Beziel mientras que a mi derecha tengo a Geide, seguidas de Pervla y Preta. Nuestra ubicación en la mesa indica también la supuesta jerarquía entre nosotras. Como es de esperarse, dicha posición es determinada por quienes pagan las cuentas.
Geide está comprometida con un hombre llamado Valse, uno de mis principales objetivos de la velada. La persona que muchos consideran que tiene el potencial para ser un ministro de economía a futuro, de hecho en el círculo de profesionales su fama ya le precede.
Pervla también se encuentra comprometida, con Advo, un contador que por lo que me había comentado Beziel posee bastante influencia en las grandes empresas nacionales. Y en el extremo de la mesa se sitúa Terel, quien es el novio de Preta, un abogado reconocido en Tidew. En una cena cotidiana su lugar sería escoltando a Valse, pero esta noche mi pretendiente y yo somos la pareja de honor.
Lirinde es un contador también, con un futuro más que prometedor. Según los consejos de la propia Geide, él está por encima de lo que yo podría aspirar, así que esta es una oportunidad única para mí antes de que su carrera despegue. Y a su derecha, en el lugar que nadie desea estar, se encuentra Neder, quien es simplemente un oficinista raso.
Hombres de leyes o que manejan dinero, realmente nada de esto me interesa ni me atrae. Sinceramente no comprendo como pueden creer que Maikut es lo máximo a lo que puede aspirar la sociedad. Por supuesto, cuando veo la relación que hay entre Beziel y su novio me alegro internamente. Desde un punto de vista normal para el país, mi amiga puede tranquilamente aspirar a algo mejor. Ellos dos son claramente una anormalidad rara de ver en el día a día.
Alcanza con echar un vistazo rápido hacia el resto de las mesas. Allí hay hombres exhibiendo lo que están a punto de comprar, y mujeres que orgullosas hacen gala de lo que han conseguido con su belleza. Sin embargo, como he dicho esto es algo que no capta mi atención más allá de notarlo a primera vista. El botín principal de esta noche, es sin lugar a dudas la información que podría obtener de la boca de Valse.
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