
Inflación en la Alianza - Parte 5
Inflación en la Alianza - Parte 5 (por Houko)
Le di una introducción semejante anteriormente, pero no había nadie en la ciudad... ¡nadie! Los únicos visitantes que en ese entonces Nhagot recibía desde el mar eran diplomáticos. Y por tierra, tan solo exploradores que utilizaban la ciudad como un descanso temporal antes de emprender su viaje cruzando las aguas.
Si bien en parte era triste toda esa situación, era algo inevitable. Estas tierras no representaban un gran atractivo para la mayoría de los habitantes, y era normal que la actividad comercial se hubiese trasladado hacia otras urbes. No obstante para mi cometido en este viaje era algo más que favorable, ya que podría recorrer con tranquilad la ciudad y comprar a mi propio ritmo, sin tener que preocuparme porque alguien adquiriera los productos antes que yo.
En el centro de Nhagot como no podía ser de otra manera se encontraba el palacio real, la morada oficial de la casa regente, máxima autoridad y representante oficial del gobierno de la Alianza. Luego en cada uno de los extremos estaban emplazadas las actuales bases principales de las cuatro uniones.
Al suroeste ocupaba su lugar el gran fondo de inversiones de la Junta de Comercio, mientras que al noreste se encontraba su firme aliado: el Centro Civil y Religioso de Nhagot, más comúnmente llamado simplemente "el Centro". Casi de manera desafiante, sus rivales se localizaban en las esquinas opuestas, como si fuera una forma sutil de mantener el equilibrio dentro de la propia Alianza. La Hermandad Compasiva ocupaba el extremo sureste a la vez que al noroeste se alzaba la casa de estudios de Mhathuat, la única facción que aún conservaba su nombre original.
No me explayaré demasiado sobre las uniones y sus roles dentro del gobierno ya que no viene al caso pero internamente era común que hubiese diferencias de opiniones entre ellas. Y precisamente la familia real era la encargada de poner las cosas en su lugar y dirigir la Alianza teniendo en cuenta la situación.
Definitivamente Nhagot era el corazón político de la Alianza, y gracias a su nula actividad en las calles pude realizar mis diligencias con bastante comodidad y tomarme mi tiempo para disfrutar de la tranquilidad durante mi estadía. Hasta que al quinto día desde mi llegada, durante la hora del almuerzo sucedió algo inesperado.
Unos soldados ingresaron y se situaron ocupando algunos asientos alrededor mío. El hecho de encontrar personal militar era bastante extraño pero entendible, después de todo alguien debía hacerse cargo de la custodia de Nhagot. Pero no eran esa clase de soldados, pues casi de inmediato alguien me dijo a la vez que ocupaba la silla enfrente de mí:
-"Espero no ser inoportuna y que podamos almorzar juntas."
-"Si usted invita, llega justo a tiempo. Aún puedo cambiar mi menú y ordenar algo más caro."-
Fue mi respuesta instintiva y ella sólo sonrió. Una mujer que había visto por primera vez hace mucho tiempo ya: Daisu, la reina de Nhagot. ¿Qué hacía una persona de su categoría almorzando en un negocio local? Si, yo también me lo preguntaba y al parecer ella percibió aquello, por lo que simplemente comentó:
-"Todos los días recorro la ciudad. Aprovecho estos tiempos que no hay nadie en las calles para almorzar afuera del palacio. Tener que custodiarme en medio del caos no debe ser nada fácil para ellos." - claramente se refería a sus guardianes, que si bien también estaban comiendo cerca nuestro, se encontraban lo suficientemente retirados como para que pudiésemos conversar en privado.
Por lo que pude enterarme Daisu no me estaba buscando a mí en particular. Conociendo su personalidad ella se hubiese acercado y almorzado con cualquiera que estuviese presente en el comedor. Era el tipo de reina que conocía su lugar pero hacía de cuenta que no lo sabía, barriendo de esa manera la distancia social que existía entre ella y la gente común, al menos durante un tiempo.
En lo personal, tanto la reina como su esposo me agradaban, tan solo por el hecho de que me dejaban vivir en paz dentro de los territorios de la Alianza. La primera vez que los vi fue cuando me presenté formalmente ante ellos apenas asumieron su posición, a lo que el rey tan sólo expresó:
-"Vive como desees, trataremos de no requerir de tus servicios. Quizás no lo parezcan para ti, pero las cuatro uniones son entidades confiables."-
Y así había sido desde entonces. Ellos controlaban el destino general de toda esta gente, incluyéndome, y tal vez haya sido por las palabras de aquella vez que cuando la inflación llegó a nosotros cierta calma reinaba en mí. ¿Qué sería de nosotros cuando no estuviesen y sus sucesores tomasen el liderazgo? Quién sabe, aunque lo mismo pensábamos cuando el antiguo rey aún estaba con vida.
Oh... extrañaba comer tranquilamente en Nhagot. Porque Daisu hablaba demasiado, y no era del tipo de persona que sólo contaba cosas y le gustaba ser escuchada, sino que también esperaba que uno participase activamente en la conversación. ¡No se podía comer de esa manera! Al menos por esa vez, no estaba almorzando el menú más económico del comedor.
Por suerte para mí, aquella situación llegó a su fin luego de la comida. Al momento de despedirnos ella lo hizo amablemente dándome una sugerencia oculta para mi futuro económico:
-"Comprar una casa en Nhagot es extremadamente barato hoy en día. Sería bueno tenerte de vecina y compartir algo de tiempo juntas."-
Ciertamente no lo decía en serio, al menos la última parte. Pero era una realidad innegable que las construcciones en la ciudad estaban a un precio muy accesible, aunque su posible adquisición de hacerse realidad sería algo que tendría que esperar su debido tiempo. Mi prioridad radicaba actualmente sobre el negocio propio que estaba intentando comenzar.
Daisu se sorprendió cuando le comenté el motivo de mi visita a la capital. Según sus palabras era extraño ver que alguien iniciará un emprendimiento de tales características cuando el panorama económico no era tan estable. Y por encima de todo, estaba dando el primer paso en Nhagot, la ciudad con menos actividad comercial de toda la Alianza.
Una vez cumplido mi objetivo regresé a Truan, donde el bullicio de la gente y jornadas de arduo trabajo me esperaban. Y contra todo posible pronóstico negativo, pasaron casi dos años desde entonces. La pequeña ayuda de Suou dio sus buenos frutos, sumándole también aquel comentario al pasar de Daisu.
Hoy en día me dedico a la fabricación de bienes realizados enteramente con materias primas que se pueden adquirir en cualquier puesto comercial del gobierno. Bienes cuyo valor no es demasiado alto, pero que dan un buen porcentaje de ganancias por unidad y que además son de gran demanda, por lo que mi situación ya no es para nada lamentable... o al menos no debería serlo.
Gracias a los bajos precios de los inmuebles y a mis significativas ganancias, actualmente soy propietaria de cinco establecimientos en Nhagot. No obstante el tener sutin disponibles en mano ha ayudado a que pueda gastarlos más rápido también. ¡No es mi culpa que cuando camino por el mercado me tienten con cosas tan lindas!
Más allá de las variaciones de precios regulares, siempre en aumento, la vida cotidiana de la Alianza básicamente continuaba siendo la misma. Sin embargo las cantidades de sutin que circulaban en el mercado diariamente eran exorbitantes, hasta grotescas se podría decir. La moneda casi había perdido su valor por completo, y lo más peligroso era el tiempo que llevaba la situación.
La población ya se había acostumbrado, y como el dinero no escaseaba ni sobraba no se oían quejas al respecto. Pero aquella era una enfermedad silenciosa que iba corrompiendo las bases de la nación a paso gradual y sin señales de detenerse, ni tampoco había atisbos de alguna que otra posible solución en camino.
Fue de esa manera que habiendo pasado poco más de cuatro años desde la llegada de la inflación, la economía de la Alianza nuevamente fue sacudida fuertemente en sus cimientos. De hecho fue un impacto de tal intensidad que no sólo agitaría el flujo de sutin, sino que también modificaría la demografía de las cuatro ciudades. El rey de Nhagot y su gobierno finalmente habían pasado a la acción.
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