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Abrazando un sueño - Parte 12

Abrazando un sueño - Parte 12 (por Handimar)

Todavía era el 819 EMD, la segunda mitad del año hacía tiempo había comenzado, cuando en las mismas llanuras que habían perecido miles de personas, donde me había enfrentado a Lagbar en dos oportunidades, las comisiones de Anang y Gran Corona se reunieron para acordar la paz.

De nuestra parte estaban presentes cuatro reyes, además de Grokel y yo, mientras que de su lado asistieron tres hombres pertenecientes al consejo que gobernaba su país, escoltados obviamente por Lagbar y otro sujeto más, Shanawaz, según me enteraría más adelante. Por supuesto, Suou se encargó de ser la intermediaria entre ambas partes.

El tratado que firmarían ambas naciones había sido levemente modificado con respecto a la propuesta inicial, por lo que mi compañera de clan tuvo que explicar los nuevos puntos que se habían agregado. Básicamente era un acuerdo de no agresión, no era una alianza ni tampoco se dejaba abierta la posibilidad para tal cosa, ya sea en materia militar o económica, aunque tampoco se negaba ese escenario.

Gran Corona y Anang mantendrían una relación pacífica, con una simple condición: en caso de que alguna de las naciones sufriera un ataque por parte de un tercer estado y viese en peligro sus propios territorios, ambas se comprometían a dar la alarma a su vecino. No obstante se hacía la aclaración de que ninguno de los dos reinos estaba obligado a prestar ayuda militar, ese tipo de asistencia quedaría a consideración de los propios gobernantes llegado el momento.

Aquella era una de las nuevas cláusulas que Suou había agregado al tratado. Los reyes que vacilaban en estar de acuerdo habían hecho notar que al no tener control sobre las tierras de Anang, en caso de ser conquistada por un tercero, la región lindante estaría desprotegida ante una invasión a gran escala. Con el nuevo acuerdo se garantizaba al menos ser notificados y tener tiempo para preparar una defensa acorde, mientras que por otro lado, nuestro vecino contaba con la posibilidad de recibir otro tipo de ayuda.

Por último, y esto era algo que no cayó bien entre algunos de los monarcas, aunque tampoco pusieron mucha resistencia, estaba el pequeño detalle que Gran Corona devolvería a su vecino las tierras conquistadas durante la invasión más reciente, aquellas obtenidas por los generales Agchell, Rovi y Zulas.

Si bien Anang en ningún momento solicitó tal cosa, según Suou serviría como señal de buena fe, para dejar en claro que las intenciones pacíficas demostradas por nosotros eran verdaderas. A su vez, luego que el tratado de paz fuese firmado por ambas partes recibimos un inesperado presente, que incluso la burgués desconocía: un lote de garever, los que habíamos perdidos en el campo de batalla meses atrás.

Gran Corona luego de cientos de años por fin estaba preparada para ir en busca de su sueño. Las fronteras estaban seguras, el erobe y la flota Lefieru eran cuerpos militares que habían probado de sobra su efectividad. Ahora, lo único que nos separaba de este gran anhelo era el vasto e indómito mar.

Sé que al día siguiente de haber firmado la paz no nos subiríamos a los barcos e izaríamos velas para alejarnos de la costa y así de esa manera comenzar nuestra tan ansiada aventura. No obstante pensé que la gente al haber asegurado finalmente el territorio del reino mostraría más entusiasmo por ir hacia nuevos y desconocidos parajes. No quiero que me malinterpreten, el optimismo y la alegría se podía ver en los ojos de cualquier persona de Gran Corona, pero...

"¡Tómenlo! Su sueño no vendrá por ustedes si ustedes no van a él."- algo más o menos así era lo que sentía ganas de decirles. Aunque ya era demasiado tarde para abrir la boca, el grueso del erobe se disolvió prácticamente, la mayoría de los soldados volvieron a sus hogares. Incluso mis compañeros lo hicieron. Stila regresó a Tebenung para pasar una temporada con su mujer y sus hijos, mientras que Grokel fue a trabajar en las plantaciones de sus padres en la región de Chewes.

Por su lado Undigu aprovechó la ocasión para contraer matrimonio con su prometida en la ciudad de Grovendi. Tras asistir a aquella celebración, yo partí hacia el sur del reino para conocer la ciudad de Leuvele, la única urbe que hasta el momento nunca había visitado. Allí permanecí durante casi todo un mes, tal vez un poco más, hasta que recibí una carta de parte de Suou invitándome a la ciudad de Berhandel.

Aquel llamado de su parte no se debía a algo realmente importante, tan sólo se había imaginado que yo estaría aburrida sin nada que hacer debido a la inactividad del erobe. De hecho estaba en lo cierto, y no vi nada mal la oportunidad de pasar un tiempo a su lado, tal vez sería un buen momento para conocer más sobre ella. Sin embargo, al contrario de mí, mi compañera de clan estaba con bastante trabajo.

Mientras Suou leía papeles y completaba formularios, revisaba rutas de transporte en mapas y cartas de navegación, yo pasaba mis días descansando en el sillón grande de su oficina. No conversábamos demasiado, por lo general mis intentos para hablar conducían a preguntas sobre el clan o Gran Corona, y ella tan solo decía que debía aguardar el momento propicio.

Fue ella quien me dio a entender que la gente del reino tenía una gran virtud, y esa era la paciencia. Por esa misma razón es que aún no se habían hecho a la mar, y a la vez que aguardaban el anuncio por parte de los reyes, se preparaban de la mejor manera para los futuros desafíos. Había ansiedad, demasiada tal vez, pero aún así conservaban la calma pues suponían que los gobernantes tenían sus propios motivos para no lanzar a la flota Lefieru en búsqueda de nuevos horizontes.

La verdad era que Gran Corona si bien ahora se encontraba segura en términos militares, aún no estaba lista para emprender una travesía de tamaña envergadura del otro lado del mar, sin importar a donde fuese. Por empezar, el principal cuerpo marítimo carecía de verdaderos comandantes. Haciendo un paralelismo con el propio erobe, la flota Lefieru no contaba con generales, tan sólo estaba Suou a su mando pero aquello era más bien porque hasta ahora la propia flota había tenido un rol más comercial que militar.

En estos momentos la marina del reino se encontraba preparando a su gente, capacitándola y eventualmente de entre los actuales miembros surgirían los futuros líderes. Y no solo eso, sino que también se estaban construyendo más embarcaciones, por lo que el tamaño de la armada aumentaría considerablemente.

Otra de las razones por las que los reyes estaban tan tranquilos con los preparativos era porque se aguardaba el regreso de un espía que había sido enviado hace años al continente de Geborgo. Era la primera vez que oía sobre aquello, nunca nadie lo había mencionado, ni siquiera los generales.

"Su misión comenzó antes de que tú llegaras, y el tiempo para que regresara era indefinido. Hace poco avisó que dentro de cinco, seis años estaría de nuevo aquí."- esas fueron las palabras de Suou, y según ella el no hablar sobre tal asunto ayudaba a mantener a raya la ansiedad, además de que en todo este tiempo había asuntos mucho más urgentes que atender. Sin embargo yo estaba asombrada... hacía más de diez años que alguien había ido a un país desconocido, sin saber cuando volvería. No sólo me sorprendía su determinación, sino también la confianza que los propios monarcas le tenían.

Intenté ir a Anang, a visitar a Lagbar y pedirle entrenar con él, pero apenas mi compañera supo mis intenciones me retuvo diciendo que aquel hombre sólo quería vivir en paz. Ciertamente no había relaciones hostiles entre nosotros, y tal vez mi solicitud fuera escuchada, pero una visita de ese estilo sería de muy mal gusto. Fue de esa manera que con el pasar de los días, si bien permanecí en Berhandel comencé a practicar sola, al aire libre como solía hacerlo en mi hogar.

Ahora era Suou quien cada tanto pasaba a visitarme y se echaba sobre el suelo a descansar un poco mientras yo entrenaba. Más allá de haber empezado de una manera un tanto extraña nuestra relación, a estas alturas podía decir que era una buena persona y me agradaba una vez me acostumbré a su forma de ser.

-"Prepárate."- me dijo un día mientras estaba tirada sobre la hierba, tomándome por sorpresa mientras yo practicaba figuras blandiendo la espada. -"En unos días podrás conocer a otra de las chicas del clan."-

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