6° EXTRA ESPECIAL: DARK
Antes de leer:
Este extra es exclusivamente sobre la interacción de personajes principales de MUNDO DARKNESS Y SAGA VAMPIRE DARKS. Alerta de mucho spoilers si no han leído ambas historias, habrá mucha confusión. ¿Quién es Va✝zel? ¿Quién es Aziel? Aquí, ambas historias se conectan, aquí los personajes principales de cada libro, se conocen en un mismo lugar. Sin más, disfruten la lectura y diviértanse un rato. Gracias por leer. 🖤Mari Dark🖤
UN portal entre dimensiones se crea.
De él emerge Vatzel, un Uverno, quien aterriza en suelo terrenal. No oculta su naturaleza sobrenatural: dos cuernos coronan su cabeza, y sus alas negras descansan ocultas en su espalda. Sus ojos recorren con atención el nuevo Mundo que se despliega ante él.
Con una mezcla de curiosidad y cautela, Vatzel avanza, adentrándose en el bosque que lo rodea. El paisaje es extenso y oscuro, y el silencio es interrumpido solo por el susurro del viento entre los árboles. Sin un rumbo claro, sigue su camino hasta que un imponente Castillo alto, amplio, gótico y antiguo, se alza frente a él, envuelto en sombras y misterio.
Vatzel rodea el lugar con sigilo, atento a cada detalle. Su audición aguda capta voces desconocidas tras las enormes puertas del Castillo, logra entenderlas con claridad. Mientras analiza, un ser emerge del interior, cruzándose con él.
Ambos quedan inmóviles, sorprendidos por la presencia del otro.
—Eres un vampiro —afirma Vatzel al notar los colmillos que sobresalen de sus labios y el destello rojizo en sus ojos.
—Lo soy. —El rubio retrocede con precaución, sus ojos recorriendo cada detalle del Uverno—. Ni en toda mi eternidad había visto algo como tú. Eres real, ¿cierto? —Vatzel asiente con serenidad. —Entonces los mitos son ciertos —dice el vampiro con una sonrisa amplia—. No estoy en el Infierno, pero estoy frente a un demonio.
—Soy más que eso —responde Vatzel, indiferente ante la etiqueta—. ¿Eres el Rey de este Castillo?
—No. Yo tengo un cargo superior. —El vampiro señala el Castillo con un gesto antes de mirarlo nuevamente—. Soy integrante de la Corte Real, es decir, la máxima autoridad del vampirismo. —Con más confianza, avanza un par de pasos—. ¿A quién tengo el honor de conocer?
—Vatzel.
—Un nombre peculiar. —El vampiro extiende su pálida mano—. Esteban Williams.
Con cierta duda, el Uverno acepta el gesto, pero retira la mano rápidamente tras el contacto.
—El Rey que buscas está adentro. Te advierto, su carácter es tan severo como el de su creador. —Esteban sonríe con desdén—. Yo tengo asuntos que atender y mi preciosa alma me espera.
—Entraré a buscarlo —declara Vatzel.
—¿Cuál es tú intención aquí? —pregunta el vampiro con seriedad, su rostro pálido reflejando una mezcla de curiosidad y desconfianza—. ¿Has salido del Infierno solo por un vampiro? ¿O piensas llevarte a aquellos que han muerto?
—No estoy aquí para dañar al vampirismo. —La respuesta alivia al vampiro, que asiente lentamente—. Vengo de un Mundo diferente, donde existen otros seres del vampirismo. Esta es mi primera vez en esta dimensión, y busco a un ser en particular.
—Mientras no vengas a destruirnos, serás bienvenido. Aunque, quizás tus cuernos causen algo de miedo. —Esteban ríe nerviosamente.
—No ocultaré lo que soy.
—En eso tienes razón. Somos perfectos para esconder nuestra verdadera naturaleza, pero yo tengo prisa. —Con un último vistazo al Uverno, el vampiro usa su velocidad sobrenatural y desaparece entre los árboles.
Vatzel observa la enorme puerta del Castillo, pero descarta la entrada convencional. Con un movimiento, sus alas se despliegan y lo elevan hacia el interior.
Al aterrizar en el gran patio principal, los vampiros se giran hacia él, sus rostros con una mezcla de asombro y miedo. Los guardias reales reaccionan de inmediato, desenvainando sus armas.
—Bajen sus armas. No soy su enemigo. Solo quiero hablar con su Rey.
Un guardia se adelanta con desconfianza.
—Te llevaré con él, pero cuidado: un solo movimiento en falso y todo el vampirismo se alzará contra ti.
Vatzel asiente, ocultando sus alas para evitar más problemas. Siguiendo al guardia, recorre pasillos y escaleras interminables. A su paso, los murmuros llenos de curiosidad y juicio de los vampiros resuenan en sus oídos.
Finalmente, llegan a lo alto del Castillo. En un balcón, de espaldas al Uverno, una figura imponente observa el panorama al exterior. Más allá un Mundo mortal.
—Mi Rey, tiene una visita inesperada.
—Puedes retirarte, Baroski —ordena el Rey sin girarse.
El guardia obedece, y Vatzel da un paso al frente.
—Así que tú eres el líder del vampirismo en este Mundo.
El rey se gira, cruzado de brazos. Su mirada es fría y sus labios se curvan con desconfianza al observar los cuernos del Uverno.
—Percibo un gran poder en ti ¿Quién diablos eres?
—Soy un Rey entre dimensiones. Mi nombre es Vatzel.
—Darel Valentains.
El Uverno asiente, no espera recibir su saludo de mano.
—Pertenezco a otro Mundo muy distinto al tuyo y estoy buscando un ser sobrenatural, donde pertenezco se le conoce como Oscuro —le cuenta sin rodeos.
—Oscuro —repite el Rey vampiro.
—Su nombre es Aziel ¿lo conoce? ¿Lo ha escuchado en este Mundo?
Darel asiente.
—Lo conozco, tiene siglos de existencia y desde años, lo consideramos protector del vampirismo —se da la vuelta— por él, somos eternos.
—Por el Afiro —ese vampiro desconcertado musita— ¿Dónde lo encuentro?
—En Rumanía, queda lejos de aquí —se percata de su confusión cuando Vatzel observa a su alrededor—. Tenemos aquí una vampiresa antigua que puede ayudarte, conoce y emplea la magia oscura y Alina Valentains le enseñó a crear portales en este Mundo para una fácil y rápida traslación. Ella es otra vampiresa poderosa más esta con el ser de oscuridad.
—Es el mismo linaje —afirma Vatzel—. En mi Mundo, el vampirismo no sabe usar la magia oscura, para eso son las Brujas. Ustedes son diferentes.
—La magia oscura ha sido parte del vampirismo por siglos por un antiguo vampiro que dejó de existir y se ha heredado hasta aprendido. —El Rey Darel hace una corta pausa—. Hace años la maldita oscuridad nos causó muchos problemas.
—¿Qué tanto conocen de la oscuridad?
—Si te contara —baja sus brazos—. En una ocasión, existió una sombra de oscuridad que poseía vampiros. Entre ellos, un antiguo, un Valentains y por motivos de mi existencia, me controló a mi para sobrevivir. Por años, estuvo atormentandome, me hizo actuar en contra del mismo Castillo, sacrificios, caos hasta que la destruí.
—Una Sombra —Vatzel inquiere perplejo—. En mi Mundo existen seres de la oscuridad con esas características.
—Se hacía nombrar Shanees.
—Lo conozco, fue un anterior Rey de sombras. Desconocía que cruzó a este Mundo —lo analiza con detenimiento—. Hicieron bien en destruirlo.
Darel Valentains asiente varias veces.
—Si perteneces a ese mismo Mundo ¿a qué viniste exactamente? ¿Por qué el interés en el protector del vampirismo?
—Por un tema en especial y confidencial. De cierta forma ese Oscuro, pertenece a mi Mundo y comparte parentesco con mi creadora. Aceptaré su guía, me urge conocerlo.
—Siguenme, entonces —le responde el Rey vampiro y comienza a avanzar a las escaleras. El Uverno, comienza a seguirlo. Al mismo tiempo, bajan las infinitas escaleras.
—¿Tiene descendencia?
—No, jamás.
—Aparenta ser joven para ser Rey.
—Me fue heredado el cargo cuando mi maldito creador se retiró.
—Entiendo —lo sigue por el pasillo— ¿Lidera con su Reina?
—Con mi hermana —el vampiro lo ojea molesto por su curiosidad e interrogación—. Ana Lizbeth.
En ese momento, ella hace acto de presencia.
—¡Darel! —le grita.
Él gruñe y se voltea.
—Libe —la observa avanzar molesta hacia él ajena a la presencia detrás suya.
—Te estoy buscando por todo el Castillo —le reclama— nuestros creadores quieren verte, están en la sala. Te avise que vendrían.
—Estoy ocupado.
—Los conoces, hermano —coloca sus manos en su cintura— quieren verte. Nuestra Madre es muy insistente y nuestro Padre de poca paciencia.
El vampiro gruñe.
—Déjame resolver un asunto —se aparta permitiendole verlo—. El es un demonio y está buscando al cuervo.
—Uverno —lo corrige.
—No puedo creerlo —la vampiresa asombrada, lo observa fijamente—. De pequeña, tenía pesadillas. Al principio, mi Madre me pensó que eran por demonios invadiendo mis sueños, fantasma, monstruos o presencia de otro Mundo hasta que descubrí que era por ser hija de un vampiro —ríe sin ánimos—. Tú me confirmas que si existen.
—Existen más serás diferente de lo que crees. Son cientos de dimensiones.
Ella observa a su hermano.
—Lo llevaré con Lezy.
—Llevalo a la sala, nuestra creadora querrá conocerlo. No me creerá cuando le cuente.
—Libe.
—Darel —ella se cruza de brazos, fingiendo molestia.
Él gruñe y observa fugazmente al ser con cuernos.
—Síganme —dice, guiándolo hacia la sala.
El Uverno, resignado, lo sigue, con la vampiresa detrás de él.
—Libe —le dice Darel—, Alina debe conocer más de su Mundo por lo que es su alma.
—¿A qué te refieres?
—Por el cuervo.
El Uverno los observa, confuso.
—¿Eres igual que Aziel?
—Parecidos —le responde.
El silencio los invade mientras llegan a la sala. Ana Lizbeth se adelanta y empuja la puerta. Entra su hermano primero y luego el Uverno.
—¡Hijo! —exclama una vampiresa al verlo entrar. En un parpadeo, lo abraza—. Meses sin vernos.
—No exageres, Madre —dice mientras se aleja de ella. Luego dirige la mirada hacia su creador—. Padre.
—Darel —su creador, con los brazos cruzados, lo observa más detecta otra presencia que lo alerta—. Ayline —le advierte, baja sus brazos y la hace retroceder por protección.
Ella, atónita, coloca su mano pálida en su hombro.
—¿Quién es... él? —pregunta.
—Darel, Lizbeth —dice su creador, nombrándolos—. Nos deben una maldita explicación.
—Buscó a mi hermano, no a mí.
—Busca al cuervo, eso es todo —se defiende su hijo—. Es un Rey de dimensiones, Vatzel.
—Entonces, su presencia aquí es en vano —declara su creador con seriedad— Aquí no está él.
—Pienso irme cuanto antes —responde el Uverno—. No tienen nada que temer.
Dirige su mirada hacia la vampiresa que parece temerle.
—Darkiel o Aziel es importante para el vampirismo —dice la misma vampiresa.
—No tengo intención de herirlo.
La Reina avanza varios pasos y se coloca al lado de su creadora.
—Madre, son reales —dice, compartiendo una mirada cómplice con ella—. Mira, él es mi creadora, Aylin Valentains, y él, mi creador, Darren Valentains. Su vínculo es eterno. Si te contara cómo comenzó...
—Lizbeth —le advierte su creador.
Ella baja la vista ante su mirada.
—Lo llevaré con Lezy, y en cuanto antes, se irá de aquí.
—Hijo, deja que tú padre lo lleve hasta Lezy —le dice Ayline, preocupada por él—. Darren.
El creador gruñe y asiente.
—Espérenme aquí —dice, comenzando a caminar hacia la salida.
—Me retiro —anuncia Vatzel, girándose para seguirlo.
Ambos abandonan la sala.
Mientras esperan, Darel le informa a su Madre y hermana sobre el Uverno, dejando a ambas asombradas.
...
—No me teme, o al menos oculta perfectamente su miedo hacia mí —le dice Vatzel mientras lo sigue.
—No le temo a ningún maldito ser —responde Darren.
Vatzel sonríe levemente.
—Todos tenemos debilidades. Quizás no temamos a otros seres, pero sí a perder a nuestras almas o estar lejos de ellas.
Darren gruñe.
—No me interesa escucharte —corta la conversación mientras lo guía por el pasillo hacia la zona este.
Al llegar a una puerta, Darren la empuja, y ambos entran.
—Lezy —dice el vampiro pelinegro para llamar su atención—. Envía a este ser a Rumanía con el Oscuro.
Ella lo observa, sorprendida.
—Nunca había visto un ser como tú. Encantada de conocerte —dice con una sonrisa. Extiende su mano, que el Uverno acepta amablemente—. Lezy Black. Yo me encargo, Darren.
El vampiro asiente y, en silencio, se marcha con rapidez.
Lezy retira su mano y se da la vuelta.
—Vámonos entonces —dice mientras crea un portal.
Vatzel observa el portal, asombrado, y juntos lo cruzan. Este los traslada frente a un Castillo mucho más grande, amplio, gótico y antiguo.
—Hasta aquí llego yo. Dentro podrás encontrarlo —le dice Lezy mientras retrocede.
—Gracias.
Ella le sonríe y cruza el portal, ambos desapareciendo.
El Uverno, intrigado, avanza hacia el escondite del Oscuro. A medida que se acerca, detecta un poder envolvente, como una neblina emergiendo del suelo.
Se detiene al percibir cinco cuervos que vuelan cerca. Cuando aterrizan, se transforman en cinco pequeños seres distintos y sobrenaturales.
—¿Quién eres? —pregunta el mayor de ellos.
—Vatzel —responde, agachándose a su baja altura—. Su esencia me es familiar. Son los primeros seres que me sorprenden por su poder.
El crio mayor lo observa con desconfianza.
—¿Qué clase de ser eres? —pregunta una niña pequeña.
—¿Vampiro? —cuestiona otro con timidez.
—¿Demonio? —interviene la más alta.
—¿Sombra? —murmura el más pequeño, ocultándose detrás de otro.
—Soy todo eso, un Rey de dimensiones —dice con una sonrisa—. Son como yo.
Los cinco comparten una mirada cómplice.
—No puedes entrar sin la autorización del señor Aziel —declara el mayor, girándose hacia su hermana—. Melli.
Ella cambia a su forma de cuervo y vuela hasta perderse de vista.
Poco tiempo después, una nueva presencia aparece con rapidez.
—Gracias, Mellissa —le dice al cuervo en su hombro, antes de fijar su atención en Vatzel—. Me informaron de tú visita.
—¿Eres Aziel? —pregunta el Uverno, confundido al ver a una vampiresa frente a él.
—No, él es mi alma —responde, analizándolo con detenimiento—. Soy Alina Valentains.
—Soy Vatzel.
El cuervo baja de sus hombros y cuando cambia, la niña regresa con sus hermanos.
—Sé perfectamente quién es. He estado en su Mundo más veces de las que cree.
—No estaba informado de eso y mucho menos sobre un Oscuro de esta dimensión.
La vampiresa asiente sin dejar de ocultar sus colmillos.
—La Reina Annebett te lo debió ocultar por su propia razón. Hace tiempo que nos conocimos.
—Mi creadora no me contó demasiado, por eso estoy aquí y quiero hablar con él.
—Señorita Alina...
—Tranquilos, yo me encargo pequeñines —se medio gira— espero que no esté muy ocupado.
Vatzel asiente.
—¿Son sus creaciones? —no evita preguntar.
—Los cinco son creaciones de Aziel —Alina Valentains le responde mientras señala al más grande— Cynfiel, Darkiel, Mellissa, Aisha —apunta a cada uno hasta finalizar con el más pequeño— y Luzziel.
—Luzziel —lo inspeccióna con suma atención—. En mi Mundo, existe un Luzziel.
—Lo sé y Aziel lo sabe. Él lo eligió, fue por su propio motivo —se voltea— acompañame.
El Uverno los ojea por última vez y comienza a seguirla. El más pequeño, es el único que se despide con su manita.
Entre más se adentran, más percibe su poder. En silencio sigue a la vampiresas hacia las escaleras.
—Me contaron que es poderosa.
—Pues no le mintieron —alardea— tuve muchas complicaciones para llegar a ser quien soy. Aziel me ayudó demasiado.
—¿Él es un riesgo para el vampirismo? ¿Peligroso? ¿Ha visto en él un anhelo de venganza o que quiera dañar a otros Mundos?
—No, no, no. Eso responde sus dudas. No sería el mismo Aziel que conozco. —lo ojea fugazmente—. Él es muy diferente.
—Necesito comprobarlo.
—Vatzel —sin temor lo nombra y se detiene frente a una puerta—. Él no es como Raziel.
—¿Conoce demasiado?
—Lo suficiente y si tiene más dudas —señala la puerta— entre ahí.
—¿Todos los Valentains son así? —ella la observa confusa— no todos son amables.
Alina sonríe falsamente.
—Espero no se arrepienta —avanza y pasa por su lado—. Iré a proteger a los Oscuros —menciona mientras sube las escaleras.
Cuando la pierde de vista, Vatzel se atreve a empujar la puerta y entrar. Su presencia percata y su poder se eleva. Se detiene a pocos pasos tras cerrar la puerta y observa alrededor.
Todo parece estar en una amplia biblioteca con cientos de grimorios a su alrededor y cerca del estante, de espaldas lo detecta.
—Tú debes ser Aziel —recibe su silencio—. El Castillo, me envió aquí. Mencionaron que eres protector del vampirismo, los hiciste eternos con cierto Afiro que tienes a tú disposición y creaste cinco Oscuros con tú poder.
Él, con calma pasa de páginas en el grimorio que revisa. Sin darse la vuelta.
—No debió venir. Ni mucho menos cruzar un portal a este Mundo.
—No eres el líder superior para prohibírmelo, ese soy yo. —Avanza varios pasos—. Mi creadora, la Reina de la Oscuridad, apenas me contó sobre tú existencia en este Mundo, y solo porque insistí demasiado. El resto, me correspondió a mi buscarte en otros Mundos hasta que te encontré.
—Debió advertirte. —Él cierra el grimorio y lo guarda con cuidado.
—Sobre las consecuencias en ambos, por supuesto. Fue su mayor temor.
—Y aun así estás aquí, Uverno.
—Tienes parte del Afiro de Luzziel, eres casi igual a mi creadora. Un Oscuro. Y mi misión como líder superior es determinar si eres una amenaza para este Mundo. Además, creaste cinco seres más con tú poder.
—Fue mi decisión. Ni los Oscuros ni yo somos un peligro para el vampirismo. —Se gira para mirarlo directamente—. Al contrario, lo fortalecemos, los protegemos, los ayudamos. Somos eternos. No tiene por qué preocuparse.
El Uverno lo analiza con detenimiento. Distingue sus colmillos reemplazar todos sus dientes al hablar. Su apariencia es joven, pese a los siglos en cima. Alto, menos que el Uverno, pálido en pose recta, de cabello negro.
—Son diferentes a los Oscuros de mi Mundo, pero conservan el mismo poder. —Cruza los brazos, intrigado—. ¿Cuál es tú origen?
Aziel guarda silencio por unos segundos antes de responder.
—Fui creado hace siglos por una vampiresa llamada Mellisa Wilbert, con su sangre y su poder. Lamentablemente, ella dejó de existir. —Da un paso adelante—. Durante siglos, ayudé a su alma, un antiguo vampiro, Derek Valentains. Ambos tuvieron el mismo destino. —Comienza a rodearlo con las manos detrás de su espalda—. Por mucho tiempo desconocí mi origen. Cuando recuperé mis recuerdos, busqué respuestas. Crucé un portal, llegué a tú Mundo y conocí a la Reina Annebett. Ella aclaró mis dudas, y yo le ofrecí mi apoyo.
—Invocaron a Luzziel.
—Y temí las consecuencias. —Se detiene en una esquina, pensativo—. Tú presencia aquí confirma que logró su propósito.
—Cumplí mi misión hace meses. —Vatzel asiente lentamente—. De alguna forma, ayudaste a mi creadora y a mí a entender lo que somos, y por eso te lo agradezco. Eres parte de los Oscuros por el corazón eterno de Luzziel. —Sonríe levemente—. Incluso nombraste a una de tus creaciones igual.
—Por gratitud, por honrar a aquellos que dejaron de existir. Ahora en seres que son eternos.
—Aziel. —El Uverno da un paso adelante y despliega sus grandes alas oscuras—. Me equivoqué contigo. Eres el líder que el vampirismo necesita. No te ven como un enemigo, y tú esencia es...
—¡Alto! —Aziel lo interrumpe de golpe, mirando fijamente el suelo—. No se mueva.
El Uverno obedece. El suelo bajo sus pies comienza a temblar y agrietarse.
—Debes irte.
Ambos se miran fijamente mientras un portal comienza a formarse bajo suyo.
—¡Corra! —le advierte el Uverno.
El portal crece con fuerza, absorbiéndolo todo, reemplazando el suelo por completo. Grimorios devora con facilidad por la energía. Vatzel lucha contra la energía con sus alas extendidas, mientras Aziel, transformado en cuervo, intenta escapar. Pero ninguno lo logra y ambos caen y los absorbe el portal.
Al emerger del portal, caen al suelo con violencia. El impacto los deja aturdidos.
—Por el Infierno... —murmura Vatzel mientras se levanta, sacudiendo sus alas. Varias plumas caen al suelo, pero ninguna ala está rota.
Aziel se pone de pie en silencio, examinando el lugar con cautela mientras sacude el polvo de su ropa.
—¿Tú creaste el portal? —le pregunta el Uverno.
—No fui yo.
Vatzel mira alrededor, confuso.
—Entonces alguien más lo hizo. —Frunce el ceño—. ¿Dónde estamos?
—Eres el Uverno, deberías saberlo.
Él gruñe.
—Lo soy, pero desconozco este lugar. Hay infinitos Mundos y dimensiones que aún no he explorado. —Avanza hacia Aziel, quien retrocede.—Encontraremos una forma de regresar.
Aziel observa el entorno con una mezcla de inquietud y determinación.
—Eres un cambiante, igual que tus creaciones. —le dice Vatzel tras darse cuenta.
—Lo soy —le responde sin verlo— pero preferimos ser cuervos —avanza hasta un árbol similar. —Esto no es un Mundo— toca una hoja, que se desintegra en oscuridad al contacto. Retrocede, alarmado—. Estamos lejos de mi hogar. —hace una breve pausa —¿Qué es este lugar?
—Un hueco entre dimensiones. Todo aquí es una ilusión. —El Uverno mira el suelo, que empieza a desaparecer bajo sus pies, revelando un abismo infinito.
—¿Y si caemos? —pregunta Aziel.
—La caída será eterna. Quizás no haya salida.
—¿Estamos atrapados en la Oscuridad? —La voz de Aziel refleja una mezcla de preocupación y aceptación.
El Uverno asiente.
—Crea un portal. Concéntrate en el lugar al que deseas regresar y usa todo tú poder.
Aziel cierra los ojos por unos segundos y seguro, determina:
—Rumanía. Con mis Oscuros y con mi alma. —Deja fluir su energía.
Vatzel lo imita.
—Mi Mundo. Con mis creadores. Con mi luz.
Ambos portales se forman, reflejando sus deseos más profundos.
—Fue un honor conocerte, Aziel. —dice Vatzel, mirándolo fugazmente.
—Será eterno, Uverno. —responde Aziel con firmeza.
Antes de ser engullidos por la Oscuridad, cruzan sus respectivos portales y regresan a tiempo a sus propios Mundos.
✘ F I N ✝
#Meme
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