Parte única
A Kita Shinsuke no le gustaba del todo el invierno.
Y esa era una afirmación extraña, porque había pocas cosas que desagradaran a Shinsuke —no era un hombre de emociones negativas, sin embargo, no le gustaba del todo aquello que traía consigo pequeños destellos de situaciones grises.
La cosecha moría en invierno, los animales se aletargaban, los huesos de su abuelita solían dormir más. El sol tardaba más tiempo en salir, acortando su jornada laboral, y no es como si pudiera darse el lujo de trabajar menos y menos.
Pensaba, también, en todos aquellos seres vivos que no tenían un refugio de las fuertes heladas: no era una persona con una empatía que rozaba lo sensiblero, pero no podía fingir que la tragedia humana no le afectaba, al menos, en algún punto profundo de su alma.
Pero, por sobre todas las cosas, a Kita Shinsuke no le gustaba el invierno porque solía enfermar más seguido a Miya Atsumu.
No siempre le había caído mal aquella época del año. Cuando su única preocupación era estudiar y entrenar en un gimnasio techado, Kita había disfrutado de las horas de limpieza en el interior o las tardes de lectura intermitente junto a una taza de té matcha, antes de cenar un plato calentito de sopa y enfundarse bajo sus mantas de lana que lo protegían del crudo invierno.
Ahora grande, el invierno era cada vez más y más un impedimento para las cosas que le gustaban. Como una helada que no permitía florecer a las plantas del jardín hasta que llegaran las temperaturas más elevadas.
Y es que Miya Atsumu era como el mismísimo verano: era cálido en el corazón, tibio al tacto, caliente siempre que se lo proponía. Era como un sol bajado a la tierra, en donde ni el invierno podría haber enfriado sus emociones.
Aun así, su cuerpo seguía siendo humano: era atlético y fuerte, pero más propenso a los resfríos, las fiebres, los decaimientos invernales.
Así que esos eran siempre los inviernos de Kita, de diciembre a febrero, en sus peores y más crudos meses. Cerraba todas las ventanas de su casa de campo, prendía la calefacción a leña, llenaba la cama de frazadas que previamente calentó cerca de la estufa, cocinaba caldo de pollo en una hornalla de la cocina.
Cada tanto, probaba su preparación con un cucharón de madera para asegurarse que fuera sabroso al gusto, pero liviano al organismo. Como se le había estancado alguna de esas canciones de pop que tanto le gustaban a Atsumu, Kita tarareaba entre dientes mientras se mecía sobre sus propios pies al son de una melodía que solo existía en su cabeza.
Escuchaba leves quejidos en la distancia; era allí cuando apagaba el fuego del caldo y corría hasta el cuarto del fondo donde descansaba Miya Atsumu, su novio desde hacía ya tres años, volando en fiebre y con la nariz tan roja como una cereza.
El primer invierno se preocupó tanto que tuvo que llamar a Ojiro Aran para que los buscara de la granja para llevarlo hasta urgencias —ellos habían estado remoloneando en la cama toda la noche, pero no fue hasta la mañana siguiente que Atsumu comenzó a respirar ruidosamente y su frente subió la temperatura más rápido que un microondas.
El segundo invierno, Kita estuvo más preparado. Sabía de las defensas bajas de Atsumu y sus tendencias a cuidarse poco en los meses invernales, por lo que se aseguró de que el carro tuviera gasolina, y preparar su botiquín para el más grave de los casos.
Ya durante su tercer invierno juntos, Shinsuke y Atsumu sabían que, algunas cosas, pasarían si debían pasar.
Las manos de Shinsuke se metieron dentro del cuenco con agua tibia. Por más de que tuviera buena temperatura, un escalofrío recorrió su espina dorsal al sentir el agua entre sus dedos calentitos.
Atsumu continuó quejándose, retorcido entre las sudadas mantas. Kita escurrió el paño para depositarlo sobre la humedecida frente con cabellos rubios apelmazados.
Un gemido lastimero salió de los labios resecos de Atsumu apenas sintió el paño húmedo. Kita frunció levemente las cejas.
—No estaríamos en esta situación si te cuidaras un poco más —suspiró, y apretó más fuerte el paño en su frente—. Ya sabes que sale un viento fresco y ya estás tumbado en cama con el peor resfriado de la temporada.
—E-eso do es verda-... —se quejó Atsumu con su voz apesadumbrada por la congestión nasal—. En c-cinco midutos estadé como nuevo... esta tade hay ent-...
Kita soltó el paño para agarrarlo por ambas mejillas con sus palmas. Atsumu chilló ante el tacto de su piel gélida, pero Kita no aflojó su agarre. Quería que lo viera a los ojos.
—No creas que voy a permitirte poner un pie fuera de esta casa. Menos con la ola polar que se viene —declaró Kita de manera casi autoritaria, pero en calma—. Estamos en menos de ocho grados, Atsumu...
—Clima cadibeño —rio Atsumu de su propio y ridículo chiste, pero se encogió más dentro de las sábanas—. P-podría salir en traje de baño y me sentiría excelente...
A Kita no pareció divertirle su broma. De hecho, no lo hacía en absoluto.
La sonrisa de Atsumu se esfumó casi al instante para dejar a la vista una mueca de llanto fingido y labios fruncidos como un pato. Si pensaba que Shinsuke caería ante esa imagen, estaba equivocado.
(Aunque, en secreto, por supuesto que caería en el fondo; solo que nunca iba a admitirlo).
Aun así, la imagen del siempre fuerte y carismático Miya Atsumu, ahora en cama, era suficiente para ablandarle cada vaso sanguíneo que atravesara su corazón.
Eso se potenciaba cuando le sonreía con ojos brillosos.
—¿Y si me das un abrazo y un beso que todo lo cuda? —pidió Atsumu antes de sorber por la nariz—. M-mi mamá nos besaba a Samu y a mí cuando nos enfedmábamos...
—¿Me estás pidiendo que sea tu madre? —Kita arqueó una ceja.
—¡N-no...! —Atsumu se apresuró en contestar, aunque Kita reprimió la risita—. Aunque no me quejaría del abrazo...
Kita soltó un largo y tendido suspiro. Se levantó para asegurarse de que había apagado el fuego del caldo o que la leña no estaba a punto de incendiar toda la casa de campo.
Cuando regresó al cuarto, Atsumu ya se había puesto en una esquina de la cama. No mucho, porque seguro querría enroscarse a Kita todo lo que le permitieran sus extremidades.
No es que iba a quejarse de ello. Se quitó el sweater de encima para que no fuera molesto, así como sus pantuflas que depositó cuidadosamente en un rincón, y se metió en medio de las sábanas con aroma a eucalipto junto a un adormecido Atsumu que pedía con brazos extendidos que por favor le abrazara por un rato.
Shinsuke no opuso mucha resistencia mientras Atsumu se acomodaba en el hueco de sus brazos tras depositar un beso corto en su mandíbula. No era un lugar muy amplio —tenía brazos cortos, y su pecho no era tan ancho—, pero Atsumu entraba perfecto para frotar su nariz y su frente contra el lugar donde estaba su corazón.
Más de una vez intentó robarle un beso en los labios que no le permitió; principalmente, por el temor a contagiarse y quedar ambos expuestos a un virus donde nadie podría cuidar de los dos. Pero, también, para hacer berrear un poco a su novio y verlo fruncir los labios de manera tan adorable como solo él sabía hacerlo.
Era difícil, por supuesto. Kita nunca había sido muy bueno para resistirse a un beso suyo. No después de haber probado todas sus variantes.
Aprovechaba para sonreír cuando se abrazaban—a veces, no se daba cuenta hasta que Atsumu se lo mencionaba. Después de tres años de relación, ya casi no necesitaba que se lo dijera; ya sabía que, junto a Atsumu, acabaría sonriendo de una u otra manera.
—¿Shinsuke? —le llamó Atsumu, su voz todavía nasal y cansada.
—¿Sí, Atsumu?
Hicieron contacto visual por un momento. La nariz enrojecida de Atsumu, su frente sudada y sus ojeras eran un toque inusual en sus preciosos rasgos siempre alegres. No es que le hicieran feo —nada podría haberlo hecho.
Los dedos de Kita reptaron a través de sus hombros, pasando por su cuello hasta depositar los nudillos contra su mejilla para darle una caricia tan suave como el toque de una pluma.
Atsumu era tan hermoso.
—Te quiedo —soltó Atsumu de repente, pero arrugó la nariz al darse cuenta de lo ridículo que se escuchaba al decirlo con congestión.
Kita ahogó una risita que se le escapó sin proponérselo. Aunque Atsumu estuviera molesto por su enfermedad, notó que le brillaron los ojos otra vez.
—Eso no suena muy bien, Atsumu. La fiebre te hace decir cosas locas —bromeó Kita—. Deberías intentarlo de nuevo más tarde.
La sombra de una idea maliciosa surcó el rostro de Atsumu. Conocía aquella mueca.
—De acuerdo —dijo como si nada—. Te amo, Shinsuke.
El corazón de Kita dio un salto al escuchar aquellas dos palabras, solo para latir como si estuviera retumbando casi al instante.
Atsumu poco a poco sonrió al darse cuenta del efecto que tenía en su novio.
Al recuperarse también, Shinsuke pensó que dos podían jugar aquel juego invernal.
—También te amo, Atsumu.
Fue el turno del rubio de sobresaltarse. Su agarre fuerte contra el cuerpo de Kita se endureció, y aprovechó para apretarlo todavía más entre sí para que el calor de los dos no pudiera escaparse por ningún recoveco.
No hacía falta decir nada más. De hecho, tampoco hubieran sido necesarias esas dos palabras puesto que ambos sabían perfectamente lo mucho que se adoraban y respetaban —sin embargo, no estaban de más.
Kita acarició el cabello despeinado de Atsumu. Frotó sus manos por todo su cuerpo que ardía en temperatura, pero que su novio sentía congelado. Poco a poco fue relajándose en medio de ese abrazo, hasta que su respiración se acompasó como solo lo hacía la de aquellos que caían en el mundo de los sueños.
Quizás eso era el invierno. Un constante frío exterior que no podías evitar sentir.
Pero también lo eran unas manos tibias que estaban dispuestas a darte calor sin importar lo congelado que pudiera sentirse el mundo de afuera.
* * * *
Este mini oneshot nació de la nada misma, durante mi hora en la oficina, totalmente random sjkadfvhsudk y es corto, pero está fluff y me gustó así que lo quise subir uwu
Aunque el SakuAtsu es mi otp, creo que varios saben que amo el AtsuKita ;; ♥️ siento que merecen muchísimo más amor, y me motivó ver sus respuestas de que varios lo leerían si lo subo, aunque no sea mi primer oneshot de estos dos
Ahora sí, seguiré con el SakuAtsu xD bueno, es verdad que esa cosa es más larga y esto literalmente lo hice como en una hora (?) así que aprovecho para subirlo hoy y bueno, queda como una cosita fluff para endulzar su semana uwu
Muchísimas gracias de antemano a quienes lean! Todavía debo responder comentarios en el oneshot SenGen y en el Bajifuyu sjkgds de momento aprovecho esta repentina inspiración para ver si sigo subiendo cosas, ah. De a poco me siento de verdad mejor y que estoy haciendo algo para retomar mi ritmo
Nos vemos en estos días! Besitos ♥️
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