9. Los poderes
De repente, desperté, y tal vez fue algo demasiado brusco, ya que de inmediato las luces del lugar, a pesar de ser débiles y estar bastante sucias, me hicieron arder los ojos como nunca antes. Cada sonido se sentía como explosiones al lado de mi oído. Podía sentir una leve corriente de aire que provenía de una pequeña grieta en el techo de la guarida, y los olores eran más intensos que nunca. Y en ese momento supe que había funcionado, no de la forma que esperaba, pero el FX9 definitivamente había cumplido con su propósito... quizás demasiado bien...
Este gran incremento de sentidos me descolocó rápidamente. Podía sentir cuerpos moviéndose en torno a mí, voces que intentaban comunicar algo pero debido a su potencia eran solamente ruido, de inmediato noté que seguía atado a la camilla de metal, pero ya no podía soportarlo. Comencé a hacer fuerza y lo logré, logré que mis brazos rompieran las correas. Llevé rápidamente mis manos a mis oídos y cerré lo más fuerte que pude mis ojos, comencé a tomar grandes bocanadas de aire para tratar de calmarme, pero nada servía, hasta que finalmente pude escuchar la voz de mi padre, clara y fuerte entre todo el barullo del lugar.
—Daniel, estas bien... relájate, es la única manera de controlar lo que te está pasando...
Y así lo hice. Poco a poco el ruido fue disminuyendo hasta un nivel un poco más normal, lentamente fui abriendo los ojos y teniendo una imagen clara de lo que estaba pasando, todo volvía a estar en relativo orden.
Cuando finalmente pude abrir los ojos con totalidad vi que mi padre, Jax, el Dr. Wells, y Edward estaban a mí alrededor, pero esta vez la imagen era más clara que nunca. Podía ver cada detalle en sus rostros y en sus vestimentas, por ejemplo, de una sola mirada pude saber que Edward había comido algo con tomate hacía algunos días debido a una pequeña mancha en su remera. Era totalmente asombroso y no pude evitar sonreír, y al ver esto mi padre sonrió también.
—Daniel —comenzó el Dr. Wells—, necesito hacerte algunas pruebas, mantén la calma.
Del bolsillo superior de su bata de laboratorio extrajo una pequeña linterna que apunto a mis ojos, dejándome casi ciego nuevamente.
—Necesito que sigas la luz ¿Esta bien?... Perfecto... a primera vista parece que el experimento no afecto ninguna función cerebral, pero necesitamos más pruebas para confirmar.
Howard ya estaba preparando una jeringa para extraerme sangre cuando sucedió algo inesperado. Jax tropezó por accidente con un cable y apoyó de lleno su mano sobre la camilla de metal. De repente todo su cuerpo se tornó de un color plateado y el lanzó un suspiro de frustración, sin embargo yo estaba tan maravillado por esa imagen que no le presté mucha atención a sus expresiones.
—Genial, otra vez lo mismo... ¿Cuál es el punto de estos poderes si no podemos controlarlos? Vaya uno a saber cuánto voy a tardar en volver a la normalidad ahora... —dio un fuerte golpe a la camilla, que casi la atraviesa y se alejó hacia un rincón, de inmediato Edward lo siguió.
Mi padre los siguió con la mirada por algunos segundos, pero luego volvió toda su atención a hacía mí. Sin embargo yo no pude dejar de mirarlos y, si bien sé que estuvo mal, tampoco pude evitar escuchar la charla que Jax tuvo con su padre.
—Hijo... tienes que relajarte...
—¿Relajarme? ¿Cómo? Sucedió, ¿No es cierto? Aquello a lo que el Dr. Wells le temía, termine transformado en un monstruo.
—No eres un monstruo... todavía no controlas tus poderes, eso es todo —dijo Gladiador tratando de calmar a un iracundo Luke.
—No tienes idea de lo que estoy pasando, así que...
—¿Qué no tengo idea? —lo cortó Edward en seco— Sabes cómo conseguí mis poderes... y no te creas que lo tuve fácil desde el principio. Cuando todavía no entendía lo que me pasaba estuve a punto de matar a mi mejor amigo por accidente, yo también pensaba que era alguna especie de monstruo, algo que debía ser eliminado de la tierra, hasta que finalmente aprendí a tener control sobre esto que me pasaba, y esa fue la única manera de que pudiera aceptar en lo que me había convertido... así que confía en mí cuando te digo que se exactamente por lo que estás pasando.
Jax se quedó en silencio por algunos segundos, pero podía escuchar con claridad los latidos de su corazón, y supe que estaba a punto de llorar, y su padre se debe de haber percatado de esto también, ya que de inmediato lo envolvió en sus poderosos brazos, y en ese mismo momento, el color plateado que en ese momento cubría toda la piel de Jax se fue desvaneciendo para dejar lugar al muchacho que ya había llegado a conocer.
De repente me percaté de que mi propio padre me había estado hablando durante todo ese rato, y yo no había prestado atención ni a una sola palabra, así que no tengo idea de lo que dijo antes.
— ...y sinceramente no podría estar más orgulloso, Daniel.
Le dediqué una larga mirada y esbocé una leve sonrisa, y él hizo lo mismo. Parece que no se dio cuenta de que no le había estado prestando atención, después de lo que debió haber pasado al verme en tanto dolor no creo que le hubiera echo gracia que lo ignorara.
Volteé mi vista y noté que solamente Jax y yo nos habíamos levantado. Emma y los hermanos Green seguían desmayados y el Dr. Wells controlaba sus signos vitales constantemente. Por su parte, Malcom se encontraba en "su" rincón con un cigarrillo en la boca como de costumbre, y Felicity estaba revisando algo en la computadora. Si le importaba que me había despertado no lo demostraba para nada y, por alguna razón, me sentía más cómodo si ella no se percataba de que yo existía.
De repente empecé a notar que la temperatura empezaba a bajar drásticamente, sin embargo nadie más parecía darse cuenta, así que supuse que eso debía de ser parte de mis poderes, pero el frío empezó a ser tan intenso que los demás no tardaron en notarlo. Malcom encendió en llamas su cuerpo como si no fuera nada y todos los demás comenzamos a frotarnos los brazos en un inútil intento por mantener el calor. De repente la máquina que leía los signos vitales de Kevin comenzó a fallar debido a un congelamiento súbito, y cuando el Dr. Wells se acercó para tratar de solucionar el problema, del cuerpo del mayor de los hermanos Green estallo en una gran y gélida nube de azul que hizo volar al desprevenido científico al otro lado de la sala.
Cuando el polvo de la nube se disipó todos pudimos divisar, con evidente sorpresa, que Kevin ya no estaba en la camilla, estaba parado, pero ya no parecía el joven que había conocido la semana anterior, ya que todo su cuerpo parecía estar echo de una forma de hielo altamente fuerte y resistente. Totalmente desorientado lo único que atino a hacer fue mirarse las manos con incredulidad, mientras tanto nosotros estábamos experimentando un frío como nunca antes habíamos sentido, y Malcom tuvo que aumentar la cantidad de fuego en su cuerpo para poder contrarrestar un poco los efectos de los poderes de Kevin.
De inmediato, el recientemente despertado adolescente dirigió toda su atención a la camilla donde su hermano menor seguía tendido y al ver el estado en el que este se encontraba calló de rodillas. Lentamente su cuerpo fue volviendo a la normalidad y la temperatura de la sala hizo lo propio.
Howard, tras levantarse con dificultades, se acercó tomando todas las precauciones posibles.
—Kevin, no te preocupes, solo está dormido... ven conmigo, necesito hacerte unas pruebas.
Tras resistirse unos segundos, finalmente se alejó de Joel y se fue con el Dr. Wells hacía una esquina alejada, sin embargo no quitaba su mirada de su hermano menor, esperando con ansias que este despertara de sus ensoñaciones.
Tras algunas horas más, en las cuales Jax trató inútilmente de controlar sus poderes, Kevin no se despegó de al lado de su hermano, y yo seguí luchando por evitar que mis sentidos estallen nuevamente, cuando una nueva sorpresa nos llegó sin previo aviso.
Cada uno se encontraba preocupado por sus propios asuntos, cuando de un momento a otro la camilla en la que Emma se encontraba recostada comenzó a levantarse del suelo. De inmediato todos corrimos hacía ella e intentamos bajarla, pero era inútil, a cada segundo parecía volverse más fuerte y, para confirmar nuestras sospechas, otras cosas que se encontraban cerca de la camilla comenzaron a levitar. Finalmente pareció perder un poco de intensidad, pero solo fue la calma anterior a la tormenta, ya que de repente una enorme fuerza nos largó disparados hacía atrás. La camilla cayó de golpe, pero Emma ya se encontraba flotando en el aire por si sola. Cuando abrió los ojos y se percató de lo que pasaba lanzó un grito de terror y nuevamente las cosas que estaban en la habitación comenzaron a flotar y a salir disparadas en todas las direcciones posibles, golpeando a la gran mayoría de los que nos encontrábamos dentro. Sin embargo, debido a mis recientemente adquiridos agudos sentidos, logré esquivar con facilidad todas las cosas que volaban hacía mí.
—¡Emma, tienes que tomar el control! —gritó de repente Edward— ¡Todo está bien, solamente necesitas relajarte, y esto va a terminar en un segundo! ¿Sí?
Las palabras de Gladiador tardaron en hacer efecto en la asustada joven, pero fueron totalmente efectivas. Tras algunos minutos más de objetos volando hacia todos lados, Emma cayó nuevamente sobre la camilla, y lo mismo pasó con todas las cosas que se encontraban en el aire en ese momento.
Inmediatamente se paró y se fue a fumar un cigarrillo con Malcom, ignorando totalmente los pedidos del Dr. Wells de hacerle algunas pruebas, pero debido a los nervios por los que la pobre chica estaba pasando, éste decidió darle un respiro.
El reloj siguió moviéndose y las horas pasando y solamente faltaba uno por despertar, el más pequeño entre nosotros, Joel. Me encontraba hablando con Jax y cada tanto echábamos una mirada al atormentado Kevin, y podíamos ver todo el sufrimiento que sentía en ese momento, pero no había que ser un genio para verlo, era tan claro como el agua.
A veces dirigía mi mirada al Dr. Wells y me daba cuenta de que quería decir algo, pero estaba demasiado aterrado como para hacerlo, pero eventualmente tomó coraje y se acercó al desdichado hermano de Joel.
—Kevin, siento tener que decirte esto... pero tal vez nunca despierte, es probable que su cuerpo no estuviera preparado para algo semejante...
—¿¡Qué!? —gritó el joven, levantándose de repente y enfrentado al agotado científico— ¿Sabías que esto podía pasar y no me dijiste nada?
—Era... un riesgo menor, las probabilidades de que ocurriera eran mínimas... yo...
De repente todos lo empezamos a notar nuevamente. La temperatura bajaba y el cuerpo de Kevin empezaba a cubrirse nuevamente de ese brillante hielo. Sin embargo esta vez el frío era mucho más crudo y mucho más violento. Todos temíamos lo peor, y Malcom ya se preparaba para entrar en acción cuando de repente una tos débil irrumpió en el silencio que se había generado en la sala.
Kevin dirigió de inmediato la mirada a su hermano y recupero su color normal, todos respiramos aliviados por haber esquivado ese posible desastre.
—Joel... ¿Estás bien? —se apresuró a preguntar su hermano mayor.
—Sí, un poco cansado... ¿Cuánto tiempo dormí?
De repente Kevin lo envolvió entre sus brazos y parecía dispuesto a no soltarlo nunca. Sin embargo luego aceptó que él Dr. Wells hiciera las mismas pruebas que nos realizó a todos. Había algo extraño en el despertar de Joel, todos los otros habían sido tan espectaculares que este nos dejó esperando por más a todos los presentes en la sala, pero eso nunca llego. El pequeño parecía tan normal como siempre, pero esta sensación de normalidad se rompió cuando de repente el joven flacucho que se encontraba sentado en la cama le explico al gran científico que había creado a Cíclope como lograr que la linterna que estaba usando para inspeccionarle los ojos le permitiera sondear el cerebro del paciente, solo a través de una simples modificaciones que él se encontraba dispuesto a hacer. Todos lo miramos extrañados y luego dirigimos la mirada a Kevin como esperando alguna especie de respuesta, pero lo mejor que conseguimos fue que se encogiera de hombros y nos hiciera una mueca que nos comunicaba que estaba tan desconcertado como nosotros.
El Dr. Wells sonrió, en parte por satisfacción, en parte por alegría y en parte por haberse salvado de la ira de Kevin, quien seguramente lo pudo haber matado de un solo puñetazo. Al fin y al cabo el temible experimento había sido todo un éxito y había llegado el momento de dar el siguiente paso... el entrenamiento.
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