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Detrás del gato blanco (policial)

  Eran las cinco de la mañana cuando me llamaron diciendo que habían encontrado un cadáver colgando de un puente. Todo conducía a que era un suicidio, pero los análisis mostraron índice de una de las drogas que se usaban para violaciones, cosa que nos pareció extraña. Eran drogas que hacían funcionar a la persona como títere, la llevaba a un extremo de pacifismo. Relajaba los músculos, nublaba los sentidos y no dejaba pensar.

El cuerpo pertenecía a un joven de dieciocho años, estudiante de secundaria. Tenía malas notas y problemas con los padres. Varios dijeron que lo habían visto en un fiesta al otro lado de la ciudad y que se había retirado temprano porque había peleado con un par de chicos que estaban ahí. Los interrogamos para saber qué había pasado, o si se habían encontrado después, pero sostuvieron que se quedaron en la fiesta y ofrecieron coartadas consistentes.

Todo el mundo creyó que fue suicidio, hasta que se encontró a la semana un muerto en las mismas condiciones que el otro, ¡y en el mismo lugar! En la sangre tenía Flunitrazepam, la misma droga que el anterior. Era una droga muy fácil de conseguir en cualquier farmacia, pero era bajo receta. Aunque eso no tenía mucha trascendencia, ya que era fácil falsificar recetas. Aún así, se buscó en todas las farmacias de la ciudad las recetas que pedían medicamentos que contuvieran esta sustancia. Nadie encontró nada extraño en estas recetas ni en las personas que las compraron.

Una semana más, y se halló otro cuerpo en el mismo lugar. Como era un barrio pobre y el puente estaba en una parte alejada, no habían cámaras de seguridad ni testigos. A los tres cuerpos se los encontró un domingo, con el sedante, colgados y a la madrugada. Los tres eran jóvenes de entre dieciocho y veinte y con problemas de comportamiento. Hasta entonces, ya sabíamos que se trataba de un homicida en serie, porque no podía ser casualidad.

Pusimos patrullaje por el área toda la semana, pero eso no detuvo al enfermo que estaba detrás de todo. Esta vez se encontró a otro joven, uno de diecinueve, colgado en un árbol a unas pocas calles del lugar. Otra vez, nadie vio nada. Ya estábamos todos llenos de frustración e impotencia. Había un asesino suelto y no teníamos ni una pista, pero sabíamos que tarde o temprano iba a cometer una equivocación. No existían crímenes perfectos ni asesinos perfectos. Los familiares y amigos de las víctimas no sabían quién podía ser, y los supuestos "enemigos" que nos nombraron ya habían sido previamente investigados y descartados como sospechosos.

En el pantalón del último cadáver que había aparecido, se descubrió pelo de un gato blanco. Averiguamos si el gato pertenecía a la víctima, pero la familia nos dijo que era alérgico al pelo de los animales, cosa que nos jugó a favor. Analizaron de nuevo la ropa de los demás cuerpo y se descubrió pelo del mismo animal en dos de ellos. Era definitivo, el asesino tenía un gato blanco. Habíamos encontrado ya el primer defecto en sus crímenes.

El domingo a la mañana, pensando en que ya había dejado de matar, nos llevamos una gran decepción al ser avisados del descubrimiento de un nuevo cuerpo, esta vez una chica de veinte y en el lado sur de la ciudad, lado contrario al lugar en donde aparecían los otros. Descartamos la idea de que fuera un caso aparte cuando los estudios dieron con la misma droga. Y seguíamos estancados en el mismo lugar, sin tener indicios sobre quién era el homicida que estaba terminando con tantas vidas jóvenes.

Estaba tan sumido en mis investigaciones, que descuidé casi por completo mi vida personal. Tan así, que no me había dado cuenta de cuándo se había enfermado mi hijo menor. Como estaba cerca de una farmacia mientras pasaba por el puente en donde se había encontrado a los chicos, decidí comprar allí los medicamentos que mi nene necesitaba.

Entré a la farmacia y allí estaba una jovencita atendiendo a un anciano. La chica no debía tener más de veintidós. Era bonita y risueña, se me hacía familiar. Le dije el nombre de los medicamentos que iba a comprar y ella se fue a buscarlos. Al instante que ella se dio vuelta, sentí que algo me tocaba la pierna. Miré y vi un gato blanco con un ojo verde y otro celeste que se estaba refregando contra mi pantalón. Me agaché y lo levanté. Se me hizo hasta gracioso estar levantando un gato similar al que nos había estado carcomiendo la cabeza todo un mes.

La joven volvió con los remedios y me vio con el gato en las manos. Se rió y lo agarró, disculpándose por la extroversión de su gato. Cuando lo bajó al piso, se rompió la cinta con la que tenía atado el cabello.

Y ahí la reconocí. La había visto repetidas veces en fotos. En fotos del Facebook de las víctimas. ¿Cómo no me había dado cuenta antes? ¡Ella conocía a todas las víctimas! ¡Tenía acceso a las drogas! ¡El pelo de gato!

Me preguntó si estaba bien, tal vez porque me había quedado quieto, pensando, calculando. Parpadeé y asentí con la cabeza. Pagué los medicamentos y me fui directo a avisar lo que había descubierto. No quería perder más tiempo.

Esa misma tarde la arrestaron y confirmaron que había sido ella la que había matado a todos. Que los había drogado con Rohypnol, un medicamento que contenía Flunitrazepam, y los había conducido directo a sus muertes. Cuando ella confesó, dio a conocer la relación que tenía con cada uno y el modus operandi que había manejado. Con los varones había tenido relaciones sentimentales que terminaron en fracaso (y muerte), y la chica, la última víctima de esta desgraciada, había comenzado a sospechar de ella, ya que sabía que ella conocía a todos los fallecidos. Por eso la mató también. Estaba mal de la cabeza. Según los psicólogos con los que había hablado, ella tuvo pensamientos suicidas antes de comenzar a matar. Al parecer, dedujo que si no se colgaba ella, lo hacían sus víctimas. Y, sabiendo los efectos que causaban las drogas, las usó a su favor.

La condenaron a reclusión perpetua por tiempo indeterminado. Sus últimas palabras en el juicio fueron: "No me arrepiento de nada, sólo de tener que abandonar a mi gato"  


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Creo que todas nos pondríamos tristes de tener que abandonar a nuestro gato :(


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