Capítulo 2. "¿Qué es lo que eres, Miss?":
¡Buenas!👋🏻👋🏻
Perdonadme por no subir capítulos tanto aquí, como en "La distancia más corta entre dos extremos", pero estaba muy entregada a completar la historia de "No como los otros", sin embargo, me he topado con un muro y no sé cómo traspasarlo, cómo seguir con la historia, por lo que para evadirme, he decidido seguir escribiendo otra mientras intento pensar en una continuación a la novela anteriormente mencionada.
Así, también podré presentarla a concursos, ya que con un sólo capítulo, no la aceptan en ninguno😢😭
Gracias por leerme y espero que nos volvamos a ver pronto❤️🙏🏻
-Redbird-
_____
Los dos meses que sucedieron a la llegada de Miss transcurrieron de forma extraña e irregular:
todos por allí se encontraban más ajetreados, tanto los dominus, como los alumnus, y nadie parecía saber bien el motivo, sólo obviábamos el hecho de que tenía una cierta conexión con la extraña-optaré por el hecho de obviar la ironía-"chica nueva".
Miss no se dejaba amedrentar, pero tampoco hacía nada para que los demás llegáramos a conocerla; siempre estaba callada y sola, y por si eso fuera poco, siete vigilantes de pasillos iban turnándose en proteger sus espaldas a lo largo del días, intimidando todos los valientes esfuerzos y las buenas intenciones de ciertos alumnus que intentaban integrar a la chica, sin embargo, a ella todo esto parecía darle igual. Parecía que ya estaba acostumbrada a la soledad. Al vacío de la vida. Como yo.
>>Sólo podías relacionarnos de cierta manera con la "chica nueva" en ciertas clases, ya que en otras simplemente atendía de forma inerte; sin tomar siquiera apuntes con el computatrum, objeto que ofrecían a todos los estudiantes para facilitar la recogida de notas y visualizar los libros de texto, ya que el recurso del que éstos estaban formados se gastó hacía por aquel entonces siglos. Creía recordar que los antiguos homis llamaban a aquellos objetos "ordenadores", por eso no entendía el por qué se les había designado nuevamente con un estúpido apelativo en latín, sin embargo, llegué a pensar que quizás los antiguos homis hubieran denominado de otra forma a éstas cosas a medida que fueran observando cómo la tecnología de la que aquellos gozaban crecía día a día, y como en El Nuevo Mundo éramos todos tan originales, simplemente colocamos un sustantivo latino, el que básicamente usarían los homis más arcaicos para referirse a ellos.
>>En ocasiones muy puntuales y especiales, se nos permitía llegar a mantener cierto contacto con Miss; cuando las clases era totalmente prácticas como, por ejemplo; en la de "defensa personal", donde ella sí acababa participando; levantándose de su asiento de manera ociosa el cual, normalmente se encontraba en primera fila, justo al lado del dominu que diera la clase, y paseaba su enjuto cuerpo hasta el ring, donde simplemente, ponía en práctica un par de llaves aprendidas contra el valiente que se atreviera a plantarse frente a ella (y eso que no sabíamos nada acerca de Miss y de sus habilidades), solo que con un par de peculiaridades: varios tutores vislumbraban la escena muy de cerca, para actuar si fuera necesario, y ambos alumnus, los enfrentados en el ejercicio, tenían el cuerpo totalmente cubierto por una malla de licra, acompañado con un bonito pasamontañas, facilitando el no poder exhibir ninguna parte del cuerpo, los cuales habían terminado convirtiéndose en nuestro basto uniforme, aunque podíamos prescindir de taparnos la cara en el resto de las zonas donde no pudiéramos disfrutar de la presencia de Miss.
>>Como si ésta medida de seguridad fuera poca, todos los alumnus del Mundinogtum debían ahora de seguir unos horarios aún más estrictos; como pesadilla para los más rebeldes, había mucha más vigilancia, dificultando esto que algún alumnu descarriado se pudiera saltar las clases, ni quedarse vagando por los pasillos del instituto, ni siquiera holgazaneando en las salas comunes tras el toque de queda impuesto. Se habían colocado pestillos en todas y cada una de las habitaciones de los que allí habitaban, los cuales tenían que ser cerrados antes de los que descansaran en el interior de las paredes que protegían fueran a dormirse, aparte, se habían instalado también cámaras de seguridad por todos los pasillos, aulas y zonas de ocio, sobre todo por el ala norte, en las que estaban cohabitando las féminas. Corrían rumores de que incluso había algunas instaladas en los baños compartidos, por lo que era bastante divertido observar las maniobras que hacían mis compañeros para mear mientras se tapaban en cuerpo con una vieja sábana. No puedo decir qué tácticas llevaban a cabo las chicas, ya que no tenía ni el honor, ni el privilegio, de ver que es lo que éstas hacían dentro del aseo, y si Kaylea se molestaba en explicármelo, seguramente no le prestaría atención.
Era imposible no estar tirante en cuanto a todas las medidas tomadas desde la llegada de la extraña muchacha, sobre todo si no te explicaban por qué lo hacían, y si preguntábamos , lo único que te daban, eran largas.
Kaylea no paraba de parlotear a mi alrededor sobre éste asunto y de por qué pensaba ella que todo se había puesto tan agitado. Incluso profesores que ya se dejaban ver poco, habían dejado de ir durante semanas, y ya no nos tragábamos la excusa de que estuvieran enfermos, pero la gente se empezaba a impacientar y las clases debían de continuar, con toda la "normalidad" que le fuese posible al Mundinogtum, pese a quien le pese.
Los días seguían pasando y los alumnus tenían tantas quejas que se habían acabado acumulado, por lo que los más reivindicativos decidieron empezar a quejarse a sus respectivos tutores. Algunos reclamos incluso llegaron al despacho de la Directora Mater, nombre que adquirió por ser capaz de dar vida a tantos objetos inanimados como quisiera, aunque "madre" no prestó ni el más mínimo interés por éstos. Lo único que ella repetía era que todo aquello se había hecho para lograr nuestra seguridad.
Nadie mencionaba nunca el nombre de Miss, pero era evidente que todo tenía que ver especialmente con ella.
Las cosas que estaban pasando, eran más raras de lo habitual, y eso en sí, ya era lo bastante raro.
-Llevas tres días sin probar bocado. -Me crispó Kaylea, que se encontraba sentada a mi derecha, en el comedor.
Negué con la cabeza y arrojé con fuerza el muslito de pollo al plato, donde chocó con la guarnición de verduras y si no hubiera sido por Noah, quien colocó sus manos como barrera, se habría caído de la mesa.
Notaba como la cabecita rubia de Kaylea se movía escudriñándome con detenimiento. Como si no terminara de comprender mi falta de apetito.
-Sólo tienes pollo con verduras una vez al mes, y te encanta. -Añadió después de varios minutos.
- ¿Te sabes también mis horarios del baño, Kaylea? -le pregunté sin mirarla directamente. Escuché cómo se le cortaba la respiración. Cerré los ojos y me fijé en ella por primera vez en lo que llevábamos de comida. -Lo sssiento. -mascullé. -Es sólo que no tengo hambre. -Me disculpé para evitar que ella comenzara a derramar lágrimas y terminara llamando la atención de todos.
Aunque eso a la rubia se le daba bastante bien, y ella lo sabía; sólo tenía que menear el culo frente a varios adolescentes hormonados para que los chavales no se pudieran permitir el lujo de hablar de otra cosa que no fuera la figura de Kaylea durante días, y por otro lado, dichos chicos, quienes estaban aprendiendo acerca de la sexualidad en si misma, habían acabado despertándome en plena madrugada por los gemidos y las respiraciones entrecortadas que se escapaban de sus gargantas cuando intentaban susurrar para si mismos el nombre de la rubia.
>>Odiaba que se aprovechara del deseo que sentían la mayoría de los varones que habitaban en el Mundinogtum; Kaylea nunca había tenido que sufrir las consecuencias de oír cómo las personas con las que compartes habitación se masturban pensando en ella.
Aparté los horripilantes recuerdos de mi mente apretando con fuerza mis uñas sobre las palmas de la mano contraria cuando el hilo de mis pensamientos me llevó a la mañana en la que me resbalé y caí encima de un asqueroso , sucio y muy pegajoso charco de semen.
Kaylea miró a su alrededor para asegurarse de que no la escuchaba nadie y luego, apoyó su peso sobre sus codos, para después echarse sobre la mesa, casi sobre mí, por lo que yo tuve que apartarme un poco de su lado, y Noah, que se encontraba a su otro costado, quedando la rubia en medio de ambos, acercársele de sobremanera.
-Es por esa chica tan rara, ¿no? Miss.
Entrecerré los ojos sin apartar mi mirada de la suya.
-Yo diría peculiar, singular, pero no rara, ya que todos aquí pecamos un poco de eso, ¿no crees? -Defendí a la desconocida.
-Y yo a los tipos como tú los llamo "dementes excéntricos". -Espetó Noah ante mi comentario. Después de eso, alargó el brazo para pasárselo por los hombros a la rubia, gesto que provocó que ella terminara poniendo los ojos en blanco y cruzándose de brazos al mismo tiempo que vocalizara: "homines...", sin que el sonido llegara a salir de su garganta.
Intenté que el sustantivo latino para "hombres" no me afectara en demasía, así que pasé a ignorarlo, centrándome en cómo el chico alado protegía a la que quería como la próxima presa de sus idilios y fantasías sexuales de mis comentarios petulantes. Aunque si por mi fuese, se la podía llevar a otra mesa y comer a solas con ella, sin embargo, no tenía más remedio que sentarse conmigo, ya que Kaylea no perdía la más mínima oportunidad de acercarse a mí. Acabé curvando una de las comisuras de mis labios hacia arriba, y asentí muy levemente, asimilando la situación.
"Cuándo aceptará que jamás tocaré un solo pelo de cabellera rubia. Ni aunque fuera la única mujer que quedara en el planeta."
No siempre se puede conseguir con lo que quieres, a veces las cosas no salen según lo planeado, aunque Kaylea no estuviera acostumbrada a no poder palpar los buenos resultados que obtenía a través de sus engaños y de sus rabietas de niña mimada.
Mi vista se perdió por las mesas de la cantina hasta volver a dar con Miss, la cual llevaba varios días sentándose con una chica joven y pelirroja del mismo aspecto frágil que ella.
Observé la escena con detenimiento.
- ¿Qué sabes tú de ella? -Le pregunté a Kaylea de repente.
- ¿Sobre quién, sobre "la nueva"? -fue una pregunta retórica, ya que era obvio a quién yo me estaba refiriendo. -No mucho, la verdad, le han dado una habitación aparte.
- ¿No duerme con nadie? -Volví a mirar a la rubia a los ojos, ya que había conseguido captar mi atención.
-Bueno, no... no exactamente. -Kaylea se revolvió incómoda en su asiento. No quería responder a la pregunta.
Ladeé la cabeza volviendo a entrecerrar los ojos para prestar más atención a sus explicaciones:
- ¿Qué quieres decir?
- ¿Os dejo solos, tortolitos? -Noah tenía los brazos cruzados sobre el pecho, y se encontraba recostado en el respaldar de la inmaculada silla de madera, observando cómo muy poco a poco la rubia y yo habíamos ido acercando nuestras cabezas para susurrarnos con suavidad el uno al otro.
Kaylea le regaló una mirada pícara y acabó por guiñarle un ojo, como pidiéndole que así lo hiciera, aunque mi compañero de habitación no movió un músculo; era obvio que no le gustaba nada que me aprovechase de mis encantos naturales para sacarle información a la chica con la que quería acostarse. Y cuando decía "encantos naturales"; me refería a que no tenía que utilizar ningún tipo de truco o habilidad de dominación, ya que la rubia temblaba cuando me acercaba a ella, y se estremecía cuando apenas la rozaba al caminar a su lado, así que con apenas un par de ruines caídas de pestañas la tenía hiperventilando y a mis pies, esperando poder complacerme en todo lo que se me antojara en el momento. Sólo que mis deseos, aunque a veces la rubia se me antojase apetitosa, nunca iban en el sentido en el que ella quería que fuesen.
-Que te jodan, Caelium. -Clamó Kaylea mientras se echaba gran parte de su cabello áureo sobre uno de sus hombros, como si eso nos otorgase algo más de privacidad a ambos, a continuación volvió a acercar su rostro al mío, provocando que Noah gruñera. -Le han dado una habitación aparte, y al principio dormía sola, bueno, si a tener a 5 vigilantes de pasillo establecidos en tu puerta le puedes llamar "dormir sola", pero ayer... no sé, le metieron a un muchacho en la habitación...-Ella entrecerró los ojos mientras miraba al infinito, y apretaba uno de sus labios contra el otro, conformando la expresión de no saber bien qué estaba pasando.
- ¿¡Cómo!?-Noah dejó de balancearse sobre las patas traseras de su silla y pegó su cuerpo al de la rubia. - ¿Se podía hacer eso? -Preguntó con los codos bien hundidos en la mesa.
Suspiré.
"Estos niñatos siempre consiguen que pierda la paciencia."
- ¡No, idiota! -Mató Kaylea las ilusiones del moreno, y fue visible su decepción por la manera en la que sus alas dejaban de tensarse y menearse tras su espalda, después volvió a mirarme. - Por eso digo que es rara.
-Entonces, lo que quieres decir es que es la situación la que es rara, no Miss.
- ¿Te parece que si Miss no fuera lo suficientemente rara iban a dejar que un chico durmiese en el ala oeste, en una habitación, a solas con alguien del sexo opuesto? -Interrogó ella.
Me pasé las manos por el pelo intentando comprender la situación.
- ¿Y por qué un chico? -Pregunté entonces. -Tenemos prohibido entrar en vuestra ala.
Kaylea se encogió de hombros.
-No lo sé, no es que seamos buenas amigas y nos lo contemos todo, ¿sabes?
-Tú no eres amiga de nadie, Kaylea. -Espeté.
- ¡Claro que sí!, ¿a qué viene eso? -Se quejó la rubia, elevando la voz 8 octavas. -Tengo muchas amigas.
Negué con la cabeza, pasando esta vez una de mis manos sobre mi nariz, y pellizcando el puente que se establecía sobre este.
- ¿Y bien?, ¿quién es el suertudo que ha conseguido instalarse en la habitación de la nueva comidilla del Mundinogtum? -Inquirió Noah.
Pensé que el alado por fin había hecho una pregunta digna en todo lo que llevábamos de conversación, y al mirarlo, me di cuenta cómo éste se había quedado inmerso en la charla, comprendiendo lo peculiar del caso, y ahora se mostraba receloso ante la respuesta que Kaylea podría darle.
-Ese de ahí-Alzó el mentón en cuanto un chico escuálido pasó por nuestro lado, con una bandeja sobre los brazos, en la que llevaba la comida para ese día.
Desvié la vista hasta que vislumbré la figura del chico y para mi sorpresa, él me correspondió:
Era del mismo tipo escuálido que Miss y su reciente amiga pelirroja, puede que fueran las tres únicas personas que mostraban un cuerpo raquítico, casi enfermizo, y esto se debía a la poca actividad física a la que eran sometidos, aunque por aquel entonces no llegaba a entender bien el motivo.
>>Reconocí en seguida a Inanis, el escudo al que sometían Los Nuevos Padres Fundadores a los ignotums cada vez que tenían una reunión con los directivos del Mundinogtum, ya que inhibía todas las habilidades de las criaturas especiales que se atrevían a colocarse en un radio específico al rededor de su cuerpo.
Varios cables acabaron conectándose y chisporrotearon en mi cabeza, creándose así una idea algo más lógica de las que había tenido hasta el momento de por qué el muchacho había sido llamado para dormir con "la nueva". Sentí una punzada de dolor en una de mis sienes cuando comprendí, cuando al fin estuve seguro de que los vigilantes que siempre se encontraban a su alrededor, no la protegían de nosotros, sino a nosotros de ella.
"¿Qué es lo que eres, Miss?"
La piel de Inanis era pálida y lechosa, el pelo rubio caía sobre su frente, arremolinándose sobre ella, resaltando sus profundos y cándidos ojos azules, los cuales siempre estaban bordeados con unas fugaces sombras violáceas. Su nariz era larga y redonda en la punta, y hacía juego con los carnosos labios que poseía.
>>Reconocí al chico porque todos los alumnus se esforzaban por mantenerse alejados de él y hacerle la vida imposible, incluso habían intentado acabar con su vida en varias ocasiones, justo como conmigo. Sin embargo, no había hablado con él nunca. Los inadaptados no conversan entre ellos.
En su cara se podían ver los muchos arañazos, moratones y heridas que respaldaban mis pensamientos.
Fue el primero en apartar la mirada.
Anduvo con lentitud y con la mencionada bandeja entre las manos hasta llegar a la mesa donde se sentaban Miss y su nueva amiga pelirroja, en la cual los vigilantes la dejaban estar, y después, tras ver al muchacho acercarse; abrieron un pasillo entre sus cuerpos para dejarlo sentarse de la misma manera y en el mismo lugar que las otras dos féminas.
-Así que tienes muchas amigas, ¿verdad, Kaylea? -La llamé.
-Pues claro que sí. -Se cruzó de brazos demostrando enfado.
- ¿Y quién es la pelirroja?
Kaylea volvió a apoyarse sobre la mesa y miró con cierto desdén la mesa que me mantenía tan disperso.
-Yo... no... no lo sé. -Negó cuando pasó un rato.
-Vaya, vaya...-exclamé, girando la cabeza hacia ella.
La rubia volvió a cruzarse de hombros y dejó caer su peso en la silla, para esquivar mi mirada y ladear su rostro. Infló sus mofletes con aire para recalcar que se había molestado por mi sutil comentario.
"Patética"-No sabía por qué intentaba mostrarme una actitud adorable cuando yo conocía el verdadero rostro de la bruja que la dominaba. O puede que ella misma dominase a la bruja. A veces dudaba.
-Pues Kaylea, tienes que hacerme un favor.
Logré captar su atención, porque tras oír mis palabras empezó a mirarme con entusiasmo.
Nunca le había llegado a pedir nada, y aunque sabía que se cobraría el favor con creces, en aquellos momentos necesitaba su ayuda.
-Vas a descubrir quién es la pelirroja, y qué se trae con Miss.
-Miss, Miss... siempre ella. -Escupió las palabras.
- ¿Estás celosa de "la nueva"? -Interrumpió Noah.
- ¿De esa flacucha?, ¿por qué debería de estar celosa de esa?, ni si quiera se merece que le preste atención. -Contestó a la defensiva, alzando una ceja y apretando los labios.
-Espero que seas consciente de que la verdad es la única que duele, Kaylea. Porque yo sí que lo soy de que aquella flacucha me llama la atención mucho más de lo que tú conseguirías llamármela nunca, y que alguien te supere en algo, incluso aunque ese algo sea que todos a los que has humillado hablen mal ti a tus espaldas, te quema por dentro, sobre todo si en lo que te sacan ventaja es en algo que tenga que ver conmigo, rubita, porque es evidente que te mueres por mis huesos, y odias la idea de que yo pueda llegar a fijarme en alguien más. Sería como tener que admitir una derrota. -Alcancé a decir antes de que Kaylea se levantara de su asiento a mi lado, friccionando la silla contra el suelo y provocando un gran estruendo al hacerlo, para después alejarse echando humos fuera de donde mi vista comprendía.
- ¿No te cansas de fastidiarla, Shaper? -Me preguntó Noah, antes de levantarse también de su asiento e ir corriendo tras Kaylea.
"No. Supongo que no."-Pensé antes de volver a dirigir mi vista a la mesa donde Miss se encontraba para continuar con mi escrutinio, pero al hacerlo me di cuenta de que aquella vez, ella también me estaba observando mientras esbozaba una depravada sonrisa que dejaba entrever algún vesánico pensamiento que se le estaba pasando por la cabeza.
Ésta vez fui yo el primero en apartar la mirada.
Miss volvió a conseguir erizarme la piel sin ni siquiera haber llegado a tocarme.
Puede que Kaylea tuviese razón al fin y al cabo; Miss era rara. Muy rara.
Y en ocasiones, también daba miedo.
Pero yo iba a descubrir el por qué aquella chica actuaba de esa manera, con o sin la ayuda de la airada rubia.
Me lo había propuesto.
Iba a conseguirlo.
No tardaría mucho en darme cuenta de la gran estupidez que cometí al acercarme a Miss.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro