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THE PROLOGUE


En el vasto lienzo del multiverso, donde los universos se entrelazan como hilos de un telar cósmico, en cada rincón de este tejido infinito, surgen realidades divergentes, donde las líneas del tiempo se trenzan en danzas caprichosas.

En algún universo, quizás el susurro del destino los condujo a un encuentro diferente, donde la guerra no fue más que una sombra lejana. En esa realidad alterna, sus almas se entrelazaron en un baile de risas compartidas y apoyo incondicional. Donde los versos de su historia resonaron en armonía, lejos de la discordia y la tristeza.

Pero el lienzo del multiverso es vasto y complejo, y en otras dimensiones, sus destinos divergieron. En esos universos, tal vez nunca se encontraron, y sus corazones, que en algún lugar laten al unísono, siguieron rutas separadas, despojados de la dicha de compartir momentos efímeros en este vasto universo de posibilidades.

Era el amanecer de un nuevo capítulo en la U.A, el prestigioso instituto donde los sueños de jóvenes aspirantes a héroes comenzaban a forjarse. En este escenario vibrante y lleno de promesas, es donde nuestra historia toma sus primeros pasos.

Con determinación palpable y una mirada gélida que reflejaba su singular quirk, el prodigio de la clase 1-A, Shoto Todoroki, avanzaba con paso firme por los pasillos. No pasaba desapercibido, su presencia resonaba entre los estudiantes que se cruzaban en su camino. El hijo menor del pro-héroe número 2 de Japón, Endeavor, había ganado su lugar en la U.A en su primer año, generando expectación y curiosidad en sus compañeros de clase. Todos ansiaban descubrir el inmenso potencial que yacía en el joven de fuego y hielo, pero Shoto solo tenía una meta clara.

Su único deseo era destacar como el mejor utilizando únicamente su don de hielo.

El joven avanzaba por el pasillo, ignorando las miradas que se posaban sobre él. Su rostro impasible y su actitud distante no eran un mero capricho, sino la manifestación de una resolución férrea. Shoto Todoroki no buscaba la aprobación de sus compañeros ni la atención innecesaria; su única búsqueda era perfeccionar su habilidad única.

A pesar de su aparente indiferencia, los estudiantes no podían evitar observar, algunos con temor, otros con asombro. La fama de ser el vástago de Endeavor no era la única razón de su reconocimiento instantáneo; la cicatriz que cruzaba su ojo izquierdo contaba una historia propia. Una marca que llevaba desde su infancia y que había definido su destino desde muy temprano.

Así, en ese primer día en la U.A, Shoto Todoroki se adentraba en un territorio donde la competencia y la camaradería se entrelazaban. Su quirk de hielo se erigía como su único compañero, mientras que su corazón ardía con la llama de la determinación que le impulsaba a desafiar las expectativas y forjar su propio camino, bajo las sombras de su pasado y las sombras de su padre.

En medio del bullicio del pasillo, una joven de cabello castaño se abría paso velozmente entre los alumnos, acompañada de un amigo que compartía su alegría desbordante. Sus risas resonaban en el aire, entremezclándose con los murmullos y las conversaciones de los demás estudiantes. Mientras tanto, los ojos curiosos de varios se posaban en ella, observando su paso con una mezcla de admiración y curiosidad.

La chica irradiaba una energía contagiosa, su rostro iluminado por una sonrisa genuina que reflejaba su emoción palpable. A su lado, su amigo compartía su entusiasmo, creando un aura de camaradería y diversión a su alrededor.

El sonido alegre de la risa de la joven atrajo la atención de Shoto, quien alzó la mirada en su dirección para identificarla claramente. Su cabello castaño, suave a la vista, parecía danzar con cada movimiento que ella hacía. Aparentaba ser de estatura más baja que él, y su rostro estaba adornado con una amplia sonrisa y unos ojos del mismo color de su cabello, ligeramente caídos pero llenos de vida.

La risa de la muchacha resonó en los oídos de Shoto, provocando en él una única y clara impresión: "Insoportable".

La intensidad de sus emociones se reflejó en esa simple palabra, revelando su incomodidad ante la actitud efusiva y alegre de la chica. Para Shoto, acostumbrado a la seriedad y la reserva, la presencia de alguien tan vivaz y enérgico resultaba perturbadora.

Shoto apenas la vio durante unos breves segundos, y a pesar de su firme convicción, su expresión seguía siendo fría y distante, como era habitual en él. Sin embargo, algo sucedió que lo tomó por sorpresa.

Cuando la joven pasó a su lado, su mirada se encontró directamente con la de Shoto, sin rastro de temor ni vacilación, sino con una curiosidad palpable que lo descolocó por completo. Era como si pudiera leer más allá de su fachada imperturbable, como si pudiera vislumbrar las profundidades de su alma, algo que pocas personas habían logrado antes.

El corazón de Shoto dio un vuelco ante esa mirada inquisitiva, sintiendo una incomodidad inexplicable que se mezclaba con una extraña fascinación. Aquella chica, cuya sonrisa y risa parecían tan insoportables al principio, ahora le mostraba un aspecto desconocido de sí misma, uno que despertaba una curiosidad igualmente intensa en él.

Por un instante, Shoto se vio obligado a apartar la mirada, sintiéndose expuesto de una manera que no estaba acostumbrado. Aquel breve intercambio de miradas había revelado mucho más de lo que él estaba dispuesto a admitir, dejando al descubierto una vulnerabilidad que prefería mantener oculta bajo su máscara de indiferencia.

Y así, mientras continuaba su camino por los pasillos de la U.A, Shoto Todoroki se encontraba luchando contra una serie de emociones contradictorias, enfrentándose a una verdad incómoda que se negaba a ignorar: que la presencia de esa joven, con su mirada penetrante y su curiosidad sin límites, había logrado traspasar las barreras que él mismo se había encargado de erigir a su alrededor.

Esto lo molestó.

Una vez que Shoto se alejó del pasillo, al otro lado, la joven mantuvo su mirada fija en él, analizando cada gesto y expresión en un intento por descifrar qué había visto en él, pero la castaña no logró llegar a una conclusión de inmediato.

—Tsuki —la llamó Sero, confundido al ver que ella se quedaba parada en medio del pasillo. —¿Qué estás haciendo?

—¿Quién era ese chico? —preguntó Tsuki, con sincera curiosidad, sin apartar la vista del lugar donde Shoto se había alejado.

—¿No lo sabes? —inquirió Sero, sorprendido por la falta de conocimiento de su amiga.

—No, por eso te estoy preguntando. —respondió Tsuki de manera evidente, haciendo que Hanta rodara los ojos, pero ella seguía observando en dirección al chico de hielo y fuego.

—Deja de mirarlo así, podría notarlo. —advirtió Sero, intentando bloquear la vista de Tsuki.

—¿Qué tiene de malo? Solo estoy mirándolo como los demás. —se defendió Tsuki, sin apartar la mirada del lugar donde Shoto se encontraba.

—No, conozco esa mirada. —afirmó Sero, colocándose frente a su amiga para bloquear su visión. —Esa mirada es la que usas cuando quieres entrometerte en la vida de las personas.

—Lo vi algo triste... —murmuró Tsuki, mirando por encima del hombro de Sero hacia donde había visto a Shoto, con una expresión llena de curiosidad, sin prestar mucha atención a las palabras de su amigo. —¿Se habrá asustado porque lo miré a los ojos?

—Tsuki, a veces no te entiendo... vamos, vámonos. —insistió Sero, tomando el cuello de la chaqueta del uniforme de Tsuki y arrastrándola consigo, mientras ella seguía observando el lugar por donde Shoto se había ido.

Por su parte, Shoto, incluso desde la distancia, podía sentir la penetrante mirada de la chica, lo que le llevó a formarse otra opinión sobre ella.

"Entrometida", pensó Shoto para sí mismo, mientras continuaba su camino, sintiendo la curiosidad de Tsuki aún palpable en el aire y preguntándose qué más podría esconder esa chica de cabello castaño y mirada penetrante.

A pesar de ese primer encuentro marcado por la incomodidad y la desconfianza, Shoto y Tsuki estaban lejos de imaginar que, en un futuro cercano, se convertirían en el sostén emocional del otro.

Una amistad que la misma guerra arrebató de ellos.

El multiverso se convierte en un escenario donde cada estrella en el cielo representa un destino, cada galaxia, una realidad alternativa. Y en cada una de estas constelaciones de realidades, Shoto y Tsuki podrían haber existido, juntos o separados, tejidos en el tapiz mágico de las múltiples existencias, donde la tristeza y la belleza convergen en un solo suspiro cósmico

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