THE FURY
Desde la lejanía, los jóvenes estudiantes de la clase 1-A observaban el campo de batalla, donde la lucha entre héroes y villanos alcanzaba su punto culminante. La evacuación de la U.A estaba en pleno apogeo, con ciudadanos corriendo en busca de refugio seguro. Sin embargo, la atención de Shoto se enfoca en un único objetivo: su hermano, Touya.
Con determinación en la mirada, el muchacho avanzaba hacia la salida de la U.A junto con los demás prohéroes, listo para enfrentar su destino. Pero una mano lo detuvo en seco.
—Te acompañaré. —declaró Tsuki con valentía, tomando la mano de su mejor amigo. En sus ojos se reflejaba la misma determinación que los impulsaba a todos.
—Por supuesto que no. —respondió, intentando desvincularse, pero Tsuki no cedía.
—No pedí tu permiso. —su tono era firme, sin rastro de duda. El chico suspiró, exasperado por la obstinación de su amiga.
—Esta es una pelea que debo enfrentar solo, Tsuki. —intentó argumentar.
—No, es una pelea que quieres enfrentar solo, pero no lo permitiré. —la castaña apretó suavemente la mano de su amigo, sus ojos oscuros clavados en los suyos. —Quizás no entienda completamente lo que ha ocurrido en tu familia, no sé lo que es tener una a decir verdad... Pero sí sé que lo más cercano a alguien a quien llegaré a amar profundamente eres tú, y no permitiré que luches solo, Todoroki.
La mirada de Tsuki no dejaba lugar a la negación. Era una promesa, una muestra de apoyo inquebrantable en medio del caos que se desarrollaba a su alrededor. Shoto, a pesar de su reticencia inicial, comprendió que tenía a una amiga decidida a enfrentar cualquier desafío a su lado. Juntos, avanzarían hacia el inevitable conflicto, listos para desafiar su destino compartido.
—Nunca dejarás de ser obstinada, ¿verdad? —comentó con una pequeña sonrisa, a lo que Tsuki respondió con su característica determinación.
—Esa es la razón principal por la que te he caído bien, ¿o no? —dijo la chica de los portales con un destello travieso en sus ojos. Shoto no pudo evitar asentir, reconociendo que esa terquedad era parte de lo que los había unido como amigos.
Ambos jóvenes compartían una mirada que reflejaba la pesadez de la situación. La guerra se desplegaba a su alrededor, y los jóvenes héroes se encontraban en medio de un conflicto que los desafiaba más allá de sus límites. En sus mentes resonaba un pensamiento compartido.
“Somos muy jóvenes para esto…”
La mirada bicolor del muchacho se desvió hacia el horizonte, pero pronto se posó en los ojos café de Tsuki. A pesar de la determinación y valentía que mostraba, Shoto pudo captar un rastro de miedo en su expresión. Era comprensible; la línea entre la vida y la muerte se desdibuja en esa guerra indiscriminada que afectaba a héroes, villanos, civiles y jóvenes por igual.
Entrelazando sus dedos con los de Tsuki, Shoto elevó la pequeña mano de su amiga hasta la altura de sus mentones.
—Te prometo que te protegeré… —declaró Shoto con seriedad, sus ojos grises y turquesa encontrando los amatistas de Tsuki. La expresión de ella se suavizó levemente, y un calor reconfortante se apoderó de su pecho.
Tsuki dio un paso hacia Shoto y, sin dudar, lo abrazó con fuerza. En medio de la incertidumbre de la guerra, encontraron consuelo y fortaleza en el afecto mutuo. No era solo un gesto, sino un compromiso compartido en un escenario donde cada momento podía ser el último.
Pronto, sus frentes se unieron y de alguna forma, ninguno de los dos quería separarse de este abrazo, Shoto deseaba decir algo, hacer algo, pero no lograba emitir palabra o acción, ya que este abrazo no era suficiente para él.
Luego se pudo escuchar como los pro-heroes llamaban al resto de los alumnos, por lo que Tsuki y Shoto tuvieron que separarse por más que ellos no lo deseaban.
—Vamos…
La voz firme del joven llegó a los oídos de Tsuki quien accedió a aquella orden, ambos encaminandose hacia el campo de batalla.
A medida que avanzaban hacia el campo de batalla, el aire estaba cargado de una mezcla de determinación y ansiedad. Shoto y Tsuki compartían silenciosamente la tensión del momento, sin estar conscientes de lo que el destino les tenía reservado.
Shoto, con su mirada fija en el frente, apretó los puños con fuerza, sintiendo la responsabilidad de proteger no solo a aquellos que lo rodeaban, sino también a la única persona que había logrado abrir una grieta en el hielo que envolvía su corazón.
Tsuki caminaba a su lado, compartiendo la carga emocional que la guerra imponía en sus jóvenes hombros. La preocupación se reflejaba en sus ojos, pero no había espacio para las palabras en ese momento.
A medida que se adentraban en la tormenta, sus manos se encontraron nuevamente en un gesto instintivo de apoyo. No sabían que este sería el último atisbo de calma antes de la tempestad, antes de que uno de ellos se viera arrastrado por las mareas de la tragedia. Pero por ahora, compartían un abrazo silencioso, anhelando que el calor de ese momento pudiera perdurar en medio de la oscuridad que les aguardaba.
Tsuki sentía el peso del dolor físico y emocional mientras yacía en el suelo, sus manos atadas y su cuerpo maltrecho. El sonido de las cadenas resonaba como un eco de su propia impotencia en ese desolado pasillo del "palacio" de Shigaraki Tomura. El sol castigador se cernía sobre el mundo apocalíptico, testigo mudo de la caída de los héroes y el surgimiento de los villanos.
El panorama ante sus ojos era desgarrador: ciudadanos escondidos en cuevas, sus semblantes desaliñados y miradas desesperadas. Tsuki observaba cómo la anarquía y la locura se habían apoderado de este universo devastado, un resultado aún más catastrófico de lo que había imaginado en sus peores pesadillas.
En un brutal tirón de las cadenas, la chica fue forzada a arrodillarse en la asfixiante arena. Los seguidores de Shigaraki la inmovilizaron con violencia, y ella luchaba en vano por liberarse, su debilidad después del viaje interdimensional pesando sobre cada intento de resistencia.
—Fuiste un verdadero dolor de cabeza... —la voz de Shigaraki resonó en la sala, cargada de un desprecio palpable. —Sé que no eres la muchacha de los portales, porque recuerdo claramente cómo te desintegré con mis propias manos.
La presión del pie de Shigaraki en la cabeza de Tsuki aumentó, llevando consigo una oleada de dolor. La viajera no pudo contener un quejido, pero su mirada ardía con enojo e ira.
—Estás demasiado débil para hacer algo —continuó Shigaraki, su tono siniestro resonando en la penumbra del salón. —Pero no te preocupes, tengo planes especiales para ti, algo que te hará útil.
Tsuki, a pesar de su debilidad, mantenía la mirada fija en el gran villano, sus ojos reflejando una mezcla de furia y desafío. En su mente, surgían pensamientos de resistencia, de encontrar una manera de escapar de esta pesadilla y regresar a su propio universo. La batalla apenas comenzaba, y Tsuki estaba decidida a luchar contra las oscuras maquinaciones de Shigaraki, incluso en este mundo distorsionado por el caos.
Luego fue conducida por los seguidores del rey de los villanos a través de pasillos oscuros y retorcidos mientras uno de ellos también la tomaba y le ponía en el rostro un bozal metálico para evitar que ella en su desesperación por escapar, los atacara de forma salvaje, preguntándose qué destino le esperaba en aquel palacio apocalíptico.
Sin emitir una palabra, la arrojaron a una celda, un recinto desolado que resonaba con el eco de sus propios pensamientos.
Antes de que pudiera comprender completamente su situación, las manos ásperas de los secuaces la alzaron brutalmente desde el suelo, suspendiéndola en lo alto de la celda. Las cadenas que la aprisionaban le causaban un dolor agudo en las muñecas, como si estuvieran decididas a recordarle su impotencia. La habitación se llenó con el sonido metálico de los grilletes, una sinfonía discordante que acompañaba el susurro de viento que se colaba por las grietas de la desgastada construcción.
Las cadenas apretaban implacables, marcando la piel de la viajera con su mordida fría. La fricción del metal contra su carne provocaba pequeñas heridas que, con el tiempo, se convertirían en símbolos silenciosos de su resistencia. La sangre escapaba lentamente, teñida por la cruel danza de los grilletes, pero Tsuki mantenía la mirada elevada, desafiante, negándose a mostrar debilidad ante sus captores.
Desde su posición elevada, ella pudo observar el panorama desolador de su prisión: paredes descascaradas, polvo danzando en el aire como espectral testigo de la decadencia que la rodeaba. La celda parecía una jaula impenetrable, pero Tsuki no se permitía la derrota. Su mente giraba con determinación, buscando fisuras en la armadura aparentemente indestructible de su encierro.
El laboratorio bullía de actividad, luces parpadeantes y monitores mostrando destellos de información multiversal. La IA de Tsuki se movía con una elegancia algorítmica, calculando y procesando datos con una velocidad sorprendente. Mientras tanto, el resto del equipo se sumergía en la preparación del plan para rescatar a Tsuki de ese universo apocalíptico.
Aiba, con su habitual eficiencia, entregaba a Shoto todo lo necesario para enfrentar los desafíos que aguardaban al otro lado del portal. Una mochila cargada con suministros esenciales, ropa adaptada al inhóspito desierto, la espada de Tsuki y una variedad de armas. Shoto aceptaba cada elemento con determinación, aunque en su pecho resonara el eco sutil del temor y nerviosismo. A pesar de eso, su resolución era inquebrantable; no dejaría que Tsuki enfrentara sola la pesadilla que se desataba en ese universo distorsionado.
Touya y Keigo, atentos a las pantallas, trazaban la ruta multiversal con destreza. Aunque cada destello de luz en el monitor parecía un paso incierto en lo desconocido, la presencia constante de la IA de Tsuki suavizaba el proceso, haciendo que la tarea desafiante fuera más llevadera.
Frente a ellos, un pequeño dispositivo tomaba forma, adquiriendo la apariencia de un reloj peculiar. Era el puente entre los universos, la llave que permitiría a Shoto cruzar los límites de la realidad y adentrarse en el territorio donde Tsuki se encontraba atrapada.
—Ya está listo. —Touya anunció con firmeza, sus ojos centelleando con una mezcla de determinación y preocupación. Giró su mirada hacia Shoto, reconociendo la carga emocional que llevaba consigo. —Este reloj te llevará a donde necesitas ir.
Keigo asintió con solemnidad, compartiendo la seriedad del momento. Shoto, con el dispositivo en su muñeca, inspiró profundamente, la llama de la determinación ardiendo más intensamente que nunca en sus ojos heterocromáticos.
El ambiente en el laboratorio se cargaba con una mezcla de anticipación y nerviosismo. Keigo advertía a Shoto sobre el límite de viajes del dispositivo, un recordatorio de la fragilidad de la tecnología que estaban a punto de utilizar. La sorpresa y la incredulidad se reflejaban en la expresión del héroe.
—Deberás tener cuidado, el límite de viajes que puede soportar el dispositivo es de tres viajes multiversales por tratarse de un prototipo. —Keigo declaró, sus ojos expresando tanto asombro como preocupación. —Nunca creí que llegaríamos a realizar algo de esta magnitud…
Aiba, por su parte, finalizó la entrega de los elementos esenciales para el viaje de Shoto. La atención se centraba en el héroe de hielo y fuego, quien asimilaba la información y se preparaba para lo que vendría.
—También deberás tener cuidado con los elementos, al no ser de su universo original podrán distorsionarse o hacer “glitch” cuanto más tiempo pases, el tiempo va a ser crucial. —advirtió la joven de cabellos fucsia, agregando otra capa de complejidad a la misión.
Shoto asintió con seriedad, agradeciendo internamente la meticulosidad con la que el equipo había abordado cada detalle. La katana, con su carga genética, había sido clave para trazar la ruta precisa hasta el universo donde Tsuki estaba atrapada. La holografía de Tsuki se materializó a su lado, señalando el dispositivo que sería su pasaje a través de las realidades distorsionadas.
Con movimientos precisos, Tsuki trazó la primera ruta multiversal en el dispositivo, marcando las coordenadas de los dos universos cruciales: el suyo y el de la joven perdida. Cada línea luminosa que se formaba en la pantalla representaba un paso hacia el rescate, un vínculo entre dos almas que la distorsión dimensional había separado.
—Todo está listo, solo debes apretar el botón rojo para abrir el portal hacia el universo asignado y estarás allí. —exclamó mirando con una sonrisa a Shoto.
El muchacho de cabellos carmesí y platinados asintió levemente y luego miró a todos los presentes, sintiéndose nuevamente agradecido por la ayuda de estos.
—No sé cómo agradecerles.
El momento antes del viaje multiversal estaba impregnado de emociones intensas, Shoto expresó su gratitud hacia sus compañeros. Keigo, con su característico desapego, respondió con la simplicidad de alguien que actúa por el bien común.
—No debes. —Keigo declaró con firmeza. —Lo haríamos otra vez de ser necesario.
Touya, en cambio, se aproximó a Shoto en un gesto que resonaba con la gravedad del pasado. Los dos hombres se enfrentaron con miradas que reflejaban años de complejidades no resueltas. La agudeza de los ojos de Touya se encontraba con la incertidumbre que persistía en el corazón de Shoto. Durante un instante, la tensión flotó en el aire, como un eco de los conflictos pasados.
Sin embargo, la sorpresa se apoderó de Shoto cuando Touya rompió el silencio con palabras inesperadas.
—Lamento lo que hice en tu universo.
La disculpa resonó en el laboratorio, un eco inesperado de redención. Shoto, inicialmente sorprendido, percibió la sinceridad en las palabras de Touya de este universo. Una fracción de segundo de incertidumbre se disipó y, en cambio, surgió una extraña sensación de alivio.
—No tienes que disculparte por nada… —respondió Shoto, sus propias palabras dejando perplejo a Touya. —Creo que saber que hay un universo donde no ocurrió la tragedia que nos marcó como familia… me deja tranquilo.
La tensión se disolvió entre los dos hermanos, y por un instante, las barreras que habían existido en su relación parecían desvanecerse. Shoto dejó escapar un suspiro, liberando una carga que llevaba consigo desde hace tiempo. En ese momento, la complejidad de sus vínculos se redujo a una conexión más profunda, una comprensión mutua que iba más allá de las dimensiones y las realidades distorsionadas.
El viaje multiversal aguardaba, pero por ahora, en ese pequeño rincón del laboratorio, la reconciliación silenciosa entre dos hermanos resonaba como un preludio de posibilidades y redención.
—Es hora, Shoto… —Tsuki exclamó.
El momento crucial había llegado, y Tsuki, en su forma holográfica, señaló el reloj multiversal en la muñeca de Shoto. Era hora de cruzar el umbral hacia el universo apocalíptico donde Tsuki estaba atrapada. Los ojos del héroe se fijaron en el dispositivo, consciente de la trascendencia de lo que estaba a punto de emprender.
Ante sus ojos, una gama de colores comenzó a danzar frente al pequeño grupo, fusionándose en un portal multicolor que destellaba tonos de rojo y azul. Era la entrada al universo distorsionado, el camino hacia la oscura realidad que Tsuki enfrentaba. Shoto inhaló profundamente, sintiendo la mezcla de nerviosismo y determinación que revolvía su ser.
—Sé que en tu universo no lograste salvarla, pero esta es tu oportunidad para poder remediar el dolor de aquellos momentos que tanto te atormentan, Shoto… —Tsuki susurró, su voz resonando en la penumbra del laboratorio. Extendió su mano holográfica y la posó con ternura en la mejilla del héroe.
El gesto inmaterial llevaba consigo un peso emocional, las palabras de Tsuki penetraban en el alma de Shoto, removiendo los recuerdos dolorosos que lo habían atormentado. La conexión entre los dos era palpable, incluso a través de las barreras dimensionales.
—Sé que en tu universo ella te amó tanto como tú la amaste a ella.
Shoto sintió la carga en su pecho aliviarse por un momento. Las palabras de Tsuki actuaban como un bálsamo en las heridas del pasado. Sin darse cuenta, unas lágrimas se formaron en sus ojos, pero una sonrisa se dibujó en su rostro.
Finalmente, el héroe se encaminó hacia el portal que se abría ante él, una última oportunidad para salvar a su amiga y redimir los errores de su pasado. Con un último vistazo a sus compañeros, Shoto se sumergió en la vorágine de colores, dejando atrás la seguridad del laboratorio y enfrentándose al desconocido.
La promesa de un reencuentro resonaba en el aire, y la determinación de Shoto guiaba su paso hacia la aventura final.
El calor asfixiante oprimía a Tsuki en la celda, cada aliento era un esfuerzo y su cuerpo temblaba por el dolor que se extendía como una sombra constante. La debilidad la envolvía, y el sudor formaba una capa sobre su frente, gotas que caían al suelo arenoso como testigos mudos de su sufrimiento.
Sus muñecas, atrapadas en cadenas implacables, apenas emitían sensaciones. Ella sentía cómo la fatiga y el dolor la empujaban hacia la rendición. En esos momentos oscuros, solo un pensamiento resonaba en su mente como un eco persistente: Shoto.
Con la mirada clavada en el suelo, el pensamiento de haber perdido a Todoroki una vez más la acosaba. La culpa la envolvía como un manto pesado recordándole que, de alguna manera, había causado su desaparición.
"Lo maté otra vez..." se repetía en su mente, una letanía de autorreproche que la consumía.
Pero luego, un pensamiento más oscuro se infiltró en sus pensamientos.
"La que debería morir soy yo..."
Una sensación de desesperación y auto-acusación se apoderaba de ella. Las lágrimas, símbolos silenciosos de su dolor, comenzaron a deslizarse por sus mejillas, mezclándose con la capa de sudor que cubría su rostro.
La culpa, el dolor y la rendición se entrelazan en un torbellino de emociones. Tsuki, atrapada en la desolación de su celda, se enfrentaba no solo al tormento físico, sino a la carga emocional de creer que, una vez más, había perdido a Shoto y condenado a otro a su mismo destino. En la oscuridad de la celda, su espíritu se quebrantaba, y el peso de sus acciones se volvía insoportable.
En la oscuridad agobiante de la celda, un último recuerdo de Shoto se manifestó en la mente de la castaña, un destello de luz en medio de la desesperación. Revivió aquel momento antes de la tragedia, cuando sus manos se entrelazaron y el deseo de huir juntos se convirtió en una necesidad imperante. La calidez de su abrazo, los recuerdos de su amor compartido, todo se desplegó ante sus ojos internos.
El eco de su amor no expresado resonaba en su corazón. Tsuki se aferraba a ese último recuerdo como a un salvavidas en medio de la tormenta. La necesidad de liberarse de la celda, de alcanzar a Shoto y rescatarlo, se intensificó con cada imagen que surgía en su mente.
Enfocándose en sus recuerdos, Tsuki cerró los ojos y buscó en lo más profundo de su ser. Cada detalle, cada gesto amoroso, cada momento compartido se convirtió en un anclaje mental. La energía de esos recuerdos se transformó en un impulso, una fuerza que comenzó a despejar las sombras de la rendición que la amenazaban.
Tsuki respiraba profundamente, intentando encontrar la calma en medio del caos. Se sumergió en la conexión con Shoto, utilizando cada recuerdo como una herramienta para romper las cadenas que la mantenían prisionera, no solo en la celda física, sino también en las barreras mentales que le impedían utilizar su don de crear portales.
El bloqueo mental se volvía cada vez más tenue a medida que se sumergía en la fuerza de sus recuerdos. Determinada a superar sus propias limitaciones, ella canalizaba el amor compartido y la necesidad urgente de salvar a Shoto. La celda, aunque tangible, comenzaba a perder su poder sobre ella, y luchaba contra la rendición, dispuesta a desafiar las fuerzas que la mantenían prisionera.
Los susurros de aliento resonaban en la celda mientras Tsuki se sumergía en la tarea desafiante de desbloquear el potencial de su quirk. Se repetía a sí misma palabras de ánimo, como si cada susurro fuera un eco que resonaba en la caverna de su mente.
—Vamos Tsuki… vamos…
La concentración se volvía un esfuerzo titánico, pero ella se aferraba a los recuerdos que no causaban dolor, aquellos en los que confiaba y encontraba consuelo. Eran las memorias de amor compartido y momentos felices, destellos de luz en medio de la oscuridad que amenazaba con envolverla por completo.
Sus manos, débiles pero decididas, se movían en círculos temblorosos. Era un gesto que conocía bien, la danza de sus dedos que solía desencadenar la creación de portales. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, nada parecía materializarse. La frustración y la debilidad amenazaban con desanimarla, pero Tsuki persistía.
Los recuerdos de sus entrenamientos se agolpaban en su mente, como guías que intentaban mostrarle el camino. Era como volver a dar los primeros pasos, encontrar el equilibrio en su quirk a pesar de su debilidad actual. Tsuki se esforzaba por recuperar la conexión con su don, desafiando las limitaciones de su cuerpo y mente.
Cada intento era un paso hacia adelante, un acto de resistencia contra la rendición que acechaba en las sombras de su celda. Con determinación, luchaba por recuperar la fuerza que le permitiría abrir un portal y escapar de su encierro, consciente de que la clave para salvar a Shoto y a sí misma yacía en su capacidad de superar las barreras que se interponían en su camino.
Finalmente, pequeños destellos violetas comenzaron a formarse en la punta de sus dedos mientras Tsuki seguía concentrada en encontrar el bloqueo que tanto le impedía usar su don, entre suaves respiraciones y recuerdos que le traen la paz que su mente tanto buscaba durante estos dos años que estuvo perdida en la inmensidad del multiverso.
Los destellos violetas se desplegaban en la penumbra de la celda, transformando gradualmente la oscuridad en una danza de luz. Los parpadeos de energía se volvían más intensos, formando un pequeño disco en la punta de los dedos de Tsuki. El destello se expandía, iluminando la cadena que la mantenía prisionera, hasta que finalmente se materializó en un haz de energía que cortó la cadena como una cuchilla afilada.
Un gemido de dolor escapó de los labios de la chica cuando cayó al suelo, pero lo silenció rápidamente para evitar ser descubierta. A pesar del dolor físico, la satisfacción brillaba en sus ojos mientras observaba cómo su quirk, aunque desafiado y debilitado, cumplía su cometido.
La castaña se sentó en la arena áspera de la celda, decidida a aprovechar la oportunidad para entrenar y recuperar el control perdido de su poder. Con muñecas heridas, manos manchadas de sangre y temblores persistentes, movía sus dedos en movimientos precisos, intentando nuevamente dar vida a un portal. Cada intento era un acto de resistencia contra la adversidad, una lucha contra la debilidad que la había aquejado.
La concentración de Tsuki era palpable, su determinación innegable. Los destellos violetas parpadeaban en sus ojos cerrados, signos de la conexión que estaba tratando de restablecer con su quirk. A través del caos en su mente, buscaba el hilo que la uniría a su don.
Finalmente, un portal se abrió en la pared de la celda, revelando a prisioneros atrapados en la misma situación que ella. Al abrir los ojos, sintió la humedad de lágrimas que expresaban una emoción diferente: la alegría de haber logrado reconectar con su quirk después de tanto tiempo.
El siguiente paso de su plan de escape estaba en marcha. La determinación y el resurgir de su quirk marcaban el inicio de la liberación, y Tsuki estaba lista para enfrentar lo que viniera a continuación.
El portal vibrante se cerró tras el aterrizaje de Shoto, dejándolo de rodillas en la arena áspera. El viaje multiversal había dejado su marca en él, pero la determinación ardía en sus ojos. Con el peso del propósito en su corazón, se levantó y se encaminó hacia la misión que le esperaba.
Los colores vibrantes de otro universo desaparecieron, revelando un paisaje desértico donde un campamento rebelde se alzaba en la distancia. Shoto avanzó con cautela, observando el constante movimiento en el campamento. Sin embargo, su atención fue capturada por un grito que resonó en el aire.
“¡Los prisioneros fueron liberados! ¡Es nuestro momento de atacar!”
Las palabras del rebelde resonaron como un llamado a la acción, y los seguidores del campamento respondieron con un grito de guerra que se elevó desde lo más profundo de sus corazones. Shoto se mantuvo oculto en las sombras, evaluando la situación. La liberación de prisioneros marcaba un cambio en el equilibrio de poder, y la oportunidad de atacar estaba en juego.
Con sigilo y determinación se preparó para unirse a la lucha. Aunque las dimensiones y realidades se entrelazaban a su alrededor, su propósito era claro: encontrar a Tsuki y llevarla de vuelta a casa. El campamento rebelde ofrecía un punto de partida, un escenario donde la batalla se libraba con la esperanza de un cambio y la promesa de un reencuentro.
Los rebeldes se lanzaron al campo de batalla, tomando armas y subiéndose a sus vehículos modificados para el escenario apocalíptico. Shoto se infiltró entre ellos, ocultándose entre las capas de su vestimenta adaptada al desierto. Con sigilo, se unió a uno de los grupos rebeldes, preparado para la batalla que se avecinaba.
Las camionetas, autos y motocicletas rugieron en vida, listas para llevar a los rebeldes hacia su destino. El se subió discretamente detrás de una de las camionetas, manteniéndose oculto de las miradas curiosas. Cuando menos lo esperaba, el vehículo comenzó su marcha, llevándolo hacia la inminente confrontación.
Mientras avanzaban, revisó su reloj en busca de la señal de Tsuki en este universo. La sorpresa se reflejó en su rostro al darse cuenta de que la pista que indicaba el paradero de la chica se movía rápidamente en dirección opuesta a la que ellos se dirigían. La situación se complicaba, y Shoto se preparó para enfrentar nuevos desafíos.
En la distancia, entre las dunas y llanuras del desierto, divisó otro grupo de vehículos que escapaba del palacio del villano. Detrás de ellos, vehículos enemigos perseguían, buscando interceptar a los rebeldes y prisioneros que huían. La batalla se aproximaba, y Shoto estaba en medio de ella, con la esperanza de encontrar a Tsuki.
Las noticias sobre la fuga resonaron entre los rebeldes mientras observaban la batalla que se desarrollaba en la distancia. La sorpresa y la confusión se mezclaron en sus voces mientras discutían la situación.
—¿Cómo han logrado escapar?
—Uno de los infiltrados dijo que fue una de las prisioneras, no sabe quién, ¡Pero adelantó nuestros planes!
—¡No solo logró liberar a los prisioneros! ¡Está escapando con la fuente de agua del palacio!
Los rebeldes se acercaron a la ventana de la caravana, algunos utilizando binoculares para observar la escena. Mientras tanto, Shoto subió al techo de la caravana, donde se sentía más seguro. Sacó unos binoculares que Aiba le proporcionó para la misión y se unió a la observación.
Desde su posición elevada, Shoto vio cómo un gran camión avanzaba entre las dunas, seguido de otros vehículos que intentaban protegerlo de los villanos que se aproximaban, disparando caóticamente. Pero el corazón de Shoto se detuvo al identificar la figura femenina en el techo del camión.
Tsuki sostenía un arco y flechas, disparando con velocidad y precisión mientras dirigía su furia hacia los enemigos. La mirada de determinación y la expresión furiosa en su rostro revelaba no sólo su habilidad con el arco, sino también la intensidad de su deseo de ayudar a los rebeldes y prisioneros.
Sin darse cuenta, Shoto esbozó una sonrisa al verla en acción. A pesar del caos que los rodeaba, ver a Tsuki demostrando su valentía y habilidades en la batalla llenó su corazón de alivio y esperanza.
La caravana giró rápidamente en una dirección inesperada, dejando a Shoto desconcertado. Descendió del techo y se acercó al conductor, expresando su confusión.
—¡Ey! ¡La batalla está al otro lado!
—¡Nosotros iremos al palacio! ¡Todos los villanos están detrás del camión y eso nos da oportunidad para tomar el palacio a nuestro poder!
—¡Pero necesito ir a la batalla!
El conductor miró al frente y luego a su copiloto, observando a través del espejo retrovisor cómo algunos autos se aproximaban rápidamente.
—¡Ve con ellos!
Shoto recibió la señal del chofer y, en un rápido movimiento, saltó de la caravana al techo de otro vehículo que se dirigía hacia el centro de la batalla. Mientras el nuevo vehículo aceleraba, se comunicó con sus compañeros a través de la radio, coordinando sus acciones para enfrentar la confrontación que se avecinaba.
La velocidad del vehículo aumentó, llevando a Shoto hacia la intensidad de la batalla. En su mente, la determinación ardía más fuerte que nunca. Sabía que, al unirse a la lucha, estaría un paso más cerca de reunirse con Tsuki y cumplir su objetivo. La caravana siguió su rumbo hacia el palacio, mientras Shoto se sumergía en la vorágine de la batalla en busca de su amiga.
Tsuki se mantenía firme en su posición, disparando flechas con velocidad y precisión para proteger el camión y a los rebeldes que lo acompañaban. Sin embargo, la desventaja numérica comenzó a hacerse evidente cuando los enemigos respondieron con una lluvia de disparos dirigidos hacia ella.
Con agilidad y destreza, la viajera se agachó y se movió sobre el contenedor del camión, esquivando los proyectiles enemigos. La castaña respondió con puntería certera, apuntando a los choferes de los vehículos enemigos y causando colisiones que interrumpieron su avance.
A pesar de sus esfuerzos, Tsuki notó cómo más vehículos de gran tamaño se aproximaban. Desde ellos, los enemigos saltaron hacia el camión, rodeándola y creando una amenaza inminente. La joven arquera se preparó para enfrentar el desafío, sosteniendo su arco con determinación mientras evaluaba las opciones disponibles.
La batalla alcanzaba su punto álgido, y Tsuki se encontraba en el epicentro de la tormenta, luchando no solo por su propia supervivencia, sino también por el éxito de la misión y la seguridad de aquellos que la rodeaban.
En el bullicio ensordecedor de la batalla, la chica se sumergió en un frenesí de movimientos ágiles y rápidos. La danza mortal del combate cuerpo a cuerpo se desataba mientras la joven arquera enfrentaba a cada enemigo que se acercaba con furia implacable.
Cada golpe era ejecutado con una destreza impresionante, la rapidez de sus movimientos casi se convertía en un parpadeo. Tsuki esquivaba ataques con gracia felina, deslizándose entre sus oponentes con agilidad sobrenatural. Sus puños y patadas eran letales, encontrando blancos precisos con la destreza de un artista marcial consumado.
Sin embargo, la batalla no era unilateral. A pesar de la ferocidad de sus ataques, Tsuki no estaba exenta de recibir contraataques. Golpes poderosos alcanzaban su cuerpo, desafiando su resistencia y dejándola vulnerable en momentos críticos. La destreza de sus oponentes se combinaba con la abrumadora cantidad de enemigos, formando una sinfonía caótica de golpes y movimientos.
A pesar de su habilidad en combate, Tsuki se encontraba en desventaja. La realidad del enfrentamiento la obligaba a desplegar cada gramo de su habilidad para sobrevivir. Cada embate era una lucha contra el tiempo y la adversidad, y aunque su furia ardía como una llama indomable, la joven guerrera se enfrentaba a una marea interminable de desafíos.
El combate cuerpo a cuerpo era una danza mortal en la que la agilidad y la furia se entrelazaban, y en medio de este torbellino, Tsuki continuaba luchando con determinación, buscando no solo sobrevivir, sino también superar los límites de sus propias habilidades.
El ataque sorpresivo de uno de los enemigos la desequilibró. Tsuki cayó de rodillas, sintiendo cómo el aire abandonaba sus pulmones en un suspiro entrecortado. La cadena que portaba, junto con el bozal de metal que oprimía su boca, la convertían en una prisionera indefensa. La situación empeoró cuando uno de los enemigos la sujetó por la cadena y comenzó a arrastrarla hacia el borde del camión. La intención era clara: lanzarla desde la altura y condenarla a una caída mortal entre los vehículos que seguían la caravana.
El abismo se abría ante ella, y en ese instante crítico, Shoto sintió cómo su corazón se detenía por unos instantes al ver a Tsuki en grave peligro. Un latido suspendido en el tiempo que despertó una furia incontrolable en él, una rabia que latía en sus venas y hacía tiempo no experimentaba. La sola idea de perder a Tsuki otra vez encendió un fuego avasallador en su interior.
Sin dudarlo ni un solo segundo, Shoto se dejó llevar por esa furia que inundaba su cuerpo. Un torrente de emociones encontradas, desde la angustia hasta la determinación, lo impulsaron hacia la acción. En un parpadeo, como si el mismo universo hubiera cedido ante su desesperación, Shoto se encontró sobre el camión, con los elementos de su poderoso quirk a su disposición.
El destino giró a su favor en una danza caótica de fuego y hielo. Llamas danzaban alrededor de sus manos, reflejando el ardor de su alma. Shoto era una fuerza desatada, un héroe movido por la pasión y el instinto de proteger a aquellos a quienes amaba.
La presencia de Shoto, el joven poseedor de poderes de fuego y hielo, irrumpió en la escena, cambiando las reglas del juego. Con movimientos precisos y habilidades extraordinarias, Shoto se lanzó al combate, enfrentándose a los villanos que rodeaban a Tsuki.
La batalla se volcó a favor de los héroes. Shoto desataba su poder con maestría, manejando el fuego y el hielo con una destreza impresionante. Llamas danzaban en el aire, congelando a los oponentes que se atrevían a desafiarlo. La dualidad de sus habilidades creaba un espectáculo impactante en medio de la oscura coreografía del combate.
Los villanos se encontraron con un adversario formidable. Shoto se movía con agilidad, esquivando los ataques enemigos mientras contraatacaba con una fuerza impresionante. Cada puñetazo o ráfaga de hielo dejaba a su paso la evidencia de un héroe determinado a proteger a su compañera.
La viajera quien se encontraba aturdida por el ataque se fue recomponiendo poco a poco pero su mirada se iluminó al ver que aquella persona que la había salvado había sido Shoto, y su corazón comenzó a acelerarse al verlo allí, sano y salvo luchando contra los enemigos que se enfrentaban y esto logró hacer que la esperanza de Tsuki volviera a nacer como una chispa en su corazón.
Una vez que logró liberarse de los enemigos, no dudó en girarse hacia Tsuki con una expresión de profunda preocupación. Los nombres resonaron en el aire cargados de emociones contenidas.
—Shoto...
—Tsuki...
No era necesario decir más. Como si el tiempo se hubiera detenido a su alrededor, ambos se acercaron con rapidez el uno al otro. En un encuentro que trascendía las palabras, se envolvieron mutuamente en un abrazo poderoso, como si estuvieran aferrándose a la certeza de que, a pesar de todo, seguían vivos y juntos.
Tsuki, incapaz de contener la avalancha de emociones que la embargaba, dejó escapar un llanto desgarrador mientras se aferraba a Shoto como si el acto mismo de sostenerlo fuera la única manera de asegurarse de que aún estaba allí. El abrazo era más que un gesto físico; era un anclaje en medio de la tormenta, una prueba tangible de que habían superado un peligro inminente.
Shoto, sintiendo la intensidad de las emociones compartidas, separó a Tsuki lo suficiente como para mirarla a los ojos. La preocupación y el alivio se reflejaban en su mirada al notar el bozal de metal que aún aprisionaba a la chica, una cadena que simboliza más que una restricción física.
—Tsuki... —susurró con suavidad, buscando tranquilizarla mientras sus manos se movían para liberarla del bozal y la cadena que lo sostenía.
Una vez liberada de aquellos elementos, Tsuki lo lanzó a un lado y volvió a rodear sus brazos al joven, llorando desconsoladamente pero también emocionada al verlo con vida.
—Lo siento… lo siento tanto… — solloza en los brazos de Shoto mientras el jóven la contenía y aguantaba sus ganas de llorar junto a ella. —Pero… ¿Como-
—Te lo explicaré luego, pero debemos salir de este universo rápido.
—¡Todavía no logro controlar mis poderes!
—¡No hace falta! —Shoto trató de tranquilizarla tomando su mano mientras ambos mantenían el equilibrio en el vehículo en movimiento.
Ambos alzaron sus miradas al escuchar un estruendo ensordecedor, un gran rugido de tormenta de arena se aproximaba velozmente, amenazando con devorar tanto a héroes como a villanos. La respuesta instintiva fue la retirada, y los antagonistas comenzaron a dar media vuelta para huir de la inminente catástrofe.
—Tenemos que irnos ahora —exclamó Shoto con urgencia.
Sin perder tiempo, alzó su muñeca mostrando el reloj multiversal, y rápidamente comenzó a configurarlo para activar un viaje dimensional. Tsuki, aunque confundida, mantuvo su atención en Shoto, siguiendo sus movimientos con expectación.
Los vibrantes colores rojos y azules se fusionaron y brillaron frente a ellos, dando forma a un portal que sería su vía de escape hacia el universo de Tsuki. Sin embargo, la tranquilidad fue interrumpida por un sonido repentino.
El estruendo del disparo resonó en la lejanía, marcando el inicio de una secuencia de eventos que cambiaría drásticamente el curso de su escape. Un dolor punzante atravesó la cintura de Tsuki y el brazo de Shoto, marcando sus cuerpos con la cruel realidad de que la tormenta de arena no sería el único peligro al que se enfrentarían.
—¡Tsuki!
Ambos héroes cayeron heridos sobre el techo del camión, la sangre mezclándose con la arena que ya cubría la superficie. La desconfiguración del reloj multiversal añadió un matiz de desesperación a la escena. El portal que se formaba frente a ellos ya no llevaba la promesa de su destino planeado; en cambio, revelaba un camino incierto y caótico.
Tsuki, con una expresión de dolor en su rostro, trató de incorporarse, pero la herida en su cintura la hizo gemir de angustia. Shoto, sintiendo la urgencia de la situación, luchó contra el dolor y se puso de rodillas.
El portal se abría ante ellos, una vorágine de colores vibrantes que parecía a punto de devorarlos. Sin embargo, antes de que pudieran reaccionar, otro disparo resonó en el aire. Una sombra en la distancia sostenía una escopeta, y la figura se difuminaba entre la tormenta de arena.
El segundo impacto fue certero: otro dolor, otra herida. Tsuki y Shoto cayeron hacia el portal, pero algo había cambiado. La desconfiguración del reloj multiversal, combinada con el disparo inesperado, alteró la trayectoria del portal, llevándolos a un destino desconocido. La tormenta de arena, la sangre derramada y el viaje interdimensional se fundieron en un caos indescriptible mientras los héroes se sumergían en la vorágine multiversal, sin control sobre su destino inmediato.
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