Octavo
— ¡Roier! ¡Se que mi hermanito está allí! —Exclamaba el pequeño Mexicano a la vez que golpeaba la puerta del susodicho.— ¡Abre la puerta!
Roier no sabía que hacer o dónde esconderse. Estaba petrificado.
¿Ahora que iba a hacer? ¿Iría con Missa a decirle que su "hermano" no era su "hermano" por sucesos mágicos de la vida?
¡No! Claro que no.
Tenía que pensar en algo, alguna excusa. ¡Lo que sea!
— La re puta madre... —Escuchó un murmullo enojado y Roier ya sabía que todo había valido verga.— ¿Por qué no dejan DORMIR?
Roier vió como el Híbrido se levantaba de la cama improvisada en el suelo, con la única intención de dirigirse hacia donde venía la voz de Missa.
Oh no, eso era malo.
— Lo voy a matar.
— ¡NO! ¡Espera! —Roier había saltado de su cama y se interpuso entre el mayor y la puerta de la habitación.— No puedes hacer eso, Spreen.
— ¿Por qué no? Correte.
El más alto intento empujar al menor pero este no se movió ni un centímetro.
— ¡Que no! Recuerda que ésta no es tu dimensión así que no puedes andar de impulsivo con cualquiera que se cruce en tu camino.
Spreen parecía analizar las palabras de Roier y luego de unos minutos finalmente se rindió (también porque tenía sueño), volviendo hacia las cobijas con un gruñido.
¿Cómo es que éste pendejo estaba todo cursi ayer y ahora estaba gruñendo cómo perro por no poder asesinar a alguien?
— Es verdad, sigo en éste lugar choto...
— Exacto, por eso no puedes actuar de forma impru-... ¡¿Cómo que "choto", pendejo?! ¡Mi casa es una obra de arte construida por tu gemelo y mejorada por mi! ¡Ten más respeto!
El Híbrido solo le respondió poniendo los ojos en blanco y de repente Roier quiso que volviera su Spreen de siempre, porque el que tenía en frente de alguna manera era más... ¿Gruñón?
— ¡Roier, no te hagas mamón! ¡Te escuché!
Volvió a escuchar un nuevo grito del Mexicano que aún esperaba abajo a que le abrieran la puerta y el chico araña soltó un bufido mientras se dejaba caer al lado del mayor.
— ¿Quien es ese? —Preguntó Spreen por primera vez demostrando algo de interés.
— Es tu... "Hermano" Missa. —Roier comenzó a explicar.— Bueno, realmente no, pero desde que una vez le salvaste la vida, él se apegó a tu otro Tú como si fuera su hermano mayor. —Terminó en resumen, ganándose una mirada dudosa del Híbrido.— No lo juzgues, él tiene problemas de abandono.
Spreen asintió lentamente intentando comprender la situación y volvió a preguntar:
— ¿En algún momento se va a ir?
— Ehh... No lo creo. Es demasiado sobre protector. —Roier hizo una mueca recordando la personalidad del más joven.— Debí imaginar que al no encontrarte en tu hogar, él iría a buscarte como si te hubiese pasado algo.
Ambos chicos se consumieron en un silencio. Roier intentando pensar alguna idea para evitar tener que explicarle todo al chico de máscara de esqueleto y a la vez sin incomodar al visitante de otra realidad.
— Está bien, podemos engañarlo.
Roier observó al Híbrido por sus repentinas palabras y negó.
— No, no nos va a creer.
— ¿Por qué no? Solo bajo, le digo que soy yo, que estoy bien y listo, joya.
El Mexicano no confiaba en ese plan. Creía que Missa era demasiado intuitivo para darse cuenta que algo andaba mal.
Pero si no había una mejor idea...
~ • ~
— Mira, puedo preguntar que pasó pero primero te voy a decir algo...
Juan se encontraba limpiando las heridas del más alto y quitando cada trozo de vidrio. Todo bajo la atenta mirada del mitad Oso que no había emitido palabra alguna desde que fue penosamente descubierto en esa escena.
— No importa que pase... No puedes desquitarte con el cuerpo de mi futuro esposo, ¿Entiendes?
Spreen suspiró derrotado. Sí, fue demasiado impulsivo lo que hizo.
— Perdón...
El Hechicero inspeccionó el rostro ajeno ante la respuesta tan desanimada.
— Algo te pasa porque, Primero: Nadie en su sano juicio haría la estupidez que acabas de hacer, y Segundo: Por experiencia se que un Spreen no se disculparía ni aunque le rogaran, seguro diría algo como "no me rompas las bolas" o "que pija te importa".
Dijo Juan, imitando el acento Argentino y ganándose una mueca de molestia de parte del Híbrido.
"Ah, sí, ahora conoces a todos los Spreen del Universo, dejate de joder." Pensó en responder el Híbrido pero no tenía ganas, así que solo volvió a quedarse callado mirando un punto fijo en el suelo.
Esto le dió pie a Juan para volver a hablar.
— Además... Esa reacción de ayer fue algo "curiosita" ¿Sabes? —El más bajo soltó una pequeña risa al recordar el repentino enojo del mitad Oso al escuchar cierto nombre desconocido. Obviamente Juan iba a intentar indagar sobre ese tema.
— ¿Por qué no me chupas la pija? —Finalmente contestó Spreen a la defensiva ganándose otra risa del contrario.
— Allí está. Ese es Spreen.
Ante la broma, Spreen alejó su mano herida con enojo.
Lo que le faltaba: Un boludo que se burlara de él.
— Jaja, que risa bro, sos re gracioso eh. —Respondió sarcásticamente para luego voltear hacia otro lado.
Juan lo ignoró solo para seguir intentando sacarle información al más alto.
— Así que... ¿Quién es Roier? —Finalmente preguntó ganándose otra mirada enojada del Híbrido.
— ¿Y a vos que te importa?
— A ti parece importarte mucho, por eso pregunto.
Spreen respiró hondo para no cometer un crimen de odio y soltó el aire retenido. Quizás no era tan malo hablar sobre eso. Necesitaba desahogarse un poco y después de todo estaba en un lugar completamente diferente, con personas que quizás nunca más volvería a ver.
— Roier es mi mejor amigo.
Juan asintió asimilando la respuesta para luego volver a ver las heridas del más alto.
— ¿Y ésto... —Señaló los cortes en sus nudillos.— es por su culpa?
— ¡No!
El Argentino se apresuró a responder, exaltando al Hechicero, lo cual lo hizo avergonzarse por su propia desesperación así que se aclaró la voz y siguió.
— No, nada de esto es su culpa. —Dijo ésta vez más calmado.— Solo estaba enojado...
— ¿Enojado por qué?
— Porque...
"No lo merezco." respondió su propia mente, haciendo que volviera a apretar su mano en un puño, sin tomar en cuenta el dolor que esto le generaba. Pero no iba a decir eso.
Juan no dejó pasar esa pequeña acción.
— Porque un boludo se quiere aprovechar de él.
Al menos con esa respuesta no mentía. Era verdad, o por lo menos así lo sentía Spreen.
— Ohh, entiendo. ¿Es ese tal "Wilbur"?
Volvió a preguntar Juan, dándose cuenta que había dado en el blanco cuando el Híbrido intentó esconder un gruñido.
— Sí, ese pelotudo.
Juan ahogó una pequeña risa porque sabía que esto enfadaría al más alto.
— Entonces según tú, "Wilbur" se quiere aprovechar de tu amigo "Roier". —Spreen asintió como un niño ante las palabras del mayor.— ¿Pero como sabes que es así?
Spreen estuvo a punto de responder "Porque sí" pero analizó mejor la pregunta para evitar ridiculizarse.
Realmente Wilbur no parecía tener malas intenciones con Roier, solo era un idiota a los ojos de Spreen y por eso no creía que estuviera a la altura de Ro.
— Tomaré ese silencio como que no lo sabes. —Juan se contestó a si mismo, terminando de botar los algodones ensangrentados que había usado en el Argentino.
— No es eso... Solo que creo que Wilbur no es para Roier.
— ¿Por qué no?
— Porque es un boludo. No me agrada para nada y no sirve para nada.
— Disculpa por decir ésto, pero no te tiene que gustar a ti, Spreen. Le tiene que gustar a Roier. Y tú no eres su padre como para decidir con quién sale y con quién no.
Touché. En eso tenía razón el Mago. Pero igualmente seguía sin aceptar al inglés.
— Además, si el chico tiene sentimientos por tu amigo y no tiene malas intenciones... ¿Que es lo que impide que lo intente?
"¿Qué es lo que lo impide?" Volvió a resonar en la mente de Spreen intentando buscar la respuesta.
Pero no, ¿Roier con Wilbur? Simplemente no. No funcionaría.
"¿Pero por qué no?" Se preguntó a si mismo.
Entonces su mente comenzó a divagar.
Su imaginación había empezado a trabajar en imágenes ficticias de Roier y Wilbur que invadieron sin ningún aviso sus pensamientos.
Wilbur coqueteando con Roier.
Roier devolviéndole el coqueteo.
Wilbur y Roier en una cita.
Wilbur y Roier tomados de las manos.
Wilbur y Roier abrazados.
Wilbur y Roier besandose...
No...
No.
Simplemente No.
— ... No sé. —Murmuró el Híbrido dejando un poco descolocado al Hechicero por la extraña reacción.
Pero antes de que pudieran seguir hablando, un nuevo portal se había materializado en frente de ambos, impidiendo la finalización de la charla.
— ¡Hola mis niños! —Saludó Vegetta de forma alegre al ver a los dos muchachos.— Juan, ¿Estás listo para tus lecciones?
El nombrado observó al mayor y luego al joven a su lado al cual le regaló una pequeña sonrisa, intentando decir "Todo estará bien", para volver su atención al Hechicero Supremo.
— ¡Sí! Comencemos.
Si bien la conversación no había terminado, era mejor priorizar las prácticas en este momento para poder solucionar el gran problema más rápido.
~ • ~
— ¡Missa! Que agradable sorpresa. —Saludó Roier cuando finalmente tuvo la valentía para abrir la puerta.— ¿Necesitas algo?
El menor lo analizó con la mirada. Todo era bastante sospechoso desde el hecho de que Roier ni si quiera había abierto completamente la puerta y solo asomaba su rostro.
— Roier, no te hagas pendejo. Se que secuestraste a Spreen ayer. Me lo dijo Quackity.
Explicó el chico esqueleto, cruzando sus brazos sobre su pecho.
Roier estaba seguro que la conversación no había sucedido así. Seguro Missa preguntó por Spreen y el Híbrido de pato le contestó de la forma más simple. Pero el niño era dramático.
— Primero: Yo no lo secuestré. Él dió su consentimiento en acompañarme.
— ¿Acompañarte dónde?
El joven arácnido ya se esperaba esa pregunta así que respondió con lo primero que se le vino a la mente.
— A una cita.
Missa abrió los ojos de forma exagerada mientras alzaba las cejas con sorpresa.
Roier pensó "wow, ¿Tan raro era que tuviera una mínima oportunidad con Spreen?"
— ¿Cita?
— Sí, una cita.
— ¿Con Spreen? ¿Seguro?
— ... Sí, ¿Con quién más, pendejo?
El chico de bandana azul estaba comenzando a frustrarse.
— ¿Eso significa que ya te confesas-
— JAJAJAJA ¡Qué chistoso eres Missa!
Roier se mordió el labio inferior intentando ignorar los recuerdos del hecho desafortunado y la vergüenza que sintió por ello, y porque el Spreen Intruso estaba escuchando toda la conversación junto a él, detrás de la puerta.
Spreen lo observó con curiosidad sin emitir ningún sonido pero el menor lo ignoró para evitar preguntas.
— Y pues lo siento, Rey. Ambos estamos muy ocupados para atend-
El joven arácnido había comenzado a cerrar la puerta pero ésta fue detenida por el pequeño chico con máscara de calavera.
— Espera, aún quiero verlo. —El menor había hablado bastante decidido pero con menos desconfianza. Era algo rara y nueva la situación que le planteaba el mayor, teniendo en cuenta lo "alérgico" que era Spreen con el amor, pero ¿Quién era él para juzgarlos?— Tenía algunas dudas sobre una nueva Dungeon. ¿Puede salir un momento?
— ¿A-ahorita?
— Sí.
Un suspiro se escapó de los labios de Roier y comenzó a mover su pie izquierdo con nervios.
Ya habían valido verga.
Lo único que le quedaba era aceptar y esperar a que el Híbrido fuera buen actor o por lo menos que Missa fuera capaz de entender todo el problema mágico.
Comenzó a abrir más la puerta, completamente rendido pero una mano lo detuvo.
Para ser más exactos: Una mano en su cintura.
— Roier ¿Por qué tardas tanto?
El Mexicano sintió como los brazos fuertes de Spreen lo envolvían desde atrás, mientras el rostro del híbrido se ocultaba en el espacio entre su hombro y su cuello.
— Vuelve a la cama, tenemos que terminar lo que empezamos...
La voz del Híbrido se escuchaba como "adormecida". Claramente estaba fingiendo.
El rostro de Missa se había coloreado de rojo por la mezcla de sorpresa y vergüenza, mientras que Roier se encontraba en un estado aún peor.
"¡¿QUÉ VERGAS ESTABA HACIENDO?!"
— O-oh, L-lo siento, Spreen. No quería molestarlos en un momento tan... íntimo. —Habló nervioso el menor de los tres mientras se alejaba de la puerta intentando apartar su mirada.— L-los dejaré solos, no se preocupen. Ehh- ¡adiós!
— ¡No! Missa, ¡Espera!
Roier intentó detener al pobre chico pero éste ya se encontraba a varios bloques de distancia. Aunque eso no evitó que el jóven esqueleto se volteara para dar unas últimas palabras:
— ¡USEN PROTECCIÓN!
La puerta fue cerrada abruptamente por el más bajo ya que se estaba muriendo de la vergüenza.
Ante el portazo, el Híbrido rápidamente se alejó del cuerpo ajeno como si se tratara de una enfermedad.
— Al fin.
Las palabras del Argentino hicieron reaccionar a Roier el cual no dudo en hablar de lo que había ocurrido segundos atrás.
— Tu-... Tu... ¡ESO NO ESTABA EN EL PLAN!
Gritó el menor con pura desesperación. ¿Ahora como le explicaría la imagen sucia que le dejó a Missa? ¿Y si éste le contaba a todos?
Ésto era peor que la situación real.
— Tu plan no estaba funcionando así que improvisé.
Respondió Spreen con una sonrisa burlona mientras se dejaba caer en uno de los sofá.
Claro, cómo él no pertenecía a ese mundo podía provocar los desmadres que quisiera porque al fin y al cabo: no conocía a nadie y pronto volvería a su dimensión.
PERO ROIER NO.
— ¡De todas formas eso fue muy impulsivo! ¡¿Que le diré a todos cuando se enteren?! —Roier se encontraba caminando de un lado a otro, despeinando su cabello.— Aún peor, ¿Que le dirán a Spreen cuando regrese?
Oh no, ya se imaginaba a todos los amigos del Híbrido acosandolo con bromas y preguntas sobre la situación bochornosa. Esa iba a ser una razón más para evitarlo a toda costa.
— Calmate. ¿No era que Él te gustaba? —Habló Spreen con la misma sonrisa que antes.— O eso dijo mi "hermanito". Pensalo como un pequeño empujón de mi parte.
Roier se dejó caer en el sofá, totalmente derrotado.
— No, no lo entiendes.
— ¿Que cosa?
El Mexicano ocultó su rostro entre sus manos con frustración.
— Él me rechazó.
La voz de Roier había salido amortiguada por no tener espacio para hablar mejor, pero Spreen lo entendió perfectamente, sintiéndose incómodo al momento.
— Uhh... —Soltó el mayor con el sentimiento de culpabilidad (e incomodidad) llegando a su cuerpo.
— Tranquilo, no tenías manera de saberlo.
Perfecto, ahora Roier no solo se sentía mal sino también horriblemente avergonzado.
— En fin, ignora eso. —El Arácnido intentó cortar con el silencio incómodo que había comenzado a formarse entre ellos.— ¿Por qué no me cuentas de ti? Ni si quiera me imaginaba que estuvieras comprometido.
A Spreen le resultaba inútil hablar de su vida con una persona a la cual no volvería a ver (si es que todo salía bien). Pero como aún se sentía un poco culpable por remover un suceso triste para el menor, aceptó.
— Está bien... Pues, me llamó Spreen aunque eso ya lo sabes. Tengo 26 años-
— ¿Espera, qué? ¿Cómo que 26?
Lo interrumpió el menor, al enterarse que este Spreen era unos años mayor que el que conocía. Tres para ser exactos (23).
— Sí, 26. ¿Algún problema?
— Eh, no, no. Tu sigue...
El Híbrido suspiró pero siguió con su relato personal.
— En fin, de dónde yo vengo soy Jefe de una Pollería exitosa llamada "El Pollo Feliz". —Volvió a retomar en dónde había Sido interrumpido pero por un momento se desvío hacia sus pensamientos.— Ahora que lo recuerdo, tu amigo se me hace conocido...
— ¿Quién? ¿Missa?
— No, no. El otro boludo de lentes...
— ¡¿Mariana?!
Era imposible que el Híbrido lo conociera viniendo de otro mundo ¿Verdad?
— Ah sí, hasta se llama igual. —Dijo recordando al joven chico del pueblo, ese que se autodenominaba como el "protector" de animales.— Él trabaja en mi pollería.
— ¿En serio? —Preguntó Roier totalmente incrédulo, obteniendo un asentimiento cómo respuesta.
Si en ese mundo había un "Mariana" alterno, entonces ¿eso significaba que también había un "Roier"?
— ¿Yo también existo allí?
El joven arácnido decidió quitarse la duda. Algo lo hacía emocionarse por tal cosa.
— Mmm... No. Por el momento vos sos el único "Vos" que conocí en mi vida.
Respondió el mitad Oso, perdido en sus pensamientos.
La respuesta dejó algo decepcionado a Roier a pesar de ser una tontería.
En algún punto de todo su enamoramiento llegó a fantasear que Spreen y él estaban destinados a conocerse en todos los Universos pero no era así. En fin, de por sí su amor se mantenía de solo ilusiones.
— Y... Disculpa que lo pregunte ¿Pero como conociste a tu pareja? —Esa era una pregunta que llevaba con ganas de hacer desde que se enteró de ese hecho.
La intriga tomó por sorpresa al joven Híbrido de Oso, pues la respuesta no era muy convencional y además no veía tan necesaria la idea de explorar en su vida personal, pero igualmente le iba a dar el gusto de saberlo.
— Ehh, pues yo llegué como un nuevo integrante del pueblo y él fue el primero en recibirme. No recuerdo bien por qué pero en un momento comenzamos a putearnos y era muy divertido ver cómo se enojaba. —El Argentino soltó una pequeña risa al recordar ese momento y como el pequeño Mago explotaba con la mínima interacción.— En resúmen, Juan era un boludo que se enojaba con cualquier cosa y a mi me encantaba hacerlo enfurecer, además, de esa manera podía pasar más tiempo junto a él porque desde la primera vez que nos conocimos... Creo que no pude sacarmelo de la cabeza.
A Roier le pareció gracioso el hecho de que ambos Spreen, a pesar de todo compartían algo en común, y ese algo era acosar a las personas por diversión. Simplemente eran dos psicópatas sin remedio.
Aunque debía admitir que su corazón se estrujó al escuchar tan claros los sentimientos del Híbrido por el chico Hechicero.
¿Cuando sería su turno de tener un romance así?
— ¿Realmente lo sentiste así la primera vez que lo viste? —Roier apoyó su rostro en ambas manos sintiéndose como una colegiala ilusionada, dispuesto a seguir escuchando la anécdota.— ¿Cómo amor a primera vista?
Las mejillas de Spreen se sonrojaron por primera vez desde que se habia producido el cambio. Aún a pesar de llevar algunos años en pareja, le resultaba vergonzoso reconocer sus sentimientos delante de los demás.
— Algo así... —El Híbrido movió sus manos con un poco de nerviosismo.— Pero no sé lo digas porque se le va a subir el ego a la cabeza y va a estar insoportable.
La broma hizo reír al más pequeño.
— ¿Entonces como te confesaste?
Otra pregunta con respuesta muy poco convencional.
— Ehh... Creo que ya fueron muchas preguntas por hoy.
Spreen evitó completamente la duda y comenzó a levantarse de su lugar, dispuesto a volver a la habitación. Pero Roier no lo permitió.
— ¡No! Spreen, por favor dime. —Rogó el menor cuando había atrapado el brazo ajeno entre sus manos.— Puedes ignorar detalles, no hay problema. Pero cuéntame.
El Argentino lo pensó por un momento pero simplemente no podía ignorar la mirada ajena de desesperación. ¿Por qué le importaba tanto?
Así que suspiró y volvió a sentarse en el sofá.
— Está bien, pero seré breve. —Respondió el más alto, completamente rendido.— Fue en una fiesta. Él llevaba ignorandome por meses y ya no lo soportaba, así que no tuve mejor idea que tomarme todo lo que había en la barra, acercarme a él y escupirle mis sentimientos en la cara de la peor forma posible.
— Oh... —Se escapó de los labios del Mexicano, imaginando la escena en su mente.— ¿Y él que te dijo?
El más alto soltó un bufido, poniendo los ojos en blanco.
— Esa es la peor parte. El muy Hijo de Puta me contestó que ya lo sabía. ¡Ya lo sabía! ¿Lo podes creer? —Respondió Spreen de forma indignada, cómo si fuera un acontecimiento reciente.— Si ya lo sabía ¿Que necesidad había de jugar con mis sentimientos así por tanto tiempo?
Algo en Roier hizo click. Así era justo como se sintió cuando Spreen le había respondido lo mismo ante su "confesión", y no podía hallarse más identificado con el pobre chico en frente suyo: ¿Que necesidad había de jugar así? ¿Por qué no lo había rechazado antes?
Quizás ahora todo sería más simple y ya lo hubiera superado...
— Te entiendo. —Roier apoyó su mano sobre el muslo ajeno, ganándose la atención del Híbrido.— ¿Y luego qué sucedió?
— Bueno, me enojé. Estaba avergonzado, enojado y frustrado, así que me fui.
— ¿Cómo así?
— Sí, solo me fui antes de matar a alguien. —Respondió Spreen como si nada pero luego su semblante se relajó.— pero Juan me siguió y el resto es historia...
Roier iba a volver a insistir para que siguiera contandolo pero su comunicador vibró indicando un nuevo mensaje.
— Lo siento, debe ser Mariana. —Habló el más bajo mientras desbloqueaba el objeto.— Si quieres ve a la habitación, no te molestaré. Más tarde podremos ver a Vegetta.
El más alto solo asintió y se levantó agradecido de no tener que seguir hablando de su vida, y se dispuso a encaminarse hacia dicho lugar.
Mientras tanto Roier revisó su bandeja de mensajes pero no encontró uno de Mariana, sino de alguien más.
"Hello, my friend :3"
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro