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La inmoralidad es...

            Para mi sorpresa, Blacwood se acercó hasta nosotros, los aspirantes, quienes no habíamos sido vistos en todo el evento.

—¿Les gusto el evento?, jóvenes.

Que risa habla como si él fuera un viejo, no debe ni pasar los treinta años, ¿o sí?

Mis compañeros abrieron una amplia conversación con el teniente, sobre el espectáculo, le hicieron muchas preguntas sobre la historia de la Marina, de los buques, de todo, prácticamente parecía que le estaban realizando una evaluación, pero lucia tan sexy respondiendo sin inmutarse, no tenía ni idea de que este hombre tuviera tantos conocimientos y gracias a esa conversación descubrí que obviamente es oficial académico de la flota.

La conversación se vio interrumpida cuando nos llamaron que nos acercamos a la mesa, tomamos algunos bocadillos para saciar el apetito mientras seguíamos compartiendo nuestras impresiones sobre el espectáculo.

Saboreé un bocadillo de jamón y queso mientras contemplaba el paisaje marino, sentí una profunda gratitud por formar parte de esta gran familia militar, por ser testigo de momentos tan impresionantes, aunque como cualquier persona sensata estaba en contra de muchas cosas que se realizaban en este ambiente, la pulcritud y la disciplina, eran solo una linda fachada, para una cultura podrida. 

Una frase que hasta el cabo más nuevo domina aquí, desde el instante en el que toca la institución y por el que probablemente rija toda su vida, es La inmoralidad es la base de la disciplina.

Triste, pero cierto; el evento de los buques en conjunto con el espectáculo de los helicópteros había sido todo un éxito, dejando en nosotros un sentimiento de camaradería y admiración por la labor que desempeñábamos, las conversaciones animadas llenaban el aire mientras compartíamos anécdotas y experiencias de nuestro trabajo en la Marina.

Mientras disfrutaba de otro bocadillo, noté cómo los rayos del sol acariciaban mi rostro y el suave viento mecía mi cabello suelto, cerré los ojos por un instante, dejándome llevar por la serenidad del momento, era una pausa merecida en medio de nuestra rutina diaria, una oportunidad para apreciar la belleza de nuestro entorno y recordar por qué habíamos elegido este camino.

Miré a mi alrededor y vi a mis compañeros, todos ellos con rostros radiantes y sonrisas en sus labios, éramos una familia unida por el deber, un poco disfuncional, pero ¿Qué familia no es así? Cada uno de nosotros tenía una historia, un motivo que nos había llevado a convertirnos en militares, pero gracias a eso, nuestros caminos se habían cruzado.

El evento de los buques y el espectáculo de los helicópteros habían sido el punto culminante de la jornada, un recordatorio de nuestra importancia y un estímulo para seguir adelante. Nos recordaba que éramos capaces de superar cualquier obstáculo y cumplir nuestras responsabilidades con excelencia.

El evento llegaba a su fin, nos despedimos entre risas y abrazos, con el paisaje y la brisa marina como testigo, por fin me sentí parte de algo más grande. Mientras me alejaba del lugar, con el sonido de los helicópteros aun resonando en mis oídos, me sentí llena de determinación y confianza.

Y así, con la vista puesta en el horizonte y el corazón lleno de pasión, decidí regresar a mi residencia, Agatha venía conmigo, ya que por fin había decidido rentar un departamento en el mismo edificio que yo, el camino se nos hizo verdaderamente corto, entre cuentos y risas, estaba por meter la llave en la puerta principal cuando ella me dijo.

—¿Crees posible que podamos hablar un momento? —su voz era seria pero tranquila.

—Por supuesto, ¿en tu departamento o en el mío? — pregunté mientras terminaba de abrir.

—El tuyo mejor —dijo apenada.

—Claro —su actitud me hacía sentir intranquila.

Una vez en mi departamento, le serví un vaso con agua fría, me senté en una silla frente a ella, en la pequeña mesa de la cocina.

—¿Qué paso? —dije bastante seria.

—Bueno... es que...

Como detesto que las personas balbuceen.

—Vamos amiga, puedes decirme lo que sea, lo sabes —dije alentándola.

—Bueno, es que estoy saliendo con Antonio —soltó de pronto.

—¿Cuál Antonio? —ubico en mi memoria rápidamente a dos sargentos, un teniente de Corbeta y otro de Fragata, imagine que se refería a la tercera opción.

—El teniente de Corbeta —dijo apenada.

—¿Qué? —no pude contener mi grito de sorpresa— pero Agatha ese hombre está casado, tienen un niño pequeño —dije sin salir de mi asombro.

Ese teniente es otro infante de marina, que lo que más impresiona de él es su falta de intelecto, aunque no niego que es gracioso, no es atractivo, no tiene dinero, no tiene ni siquiera porte... no entiendo ¿Qué pudo verle? Y de paso casado, es en pocas palabras el combo perfecto para la desgracia, eso sin contar que es altamente probable que sean ciertos el montón de rumores de que es un puto empedernido, capaz de caerle a cualquier cosa que se mueva.

—Lo sé, lo sé, pero se quiere divorciar.

Mátenme, todos los hombres casados cuando quieren coger se quieren divorciar, ¡por favor! No hace falta ser un genio para saber eso.

—Amiga... —era imposible ocultar mi decepción— lo que haces es arriesgado.

—Lo sabemos.

—No digas "lo sabemos" él no importa, si los pillan él solo se llevará una boleta, a ti te pueden expulsar del curso, lo sabes ¿verdad? —dije muy seria.

—Lo sé, claro que lo sé.

—¿Entonces? —no me respondió— dime la verdad ¿Qué le ves? Tú eres hermosa, tienes un cuerpazo, cualquier hombre caería a tus pies ¿Por qué esa cosa?, no le veo nada a favor.

—Es que es tan gracioso —me está jodiendo, es un mal chiste, por supuesto eso es, me está viendo la cara de tonta— no me mires así, es verdad, es tan lindo, tan romántico y divertido.

—Claro... eso debió sacarlo de toda la experiencia que tiene ligando —dije sin pensar.

—¡Adelyn! No me digas eso... por favor... —había no sé si tristeza o vergüenza en su rostro.

—De acuerdo... no dije nada, pero ¿Qué harás? —pregunté con auténtica curiosidad.

—Bueno, hoy se me declaro y yo acepte —dijo emocionada.

—¿Cómo sucedió esto? —pregunte indignada.

—La verdad es que todo comenzó como un simple coqueteo, como un juego —dijo apenada.

De corazón que no comprendo esta es la Agatha que hace semanas vociferaba sobre que ella quería un hombre con mucho dinero, que le diera la vida de reina, que ella se merece y que su mayor sueño es formar una linda familia, con dos niños y un gran perro... ¿Qué rayos paso con esa chica? Porque no puede ser esta que tengo frente a mí.

—Tendremos mucho cuidado, he rentado el departamento de arriba para poder estar juntos —decía llena de emoción.

—En pocas palabras, su pagarás sola un departamento, no para tu comodidad en los días libres, sino para que te cojan... que maravilla —dije cargada de sarcasmo.

—¡Adelyn! —me grito.

—Adelyn ¡nada! Acaso lo que digo, ¿es mentira? No piensa ayudarte a pagarlo, ¿verdad?

—No es que no quiera, es que no puede, todo su sueldo se lo manda a su pequeño.

—¡Va! Por Dios, ¿Y tú le crees eso? —dije levantándome de la silla, necesito agua con urgencia.

—Bueno ¡sí! Yo le creo, quiero creerle.

—Vale... de acuerdo y supongo que me lo dices para que no me entere cuando los vea por el pasillo, te recuerdo que, si la dueña los ve, te puede hasta botar, recuerda que eso está en las normas del lugar.

—Lo sé, pero te equivocas, te lo cuento porque eres mi amiga y quiero tu apoyo —dijo mientras se le cristalizaban los ojos— solo necesito que me apoyes.

Sabe que lo que hace le saldrá caro, realmente lo sabe, de inmediato me acerco a ella y le abrazo con sincero cariño.

—Claro que te apoyo cariño, yo siempre estaré para ti, siempre, puedes contar conmigo para lo que sea y patearé a ese imbécil si te hace algo —dije con total honestidad.

—Gracias —dijo correspondiendo el abrazo con fuerza.

Veinte minutos después se fue, para darse un baño, no puedo creer lo que está haciendo, ¡es gracioso! Vaya que importante cualidad, ¡qué ridiculez!, ese tipo no vale ni el intento.

Repentinamente, mi celular sonó con un mensaje de un número desconocido.

Pospuesta la clase de natación, Steele.

Nos vemos el lunes.

Tenía que ser Tobías, solo respondí.

Entendido mi teniente de Fragata.

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