Invitación
Poco antes de mi graduación universitaria, me encontré en el polígono de tiro, entrenando como de costumbre, estaba ensimismada en lo que hacía, baje el arma, le coloque el precinto, me quite los protectores auditivos y mientras activaba la máquina que traería mi diana para comprobar mis disparos a quince metros de distancia.
Cuando sentí una mano sobre mi hombro, no lo pensé, mi reacción fue por reflejo, sujete la mano, gire mi cuerpo hacia abajo, mientras doblaba su muñeca y utilizando el peso de la persona en su contra, lo derribe.
Una vez hermoso en el suelo, fui consciente de mi reacción desmedida, detalle al sujeto y me percate de que portaba un uniforme blanco, impoluto, era un militar y por todo lo que decoraba el traje supuse que, de alto rango, aunque no estaba en forma
La verdad era bastante gordo, dude que ese hombre ejerciera fuera de un escritorio, me disculpe verdaderamente a penada, pero al levantarse y sacudirse, solo me confesó lo sorprendido que estaba por derribarlo a pesar de su peso.
Al menos lo acepto él y no fue que yo pecara por indiscreta, le invite un café para disculparme por lastimarlo, pero obviamente me rechazo, rápidamente me explico que estaba ahí únicamente para ofrecerme una carta de recomendación, la verdad no entendía nada, me pidió que me postulara para entrar en la Marina, tras un año de curso formativo.
¿Ser militar como mi papá?
Sorprendida le agradecí por la oportunidad, pero le expliqué que era universitaria y me faltaba muy poco para graduarme.
Sería una locura total, perder todo ese esfuerzo por iniciar otra carrera, me dijo que era plenamente consciente de mi situación y que el curso cuadraba perfecto con mi graduación, con una semana de diferencia entre uno y otro, tomé su tarjeta y lo vi alejarse , seguía de pie cuál tonta sin comprender lo que acababa de suceder.
Fue así como terminar siendo parte del Programa de Excelencia Naval: Navegando hacia la Cima .
Aquí, en Estados Unidos, existen cuatro bases de entrenamiento militar:
La primera es la Base Naval de San Diego, ubicada en California, es una de las principales bases navales y centro de entrenamiento para la flota del Pacífico de la Marina de los Estados Unidos, se encuentra en la costa del océano Pacífico, lo cual le proporciona acceso directo al mar y, además, lo más importante para mí, se encuentra la Naval Air Station North Island, que es una importante base naval aérea.
Allí se encuentran escuadrones de helicópteros de la Armada, incluidos helicópteros de ataque, transporte y búsqueda y rescate, además no está tan lejos de la casa de mi tío.
Las otras son la Base Naval de Norfolk, situada en Virginia, que es la base naval más grande del mundo y alberga una gran variedad de comandos, escuelas de formación, también está la Academia Naval de los Estados Unidos, situada en Annapolis, Maryland, es una institución educativa y militar, finalmente, pero no menos relevante la Estación Naval de Great Lakes, esta se encuentra ubicada en Illinois, es la instalación de entrenamiento de reclutas más grande de la Armada de los Estados Unidos y es conocida como El Portal hacia la armada .
Estoy seguro de que algún día conoceré las otras tres instalaciones, pero hoy estoy ingresando a la Base Naval de San Diego, el lugar irradiaba disciplina y orden en cada rincón, las construcciones de estilo robusto y funcional se erguían con orgullo, rodeadas de amplios terrenos verdes y areas de entrenamiento. El sonido de las botas golpeando el suelo y los comandos militares resonaban en el aire, creando una atmosfera de seriedad y determinacion.
A medida que caminaba por el campus, pude sentir la energía palpable de aquel lugar, el aroma del césped recién cortado y el olor a pintura fresca impregnaban mis sentidos. Imágenes de banderas ondeando al viento y el sonido distante de disparos de práctica llenaban mi visión y oídos.
Caminaba tranquilamente cuando lo vi, un hombre que se destacaba entre la multitud era alto, con una figura esbelta y bien formada. Su uniforme blanco perfectamente ajustado resaltaba su porte militar y su rostro, perfectamente afeitada, era la imagen vivida de la sensualidad, irradiaba confianza.
No pude hacer nada porque un sargento llamó a Trevor me vio y corrió directo hacia mí, frustrando mis planes para acercarme al oficial.
—Disculpe, ¿usted es aspirante a oficial correcto? —dijo mirándome de arriba abajo, qué mocoso tan descarado.
—Así es —dije con total arrogancia, me sentí frustrada.
El sujeto no hizo ni el más mínimo esfuerzo por disimular como me comía con la mirada, yo iba vestida con unos pantalones negros ajustados, una blusa manga larga roja, botas negras hasta las rodillas y una coleta alta.
—¿Miras así a todos sus oficiales? Sargento —dice cabreándome.
—Eh, no, no señorita, disculpé, es solo que no puedo evitar preguntarme como una belleza como usted terminó metida aquí —¡me está coqueteando!
—Más que un halago me parece que está fuera de lugar sargento, espero que esté dispuesto a asumir las consecuencias cuando me gradué como su oficial superior.
—Sí, claro, si es que se gradúa —dijo en tono burlón.
—¿Qué dijo sargento? ¿Insinúa que no me graduaré? —dije elevando una ceja.
—Mira preciosa, estoy seguro de que no aguantaras esta yuca con ese cuerpo de princesa, mejor... —lo interrumpí antes de salirme de control y mandarlo tres metros bajo tierra.
—Mire sargento, ya que veo que no posee ningún tipo de discreción, vergüenza o inteligencia, en vez de hacerme perder el tiempo con sus estupideces, sirve para algo y me dice hacia donde de ir —estoy seguro de que tendré muy pronto la oportunidad de cobrarle su imprudencia y descaro.
Fue entonces cuando una voz masculina llamo nuestra atención, nada que ver con la voz de este enclenque.
—Trevor ¿Qué te parece si le das unas veinte vueltas al patio trotando? Por mal educado —era el oficial que estaba observando hace un momento, la cara del sargento palideció, hizo un gesto con los ojos demostrando su disgusto con el oficial antes de voltearse para trotar, definitivamente era un desubicado— ¡Trevor ven acá! —le grito, el chico se volvió— ¿Cómo se dice?, ¿te estás luciendo frente a la nueva?
—Negativo mi teniente de Navío —dijo mientras se paraba firme— permiso para ir a cumplir su orden mi teniente de fragata.
—Si lárgate, pero ahora que sean treinta vueltas —dijo mientras el sargento se giraba trotando.
Virgen Santa, qué espécimen tan sensual, con ese porte, lo que daría por desnudarlo y exhibirlo solo para mí.
—Eres una aspirante, ¿correcto? —dijo mirándome.
—Afirmativo —no le dije mi teniente porque estoy disfrutando de mis últimos instantes de como civil y quiero que tenga muy en claro que por ahora no es mi superior.
No me miro, no hizo gestos de interés o se está haciendo el duro o es muy profesional, lo que él no sabe es que mientras más difícil es la presa, más deliciosa es la comida.
—Su nombre aspirante —qué inquisitivo.
—Soy Adelyn Steele, pero mis amigos Addy.
—Imagino que no vino hacer amigos aquí, nueva.
—En lo absoluto —dije tratando de leer el parche de su nombre.
—Blacwood, teniente de Navío Blacwood.
Sexy demasiado sexy.
—Un gusto en conocerlo mi teniente de Navío —dije de manera coqueta.
—Llegaste temprano, permite guiarte al salón principal donde les darían la bienvenida —dijo girándose.
—Muchas gracias —que atento, me lo como con tomates.
—¿De dónde eres Steele? —caminaba delante de mí.
—Soy española, pero mi madre era de aquí, cuando ella tuvo que mudarme para acá con mi tío —se detuvo de inmediato y se volteó para verme.
—Lamento tu perdida —no era un lamento con lástima— ¿y tu tío está de acuerdo con que estés aquí?
—Tengo veintitrés años, creo que la decisión es totalmente mía, no de mi tío —dije inquisitivamente— pero aun así... si cuento con su apoyo.
—Claro —siguió caminando, me estaba aprovechando de un lujo al que le quedaron escasos minutos— bueno si continúa por este pasillo, llegarás al salón de eventos, seguro allá hay alguien que pueda ayudarte.
—Muchas gracias... en serio.
—No hay de que, trata de no meterte en problemas con ese carácter —no se despidió, ni siquiera me miro, yo, por el contrario, no le quite la vista de enfrente hasta que desapareció en un pasillo diferente.
Ahora que lo he visto de cerca puedo afirmar, es un hombre imponente y robusto, con una buena altura y una constitución atlética, su presencia dominaría cualquier espacio en el que se encuentre, tiene una complexión musculosa y bien definida, supongo que es el resultado de años de entrenamiento y disciplina militar. Su cabello corto y oscuro enmarca un rostro angular y varonil, ideal para sus ojos profundos y penetrantes, de un intenso color azul acero, por su porte me atrevo apostar que es oficial de academia.
Solté un gran suspiro, al pensar «qué caramelo más tentador me encontré.»
Me dirigí hacia donde el teniente Blacwood me indicó, no me sentí particularmente emocionaba, aunque la verdad el recibimiento había valido la pena.
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