Evento.
Para la mañana siguiente el primer llamado nos despertó, sin embargo, nadie estaba para colocarnos a correr, todas podíamos levantarnos con calma, pero nada que ver es ¡sábado! Día de franquía, todos corrimos, nos colocamos ropa civil y bajamos corriendo a formación. Mire a mi amiga Tabita con ternura antes de preguntarle.
—¿Hoy si saldrás amiga? —me miro como si le hubiera preguntado una tontería.
—Claro que no Steele, desde el segundo mes que tenemos aquí, no salió a disfrutar ni una sola franquía, este las sanciones por no llegar a los trotes y todas las boletas que me coloca Cass estoy frita.
—Lo siento tanto, pero no te preocupes, podrás asistir al evento de hoy —le dije emocionada.
—¿De qué evento hablas? —dijo curiosa.
«¡Demonios! Yo y mi bocotá», pensé.
—Ya te enterarás, lo escuché ayer de los sargentos.
La formación se dio sin novedades, el desayuno igual, hasta que el teniente Alfonso comenzó a hablar, era el único instructor con nosotros esa mañana, lo cual era curioso porque por lo general él solía ser el único instructor que no nos acompañaba en los desayunos .
—Bueno, como ya todos saben los que no tienen boletas, pueden salir francos, conscientes de que deben regresar a las mil quinientas para la instrucción de natación y para aquellos horas que deseen quedarse francos en tres, se realiza la presentación de nuevos barcos por si desea verlos, le recomiendo que lo hagan, es algo único en la vida y jamás se les había permitido la asistencia a los aspirantes, pero como al parecer en este grupito hay un niño, se los han concedido como recompensa.
Tabita y Agatha de inmediato voltearon para verme, sabían que ese era el evento que les comenté. Tres horas, ese tiempo era más que suficiente para correr a mi residencia, comprar algunas cosas para comer hoy y mañana y darme la ducha que mi cuerpo tanto anhela.
—Prometo que estaré aquí para el evento —le dije a Tabita— y prometo traerte comida decente a escondidas —dije bajando la voz para que solo ella me escuche, de inmediato se le iluminaron los ojos.
—Eres la mejor amiga del mundo —dijo abrazándome.
—Claro, eso depende de tu conveniencia, ese puesto es de quien te ayudé —dije jugando, aunque si era verdad.
—Ay que mal hablada —dijo dándome un golpecito en el brazo, nos reímos y cada una agarro su camino.
Estaba caminando hacia mi residencia por la orilla de la playa, descalza, disfrutando de la brisa, de la paz y del silencio, cuando vi al teniente Alfonso caminando hacia mí, el primer pensamiento se cruzó mi mente fue Adiós a mi paz, bienvenido dulce tormento, que de dulce en este caso no tienes nada .
Efectivamente, como la misión de este hombre es sacarme de mis casillas, aun en la franquía, vestida de civil, vino directamente hacia mí.
Empiezo a creer que en otra vida yo torturaba niños, asesiné santas, debí ser algo realmente terrible, para merecer este castigo. Desde que llego ha sido literalmente el único oficial que me ha plantonizado y lo peor es que, sin motivo alguno, parece que no mirara a nadie más que a mí, que ser humano tan pesado de verdad.
—Steele —dijo con su típica sonrisa, de superioridad, este sujeto jura que está buenísimo, que se las vienen todas más una, pero no es más que un pobre extraviado.
—Mi teniente —digo con una sonrisa fingida, pero sin detenerme, no estamos dentro de la unidad, así que se puede ir directo a la mierda.
—Ey, Ey —dijo agarrando mi brazo ¿Qué demonios? Pensé mientras liberaba con fuerza mi brazo de entre sus dedos.
Lo miré incrédula, qué abusador podría llegar a ser este sujeto.
—Lo siento —dijo elevando las manos en señal de disculpa, me relajé un poco— me gustaría invitarte a tomar un café.
¿What? Grite internamente, este hombre está completamente desquiciado, desde que llego no me ha hecho más que hacerme la vida miserable y ahora ¿pretende invitarme a salir?, contuve la risa, ¿en qué rayos está pensando?... ¡Oh por Dios! ¿Será que no piensa? Tal vez el curso para ser infante de marina le causa daño neurológico, tal vez se le cocinaron las neuronas con tanto sol, por ser calvo o tal vez se cayó, se golpeó la cabeza y quedo así.
Lo miré de arriba abajo y pensé « Me vale madres, porque eres así, ni muerta saldría contigo. »
—Lo siento mucho, pero no me parece correcto —dije con la intención obvia de continuar mi camino.
—Vamos por favor, yo brindo —dijo como si brindara un café fuera como comprarme un jet, ni que fuera tan barata, de tener precio este sujeto no podría pagar ni siquiera la inicial.
—No bebo café —dije caminando.
—Bueno, entonces una cerveza —este enfermo me estaba siguiendo ¿Qué le pasa?
—Tampoco tomo cerveza, no me gusta —dije sin detenerme.
—De acuerdo te invito a cualquier bebida que te guste en la cafetería.
—Como acabo de decir que no me parece correcto —dije sin detenerme.
—Vamos Steele, no te hagas la dura, estamos de civil, no hay ningún problema con que salgamos un rato para conocernos —me detuve de inmediato.
Me sentí perpleja, ¿Cómo era posible que me dijera eso? Más allá del hecho de que es mi instructor directo, ese pendejo me ha estado usando como si fuera su empleada personal, incluso me ha mandado a despertar en la noche con una sargento para ordenarme pulir sus putas botas para la mañana siguiente.
—Usted ¿está consciente de que me ha hecho el curso insoportable? —dije mirándole a los ojos.
—¿Qué dices? No exageres, solo te he estado ayudando a formar tu carácter, además es la única forma que tengo para tenerte cerca y poder observar tu belleza, tu piel blanca me enloquece —dijo mirando como un aberrado sexual de arriba abajo.
¡Qué asco!
—Lo lamento, no estoy interesada —seguí mi camino y gracias a Dios pareció comprender, porque me dejo tranquila.
Realice el mercado, cocine, guarde un poco de comida para llevarle a Tabita y me duche como Dios manda, antes de regresar a la unidad para ver el evento, no quería perdérmelo, pero sobre todas las cosas quería verlo a él, tarde solo quince minutos a pie, para llegar, mi residencia estaba bastante cerca.
El sol brillaba radiante en el cielo mientras me encontraba junto a mis compañeros, ya en el evento de los barcos asignados, eran las diez de la mañana y el paisaje que se extendía frente a nosotros era simplemente impresionante, el mar se extendía en un horizonte interminable, reflejando los rayos de sol en un destello plateado, el sonido del agua golpeando suavemente contra los muelles creaba una sinfonía relajante.
Nos encontrábamos en una plataforma elevada, donde habían deseado las sillas forradas con tela blanca y decoradas con azules para los invitados y los altos mandos de la base naval. El olor a salitre se mezclaba con el aroma fresco de la brisa marina, llenando mis sentidos y dándome una sensación de libertad y energía.
El Contralmirante, con su uniforme blanco impecable y su porte autoritario, a pesar de su edad avanzada, se acercó al podio y comenzó a dar su discurso, su voz resonaba en el aire, atrayendo la atención de todos los presentes. Habló de la importancia de nuestra misión, de la valentía y dedicación de cada uno de nosotros como miembros de la Marina, admito que sus palabras eran inspiradoras, infundiendo en nosotros un sentido de propósito y orgullo.
A medida que el discurso llegó a su fin, el Contralmirante levantó la mirada hacia el cielo y anunció el espectáculo esperado de los helicópteros, mi corazón comenzó a palpitar con anticipación mientras los helicópteros se alineaban en el horizonte, preparado para su demostración.
De repente, el rugido ensordecedor de las hélices llenó el aire, creando una sinfonía de potencia y precisión, los helicópteros surcaron el cielo con movimientos coordinados, realizando giros, ascensos y descensos vertiginosos. Era como un ballet aéreo que desafiaba la gravedad, una demostración de habilidad y destreza que dejaba a todos los presentes boquiabiertos.
Mientras observaba el espectáculo, sintió una mezcla de admiración y emoción, mis ojos siguieron sus movimientos con fascinación, sin poder apartar la mirada de aquel espectáculo impresionante.
Cuando los helicópteros finalmente aterrizaron, se desplegó una mesa con bocadillos y bebidas para los invitados, el olor tentador de la comida se mezcló con el aroma del mar, originando una combinación irresistible.
Mis compañeros y yo esperamos a que todos los oficiales superiores comieran, esa era la norma de cortesía, en este mundo la jerarquía dicta incluso el orden en que las personas pueden acercarse a tomar un plato, los minutos pasaron lentamente, para los que no lograron salir francos la espera era mucho peor, que para los que veníamos de afuera, aproveche el movimiento de gente para entregarle la vianda con comida a Tabita, quien lo agradeció con una hermosa sonrisa.
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