Capítulo 1
I
Habían pasado dos días e Inuyasha no despertaba. La desesperación la invadía, quería que abriera esos ojos dorados y la viera de nuevo, poder abrazarlo y escucharlo reclamarle.
Suspiró por décima vez y abandonó la habitación, Rin iba caminando por ahí cuando la vio salir y la invitó a los jardines con ella y ambas caminaron juntas al jardín.
Disfrutaba de ver a Rin correr y jugar con Shippo, ambos los consideraba sus hijos, ambos jugaban felices, iban y venían y cambiaban de juego cada cierto tiempo.
Sin que ninguno lo notará el lord los observaba desde la lejanía a través de su enorme ventana en su despacho.
Desde que habían regresado Kagome raramente acompañaba en la mesa al Dai yōkai y a la pequeña niña y el pequeño Kitsune, sus comidas las tomaba en la habitación que ocupaba el hanyō, de cierto modo esto resultaba algo "normal" para todos los que sabían de la trágica historia que habían vivido los dos durante tanto tiempo.
Para sorpresa de todos a la hora de la cena, cuando ellos llegaron al enorme salón del comedor ella ya estaba esperando por ellos con la cena lista en el centro de la mesa, los recibió con una enorme sonrisa.
— ¡Señorita Kagome! –Rin saltó de alegría al verla en el lugar.
Se puso de pie dándoles una leve inclinación en señal de saludo— Buenas noches a todos, los estaba esperando.
Sesshomaru se permitió mirarla por un rato, algo había cambiado en ella, se veía feliz y brillante.
¿Qué habrá pasado? El hanyō aún no despierta.
Esa noche la cena por primera vez, desde que el antiguó señor se había ido y su familia se había fragmentado, fue amena con risas y sonrisas.
Hacía años que no me sentía tan... ¿relajado? ¿Qué es lo que tiene esta mujer? Pensaba desconcertado ante lo que acababa de suceder.
Después de una agradable cena, la hora de dormir había llegado, ella se había retirado de la mesa dejando a Sesshomaru solo, pues había subido a arropar a ambos niños cada uno en su respectiva cama.
Transcurridos unos minutos él decidió seguir a la sacerdotisa, se encontraba en la habitación de su pupila.
— ¡Venga señor Sesshomaru, la señorita Kagome me está contando una historia! –invitó feliz la pequeña al verlo entrar a la habitación.
— Esta no es hora para historias.
Ella soltó una risita — Es una historia de cuna, mi madre solía hacerlo con mi hermano y conmigo cuando éramos pequeños, solo ayuda a dormir más rápido. –le explicó mientras Rin les sonreía a ambos.
— ¡Le está contando a Rin como es que llegó a conocer al señor Inuyasha! –gritó de alegría para después acompañarse de un gran bostezo.
— Lo siento pequeña, pero, por esta noche eso es todo, mañana será otro día y tendrás más de la historia —se agachó para depositar un beso en su frente —, ahora es tiempo de dormir.
Sesshomaru observaba atentamente como interactuaba con la pequeña que sin más acepto la petición de ella.
— Buenas noches, Señor Sesshomaru, señorita Kagome. -se despidió con una sonrisa acurrucándose en las mullidas sábanas.
Ambos adultos salieron de la habitación sin decir nada, cada uno a su respectivo dormitorio.
Tenía rato que intentaba dormir y no podía, solo rodaba sobre su cama sin éxito, decidió salir y ver a Inuyasha, quizá ver lo le ayudaría a calmarse para poder dormir.
De la manera más silenciosa que pudo deslizó la puerta de su dormitorio y caminó hasta donde se encontraba el medio demonio. Aun dormía, quizá estaba más agotado de lo que pensaba.
Suspirando se sentó a su lado.
— Es muy noche para visitas, deberías estar durmiendo.
— Lo sé, es solo que no podía dormir y decidí venir a verlo. -respondió para después depositar su vista sobre él.
— Te preocupa algo. -aseguró.
Ella bajó la mirada de nuevo al medio demonio.
— Es solo que... me preocupa que no despierte. -susurró con angustia.
— Es normal, gasto mucha energía y él es un medio demonio así que tardará al menos una semana en recuperarse para poder despertar. -explicó con tranquilidad mientras observaba a la mujer.
— Lo extraño.
— Lo sé. -posicionó su mano sobre su hombro en señal de apoyo.
— ¿Qué voy a hacer? Sé que debería haber pedido mi deseo desde que derrotamos a Naraku, pero aquel día no sentí correcto pedirlo, y ahora sin él aquí para ayudarme yo...-y su voz fue apagada por el llanto.
Sesshomaru la tomó en sus brazos y salió de la habitación.
— Tienes que ser fuerte, cuando él regrese te necesitará. -intentó consolarla.
Ante las palabras de él, ella lloró aferrándose más a él en busca de consuelo.
Durante los años en los que había visto a la mujer jamás la había visto de esta manera, parecía rota, indefensa y su pareja estaba ausente para brindarle el consuelo que solo el sabría.
Este pensamiento le enojó y no sabía la razón. Ese enojo sin sentido sobre la chica lo tenía de cierta manera desconcertado porque ella ya le pertenecía a otro.
.
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Los días siguientes fueron iguales, ella los acompañaba a la mesa una vez al día y el resto comía en la habitación velando por el hanyō.
A pesar de que ya le habían advertido que era dañino para ella el estar ahí casi las veinticuatro horas del día ella insistía con pasarlo ahí.
Inevitablemente fue conociendo más al señor de occidente, al verdadero Sesshomaru, fue descubriendo que debajo de aquella máscara fría había algo.
Una tarde mientras cuidaba de Inuyasha en silencio él apareció y la observo en silencio por varios minutos antes de hablarle.
— Mujer, tengo entendido que sabes algo de lectura y escritura.
Kagome lo miró con extrañeza —. Sí, ¿Por qué?
Asintió ante la afirmación —, Ven. -ordenó para darse la vuelta y alejarse.
Con algo de miedo ella lo siguió fuera de la habitación al poco rato de seguirlo pudo ver que se dirigían a su despacho donde pasaba la mayor parte del día.
Algo la hizo temblar, quizá lo que quería decirle era demasiado importante que fuese mejor hablarlo en privado en su despacho.
— Será mejor que tomes asiento estarás aquí por un largo rato. -informó.
Ella le miró sin comprender, pero aun así tomó asiento donde él le había señalado.
— No sé qué es lo que pretendes, pero, confiaré en ti.
— Esos pergaminos los leerás y contestarás al que creas que es importante, confiaré en qué tu sabrás declinar algo si no es beneficioso.
Ella abrió los ojos con sorpresa y solo pudo asentir para después comenzar a abrir pergamino por pergamino examinando cada uno de ellos y cuando creía conveniente contestar alguno lo hacía sin preguntar, Sesshomaru la observaba cada cierto tiempo solo para llevarse la sorpresa de que ella estaba leyendo o respondiendo a alguno.
No fue hasta media tarde que les llevaron el té que ella decidió hablar.
— Esto es agotador, no puedo imaginar que cansado debes estar de hacer esto tu solo, debiste decirme desde que me trajiste, podía haberte ayudado. -comentó con entusiasmo.
— Hump...
— ¿Por qué te mandan muchas cartas de ofrecimiento de hijas?
— Soy un señor cardinal, a estas alturas yo debería tener una pareja e hijos, como mi padre. —explicó para tomar un poco de té—, sin embargo, yo he decidido ser distinto a todos esos demonios, yo sabré en qué momento debo escoger pareja por el momento Rin es mi heredera. -explico con tranquilidad.
— Lo entiendo, si en algún momento llegarás a faltar y Rin no es lo suficientemente mayor, ¿Qué pasará?
— Lógicamente ella quedará bajo tu tutela, al igual que el oeste.
Ante esa noticia ella se sorprendió.
— ¿Yo? ¿Pero por qué?
Él dejó los papeles a un lado para mirarla — Eres la única a la que confío lo que es mío, eres la mujer de mi hermano y él se quedaría como segundo al mando si no fuera tan estúpido.
Kagome soltó una sonora risita.
— Inuyasha puede ser demasiado difícil e inmaduro. -le dio la razón.
Complacido el asintió y regresó su atención a los papeles.
— ¿Sesshomaru?
Una vez más dejo los papeles de lado para mirarla.
— Creo que esto deberías leerlo. -informó extendiendo un pergamino hacia él, estaba aun cerrado, lo que lo hacía distinto era el sello con el que estaba cerrado.
Con confusión lo tomó y comenzó a leerlo y de inmediato fue evidente el enojo en su rostro, algo que extrañó a la sacerdotisa.
— ¿Sucede algo malo? -preguntó preocupada.
Suspiró cerrando el pergamino llevándose una mano al puente de la nariz— Son solo los viejos del consejo.
— ¿Eso tiene algo de malo? -preguntó con confusión.
De manera lenta negó con la cabeza —nada grabe.
Kagome comenzaba a comprender algunas de las responsabilidades que tenía Sesshomaru sobre sus hombros, era un señor por lo tanto tenía a muchos que dependían de él, lo que no entendía era eso del consejo, era la primera vez que escuchaba ese término, tendría que investigar sobre el tema.
— ¿Qué es lo que quieren?
Sesshomaru pensó unos minutos antes de responderle.
— Ellos son los viejos que ayudan a los lideres de cada región, en pocas palabras son lo que aprueban todo según creen conveniente para cada lord, en este caso ellos están exigiendo que me aparee, quieren que tenga descendencia. -explicó.
— ¿Es tan importante que lo hagas? -preguntó sin comprender.
— Yo no lo veo así, pero los ancianos y mi madre creen que si lo es. -explicó.
Ella suspiró negando con la cabeza — no puedo creerlo, nadie debería obligarse a unirse a otra persona si no hay amor, ¿hay alguna mujer que quieras? -finalizó con una pregunta que extraño al demonio.
"Si ella supiera" -habló Yako en las profundidades de la mente de Sesshomaru.
— Si, la hay. -respondió tranquilo mientras tomaba otro pergamino y comenzaba a leerlo.
— Entonces deberías decirle a ella, estoy segura de que estará más que encantada, después de todo eres Sesshomaru, el demonio más fuerte en toda la tierra.
Su pecho se infló ante las palabras dichas por ella, que lo considerara de esa manera le agradaba bastante.
— Bueno por el momento tendrá que esperar, en este momento tu eres la hembra alfa, aunque no seas mi pareja. -y ante esas palabras ella se quedó muda, ya no pronuncio palabra alguna mientras estaban ahí.
Los días siguientes fueron tranquilos para todos, a pesar de estar bajo la amenaza constante de que la guerra podría estallar el oeste estaba cien porciento seguro bajo el cuidado de Sesshomaru y toda su población agradecía la llegada de la sacerdotisa, ella también era poderosa y estaban seguros que bajo su protección nada pasaría.
Con el paso de los días ambos se fueron acercando, casi terminaba la semana e Inuyasha no daba señales de querer despertar, esto comenzaba a cansar a Sesshomaru. Si por el fuera no habría revivido a su medio hermano, pero eso le habría roto el corazón a ella y solo por ella había hecho tal acción. Por un lado, disfrutaría su tiempo con ella mientras su medio hermano aun no despertaba.
Para todos el cambio de su señor fue demasiado notorio desde que esa mujer humana había llegado, el ambiente se había calmado un poco y los sirvientes habían dejado de ser asesinados por el temible demonio.
Hola a todos, lamento tanto la tardanza, he tenido bastantes problemas con el tiempo debido a mi trabajo pero aqui sigo viva y siempre los tengo presentes <3
Agradecería muchísimo si me dejaran un comentario haciéndome saber si les gusta.
Con cariño se despide RT
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