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XXV

Chris llegó al hospital junto a una bonita caja de regalo con estampado de animalitos. Su hermana lo envolvió como pudo y le pidió llevárselo a Erick.

Saludó a la recepcionista y se dirigió al cuarto de su amado.

Entró con nerviosismo, no venía con las manos vacías, estaba con un presente para su novio en coma.

—Hola, amor. Te traigo un regalo que preparó Gogo especialmente para ti. ¿Qué loco, no? Ni siquiera te conoce en persona pero aún así afirma que te quiere muchísimo y anhela verte pronto e invitarte una taza de té invisible, aunque... yo también deseo lo mismo, sólo que con un paseo en bicicleta —se sentó en el asiento a un lado y sus labios temblaron antes de seguír—. Cuando nos fuimos conociendo dijiste que te encantaba que te den regalos pero que sólo los resivías en tus cumpleaños —respiró entrecortado rindiéndose ante la idea de retener sus lágrimas y contener su dolor por más tiempo—, te prometí darte tu mejor regalo de cumpleaños, desde que supe lo importante que eras para mí comencé a planear aquel gran presente. Me hubiera encantado pasar tu primer cumpleaños conmigo fuera de este hospital. Aún tengo la esperanza de pasar uno de tus cumpleaños contigo, y poder decirte en uno de ellos lo valioso que eres para mí y que puedas responderme, con que sólo me escuches me bastaría.

Se tomó un momento para prosegir.

—Gogo te devolvió la foto que tú tanto amaste —rió irónico para proceder a desenvolver el regalo—. Aquí tienes, una de tus fotografías favoritas con un hermoso cuadro diseñado por tu cuñadita y suegra, junto con una carta y... ¿Qué es esto? —tomó el tercer objeto confundido. Que él supiera solamente eran dos.

Una pequeña taza de juguete con un sticker de conejito y un papelito con un texto que parecía haber escrito de forma rápida.

"Esta es una de mis tazitas. Traéla cuando vengas a verme. No le digas a Christopher que te la di porque va a enojarse, él me regaló el juego de té".

Terminó de leer y sonrió.

Le costaba creer que su hermanita de pronto ame a Erick con sólo saber unas cuantas anéctodas, tener una fotografía con él y un obsequio de su parte. Aunque, ¿Quién no lo amaría?

23 de noviembre, 2016.

Erick estaba ansioso.

Hoy era el cumpleaños de su chico, de la persona que más amaba y... de sólo pensarlo se sonrojaba notoriamente pero, anhelaba casarse con él algún día.

Se sentía mal por no poder hacerle un gran obsequio, mas no tenía acceso a algún presente más armado y caro, apenas pudo conseguír uno pequeño.

Llegó a las cinco de la tarde, la fiesta sería por la noche pero Chris le pidió venir más temprano.

Oyó las cerraduras ser abiertas desde adentro y sus nervios aumentaron.

Apenas Chris terminó de abrir dejando ver a un tímido Erick con sus mejillas sonrojadas viéndolo con un fuerte y notorio destello en sus ojos.

Sonrió tiernamente y antes de invitarlo a pasar Erick lo rodeó por el cuello en un cálido abrazo.

—Feliz cumpleaños, amor.

Christopher se sorprendió al oírlo.

Era la primera vez que se llamaban con un apodo amoroso.

—Gracias, cariño —devolvió en un tono dulce y se alejaron lo suficiente para verse.

—Estás sonrojado —comentó riendo levemente.

—Tú igual —respondió y Erick besó su mejilla.

—Te amo.

—Yo también. Ven, estoy ayudando a mi mamá a preparar la comida para la noche ¿Nos das una mano con la decoración?

—Claro —accedió y entraron tomados de la mano.

Erick actuaba como si no estuviera desmoronándose por dentro, como si su padrastro no lo hubiera golpeado fuertemente dos días antes, como si no tuviera todo su cuerpo lleno de moretones y dolores insoportables por lo mismo.

Al llegar de la casa de Chris luego de ir a dicho sitio después del parto, su padrastro y su madre se habían percatado de su ausencia.

Daysi no dijo nada al respecto, sólo le consultó dónde estuvo y Erick le contó sin mentír, aunque le rogó que no le dijera nada a su padrastro puesto que este aún creía que estuvo en casa en la madrugada y asistió a la preparatoria en la tarde, aunque tenía sus sospechas y dudas.

En la madrugada del 21, alrededor de las dos Erick estaba quedándose dormido en su habitación, cuando su puerta fue abierta bruscamente y oyó a su madre suplicarle algo a su padrastro.

No llegó a divisar bien la conversación ni la situación cuando las mantas de su cama fueron arrancadas de un tirón y él sujetado del brazo obligándolo a ponerse de pie sin entender nada.

Mas cuando vio la furiosa mirada de su padrastro posicionada en él supo que probablemente no podría moverse al día siguiente.

Golpes, patadas, gritos, sangre caer de su boca y llanto excesivo por su parte, eso fue lo que obtuvo los siguientes minutos.

Pero sobre todo, una amenaza.

—¿CÓMO ES ESO DE QUE TE ESCAPASTE DE CASA EN LA MADRUGADA?¿QUIÉN TE CREES QUE ERES, EH? —una patada fue a parar a su estómago, haciéndolo retorcerse en el suelo y tener el amage de hacerse bolita pero su padrastro lo tironeó de su cabello obligándolo a mirarlo—. Estás muy atrevido, Erick. Estás siendo un muy mal chico y aquí no queremos eso. ¿Me oyes? —dijo imponiendo autoridad y al ver que su víctima no le contestó con rapidez dio otro golpe a su delgado y débil cuerpo soltando su cabello—. Eres una mierda, Erick. Y si siguen así de idiotas, tú y tu madre. Voy a matarte, te lo juro. Voy a matarte si siguen igual de estúpidos. Estoy cansado de ustedes y sus actitudes horribles. Mírate, das asco. Estás excesivamente flaco, tienes unas grandes ojeras y... —soltó una leve risa irónico—. Todo tu cuerpo es un asco, lleno de marcas y moretones. No sirve de nada que sigas vivo si eres tan débil y vulnerable. Nunca llegarás a ser algo en esta vida.

Terminó de hablar y se marchó como si nada llevándose a Daysi y encerrando a Erick en su cuarto.

Erick sintió un escalofrío al recordar aquella noche. Llevó con disimulo una mano hacia su estómago con tristeza. Esa parte de su cuerpo era la más marcada y dolorosa, no podía comer adecuadamente a causa del sufrimiento.

Ahora más que nunca sentía que le quedada poco tiempo.

—Oye, Erick —se volteó a ver a Christopher y esbozó una tranquila sonrisa. Hoy quería disfrutar y olvidarse de esos malos ratos por un tiempo. Ya sabía que no tendría mucho tiempo, ¿Por qué no aprovecharlo?

—¿Qué sucede?

—¿Quiéres comer algo?

—Ligero, por favor. Estoy mal del estómago y no puedo comer cosas pesadas.

—Oh, bien. Te prepararé algo suave. ¿Quieres un licuado de banana?

—Sí.

—Okey. ¿Te traigo unas pastilas para el dolor?

—Por favor.

—Ya regreso.

Se quedó viendo la última ubicación de Chris en su panorama.

Ese chico era su mejor regalo, nadie ni nada podría llegar a ser mejor que él.

Cuando fueron llegando sus amigos y entregaron sus grandes regalos Erick se sintió avergonzado por su pequeño regalo, aún no se lo había entregado y se cuestionaba si hacerlo o no.

Se divirtieron muchísimo, hace mucho Chris no tenía un cumpleaños tan animado. Ahora tenía a su hermanita, un grupo de amigos que amaba y también, su hermoso chico y compañero de vida.

Erick agradecía que Christopher tenga su atención en la fiesta e invitados que no se percató de sus pequeños tropiezos por el dolor físico.

Erick llamó a su madre. Quería quedarse a dormír y necesitaba saber si su padrastro se daría cuenta de que no estaba en casa, ya que de lo contrario, tendría que regresar de inmediato antes de que llegue del trabajo.

Sintió un gran alivo al oír que su padrastro haría horas extras y llegaría en la tarde del día siguiente.

Cortó, salió del baño y se acercó a Chris quien le daba la espalda al estar preparando unos pequeños postres.

Lo rodeó por la cintura y ladeó un poco su cabeza para verlo cuando este se giró lo suficiente para ver un poco hacia atrás.

—¿Qué pasa, cariño?

Erick sonrió ampliamante por el apodo y se alejó para pararse junto a él.

—Puedo quedarme a dormír.

—Eso es genial... y sexy.

—¿Qué dices? Idiota —regañó avergonzado y rió.

—Aproximadamente en una hora los chicos se van. Mi mamá ya se fue a dormír con Gogo. Ya cantamos el feliz cumpleaños por lo que preferió ir a descansar ya. Con esto de la bebé está muy agotada.

—Entiendo. ¿Te ayudo?

—Ya terminé —avisó poniendo el último chocolatito sobre la crema batida—. Ayúdame a llevarlos.

Hora y media después ya estaban acomodándose en la cama del cumpleañero.

—¿La pasaste bien? —preguntó Erick sentado con su espalda contra la cabecera de la cama viendo como Chris terminaba de colocarse una remera suelta y cómoda.

—Muy bien —dejó sólo la luz de su velador encendido y se sentó junto a Erick cubriendo sus piernas con las mantas.

—Me alegro mucho. ¿Resiviste muchos regalos? Por parte de tu familia también.

—Sí, varios. Y tú, ¿Me diste algo?

—N-No, aún no.

—Está bien, Erick. Sólo bromeo, no te sientas presionado a darme un regalo. Con que hayas pasado conmigo mi cumpleaños me alcanza y me sobra —dijo dulce ocasionando un gran amor en el contrario quien lo miraba atento.

—De hecho... —se estiró hasta su mochila a un lado de la cama sacando una pequeña caja de cartón—. Toma, es tu regalo —entregó dudoso y tímido.

—Muchas gracias —tomó el presente y dejó un tierno beso en su mejila. Abrió la cajita dejando a la vista un simple collar con una bonita piedra sujetada con un alambre.

—Es un collar que hice yo hace un tiempo. No me quedó tal como quería y no he tenido tiempo de hacer otro. Lo use el día que te conocí y lo uso todo el tiempo, me ha traído muchas experiencias buenas y... bueno, creo que está de más decir que es especial para mí porque cuando lo usé por primera vez te conocí.

—Lo recuerdo —habló mirando el collar con detenimiento—. En la reunión por San Valentín te dije que me gustaba tu collar y me contaste que no estabas seguro de si usarlo ya que tenías miedo de que te dijeran algo al respecto —miró a Erick.

—S-Sí. Es muy valioso para mí así que quise dártelo a ti.

—Está hermoso, Erick. Es el mejor regalo que me han dado.

—¿De verdad? —preguntó emocionado.

—Sí, amor —respondió y se acercó al contrario para dar paso a un dulce beso.

A ese beso le siguieron otros besitos con sonrisas de por medio.

—Me encantan estos momentos —dijo Erick de pronto esbozando una sincera sonrisa, demostrando su felicidad y tranquilidad.

—A mí igual. Lo bueno es que nos quedan muchos otros por vivír, tengo toda una vida para besarte y ver tus tiernos sonrojos. Además ahora se acerca navidad, año nuevo y luego, tu cumpleaños —el contrario sonrió bobamente—. ¿Verdad que nos queda mucho tiempo? De sólo pensarlo se me eriza la piel de la emoción.

Erick lo miró con cariño al oírlo.

Con sólo mirar a Chris se sentía vivo, sentía que tenía grandes oportunidades a futuro y que tendría una larga y feliz vida a su lado.

Pero aunque la realidad no era así, le gustaba pensar que en otra vida vivirían todo aquello sin sufrír cuando no estén juntos.

—Claro que sí, Chris —respondió y se inclinó a abrazarlo, cerrando sus párpados para disfrutar del momento.

. . .

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