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XX

Chris estaba recostado cuando escuchó unos leves golpes en su puerta.

—Pasa.

Esperaba ver a su madre con una canasta para llevarse la ropa sucia, mas al ver a su hermanita ingresar con un peluche en mano llamó su atención.

—Hola, Chris —saludó la menor entrando al cuarto.

—Hola, Gogo —devolvió y le sonrió levemente.

Amaba a su hermanita, le dolía mucho el hecho de no poder pasar tiempo con ella, de no disfrutarla.

—¿Te duele?

—Un poco. Ya se me va a pasar.

—Bien. ¿Sabes dónde está papá?

—Seguramente esté en lo de la abuela.

—Claro. Lamento mucho que ese ladrón te haya golpeado. Cuando papá llegue lo buscará para que sepa lo mal que estuvo.

Chris entendió que su madre le había mentido a Gogo, seguramente para que ella no esté al tanto de esas discusiones. Para que viva tranquila sin involucrarse de aquello. Lo mismo hicieron con Chris, le ocultaron todo hasta que a los diez años se despertó por los gritos.

—Sí... oye, Gogo. ¿Sabes a dónde me voy yo todos los días?

—No. Mamá nunca me dice pero he oído que papá se molestó porque fuiste a un hospital.

—Bueno, voy a ver a mi novio a su casa.

—¿Tienes novio?

—Sí. Su nombre es Erick.

—¿Lo conozco?

—No te acuerdas, pero —abrió un cajón de su mesita de noche, tomó una fotografía y se la enseñó a Gogo.

—¿Quién es?

—Erick.

—Es muy lindo.

—Sí. Y la bebé en sus brazos, eres tú.

—¿Yo?

—Síp, ess linda bebé eres tú. Cuando naciste, Erick y yo acompañamos a mamá al hospital y una vez que estuviste fuera, pasamos a verte. Erick estaba muy emocionado por conocerte, te hablaba cuando estabas en la panza y te compró un juguetito. ¿Aún tienes el oso rosa con moño violeta?

—Está en el estante. Mamá no me deja tomarlo, dice que es especial.

—Lo es. Erick me llevó a comprarlo. No tenía mucho dinero por lo que estuvimos horas dando vueltas buscando el indicado. Eligió ese específicamente para ti, cuídalo bien.

—Pero, ¿Por qué Erick no viene a casa?

—Vive lejos. Él te quiere mucho, llegó a decir que eres más bonita que yo —Gogo rió.

—Me agrada.

—Sí, estoy seguro que tú también le agradas.

—Cuando lo veas, dile gracias de mi parte por el peluche y que, venga a visitarme cuando tenga tiempo. Lo invito a una merienda privada.

—¿A él sí a mi no?

—Nop —le sacó la lengua y Chris sobre exageró su expresión de indignación para hacerla reír, se sintió bien al lograr su cometido—. Tengo que ir a terminar mi tarea, debo ir a la escuela en una hora. Gracias por contarme —se bajó de la cama.

—De nada. Puedes llevarte la foto si quieres.

—¿Puedo?

—Claro —Gogo tomó la fotografía con emoción.

—Gracias. La pondré junto al peluche en mi mesita de luz, prometo cuidarlo.

—Más te vale.

Gogo le sonrió una última vez y salió.

Estaba de camino al hospital junto a su madre.

—Gogo tiene la fotografía de Erick y ella.

—Lo sé. Yo se la di.

—¿Le contaste?

—Le dije que tengo un novio llamado Erick que vive lejos y que todos los días voy a visitarlo.

—Ah. Me pidió bajar el peluche de la estantería y ahora está en su mesita de luz con la fotografía.

—Sí, me contó que haría eso.

—Se la ve animada. Te extrañaba.

—Y yo a ella.

Su madre lo dejó en la puerta del cuarto de Erick y se marchó.

Estaba hablándole normalmente, ahora contándole acerca de la charla con Gogo, incluso él estaba feliz por eso. Su hermanita quería a Erick sin conocerlo, le parecía algo hermoso.

Oyó los toques de la puerta y luego de esta entró Richard.

—Hola, Chris.

—Hola. Pasa —el contrario obedeció.

—Iba a venir mañana pero me surgió algo así que quise verlo hoy.

—Está bien. No te precupes —Richard se sentó en el suelo y se quedaron en silencio.

—¿Hay novedades?

—No, nada.

—Bueno, aún tiene tiempo.

—No mucho.

—¿Qué?¿Por qué? —Chris se colocó en una postura más firme, pensando lo que iba a decir.

—La madre de Erick y su papá ya no se hacen cargo de él, está en mis manos decidír si dejarlo ir o esperar a que el hospital lo decida.

—¿Y qué hay con eso?

—El doctor dijo el mes pasado que, le daban tres meses más, de no haber señales, lo desconectaran. Definitivamente Erick tiene límite de tiempo. Aún quedan dos meses, quiero pensar que despertará pronto.

—No tenía idea de eso.

—Sí, es horrible.

5 de octubre, 2016.

Erick se encontraba de camino a la preparatoria.

Se sentía muy mal. Su cuerpo le dolía por los golpes resividos tres días atrás y su salud mental estaba deteriorándose.

Estaba triste y necesitaba apoyo emocional.

Se paró en la entrada de su preparatoria analizando si entrar o no.

No quería entrar, odiaba estar allí. No tenía amigos y se sentía muy solo.

Tomó su celular y llamó a Christopher.

—Hola, Chris.

—Hola, Erick. ¿Pasa algo?

—No quiero ir a la preparatoria. ¿Estás en tu casa?

—Sí. ¿Quiéres que vaya a buscarte?

—¿Puedes?

—Voy para allá —terminaron de hablar y Erick cortó.

Chris fue en su bicicleta.

Faltaría a clases por Erick.

—Hola de nuevo —dijo Chris bajando de su bicicleta. Acordaron verse en un parque cerca.

Erick lo miró esperando verse bien, pero, no lo estaba.

Erick venía guárdandose muchas emociones y sufriendo demasiado. Necesitaba un abrazo.

—¿Pasa algo? —preguntó al ver la expresión seria del contrario.

Chris no sabía qué hacer, necesitaba ayudarlo y no sabía cómo.

Estaba por decír algo más cuando Erick rompió en llanto y lo abrazó.

Christopher tuvo la sensación de que el mundo se le vino abajo al oír los sollozos de Erick en su oído y sentir cómo lo sujetaba con fuerza.

Correspondió el abrazo con cariño, de una manera dulce y consoladora, haciendo sentir peor al contrario.

—T-Te amo, Chris —habló Erick con la voz rota.

—Yo también, amor —dijo con un hilo en su hablar perfectamente disimulado.

Y ahí estaban, amándose como jamás creyeron hacerlo mientras se desarmaban interiormente.

. . .

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