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VIII

Despertó en la mañana, encontrándose solo en su habitación oscura y desolada.

Pero, él se encontraba solo en la vida cotidiana también, incluso llegaba a sentirse solo junto a Erick. Eso lo rompía.

Se puso de pie para ponerse sus pantuflas y su campera.

Salió de su cuarto y fue directo al living. Se insultó a sí mismo internamente al olvidarse que era día de semana. Toda su familia estaba en el living.

Gogo con su uniforme escolar lista para irse, su madre recogiendo el desayuno y su papá viendo unos papeles.

—Hijo. ¿Quiéres que te prepare el desayuno?

—No, gracias. Me voy y no me esperen —recogió un poco de dinero.

—Déjalo, Yenny. Aún te preocupas por él cuando ni siquiera hace el esfuerzo de conseguír un trabajo para ayudar en la casa. Se la pasa encerrado en ese cuarto inmundo y sale solamente para ir a visitar a su novio muerto. Pero con lo pálido y delgado que está, no sé quién de los dos está más muerto.

Chris se quedó quieto al oírlo.

No podía creer que su propio padre fuera a ser capaz de decirle algo así.

—¡Leon no digas eso! —regañó Yenny con miedo de las palabras de su esposo.

—Es la verdad, mujer. Su novio ya está muerto desde hace mucho tiempo, sólo que él no se ha dado cuent-

—¡Cállate viejo desgraciado! —gritó Chris volteándose para mirarlo. Su madre se sorprendió al verlo.

En su expresión, en sus ojos cristalizados se veía todo, no eran necesarias las palabras para darse cuenta de que él estaba sumido en una profunda tristeza de la cual no se sabía si podría salir.

Christopher estaba tratando de aguantar sus lágrimas y sus ganas de golpear a su padre. Estaba reteniendo la crisis que se aproximaba al verse tal vulnerable, quería lucir fuerte.

No le importaba que su padre lo echara, nada. No dejaría que nadie, nunca más, le falte el respeto a Erick.

—¿Perdón? —dijo su papá irónico, dejando los papeles a un lado para mirarlo.

Christopher quería gritar, no resistía.

Quería que su padre pensara que no le tenía miedo, que tenía su ego tan alto, que si su padre llegara a acercarse un centímetro más lo destrozaría en segundos.

Pero su padre era firme y, daba miedo.

Chris tenía miedo.

No entendía en qué momento llegó ahí, a divir a su familia, a estar tan roto.

En qué momento pasó que Erick fue golpeado hasta casi morir, quedando en coma.

Sólo quería abrazar a Erick y que este le prometiera que todo saldría bien.

Sólo quería ir a recojer a Erick en bicicleta y llevarlo a tomar helado mientras jugaban al veo veo.

—¿Te vas a quedar callado?¿Como un imbécil? —preguntó su padre desafiándolo, esperando que su hijo lo insultara o quiera golpearlo.

Todo menos que Christopher abriera la puerta y se marchara.

Comenzó a correr hacia el hospital, no se fijaba en las calles, personas transcurriendo, nada.

Ni siquiera en que estaba llorando en medio de la vía pública.

Simplemente, quería llegar lo más pronto posible.

Entró y sin detenerse en recepción siguió hasta el cuarto de Erick.

Ingresó y cerró inmediatamente.

Dirigió su mirada a Erick.

Quería decirle tantas cosas.

Quería implorarle de rodillas que, por favor, despertara.

Quería decirle que no aguantaba más.

Quería decirle que tenía miedo de tocar fondo.

Quería decirle que temía por no estar el día de mañana para verlo.

Y que todo lo que hacía era por él.

Pero, parecía que perdió la capacidad del habla.

Intentaba decir algo y sólo salían balbuceos.

Toda palabra era ahogada por las lágrimas que llegaban a su boca.

Y ahí fue cuando la crisis llegó.

Comenzó a desesperarse y rasguñarse inconscientemente en busca de algo que no sabía qué era.

Su respiración se volvió agitada e incontrolable.

Su cuerpo temblaba.

Su mente estaba en blanco.

Simplemente sentía una incomodidad, angustia e impotencia enormes que no sabía manejar.

Sus ojos encontraron de regreso a Erick, y recordó la vez que él lo ayudó a calmarse;

"Respira, amor. Estoy aquí, no me iré a ningún lado y este momento acabará pronto, lo prometo. Cuenta conmigo... "

E inconscientemente, había empezado a obedecer lo que le dijo aquel día.

Se sentó contra la puerta y comenzó a contar.

5 cosas que puedas ver.
4 cosas que puedas tocar.
3 cosas que puedas escuchar.
2 cosas que puedas oler
1 sabor que puedas sentir.

De a poco, fue relajándose, entrando en un estado neutral.

Suspiró y se levantó del suelo, caminó hasta Erick y se sentó a su lado.

—Me haces mucha falta, Erick —dijo tranquilo.

Después de una crisis, siempre entraba en ese estado de neutralidad por unos momentos.

—Sigo aquí por ti —confesó tomando su mano—. Soy la única persona que te queda, y yo no pienso abandonarte, por nada en este mundo.

Dejó leves caricias en su mano y luego un casto beso en ella.

—Sé que tú harías lo mismo por mí y no dudo en decirlo. Normalmente, me sentiría inseguro hacia otra persona, no podría afirmar que me ama con tanta firmeza, pero contigo todo es totalmente distinto. Tú me haces sentir amado, me demostraste con sólo mirarme lo importante que soy en tu vida. Nunca dudaría de ti. Eres la primer persona que pienso para cualquier cosa, eres mi número uno en todo y mi alma gemela. A decir verdad, creo en ti más que en mí mismo y te juro que, si pudiera darte mi vida, ni siquiera hubieras tocado esta camilla.

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