IV
Se sentó en su cama, sintiéndose débil y vulnerable.
A decir verdad, el sentirse agotado todo el día lo cansaba aún más. Anhelaba volver a ser él mismo, volver a ser feliz.
Pero siempre que lo intentaba, lo recordaba.
Erick.
Él lo hizo más feliz que cualquier cosa o persona en la tierra. Erick supo alegrarlo cuando estaba tocando fondo y ahora, hablar con Erick era como hablarle a una pared o al mismo aire.
Le estresaba no poder recordar la voz de Erick, después de 2 años sin oírla, sin oír su dulce voz en un "Te amo".
A Christopher el vivir sin Erick, lo destrozaba.
Mucho más el saber por qué acabó allí.
Todas las noches recordaba cómo conocío a Erick, toda su relación, incluso aquel día.
14 de febrero, 2016.
Christopher salió de su hogar con entusiasmo.
Sus amigos lo habían invitado a una pequeña junta por San Valentín.
Montó su bicicleta y pedaleó hasta la casa de Zabdiel, su mejor amigo.
Llegó y tocó la puerta, esperando a que le abran.
—¡Chris! —lo saludó su mejor amigo con felicidad, rodeándolo en un corto abrazo—. Pasa, estamos todos. Solamente faltabas tú.
—Son todos de llegar antes de tiempo, entonces —Zabdiel rió caminando a sus espaldas.
—Sí, llegaron antes de lo acordado porque tú viniste a tiempo justo —subieron al cuarto de Zab, viendo a 4 chicos sentados, algunos en la cama y otros en las sillas del escritorio.
—Chicos, les presento a mi mejor amigo Christopher, Chris ellos son Richard, Joel, Yoandri, Johann y Erick.
Uno de ellos levantó su mano saludándolo con una pequeña sonrisa, mientras que los demás estaban sentados entre dos charlando, él estaba en una silla del escritorio.
—Voy a ir a ver la comida. Siéntate donde quieras —le dijo Zabdiel y se marchó.
Chris se quedó parado en la entrada viendo a los muchachos, volviendo su vista al solitario en el escritorio, que ahora veía las pinturas sobre este.
Tomó una silla y se sentó a su lado, le parecía agradable.
—Hola —lo saludó. El chico se volteó a verlo y Christopher sintió una electricidad recorrer su espina dorzal al verlo a los ojos; era hermoso. Y sus ojos verdes eran sumamente maravillosos.
—Hola —le devolvió con un tono dulce—. Soy Erick.
—Erick, tienes unos ojos muy bonitos —dijo sin titubear, viendo como al momento Erick se sonrojó levemente.
—Gracias.
—No hay de qué. Díme, ¿Eres conocido de Zabdiel?
—Nop, soy amigo de Richard. Me trajo él, ¿Lo conoces?
—Un poco, me cae bien. ¿Conoces a los demás?
—Cuando llegué me hablaron y estuvimos charlando un rato pero empezaron a hablar de temas que no conozco y para no molestar vine al escritorio.
—Aah, ¿Hablaste con Zabdiel?
—Algo, estuvo conmigo hasta que tuvo que ir a hacer la comida con su mamá y ahora estás tú. ¿Cristian? —el contrario rió.
—Christopher.
—Ah, Christopher, lo siento —rió apenado.
Y así se quedó el resto del día con Erick, charlaron con los demás pero se sentaban juntos.
—Erick, tengo que irme para la casa de mi tía. ¿Tu papá puede venir a buscarte? —le preguntó Richard al nombrado.
—Mi papá está trabajando. Ve tranquilo que yo ahora me arreglo.
—¿Seguro?
—Sí.
—Bien. Avísame cuando llegues —Richard se despidió de Chris, Zab y Erick para luego marcharse. Yoandri y Johann ya se habían ido hace rato.
—Erick, ¿Tienes quien te lleve? —le preguntó Chris mirándolo.
—No te preocupes. Me voy solo —le sonrió, el contrario hizo una mueca mostrando su desconformidad—. Tomaré mi mochila y me iré —avisó subiendo al cuarto. Recogió sus cosas y fue a la entrada de regreso.
—¿Ya te vas, Erick? —preguntó Zabdiel saliendo de la cocina.
—Síp. La pasé muy buen, Zab. Gracias por todo.
—No es nada. Hay que volver a juntarnos, hacemos un buen grupo —Erick rió, encantando a Chris que lo veía a un lado.
—Lo mismo digo. Bueno, adiós Zab, gusto en conocerte —besó su mejilla—. Adiós, Chris.
—No, te acompaño. Vamos juntos.
—¿Ya te vas, Chris? —habló su mejor amigo confundido.
—Síp. Quería quedarme pero mi mamá está con vómitos y tengo que cuidarla.
—Ahh, ya. Luego vienes, eh.
—Sí, sí. Erick espérame que voy a buscar mi mochila.
Minutos después ambos estaban caminando bajo la luna intensa en medio de la noche.
—Gracias por acompañarme, Chris.
—No es nada. Me preocupa que llegues a ir solo a esta hora. Yo te dejo y me voy con mi bici, así que no tengo problema en acompañarte —Erick le sonrió.
—¿Puedo verla?
—Claro —frenaron el paso para que pudiera ver la bicicleta.
—Mi papá tiene una parecida —dijo retomando el paso.
—¿Quiéres subir?
—¿A la bici?
—Podría intentar llevarte si quieres. Tendrías que ir en el cañito.
—Voy a romperme el culo —Chris soltó una carcajada acompañada de una risita de Erick—. Pero está bien, lo acepto.
—Me subo y siéntate.
—Ok. Ni se te ocurra irte solo.
—Para nada —le sonrió divertido subiéndose a la bicicleta.
—Tu sonrisa no me convence, Christopher. Oye, ¿Cómo es tu segundo nombre?
—Bryant.
—¿Ah sí? Yo soy Brian.
—Gemelos.
—Bien, Bryant. Llego a caerme y te denuncio —dijo subiendo al cañito con ayuda de Chris.
—Eso depende de ti. Mantén alejados tus pies de la rueda.
—Ya lo sé —se sentó y se sujetó de la mitad del manubrio, Chris lo rodeó con sus brazos para poder tomar las puntas de este y manejar.
—¿Listo?
—Listo.
Chris comenzó a pedalear y a la segunda calle ya estaban andando normal.
—¿Cómodo?
—Si romperme el culo es estar cómodo, supongo que sí.
—Lo siento.
—Noo, tranquilo —se giró a verlo pero al encontrarse con su rostro tan cerca se avergonzó y volvió a mirar hacia delante de inmediato.
—¿Ya estamos cerca?
—Sí, unas calles más.
—Ok. Son 360 en total.
—¿Perdón? —preguntó indignado haciendo reír al contrario.
Con Erick reír era fácil.
—Lo que oíste.
—Escuchame un momento, taxi barato —Chris soltó una carcajada—. Tus servicios son muy... pobres como para que cobres tanto.
—Mis servicios son los mejores, de excelente calidad.
—Mi trasero no dice lo mismo.
—Dios, Erick —habló tratando de calmar su risa—. Para haberte conocido hoy, admito que te quiero —Erick se volteó a verlo, encontrándose con su mirada de regreso. Le sonrió.
—Yo también —volvió a mirar hacia delante con un pequeño sonrojo.
Dos calles más y ya habían llegado a la casa de Erick.
—Ya, aquí es —Chris frenó y Erick bajó—. Gracias por traerme en tu envidiable carrosa.
—Un placer, príncipe Erick con legado al trono.
—Cuando llegue al trono, ¿Serás mi chofer personal, Chris?
—Sería un honor —Erick rió y se inclinó a darle un beso en la mejilla.
—Nos vemos.
—Adiós, Erick.
—Bye, taxista.
. . .
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