Peter Pettigrew (HP)
Trix había estado enfurruñado, ¡la señorita Moon volvía a arriesgarse demasiado!
Pero él no podía hacer nada, así que cogió la carta que Moon le había dado y la leyó de nuevo.
"Peter Pettigrew"
Le sonaba. Había sido un triador al mundo mágico, le odiaba casi tanto como a Umbridge.
-¡Bien, vamos a hacer a la señorita Moon muy feliz!- dijo alegre al resto de elfos.
La mayoría eran reclutas que aún no habían participado en ningún asesinato, pero eran muchos, unos quince en total.
Todos celebraron las palabras de Trix. Él era la mano derecha directa de Moon, así que le respetaban mucho.
-¿Qué hacemos?- preguntó una elfa doméstica armada con un cuchillo y dando saltitos emocionados.
-Está en la casa de los Weasley, en unos años dejará de ser una rata, pero hasta entonces todos en esa familia le protegerán como la mascota que se creen que es.- dijo otro
-Debemos entrar a escondidas y matarlo- sentenció Trix. Todos estuvieron de acuerdo.
-¡Con mucha sangre!- gritó la misma elfa de antes, ahora con una mirada ilusionada.
Trix sonrió. Esa elfa siempre había estado del lado de Moon, fue de los primeros componentes de su grupo, así que le tenía mucho aprecio.
-Está bien. Necesitamos dos elfos, con uno sería suficiente, pero debe haber una distracción.- ordenó Trix
-Ira Trix y me acompañarás... Tú- dijo señalando a la elfa que estaba tan emocionada que empezó a chillar de alegría.
El resto de elfos domésticos rebeldes estaban algo desanimados, pero también sabían el gran honor que era para su compañera, así que la felicitaron antes de desaparecer.
-¿Que hay que hacer ?- preguntó la elfina, sin ocultar su entusiasmo. Trix le contó el plan, su sonrisa fue en aumento con cada fase que escuchaba.
-...Y entonces...- Trix fue interrumpido.
-¡Muerteeeeeeee!- gritó la elfina, Trix asintió y ambos desaparecieron con un chasquido.
Peter Pettigrew estaba en la habitación de Ron, en lo más alto de la Madriguera, mientras, en el patio, toda la familia de pelirrojos hacían sus quehaceres, los chicos despojando el jardín de unos molestos enanos de jardín, y las dos mujeres cuidaban del huerto de donde sacaban los vegetales que luego servirían para comer ellos.
Con sigilo, los elfos se aparecieron en las afueras de la casa, ya que ésta tenía un hechizo de protección, y luego ambos entraron por una ventana trasera, subieron las infinitas escaleras y llegaron a la habitación donde una rata dormía plácidamente.
Para la suerte de los elfos domésticos, la rata estaba dentro de una jaula cerrada. Lo único que tuvieron que hacer fue coger la jaula y volver a salir, por la misma ventana, y desaparecer.
Una vez volvieron a la cueva, bajaron al sótano, la rata no dejaba de chillar y removerse, y había intentado morder los finos y largos dedos de Trix, pero solo se había ganado que éste sacudiera la jaula y la maligna criatura se quedase mareada.
Al llegar al sótano, hicieron flotar a la rata y ataron sus patas a unos grilletes mágicos, que una vez cerraron, se encogieron hasta apresar a la rata.
Luego llegó lo divertido.
Trix le lanzó un hechizo antiguo que Moon le había enseñado, que causaba un gran dolor.
Su compañera fue cortando todo el pelo que le quedaba al bicho, luego sacó un machete de cocina y lo acercó peligrosamente a la cola de la rata.
Ésta chilló y, frente a la impotencia, se transformó en humano de nuevo, esperando romper los grilletes y poder huir.
Lo malo es que Trix ya esperaba eso, y los grilletes crecieron a medida que lo hacía el cuerpo del hombre.
-¡Soltadme malditos elfos de mierda!- gritaba el hombre una vez recuperada su verdadera forma.
-No, la señorita Moon espera impaciente por usted.- contestó Trix.
-¿Tu ama te obliga a hacer esto?- escupió Pettigrew.
Trix negó.
-La señorita Moon no es nuestra ama.- respondió su compañera.
-La señorita Moon es nuestra amiga, ella protege a los elfos libres, como Trix. - secundó Trix
-Paparruchas, sois elfos domésticos, ser libres es una vergüenza para vosotros. - insistió Pettigrew
-Suficiente - una voz nueva apareció de repente para Peter
-Señorita, el señor estaba hablando mal de usted...-
Moon sonrió, sus ojos se en cogieron tras su máscara, se arrodilló frente a los elfos.
-Y eso es malo, pero es peor que os insulten enfrente de mi- coincidió ella
-Ahora, demostremosle al señor... Pettigrew - le dirigió una sonrisa fría y falsa- la especialidad de la casa... O, mejor dicho, cueva- rió falsamente y les pidió a los elfos que la dejasen a solas, Trix se llevó a la elfina escaleras arriba, que se regocijaba de haber ayudado a la señorita.
-Tú eres Moon? - preguntó con sorna - solo eres una mocosa, el crío al que engañe para que me cuidase te debe sacar una cabeza.- rió cruelmente.
Moon le sonrió de nuevo, y, con gran destreza, sacó una pequeña (pero afilada) navaja y la dirigió a su mano, se oyeron un par de golpes secos, Peter miró su mano, y observó, horrorizado, como su mano de antes cuatro dedos, ahora tenía dos, le faltaba el índice y el anular, además del meñique que él se había extirpado hacia algunos años.
Moon se quitó su mascara, se agachó, cogió los dedos y se los enseñó, con la misma expresión orgullosa de un niño pequeño que le enseña un dibujo a su padre
"Mira papi, mira lo que he hecho yo solita" decía su rostro infantil y sonriente.
Pettigrew se preguntó si él sería el primero en ver su rostro, ya que no eran desconocidos los homicidios de la sicaria "Moon", pero jamás esperó a una niña.
-No debiste haber insultado a mis amigos elfos. - los ojos de la niña brillaban con agresividad, y su sonrisa entretenida no hacía más que ocasionar un escalofrío en la espalda de su prisionero.
Pettigrew habría podido ver mejor el rostro de Moon, y haber encontrado algo familiar. Pero estaba aterrado, una niña, una chiquilla, iba a asesinarlo y nadie sabría jamás que había pasado, ya que para todo el mundo mágico, él ya llevaba muerto años.
Lloraba, sollozaba e hipaba, su sucio rostro pronto presentó pequeños caminos aclarados por las lágrimas y los mocos de su dueño.
-Ahora, vas a decirme exactamente que pasó hace once años, antes de que pierdas algo más que un par de dedos. - declaró Moon.
Pettigrew asintió, y empezó a relatar la historia.
-Black, el traïdor, me apuntó con su varita en cuanto descubrí que había vendido a mis amigos al Señor Oscuro. Me lanzó un bombarda, pude escapar, transformandome en rata, pero él alcanzó a amputarme un dedo. - relató la misma historia que se había hecho odicial, con algún detalle que otro distinto, como, por ejemplo, que él sobrevivía.
Moon le clavó la navaja en la pierna, peligrosamente cerca de la entrepierna.
-La verdadera, rara de cloaca, no las tonterías que les vendiste a los aurores con tu numerito del dedo cortado- demandó con voz serena.
-E... Eso pa... Pasó - insistió Pettigrew, Moon apretó la navaja contra la herida- Ah, te refieres a ESA versión de la historia... P... pues puede que el traidor no fuera Black... sino... y... yo , pe... pero eso es absurdo... T... todos saben que los Black son malos...-
-Me he hartado de ti, duerme-ordenó Moon, sus ojos reflugieron de color rogizo durante un segundo, y Pettigrew se desmayó.
- Que asco de persona. - murmuró la niña, sacó su varita y la apretó contra la sien de su prisionero, al retirarla, unos hilos plateados salieron de su cabeza.
Moon sacó una pequeña botella y los guardó ahí, una vez verificó que los recuerdos eran los adecuados, llamó a su ave, metió la botella en una caja, una nota, le dio una dirección y le hizo alzar el vuelo lejos de allí.
-Despierta- demandó la niña, y Pettigrew volvió al mundo consciente.
Moon no quiso perder el tiempo, ya tenía lo que quería de él, ahora solo faltaba un pequeño detalle, el encargo.
Se recogió el pelo, antes peinado en suaves ondas, en un moño que hizo con su varita.
Se arremangó y se giró a Peter con una sonrisa psicótica.
-Esperamos que haya disfrutado su estancia aquí, hable bien de nosotros en el infierno. - dejó de sonreír alargó una mano y la cerró de golpe.
Pettigrew sintió un dolor horrible, peor que mil crucciatus juntos, volvió a mirar a la niña ante él y lo entendió, la reconoció era ella... Era la hija...
-Tú... Tú eres... - jadeó, un quejido le impidió seguro hablando.
Moon rió
-Me has reconocido, bien, eres el primero... Espero que tengas un buen recuerdo de mi. Traidor asqueroso- apretó su mano más y se regocijó del dolor de su víctima.
Pettigrew maldijo mentalmente una última vez antes de que sus ojos dejase de ver, sus pulmones de recibir oxígeno y su corazón de latir.
Moon se estiró en el suelo, estaba agotada, no podía usar tanto poder en una acción tan pequeña, debía seguir practicando para perfeccionar sus armas.
Le pidió a Trix que se encargase de las cartas y de las fotos.
"Listo, NievesBlanca NarnianaPotterArmin."
Envió las cartas una vez el ave de su ama volvió de entregar los recuerdos de una noche ens especial al Ministerio de Magia Británico.
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