Hera (Pjo y HoO)
La diosa se encontraba en sus aposentos, nuevamente había encontrado señales de una infidelidad por parte de su marido, Zeus. Cosa que ya se me hacía cansado, ya no se molestaba en cabrearse con él, bajaba a la tierra mortal, buscaba a la mujer, y esta tenía un desafortunado "accidente" antes de que pudiese enjendrar a algún semidiós que pusiera en peligro al mundo.
Luego llegaría a su casa, con alguna pertenencia de la chica y la dejaría en la almohada de su marido, haría como que acababa de despertarse, llamaría a Zeus, y se haría la sorprendida.
Éste jamás dudaría que era cosa suya, pero no diría nada, y guardaría lo que pertenecía a su difunta a ante con el resto de pertenencias de las otras.
Era un bucle sin fin.
Pero ya estaba harta.
Tomó su decisión, hizo las maletas (o más bien las hizo aparecer) y se dirigió a la sala del trono donde cada vez pasaba más tiempo su cónyuge.
-¿Vamos de viaje? - preguntó Zeus, al ver las maletas de su mujer.
Esta negó.
-Me voy yo. Esto se acabó- no le dejó replicar, y, en cuanto abrió la boca para decir algo ella volvió a hablar- Nos hacemos daño, Zeus. Tu has tenido más amantes de las que puedes recordar, y yo las he matado a todas y cada una de ellas, antes o después de la gestación de un nuevo semidiós. No funcionamos, y, como ya estoy bastante rota, me marcho antes de que decidas tragarme como a Temis.- y así, con toda su dignidad, se marchó por la puerta principal, sin armar escándalo.
Pero Zeus no estaba satisfecho.
-¿¡¿Que tú me dejas a mí?!? ¡No te atrevas a hacerlo, mujer, no sabes de lo que soy capaz, tengo en mi poder la fuerza necesaria para hacer de ti la criatura más desdichada de la creación, te desteozaré la vida, y volverás pidiendo que te lanze al Tártaro!- bramó, furioso, pero no encontró en su antigua compañera ningún rastro de miedo ni furia, solo agotamiento.
-Ya lo has hecho, ya me has hecho desgraciada, has puesto en duda mi juicio frente a toda divinidad, esta es mi decisión, y como rey justo que deberías ser debes aceptarla. - rebatió Hera, le dirigió a su ex marido una última mirada y se marchó.
Bajaba hacia el mundo mortal cuando estalló una tormenta.
-Le habéis hecho enfadar. - una voz habló tras ella.
-Moon.- adivinó la diosa. - La única mortal capaz de matar a un ser divino... He oído hablar de ti, y de tu... Peculiaridad. - sonrió con suficiencia.
-En fin, ¿quién te ha enviado? - questionó la mujer. - Porque dudo que hayas decidido por tu cuenta enfrentarte a una divinidad como yo.-
-Es cierto que me envían, pero no sé el nombre real, jamás lo dicen, solo dan pseudónimos.- respondió Moon.
-En fin, es igual. No me importa quien sea, no puedes matarme, jovencita. Puede que tus antepasados matasen a alguna divinidad menor, pero yo soy una diosa, y una mayor, ni más ni menos. Soy inmortal, he vivido más y mejor que ningún otro ser. Tengo el poder de fulminarte, Zeus me heredó un par de trucos con sus rayos. Así que tenme miedo, y tal vez tenga piedad y te mate de forma indolora. - Hera sonrió perversamente, esa chiquilla solo había tenido la suerte de no encontrarse con una víctima de su categoría.
-Si, sobre eso... He hecho un trato.- sonrió de forma fría y con regocijo pronunció - Con tu marido, Zeus. Ese que te dio algunos de tus poderes, ese que puede retirarte tus derechos divinos, como la inmortalidad... - soltó una risita despreocupada, mientras a la divinidad se le helaba la sangre.
Moon dio un paso hacia delante y Hera retrocedió tres, la niña estaba encantada, y la diosa lo sabía, se lo notaba en sus ojos, y en su sonrisa, lo único que sobresalía de su máscara azul.
Hera corrió, ya no sentía su fuerza natural. Moon le tiró una piedra a la cabeza, pero la mujer ahora mortal la esquivó.
-¡Huye cuánto quieras, no podrás esconderte durante mucho tiempo! -
Corrió y corrió como si la vida le fuese en ello, cosa que antes habría tachado de imposible, pero con su ahora mortalidad... Apartó esos pensamientos de su mente y se concentró en no tropezar con las rocas del camino.
Se adentró en un bosque cercano y siguió corriendo, si estaba en lo cierto pronto llegaría a la cabaña de un viejo conocido.
Pero Moon era muy rápida, más que cualquier mortal que ella hubiese observado, y ahora Hera tampoco tenía ninguna herramienta divina con la que distraerla... O quizás...
No tenía tiempo de pensar, su vida corría peligro, debía huir, y esa era su única oportunidad.
Aceleró un poco, perdiéndose entre los árboles y las rocas, se agachó y pronunció unas palabras en griego antiguo.
Ante ella apareció un coche destartalado, negro y con las ventanillas tintadas, en el techo se podía ver un cartel que, con un poco de imaginación generosa, se podía adivinar como el de un taxi neoyorquino.
-Al campamento mestizo, deprisa. - demandó al subirse al coche.
En el asiento delantero habían tres cabezas ancianas sobresaliendo, una de ellas (no sabemos cuál) pronunció
-No llevamos a mortales, y menos a los que no pueden pagarnos con dracmas. -
-No soy mortal... Al menos no del todo, soy Hera, diosa mayor, reina de los dioses y mujer de Zeus. Llevadme y seréis recompensadas. -
-Oh, pero ya no eres inmortal, por tus venas ya no recorre el mism icor celestial que tu exmarido o hijos- dijo otra de las cabezas
-Llevadme- demandó la mortal de nuevo
-¿Puedes pagar? -
Hera les enseñó una bolsa del tamaño de un puño con tintineantes dracmas en su interior, aún sin ver su contenido era fácil adivinar que eran monedas griegas de oro.
Las mujeres cuchichearon un poco y al final el coche arrancó.
Hera miró hacia atrás justo a tiempo de ver a Moon mirarla a través de su máscara sonreído, sabiendo perfectamente a donde se dirigía.
Pero en el campamento no podría tocarla, ¿no?
Bajó del taxi a toda prisa una vez este llegó a su destino, les lanzó la bolsa de dracmas y salió disparada colina arriba, esperando poder encontrar a Quirón.
Pero no vio nada, no había ningún campamento, solo una vieja granja que no invitaba a entrar...
La mujer lanzó una exclamacion en griego y demandó a Hécate que dejase de jugar con ella.
Al parecer la diosa se compadeció de la que una vez fue su compañera, porque cuando Hera se giró pudo ver el campamento, a los campistas y a Quirón en la entrada, con una sonrisa afable en el rostro y su forma de centauro.
Hera soltó un bufido y se dirigió a la entrada, pasando al lado de Quirón, pero no pasó de allí.
-Quirón, abre la puerta para mi. - ordenó la mortal.
Quirón asintió.
-Con mucho gusto, señora... - se giró y proclamó - Yo, Quirón, hijo de Cronos y gerente del campamento autorizo a esta mortal- Hera bufó de nuevo - al campamento mestizo. -
El centauro le hizo un gesto y a la antigua diosa no le quedó otra que obedecer, entró cautelosa, esperando no acabar fulminada.
-Hay alguien que te está esperando en la fogata. - anunció el viejo centauro, y Hera se dirigió hacia allí.
¿Quizás era Zeus que quería disculparse? ¿A lo mejor Atenea para darle palabras de apoyo?
Cuan grande fue su sorpresa al encontrar a la niña que la había estado persiguiendo charlando con Hestia, su hermana mayor.
-Hermana, ya has llegado. - Hestia le dio la bienvenida con un asentimiento de cabeza y volvió su atención a la conversación que estaba teniendo con Moon
-¡¿¡Qué hace ESA aquí?!? -
-Tengo nombre. - bufó Moon.
-Y no está aquí - añadió Hestia señalando el charco del cual salía el mensaje iris- al parecer la dejaste abandonada en un bosque que ella no conocía, algo muy cruel por tu parte. - frunció el ceño
-Oh, pero puedo venir si así lo prefieres. - sentenció Moon, y, como si estuviese pasando una cortina, atravesó el mensaje y se plantó frente a la diosa Hestia y su hermana menor.
-Tu... ¡No puedes hacer eso! - algo absurdo de decir, ya que lo acababa de ver con sus propios ojos. Pero no podía aguantarlo más, esa niñata lo iba a arruinar todo, ¡la estaba volviendo loca!
-Tú y yo tenemos asuntos pendientes.-
-Ni se te ocurra. - retó Hera al ver a la niña acercarse a ella
-Mírame hacerlo- le espetó Moon
Nadie sabe qué pasó después con Hera, Hestia desapareció de escena en ese momento no queriendo tomar parte de tal violencia, pero sin hacer nada por ayudar a Hera.
Lo siguiente que se supo de la diosa de la familia fue que su cuerpo apareció en la higuera de sacrificios a los dioses, la foto fue publicada en muchos periódicos divinos y fue la noticia del siglo durante muchos años...
Pero todos se hacían la misma pregunta,
¿De quién era descendiente Moon?
Porque de alguna forma debería haber entrado en el campamento mestizo, ¿no?
Fin
Vale, he tardado mucho, pero aquí tenéis 1500 palabras y pico par entretenernos mientras escribo el siguiente capítulo!!
Hasta dentro de otros tantos meses!!
PD, he disfrutado este cap
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