1
—Papi.
—Norae.
—Quiero de éstas.
—Ya dije que no. ¿Y desde cuándo te gustan de esas? Creí que eran aburridas —el hombre ladea la cabeza en confusión hacia su hija, marcando su ceño fruncido—. Hasta la semana pasada me rogabas por las de chocolate.
— ¡Sí! —la menor asiente— Pero las de vainilla me recuerdan a Mimi oppa. Como sus bonitas mejillas.
Jungkook resopla, dejando caer la mandíbula sobre su mano con fastidio ante la sonrisa y ojos risueños de su hija al pensar en su mejor amigo. En la panadería de los Park el aroma del pan recién salido del horno le marea y por poco se queda dormido en la mesa en la que Norae y él esperan, no sabe si a ella le ruge el estómago del hambre tanto como a él pero justo ahora no parece estar pensando en eso porque está demasiado distraída con los bocadillos. Cuando decide cerrar los ojos para descansar la vista, las palmadas de Norae en su mejilla avisándole que Jimin ya viene es lo que lo despierta.
— ¿Otra vez comiendo galletas de muestra? —Jimin entrecierra los ojos en acusación. Jungkook le da una mirada aplastante al tiempo en que éste posa una canasta de galletas en el asiento de en frente.
—Hablando del Rey de Roma, mira quién se asoma —Jungkook alza las cejas, el rubio rueda los ojos.
—Ya están listas las galletas de chocolate que pediste, señor gruñón.
—Pues yo las pedí, pero ahora alguien parece pensar diferente —hace una mueca hacia su hija. Jimin sonríe divertido, pasando la vista del uno al otro.
—Sí, Mimi oppa, es que mira —Norae se impulsa para ponerse de pie sobre su asiento y se inclina para tomar una galleta del plato, poniéndola al lado del rostro de Jimin—; ¡Se parecen a ti! ¡Tengamos una fiesta de galletas de Mimi oppa!
Jimin se ríe y va a cargar entre brazos a su adorable sobrina, llenándola de tantos besos como puede y haciéndola reír. A ella no le molesta en absoluto.
— ¡Ah, ya basta! —Jungkook se queja, completamente disgustado— Deja de babosear a mi hija, ¿quieres? Ten algo de respeto.
—Uh, ¿papi está celoso? —el rubio se separa un poco de la pelinegra para verla, ella le asiente con una sonrisa feliz. Jimin le regresa el asentimiento, arrugando la nariz y dejando otro beso sonoro en su mejilla antes de ponerla de nuevo sobre su asiento— Woah, Norae-ssi, pero ya hicimos las de chocolate que tanto te gustan, ¿qué harás? Taetae oppa las hizo exclusivamente para ti.
A la mención del trigueño, Norae regresa a mostrar su sonrisa con dos dientes superiores faltantes después de un segundo de haber lanzado un puchero.
Las galletas de vainilla puede que se parezcan a Mimi oppa, pero las de chocolate con chispas se parecen más a Taetae, una de sus siete personas favoritas en el mundo. Y de pronto Jungkook ve a su hija adentrarse en un gran y terrible dilema. Un montón de emociones pasan por su semblante y al final decide subir a ver a su padre con enormes ojos de cachorro.
— ¿Taetae oppa estará triste si no llevamos las de chocolate?
—Así es, Norae-ssi, estaré muy triste —el nombrado aparece detrás de Jimin, llevando una bandeja más pequeña y posándola en la mesa, al lado del plato con galletas de muestra que Jungkook rescató a escondidas para ella. Grave error, la hizo reconsiderar todas sus decisiones la última hora mientras esperaban por las galletas de chocolate que Jungkook había pedido para la cena de Navidad de mañana.
— ¡Nooo! —la niña extiende sus brazos, enganchándose fácilmente de piernas y brazos a Taehyung, quien la recibe y abraza con una falsa sonrisa triste— No quiero Taetae oppa triste, no quiero, no quiero, no quiero.
Jungkook los mira y respira hondo, negando en total desacuerdo.
Entre tantas cosas, hay algo que a Jungkook siempre le ha sorprendido de Norae, y es en lo fácil que puede ganarse el corazón y la confianza de quien sea, sin el más mínimo de los esfuerzos. A veces es ventajoso, no puede mentir, le ha sacado de varias. Sin embargo, la mayor parte del tiempo no es más que increíble. Jungkook hubiese dado todo por tener la misma confianza a su edad.
Por ejemplo, a Taehyung lo conocieron el mes pasado, justo cuando el pelinegro comenzó a trabajar en la panadería de los Park y Norae lo acompañó a ordenar las galletas (sí, con mucha anticipación porque estaba seguro de que lo olvidaría para este momento), y Jungkook puede jurar que se distrajo sólo 5 minutos hablando con el padre de Jimin cuando su hija ya estaba sentada sobre uno de los mostradores ayudando a Taehyung a organizar una pila de dulces, ambos sosteniendo una conversación muy amena con Jimin sobre si los de leche son mejor que los de avena y cuál daba menos sed.
Y aunque luego de eso la idea de Jungkook no era volver constantemente a la panadería, debió pedirle a Jimin en ocasiones que buscara a Norae al colegio y cuidara de ella mientras él terminaba con su trabajo, Jimin nunca se niega a pesar de lo ocupado que puede estar porque sabe que tanto a Norae como a él les gusta pasar el rato ahí. Aparentemente Taehyung sólo se unió a ellos y su hija poco deja de hablar al respecto.
Jungkook sabe que de ahí salió el enamoramiento de su hija por el rubio, y todo era Mimi oppa esto, Mimi oppa lo otro, hasta que Taehyung apareció en el cuadro. Ahora su mente se divide en galletas de vainilla y chocolate, pero nuevamente Norae no parece molesta en absoluto, de hecho, la vida de una niña de 7 años nunca se vio más resuelta.
—Papi, ¿podemos llevar de ambas? —Taehyung la dejó sobre el asiento a su lado de nuevo y la menor junta sus manos, batiendo sus largas pestañas hacia un Jungkook que, aunque usualmente tiene paciencia y se resiste a la insistencia de su preciosa bebé; hoy no es uno de esos días.
Hoy está exhausto y sólo quiere agarrar su demonio de Tasmania, subirse al tren 27 en dirección a casa, comer lo que quedó de ramen del mediodía porque tiene flojera de cocinar, tomar una ducha después de asegurarse de que Norae no hizo un desastre de agua en el baño y luego adherirse al sillón de la sala a ver una película repetida hasta que tenga que pelear con su hija para que vaya a acostarse y la llene de besos y abrazos hasta que a ella se le pase el enojo por haberle apagado la tele en la mejor parte. Suena como rutina pero raramente no lo es, sólo es lo que Jungkook quiere que pase hoy porque honestamente no tiene cabeza para nada más.
Por lo que suspira sonoramente y asiente, dejando que Norae chille y salte a abrazarlo, él le regresa el abrazo con ojos cerrados y aprovecha para ponerse de pie, la baja y toma la bandeja de galletas de chocolate, poniéndola en los brazos de la menor.
—No la sueltes, ¿okay? —le dice, Norae asiente con una sonrisa y él toma la canasta— Nosotros nos vamos antes de que se haga más tarde —alza las cejas, Taehyung acomoda el abrigo de Norae cuidando de la bandeja que sostiene y se endereza para darle una sonrisa a Jungkook—. Ah... ¿Mañana vengo por las de vainilla? ¿Estarán acá en la mañana, cierto?
—Hasta el mediodía, sí —Taehyung sonríe—. Las tendré listas a tiempo, Jungkook-ssi. Tengan cuidado por ahí.
Jungkook hace una reverencia que Norae copia y ambos salen de ahí después de que Jimin se despide de ellos.
El camino hacia la estación de tren es inusualmente silencioso luego de que Jungkook dejara que la menor se comiera 5 galletas de la bandeja, pero sólo 5, eh. No es como si él fuese menos culpable, Norae lo pilla sacando 3 galletas de la canasta con un malísimo disimulo, pero no sería ella la que dijera algo, así que guarda el secreto con una sonrisa.
—Quítate los zapatos, limpiamos ayer —le recuerda ella después de hacerlo. Jungkook cierra la puerta del apartamento detrás de ellos y dándole una mirada de ojos entrecerrados con una sonrisita, hace lo que su hija le dice.
— ¿Arreglaste tu habitación? —le pregunta él de camino a la cocina.
—Antes de ir a la escuela —responde ella, saltando para tomar una toalla de papel para secarse las manos luego de lavárselas.
— ¿Pusiste los calcetines sucios en el cesto?
—Sip.
— ¿Tu cepillo de dientes en el vaso?
—Ujum.
— ¿Las baterías al control de la tele?
—Todo listo.
—Yah, ¿qué diablos pasa contigo hoy, eh? —frunce el ceño, girando a ver a su hija que da vueltas en la silla giratoria de la computadora.
—Lenguaje, papáaa —Norae lo regaña, deteniendo sus giros cuando Jungkook posa dos envases de ramen en la mesa y Norae hace todo el esfuerzo por arrastrarse hasta allá. Jungkook desprende los palillos de madera para ambos y rápidamente comienzan a comer.
— ¿Quién te dijo que si te portabas bien te ganarías algo? —pregunta el pelinegro con la boca llena y una ceja alzada, conociendo tanto a la niña que está criando como para hacerse una idea de todos su repentinos comportamientos. Norae sonríe.
—Taetae oppa. Dijo que después de navidad me enseñará cómo hacer churros con chocolate y Mimi oppa nos va a ayudar.
—Mm —Jungkook hace una mueca, limpiándole la salsa que corre por su barbilla con el pulgar. Norae lo ignora y sigue comiendo—. ¿Me prometes que estarás muy lejos del aceite caliente?
—Yo sólo haré la masa.
—Pues más te vale.
Norae se ríe con los largos fideos entre los labios y en silencio terminan de comer, de vez en cuando ella comentándole a Jungkook sobre su día en la escuela y cómo tendrá que ayudarla a hacer una bandera de Corea del Sur para una exposición al regresar a clases.
— ¿Quieres ver una película primero o bañarte? Todavía es algo temprano —Jungkook la inclina sobre el fregadero para que pueda lavarse las manos y la boca.
—Mm... ¿Podemos acostarnos temprano?
—Oookay, ahora sí —la sienta a un lado del fregadero, tendiéndole otra toalla de papel—. ¿Quién eres tú y en dónde está mi hija? ¿Qué le hiciste? ¿Tienes fiebre? Esta no es la Jeon Norae que yo conozco —con el dorso de sus manos toma la temperatura de su frente y cuello, haciéndola reír—. Ah, vamos, por favor. Es la noche antes de navidad, ¿no veremos Operación Regalo? Incluso puedo dejar que abras tu regalo a las 12, como el año pasado, ¿no te gustaría?
Norae lo mira con una sonrisa sin mostrar los dientes, que por cierto ya le dijo que tiene otro flojo por lo que tendrá que buscar algo de efectivo para ponerlo bajo su almohada mientras ella duerme. La pelinegra no le dice nada y balancea sus pies, las coletas que le pidió que le hiciera en la mañana todavía viéndose firmes a pesar de haber sido un largo día.
En otra ocasión estaría saltando y hablando sin parar acerca de lo feliz que está por abrir sus regalos y lo arrastraría a ver todas las películas navideñas posibles. Pero ahora, la mirada compasiva de su hija es algo nuevo y Jungkook siente que hay algo escondido.
— ¿Qué pasa?
Norae vacila, frunciendo los labios a un lado. Suspira.
—Yo... Te escuché a ti y... A los abuelos, hablando antes de ir a la escuela.
Jungkook exhala sonoramente, bajando los hombros.
—Norae, ¿qué te he dicho sobre escuchar las conversaciones de adultos? Eso no se hace —le riñe, moviéndose para terminar de limpiar lo que dejaron en la cocina.
—Papi, tú no eres irresponsable, ni un inmaduro —asegura ella, en esa voz firme que Jungkook le enseñó que debe utilizar para defenderse de los niños molestos en el salón. El mayor presiona la mandíbula, sintiendo un nudo en su garganta empezando a formarse—. Mi maestra me explicó lo que significa, pero tú no eres así. Lo que dicen los abuelos no es cierto. Tú me cuidas siempre, y nuestra casa no es un desastre, tú y yo limpiamos y ordenamos todo el tiempo.
—Lo sé —asiente Jungkook, sin mirarla.
—Me gusta comer ramen y kimchi de noche, y las pizzas congeladas no son tan malas si las calientas bien. Y no importa si ya no tienes tu moto, o si no tenemos un carro, el tren es más divertido, vemos a muchas personas raras y graciosas todos los días y tú y yo podemos jugarles bromas a los que se duermen antes de llegar a su parada.
—Lo sé, bebé. Mejor vamos al baño ahora, ¿sí? —corta su pequeña charla, cargándola en su espalda y Norae hace caso, rodeando con sus brazos el cuello de su padre.
—Y está bien si no podemos tener un perrito ahora, de todas formas estamos bien tú y yo, ¿cierto? Tú me amas mucho y yo te amo a ti.
—Así es, Norae-ssi —besa el costado de su cabeza—. No mojes el piso, ¿de acuerdo? —la baja y le entrega su toalla— La cortina dentro de la bañera y la ropa en el cesto.
—Sí, papi. Llamo cuando termine.
—Bien.
Y cierra la puerta.
Jungkook deja salir un suspiro tembloroso, tragándose el nudo en su garganta y sorbiendo por la nariz. Ignora la picazón en sus ojos y se va a acomodar cualquier desorden con el que se tope. Está terminando de barrer la sala cuando Norae lo llama y va a por ella, buscando primero el cepillo de peinar en su cuarto junto a un conjunto de piyama.
— ¿Mañana trabajarás? —Norae pregunta, subiendo a su cama de espaldas a Jungkook para que éste pueda peinarla.
—Mañana es navidad, los secretarios tampoco trabajamos en navidad. Pero es posible que tenga que ir los días después de navidad.
—Ah, cierto... ¡Oh! Pero Taetae oppa trabaja en navidad.
—Porque Taehyung trabaja en una panadería y muchas personas necesitan comprar cosas para sus cenas a último momento, así que están ahí para ayudarlos.
—Oh, okay... ¿Mimi oppa irá a la cena de navidad con nosotros?
—Sí, con Yoongi, Seokjin, Hoseok y Namjoon.
— ¿Taetae oppa puede ir?
—A Taehyung apenas lo conocemos, Norae.
—Pero paaa —Norae se da la vuelta, escalando en el regazo de su padre para rodear su cuello y sacudirlo—. ¡¡Es la cena de navidad!!
—Pues sí, pero no sabemos si ya tiene planes con su familia.
—Pero puedes preguntarleee. Anda, anda, di que sí, di que sí, di que siii —la menor salta, haciendo la cama rechinar y a Jungkook gruñir.
—Ahhh, okay, okay, okay. Ya. Basta. Mañana cuando vaya a buscar las demás galletas le pregunto si puede ir. ¿Te parece?
— ¡Siii! Gracias, gracias, gracias —el rostro de Jungkook se llena de besos eufóricos de su hija, haciéndolos caer de espaldas a la cama y el mayor carcajea. Esta es la Norae que conoce.
—Sí, sí, ya, como sea —dice escapando de su agarre y aprovechando de acostarla de una vez—. Ahora a la cama señorita "ahora me acuesto temprano y dejo a papá solo" —le tira un cojín, Norae ríe sonoramente regresándole el cojín de un aventón.
— ¿Sabías que le gustas a Taetae oppa?
— ¿Qué? —la voz de Jungkook sale aguda, arrugando toda su cara por la incoherencia de la menor— ¿Qué dices, niña?
— ¡De verdad! Está perdidamente enamorado de ti, como en las películas.
—Claro —jadea una risa irónica—. ¿Cómo puedes saber todo eso? No me ha visto muchas veces. Además, ¿cómo sabes que un hombre que le gusta otro hombre no es algo malo, eh?
—Lo sé porque lo escuché. Dijo que le gustan tus tatuajes y tu cabello largo porque pareces un hombre malo y sexy, no sé qué significa eso, pero le dije que sólo eres malo pescando y jugando a las escondidas porque siempre veo tus pies. Y tío Yoongi dijo que saliste con hombres en la escuela, y quien diga que un hombre no puede estar enamorado de otro hombre, se puede ir a la puta mierda.
— ¡Norae!
—También dijo que te molestarías si lo decía —risotea la pelinegra.
— ¿Le haces caso a Taehyung pero no a mí cuando te digo que no tienes que escuchar nada de lo que tus tíos o todos los adultos digan?
—Es que Taetae oppa es lindo. Mimi oppa y yo nos dimos cuenta de cómo brillan sus ojitos cada vez que te mira y sonríe con forma de cuadrado, algo así —intenta imitar la expresión risueña del trigueño y Jungkook resopla, sacudiendo la cabeza mientras que asegura que las cobijas cubren bien a la menor—. Su mirada me recuerda a... ¡Ah! A cuando miras la foto de mamá cada vez antes de salir de casa. Pero con más estrellas.
Jungkook suspira, superado por todo. ¿Qué haría con ésta niña?
—Como sea, Norae-ssi, no conozco a "Taetae oppa" y él tampoco me conoce a mí, así que dejémoslo ahí, ¿bien?
— ¿Podrías invitarlo a comer helado alguna vez?
—No sé.
— ¿Al parque?
—No sé.
— ¿Al cine?
—Norae.
—Gruñón.
—Preguntona —pellizca su nariz, Norae refunfuña—. Ya duerme.
—Papi —lo llama antes de que Jungkook tenga intenciones de pararse de la cama.
— ¿Uh?
— ¿Por qué siempre miras la foto de mamá antes de salir de casa?
—Ya te he dicho antes por qué.
— ¡Pero lo olvidé! Anda, dime de nuevo.
—Ah... —suspira el mayor, las manos en sus rodillas— No lo sé, Norae-ssi. Es como una forma de pedirle que nos cuide cuando estemos afuera. Que te ayude a ti en la escuela y a mí en el trabajo, y que nos regrese sanos y salvos a casa.
— ¿Como nuestro Ángel Guardián?
—Sí, justo así.
—Oh... —asiente pensativa— Papi.
— ¿Sí?
—Los abuelos no están aquí para ver que eres el mejor papi del mundo, pero yo sí, ¿está bien? —la pequeña extiende su meñique hacia Jungkook, quien presionando los labios en una sonrisa compasiva, entrelaza su meñique con el de su hija y junta sus pulgares en ese saludo de promesa y afecto que ambos se tienen.
—Te amo, ¿sí? Nunca lo olvides. Es lo único que importa —se acerca para susurrarle y Norae asiente.
—Feliz navidad, papi.
—Feliz navidad, bebé. Descansa —besa su frente—, abrirás tu regalo en la mañana —reacomoda su cobija y posa el par de peluches a sus lado, Norae asiente y abraza los peluches hacia ella.
— ¡Apaga la luz y cierra la puerta!
— ¡Okay! —Jungkook sonríe, haciendo lo que ella le pide y suspira cuando está afuera.
Deja encendida la luz del pasillo porque todavía no tiene planes de irse a dormir y camina hacia la sala. ¿Ahora qué se supone que hará? Está cansado pero su mente no lo dejaría relajarse. Eran las 7pm cuando salieron de la panadería y ya serán las 10.
Hace 4 días que tiene el regalo de Norae envuelto bajo su cama porque Jimin le insistió en que lo tuviese listo con anticipación o si no lo olvidaría, como el año antepasado que tuvo que salir corriendo a conseguir uno a último momento y estuvo muy molesto porque no tenía la menor idea de qué comprarle, pero en su defensa su hija amó esos calcetines de Ositos Cariñositos y los usó hasta que se les hicieron agujeros en la tela de las plantas de los pies.
Este año pudo comprar otro peluche para ella porque los que tiene ya están algo desgastados y al pequeño conejo Kookie le falta una oreja después de haberlo lavado seguido los últimos 7 años. También está el juego "Twist" por parte de Jimin, además de cartas de Uno por Namjoon, un juego de mesa que no conoce por Hobi, y patines por Yoongi y Seokjin porque ambos creen que Norae ya tiene edad suficiente para saber de adrenalina en el parque e incluso él mismo lo cree, así que con felicidad coloca todos los regalos bajo el árbol decorado con recortes de papel lustrillo hechos por ellos mismos y las luces de todos los años, que aunque tienen más de la mitad de los bombillos quemados y siguen medio enredadas, cumplen su función de iluminar el espacio y darle el ambiente navideño que su hija y él adoran.
Jungkook se aleja para observar todo. A pesar de que las ventanas están cerradas, el frío de diciembre cala en él, haciéndolo estremecerse y frotarse los brazos. En medio del silencio da un vistazo alrededor y sus ojos no evitan posarse en la foto que Norae mencionó hace rato. Lentamente camina hacia ella, toma el marco y va a sentarse en el sofá más grande de la sala.
Jungkook suspira.
—Mañana es navidad de nuevo, Haegyeon-ssi —murmura, pasando los pulgares por las facciones de la bella chica con la misma sonrisa de su hija—. Seguimos viviendo de ésta manera... ¿Lo estoy haciendo bien? —sus labios se presionan en una sonrisa, ahora melancólica— Sí... Papá y mamá no piensan así, ¿sabes? Ellos... Creen que sigo siendo "liberal" como para ser padre. Ya sé que... Ramen y bocadillos de noche no es sano, y que no debe bañarse con agua fría porque en cualquier momento puede resfriarse, ni comer dulces en la mañana, y que... Debo hacer más tiempo en el trabajo para estar con ella, pero yo en serio estoy haciendo lo que puedo, Gyeonie... Nuestra hija... Ella está creciendo bien. Cada vez entiende más y más cosas y no creo poder seguir ocultándole los problemas del día a día —suspira, negando levemente con la cabeza—. Es muy inteligente, siempre me recuerda a ti —se ríe—, me regaña porque bebo agua directamente de la jarra y se molesta si dejo platos sucios en el fregadero por más de 20 minutos y en general está consciente de lo que está bien y mal y... Sabe leer mis emociones con facilidad, ah... Dejó de pedirme cosas que sabe que no puedo comprar y está más tranquila, pero sigue enamorada de Jimin —ríe, sorbiendo por la nariz cuando siente la primera lágrima caer por su mejilla, la limpia con el dorso de la mano—. Pero, sólo... Ella está bien, ¿sí? No... No te preocupes por eso, confía en mí. Estaremos juntos siempre. Te lo prometo.
Besa sus dedos y los posa en la foto, queriendo traspasarla o cerrar los ojos y transportarse al momento en el que la tomó.
Haegyeon estaba embarazada de Norae y tenía una sonrisa enorme mientras sostenía su crecida panza en una de las tantas camisas holgadas de Jungkook en ese entonces. Su cabello estaba vuelto un desastre agarrado en un moño alto pero estaba feliz porque Norae daba sus primeras patadas y le daba cosquillas, Jungkook ni siquiera dudó en correr a buscar la cámara para capturar ese momento de cualquier manera.
Muchas veces se ha preguntado cómo sería si ella aún estuviese aquí y siempre llega la conclusión obvia: todo sería más fácil. Sin embargo, su bebé siempre fue considerada con él desde que tiene uso de razón, por lo que se siente de todo menos como una carga, que era lo que al principio tanto le aterraba a Jungkook. Ahora que Norae es capaz de observar, darse cuenta de las cosas y brindarle el apoyo que merece, significa todo para él. Por lo que se recompone, regresa la foto a su lugar en la repisa y después de darle otro vistazo a su pequeña, va a tomar una ducha para acostarse a dormir.
En lo que su cabeza toca la almohada, inesperadamente una imagen poco común se refleja en su conciencia: Taehyung sonriendo. Jungkook sonríe igualmente, cerrando los ojos.
¿Cómo le explica a su hija que saber que el trigueño también gusta de él lo hace sentir indescriptiblemente feliz? Creyó que serle indiferente al sentimiento y ocultarlo de sí mismo y el resto serviría para olvidarse, pero Taehyung es alguien que va más allá de sus sueños, lo sabe por sus buenas acciones y porque probablemente tiene la sonrisa más sincera que ha visto. Lo ha capturado mirándolo en ciertas ocasiones, pero en la mayoría ha estado junto a Norae por lo que se convenció de que sólo eran ideas suyas.
Le alegra saber que no es así.
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