4. Te
A pesar de las pocas horas de sueño gracias a su insomnio, se sentía de buen humor esa mañana.
Pero más que nada estaba nervioso, no podía creer lo que había hecho la tarde anterior.
¿El libro le habrá gustado a Hyungwon?
¿Y qué tal si no le gustaba ese tipo de historias?
¿Y si lo de las flores fue mucho?
Miles de preguntas inundaban su cabeza, pero después de una ducha fría se sintió más despejado.
Se vistió con el característico uniforme azul y al parecer ya estaba acostumbrandose a verse en el.
Se fue a la Universidad con una sonrisa nerviosa, estaba ansioso por ver lo que Hyungwon hacía.
Cuando llegó a la Universidad tuvo la suerte de verlo apenas a unos metros de distancia y el corazón de Wonho pareció encogerse de ternura cuando inesperadamente se dio cuenta que Hyungwon portaba 3 pequeñas flores blancas en su oreja derecha, obviamente fueron sacadas del ramillete que él le había regalado ayer.
Casi corrió a abrazarlo, pero se dio cuenta que se estaba haciendo tarde para ambos y que quizá eso sería demasiado extraño, así que mejor sacó una libreta de su mochila y decidió dejar una pequeña nota en su casillero.
"Hola bonito :D
Espero que te haya gustado mi regalo, las flores mezcladas con el color de tu cabello se ven hermosas...
¿Te parece compartir almuerzo conmigo hoy? Si aceptas te espero en la primera mesa de la cuarta fila, esa que queda justo en la esquina para que nadie nos moleste...
Muero de ganas por conocerte...
- W"
La tomó y la puso con rapidez dentro del casillero y salió corriendo, era el único que estaba en el solitario pasillo y no quería perderse la clase.
Aunque debía admitir que era una de las clases más aburridas.
Las 4 horas que el maestro pasó hablando, el las pasó durmiendo gracias al desvelo de la noche anterior y al aburrimiento que le provocaba estar escuchando a ese señor.
Pero para su buena suerte, el timbre ya se escuchaba anunciando la hora del almuerzo y se despertó adormitado.
Axel, Gabriel y Matías ya habían salido del salón así que no se preocupaba por ellos, al final ya sabía dónde encontrarlos.
Fue al baño a lavarse la cara para no parecer adormitado y luego llegó a la cafetería.
Al llegar a la mesa donde estaban sus compañeros, buscó con la mirada la mesa acordada para el almuerzo con Hyungwon.
Estaba vacía.
Él resopló con fuerza y Axel lo miró mientras comía.
- ¿Aún no lo conquistas?
Wonho lo miró serio.
- Calla Axel, no sabes nada de lo que pasa.
Axel lo señaló con el tenedor.
- Oye, quizá yo sepa más que tú, de lo que pasa... no me subestimes...
Wonho rió por su compañero, era un tonto pero lo quería.
Como siempre, Gabriel y Matías estaban sumidos en su mundo de bromas y cosas así.
Axel se levantó de la mesa, era tiempo de irse con su novia, como hacía siempre.
De repente Wonho comenzó a ponerse triste, sin Axel siempre se sentía aburrido porque Gabriel y Matías apenas notaban su presencia.
- ¿Ya debes irte?
Axel asintió arreglando sus cosas.
- Si no llego pronto, Aby va a matarme.
Wonho suspiró.
- Aww alguien va a extrañarme...
- Eres un tonto...
Axel rió y salió de la cafetería hacia la facultad de su novia, y justo en ese momento Wonho volvió a examinar la estancia por pura curiosidad.
Su corazón palpitó rápidamente al enterarse de que Hyungwon no sólo estaba en la mesa acordada, si no que también tenía las flores en su cabello aún y lo más importante, estaba leyendo el libro que le regaló.
Miró a sus compañeros y parecían no prestar atención así que disimuladamente arregló sus cosas y se levantó de la mesa alejándose lentamente de allí.
Caminó a toda prisa hacia la mesa.
Puso su mochila allí y saludó.
- Hola... no sabía que estabas aquí, pero que bueno verte y saber que no has declinado mi oferta... ¡Oh! Pero espera, no había pedido mi comida por esperarte pero al parecer tu ya tienes tu comida... ¿Puedo ir a traer la mía?
Hyungwon asintió con una sonrisa y Wonho se levantó de allí dejando sus pertenencias en la mesa que compartiría con Hyungwon.
Debía admitir que muchas personas lo miraban raro, era como si fuera el valiente en enfrentar a un monstruo o algo así.
Pero no le importó, al contrario, se sentía muy feliz.
Ignoró las miradas y fue al otro lado de la estancia para buscar su comida.
Pero para su mala suerte había fila y debía esperar unos minutos.
Rogaba al cielo para que no se tardaran tanto, pues tampoco quería dejar a Hyungwon esperando mucho tiempo.
Más de 10 minutos se tardaron en darle la comida y ya estaba desesperado, ni siquiera tenía hambre solo quería volver a la mesa con Hyungwon.
Suspiró molesto y nervioso, agarró la bandeja y comenzó a caminar hacia la mesa mientras miraba la comida, pensando en que debía decirle primero.
Pero cuando levantó la mirada se dio cuenta que había mucha gente rodeando la mesa donde minutos antes él había dejado a Hyungwon.
No sabía que pasaba, la gente bloqueaba su visión y su camino.
Tiró la comida hacia algún sitio y se abrió paso entre la gente para finalmente encontrarse con unas conocidas risas y unos pequeños sollozos.
Hyungwon estaba tirado en el suelo llorando, el libro que él le había dado estaba tirado por otro lado mientras Matías y Gabriel reían a su lado pisando las flores que anteriormente Hyungwon tenía, repitieron la acción hasta deshacerlas.
Las demás personas solo veían, no se reían, pero tampoco lo ayudaban.
Wonho abrió su boca en sorpresa viendo a sus compañeros, su mirada se conectó a la de Hyungwon en instantes.
Sus ojos tristes, sus lágrimas, sus sollozos, estaban rompiendo a Wonho.
Intentó acercarse para ayudarle, pero él rápidamente recogió el libro y su mochila y salió de allí ignorando la ayuda de Wonho.
Pero no lo culpaba, Wonho ya sabía lo que Hyungwon estaría pensando de él.
Pensaba que era como ellos, que lo del almuerzo fue una farsa para dejarlo en ridículo, dando lugar a un nuevo motivo para ser molestado.
Seguro lo odiaba.
Wonho se quedó allí de pie mientras la gente se dispersaba como si nada.
Gabriel y Matías seguían riendo, pero iban caminando en dirección a la mesa donde estaban anteriormente.
Los ojos de Wonho se cristalizaron, debía ir a buscarlo y pedirle disculpas, demostrarle que él no era como ellos.
Tomó su mochila y estuvo a punto de salir corriendo cuando alguien lo agarró del brazo.
Él se giró con molestia y vio a Gabriel.
Se safó de su agarre y comenzó a caminar hacia afuera, pero Gabriel lo detuvo una vez más.
- ¡Sueltame, maldita sea!
Gabriel lo agarró de la camisa y lo empujó contra una pared, muy molesto.
- ¡Te dije que no te acercaras a él!
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