Capítulo 9
Hay un secreto para ser feliz con la persona amada:
NO PRETENDER MODIFICARLA.
-Dante Alighieri.
Miro a Iliana a mi lado en su cama. No puedo ni siquiera intentar levantarme de aquí. Mi cuerpo está sin fuerza alguna. Después de hacerlo contra la pared, decidimos que debíamos aprovechar de pasar por toda la casa y lo hicimos en la barra americana y de último acá en la cama.
—Aún nos falta el sofá y el baño. Nunca lo he hecho en la ducha —reconoce, haciéndome reír. Me acomodo de lado para verla.
—¿Es en serio que aún tienes ganas? —inquiero burlón.
—¿Qué? ¿Ya te cansaste? —Hace puchero. Río. Dejo un beso en su frente y me levanto para ir a la sala en busca de mi ropa.
—Ya pasó la media hora. James debe estar por llegar—. Me doy la vuelta con mi pantalón en la mano—. Deberías hacer algo con tu rostro —declaro. Frunce el ceño.
—¿Qué tiene mi rostro? —cuestiona malhumorada.
—Tienes un cartel en toda la frente que dice que acabas de coger muy bien. Tus ojos brillan, tus mejillas están sonrosadas y tu cuerpo se ve bastante relajado tras los cuatro orgasmos que has tenido —explico. Sus mejillas se ruborizan el doble. Suspira.
—Debemos hablar, ¿cierto? —Asiento. Creí que después de estar con ella iba a saciarme y sentirme mal por hacerle esto a James, pero no, quiero más.
—Sí, pero no ahora. Debo irme. Nunca llego tarde a la empresa. Debo inventar una buena excusa. Te llamo más tarde. —Gruñe.
—No, no lo harás. No vas a llamarme porque ya te di lo que querías, ¿cierto? Ahora vas a desaparecer y hacer como que esto nunca pasó. Yo voy a decidir si casarme o alejarme de James y de ti. Entonces vete. No quiero verte —sentencia. Suspiro. Termino de abotonar el último botón de mi camisa y camino hasta ella. Coloca sus manos sobre mi pecho para mantenerme al margen. Las tomo entre las mías.
—Voy a llamarte, dulzura. Prometo que a penas salga de aquí voy a escribirte y te estaré llamando en el transcurso del día. No puedo ayudarte a decidir sobre qué hacer con James y conmigo. Si quieres casarte con él, yo no voy a detenerte. No voy a enfadarme o reprocharte algo. Hablaremos de esto en la noche, ¿sí? Te invito a cenar esta noche y lo hablamos —sentencio.
—Estaré esperando que cumplas —admite. Sonrío. Beso sus labios y salgo del apartamento. Al llegar a la entrada, me acerco al portero.
—Voy a pedirle un favor —hablo. El hombre me mira atento—. Si el hombre rubio que subió hace un rato al apartamento de Iliana vuelve a venir, le agradezco no describirme y sobretodo, admitir que se equivoco de apartamento y ella nunca recibió visitas. ¿Puede hacerlo? —inquiero, sosteniendo un puño de dinero en efectivo. El hombre mira el dinero en mi mano y luego mi rostro.
—Cuente conmigo —acepta. Sonrío, palmeando su espalda y entregándole el dinero de forma discreta que no lo vean las cámaras de seguridad.
—Nos vemos luego, Henry —me despido, leyendo su nombre en la chapa que tiene su uniforme.
Agradezco haber estacionado mi auto en la cera de al frente. Con suerte, por ser nuevo, James no lo ha detallado y no podrá asociarlo conmigo. Espero que Henry cumpla su palabra.
Una vez que estoy en el auto, le escribo un mensaje a Iliana para cumplir mi promesa y que no se preocupe.
Yo.
10:03hrs: Henry le dirá a James que se equivoco de apartamento y tú no has recibido visitas hoy. Tenlo presente.
Después de devatirme internamente si añadir una carita con un beso o no, lo envío sin colocarla. Eso sería muy patético. Además, no puedo adelantarme a nada hasta que hablemos esta noche y ella decida qué hacer.
Yo ya tengo claro que quiero que esto siga pasando. Pero estoy cansado de estar entre otro hombre. Con Rose eso no funcionó. Suspiro, sacando a Rose de mi mente.
Enciendo el auto y conduzco en silencio hasta la empresa. En todo el camino estuve pensando qué inventar que fuera lo suficientemente creíble. Lo único que sé me ocurrió, estoy seguro de que Nana va a reñirme al llegar.
Estaciono en mi plaza habitual y bajo del auto, luego de abrir la guantera y echarme de mi perfume. Estoy seguro que tengo impregnado el olor de Iliana en cada parte de mi cuerpo. Tomo mi saco y camino hasta la entrada.
—Mr. White —saluda mi secretaria al verme. Le doy un asentamiento de cabeza—. Los señores Weighed los están esperando en la oficina de mr. James —avisa. Asiento y me encamino hasta ahí. Abro sin tocar. Ambos me devuelven una mirada furiosa.
—Buenos días, chicos —saludo, ignorando por completo sus malas caras. Me sirvo una copa de vino del mini bar de James y me siento en el sofá. Alejado de ellos y su furia. No soy cobarde, soy prevenido.
—¡¿Dónde diablos estabas y por qué citaste una reunión de emergencia y no apareciste?! —Alzo las cejas ante el grito de James. Suspiro, moviendo suavemente mi copa.
—¿Te interrumpi en algo? —respondo. Suspira.
—Estaba con Iliana. ¡Por supuesto que interrumpiste! —gruñe. Asiento lentamente. Técnicamente estar del otro lado de la puerta no cuenta como estar con una persona, en cambio yo... Yo sí tenía mi cara en el medio de sus piernas. Suspiro.
—Lamento haberte hecho dejarla. No puede llegar antes porque Nana estaba haciendo ejercicios y se cayó. Aunque ella asegura que está bien, me preocupé y no pude dejarla sola hasta que el doctor fue a verla y dijo que no le había pasado nada. —Las manos me tiemblan por la mentira, así que sostengo la copa de vino con ambas, apoyando mis codos en mis rodillas y echándome hacia adelante para verlos con mi mejor cara de inocente.
—Oh, hombre, nos hubieras avisado. Pudimos haber ido a verla. —Inmediatamente sus rostros cambiasen de molestos a preocupados. Me siento un poco mal por mentirles, pero no lo suficiente como para arrepentirme.
—No fue nada. Solo me preocupé de más. Lamento no haberles escrito antes, ni siquiera recuerdo dónde dejé mi celular —miento de nuevo.
—Tranquilo, ahorita lo buscas y aparece. De seguro lo tienes en alguno de los bolsillos de tu traje. —James está siendo bastante condescendiente. Asiento.
—Con respecto a la reunión, la verdad no tengo cabeza para eso ahora. ¿Podemos dejarlo para mañana? —Ambos asienten. Me levanto, terminando de beber el vino. Dejo la copa en su sitio y me despido de ambos con un asentimiento de cabeza.
No puedo estar un segundo más ahí adentro. Necesito aclarar rápido mi situación con Iliana. Una cosa es ser fuerte sin ver a James a la cara. Otra cosa es verlo y recordar todo con Iliana. Lo peor es que sigo deseando hacerle más. No puedo dejar de imaginarla en su baño, desnuda, con el agua recorriendo su cuerpo mientras la embisto desde atrás, halando su cabello hacia a mí y con su rostro pegado a su pared. ¡Diablos! Sacudo la cabeza y entro a mi oficina.
Me la paso todo el día zigzagueando de un lado a otro en la oficina. Iliana me respondió el mensaje poco después de que entre a la oficina y me dijo que James la llamó para ir a almorzar. Después de eso. No he podido hacer que mi cerebro se concentre en otra cosa que no sea el almuerzo de Iliana con James.
Espero que ese almuerzo la ayude a aclarar sus ideas y pueda darme una respuesta concreta en la noche.
Son las tres de la tarde cuando mi puerta se abre. Dejo de mover el balón de fútbol en mis manos y lo miro. James me mira derrotado. Enseguida viene a mi mente Iliana.
—¿Qué pasó? —interrogo. James hace lo mismo que yo hice en su oficina y se dirije hasta mi mini bar. A diferencia de mí, él se sirve un vaso de whisky—. ¿Estás seguro de que quieres empezar a beber tan temprano? —Cuestiono. James alza una ceja al ver mi vaso de whisky en el escritorio.
—En algún lugar del mundo ya son las cinco de la tarde, tenemos permitido embriagarnos a cualquier hora —declara. Asiento. Se deja caer en mi sofá. Tomo mi vaso y camino hasta el sofá frente a él.
—¿Qué pasó? —repito. James suspira.
—Creo que Iliana tiene a alguien más —suelta. Hago lo posible por mantenerme neutral.
—¿Por qué crees eso? —insisto.
—No lo sé. Desde que comenzó esta semana ha estado actuando raro. Evita besarme, acostarse conmigo y vive nerviosa estando cerca de mí. Hoy cuando fui en la mañana el portero me dijo que tenía visita y ella no quiso abrirme. Cuando la fui a buscar para el almuerzo, el portero me dijo que se había equivocado de apartamento, que Iliana nunca recibió a alguien antes que a mí. No sé si creerle —reconoce. Suspiro y bebo.
—Creo que tienes que confiar en ella, James. ¿Para cuándo es la boda? —Me esfuerzo en no demostrar interés en saber la respuesta.
—Se supone que dentro de un mes. ¿Si crees que lleguemos hasta allá? —Me encojo de hombros.
—El futuro es incierto, amigo, pero creo que si hablas con ella sobre esos cambios, puedes llegar a la solución. Quizás está asustada por la boda. He sabido que las novias se asustan por todo. —Recuerdo a Rose. Arianna hacia videollamadas conmigo todos los días. La podía ver gritando o caminando de un lado a otro con los estrés de la boda. Me recuerdo deseando estar ahí para besarla y ser yo quien la tranquilizarla en mis brazos. Niego con la cabeza.
—Lamento haber dicho anoche lo de Rose. No debí hacerlo. Sé que tú estás trabajando en olvidarla. —Enfoco mi mirada en James y sonrío.
—No te preocupes, te disculpo. No fue la gran cosa. No debí haber actuado de esa manera —reconozco.
—No, tú hiciste lo que tenias que hacer. Yo no puedo ir contándole a la gente sobre tu vida —admite. Sonrío sincero.
—Gracias. Y ya deja de preocuparte por Iliana. Estoy seguro que sigue amándote y pronto volverá a ser la misma contigo —declaro. Ya sé lo que haría esta noche. Aunque no quiera hacerlo, debo alejarme de Iliana para que sean felices. James asiente poco convencido.
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