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Capítulo 8

La vida se mueve rápidamente.
Nos precipita del cielo al infierno en cuestión de segundos.
Paulo Coelho.

 
—No puedo aguantar más, dulzura —gruño. Iliana está haciendo maravillas con mi miembro en su boca.

—Vente para mí —súplica seductora. Vuelvo a gruñir. La obligo a levantarse, tirándola sobre el sofá. Me mira con la boca abierta en busca de aire.

—Lo haré después de hacerte venir a ti —declaro. Me coloco frente a ella y me siento sobre mis rodillas en el suelo. Beso desde su pantorrilla hasta llegar al inicio de su tanga. Muerdo ligeramente esa zona y ella gime. Eso es música para mis oídos.

Estoy retirando suavemente su tanga cuando se escuchan unos golpes en la puerta. Nos vemos a la cara y puedo verla tragar. Ella y yo sabemos quién puede ser.

—Iliana, cariño, abre y escúchame —pide James al otro lado de la puerta.

—Quizás si no respondo, piense que no estoy en casa —susurra para que solo yo pueda oírla. Asiento poco convencido.

—Sé que estás aquí. El portero me lo dijo. También dijo que tenías compañía. ¿Quién es? —insiste. Cierro los ojos. Sabía que si el portero era gentil conmigo, lo más probable es que lo fuera con todos.

—James, no quiero verte. Vete y yo iré cuando quiera —Iliana me sorprende hablando fuerte. Seguimos en la misma posición sin movernos. Yo con mi rostro a centímetros de su apetecible sexo y ella con sus piernas abiertas y sus ojos encendidos.

—No, no me iré hasta que te vea y compruebe que estás bien. Quiero saber con quién estás —sentencia James. Gruño. De pronto una idea cruza por mi cabeza.

Me levanto y recojo mi saco del suelo para buscar el número de mi secretaria. Le envío un mensaje claro.

Yo.
09:17hrs: Necesito que ubiques a James para una reunión urgente a las 09:30hrs. Sin retrasos.

Ana.
09:17hrs: Enseguida, señor White.

Escucho cuando el celular de James suena y su maldición segundos después.

—¿Xavier no puede esperar? —Imagino que habla con Ana. Otra maldición retumba—. Está bien, voy para allá —acepta—. Esto no ha terminado, Iliana. Debemos hablar y me contarás quién es tu visitante misterioso —gruñe. Escucho como sus pasos se alejan de la puerta y me permito respirar.

—¿Cómo hiciste eso? —Inquiere Iliana, aún susurrando.

—Organicé una reunión de emergencia. Lo malo es que no sé de qué voy a hablar en esa falsa reunión y que también debo irme para llegar a tiempo, eligiendo una ruta completamente diferente a la que debería de tomar. —Iliana me mira con los ojos perdidos en mis movimientos mientras me coloco de nuevo la camisa—. Esto no se queda así, dulzura. Vendré para el almuerzo y te alimentaré antes de devorar esa linda vagina tuya —declaro. Jadea.

—Tienes que dejar de decir esas cosas cuando tienes la intención de irte, porque definitivamente no ayuda a que deje que te vayas —confiesa. Río bajo.

—Te veré a la hora del almuerzo —sentencio. Niega con la cabeza.

—Tengo una vida, ¿sabes? No puedo posponerla para esperarte a que me cojas. Debo ir a hacer unas cosas para la universidad. —Bufo.

—¿Eso no puede esperar? —insisto.

—¿Por qué mejor no te quedas y terminas de hacer lo que estabas haciendo? —réplica. Giro los ojos.

—Si no llego a tiempo para esa falsa reunión, tendremos a James de regreso en solo treinta minutos —le recuerdo.

—Treinta minutos es tiempo suficiente. ¿No crees? —La mordida que aplica a su labio se siente directamente en mi polla. Gruño.

—Quieres mucho que te coja, ¿cierto? —Asiente descaradamente.

—Si ya me hiciste ser infiel y cuestionarme lo bueno y lo malo de esto, lo menos que puedo hacer es disfrutarlo, así qué... —Deja la pregunta al aire. Cierro los ojos. Estoy seguro que no voy a arrepentirme por esto. Me quito de nuevo el saco y la camisa. Iliana sonríe triunfante.

—Pero quiero que sepas que no voy a tener piedad contigo, dulzura. Has estado en mi mente desde hace más de un mes. Si repetimos te prometo ser más dulce, pero justo ahora no lo seré —advierto. Iliana Jadea cuando me posiciono nuevamente entre sus piernas. Ella ya se ha quitado la tanga que tenía y ahora yace completamente desnuda frente a mí.

—Menos palabras y más acción, por favor —súplica. Sonrío.

Hundo mi cabeza en el medio de su sexo y aspiro su olor: uvas. ¿Por qué será que no me sorprende? Paseo mi lengua por toda su hendidura y tomo sus pliegues con mis labios. Gime mi nombre. 

Comienzo a chupar suavemente cada pedazo de su exquisita vagina, hundiendo de vez en cuando mi lengua entre su orificio. Deduzco que eso le gusta porque salta ligeramente cuando lo hago. No pudiendo dejar de atender su clítoris mientras me encargo del resto, introduzco un dedo en su interior al tiempo que succiono con fuerza y con la otra mano doy una palma en todo el centro.

—¡Dios! —grita extasiada. Subo por su abdomen dejando un rastro de besos hasta llegar a sus senos sin dejar de mover mis dedos en su interior y dar palmadas con mi otra mano en todo su centro. Se retuerce incontrolable debajo de mí.

—No soy Dios, dulzura. Vamos, di mi nombre, quiero escucharlo —pido.

Tomo su pezón izquierdo con mis dientes y los muerdo suavemente. Su mirada se conecta con la mía. Lo suelto para volver a tomarlo con toda mi boca y chuparlo fuerte.

—¡Xavier! —grita mi nombre entre jadeos. Sonrío en medio de mi tarea. Siento cuando va a correrse por como presiona mis dedos dentro de ella. No queriendo que se venga tan rápido, los saco y me detengo—. ¡¿Qué?! —chilla, mirándome enojada.

—La única manera de que te corras en mi mano es estando de pie, algodón. Así quedará un rastro de tu orgasmo en el suelo. De resto, solo podrás venirte con mi polla adentro de ti —sentencio.

—Métemela —pide. Gruño. La levanto y la pego contra la pared. No espero más y entro en ella con fuerza, haciendo que ambos gruñamos.

A🌙A

¿Cómo Amanecieron? Jajaja.

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