Sin embargo todavía dudo de esta buena suerte, porque el cielo de tenerte parece fantasía.

-Mario Benedetti.

Toco dos veces la puerta de la casa de James antes de escuchar un "Voy" de su parte. Espero paciente junto a Nana hasta que la puerta se abre y James nos sonríe alegre.

—¿Ya llegó? —inquiero, ante su sonrisa. Niega con la cabeza y se apresura en abrazar a Nana.

—Me hace muy feliz que hayas venido, Nana. Al fin este troglodita te ha sacado de su cueva. —Giro los ojos.

—Nana es libre de salir cuando quiera, la cosa es que nunca quiere —me defiendo.

—En eso tiene razón mi niño. ¿Para qué salir si dentro tengo todo lo que necesito? —se justifica Nana.

—Para salir, ¿tal vez? Para enamorarte del viejo de la tienda o de la panadería. ¿Qué sé yo, Nana? —James alza las manos al cielo, dramatizando.

—Bueno, ya basta de meterte en la vida de Nana. Deja que ella haga lo que quiera. Ahora entremos y esperemos a tu nueva víctima —zanjo. James me mira mal.

—No es mi víctima —Asegura. Giro los ojos.

—Novia, víctima, lo que sea, da igual —declaro. James suspira y nos deja entrar.

—Le pedí matrimonio, Xavier —suelta. No me había dado cuenta de que George ya estaba en la casa, pero su grito de sorpresa me hizo notarlo.

—¡¿Qué hiciste qué?! —interroga George, deteniéndose frente a su hermano. Me mantengo en mi lugar junto a Nana, mirando el show.

—Lo que escucharon. Hace unas semanas le pedí matrimonio. Estaba esperando que ustedes llegaran para hacerlo, pero no quise posponerlo más. Se suponía que les diría antes de que se fueran de viaje, pero fue imposible —confiesa. Suspiro dando un paso hacia adelante.

—Bueno, a pesar de que no la conozco, me toca felicitarte y confiar en tu buen juicio con esta decisión. Solo espero que esta vez hagas las cosas bien y te consigas a un asistente masculino —sentencio, recordándole que la noche anterior se acostó con su secretaria sin importarle que está comprometido.

Ni siquiera me interesa quién sea la chica. Una cosa es una novia pasajera y otra es estar comprometido y aún asi, montarle los cuernos cuando le venga en gana.

James entiende mi mensaje y asiente, aceptando el abrazo que le doy.

George bufa y también lo felicita de mala gana. Pasado unos minutos ya todo ha vuelto a la normalidad, aunque sigue habiendo en el aire una atmósfera tensa.

—Préstame tu baño, James —pido. Solo llevo unos cuantos vasos de whisky, pero ya necesito liberar mi vejiga.

—Te sabes el camino, bro —responde sin dejar de hablar con el resto. Asiento y me encamino por el pasillo hasta llegar al baño de invitados.

Me demoro más de lo planeado, aprovechando para lavar mi cara y organizar mi cabello. Camino hasta la puerta cuando unos toques se escuchan. Supongo que ya llegó la prometida de James y quiere que me apure. Apenas abro la puerta unos característicos ojos azules me miran sorprendida. Yo también lo estoy.

Cierro los ojos un momento. Al volver a abrirlos todo está claro tras escucharse la voz de James llamarla cariño. Ni siquiera pudo encontrar un apodo especial para ella.

—Pelirrojo —susurra. Alzo una ceja burlón ante su manera de llamarme. Sacude la cabeza intentando sacar lo que sea que esté pensando.

—Algodón —respondo en cambio. Suspira atormentada y se da la vuelta para regresar a la sala. Me tomo un minuto más para hacer lo mismo que ella y volver con los demás.

—Xavier, hombre, te demoraste. Mira, te presento a mi prometida. Ella es Iliana. Iliana, él es mi mejor amigo, Xavier —nos presenta contengo. Iliana luce tensa entre los brazos de James, sin embargo, se las apaña para saludarme con un apretón de manos y una sonrisa forzada.

—Encantada de conocerte, Xavier. —Acepto la mano que me ofrece y sonrío lobuno. Sí, creo que te ha encantado conocerme. Sobretodo conocer mis besos esta mañana.

—Igualmente, Iliana. Es un gusto verte por fin. —Ella traga duro. James no parece notar nada y rápidamente se gira sonriente.

—Bueno, ya teniendo listas las presentaciones, ¿quién tiene hambre? —Sin esperar a que nadie responda, él mismo camina hasta la cocina. En todo el proceso no dejo de ver a Iliana sentada en el sofá frente a mí. Ella evita mi mirada, pero sé muy bien que algo desea. Se presiona los muslos con fuerza y ha intentado de mil maneras diferentes bajarse un poco más el vestido rosa que tiene puesto.

Y aquí estoy yo, imaginando que recorro ese muslo con mis manos y llego hasta el inicio de su sexo. Frotando con mi dedo la superficie de su feminidad sin quitar la prenda del medio. La imagino a ella echando la cabeza hacia atrás mientras murmura cosas indesifrables y con sus manos presionando cada lado del sofá, haciéndolas puño. Hasta que ella ya no pueda más y me pida que acelere, justo ahí la alzaría y le quitaría la estorboza prenda para después hacerla venirse con mi lengua. ¡Demonios! De solo pensarlo ya lo deseo.

Como si pudiera leer mis pensamientos sus ojos encuentran los míos y la veo tomar aire lentamente, casi como un jadeo silencioso. Me desea y claro que yo la deseo. Ni siquiera me importa el hecho de que sea la prometida de James. Si fuese la novia de George no podría ni mirarla a la cara sin sentir vergüenza, pero sé muy bien como es James. Se le pasará el amor pronto y no esperaré a que eso pase para tenerla en mi cama. No si ella también lo quiere.

James llama para que vayamos a comer y es como un resorte, puesto que ambos nos colocamos de pie al mismo tiempo de un solo salto. Espero a que Nana camine frente a nosotros con George para quedar justo detrás de Iliana.

Me tomo el atrevimiento de levantar su vestido con mi mano y acariciar ligeramente su muslo descubierto hasta llegar a la parte inferior de sus nalgas. La siento aspirar fuerte. Cuando me mira por encima de su hombro, sus ojos están tan dilatados, que lo que antes eran un precioso color azul zafiro, ahora parecen dos puntos de gris plomo.

Sí, ella también me desea.