Nunca te conforme con pedazos, si tú estas dando todo de tí.

A🌙A

—¡Lárgate! —espeta Iliana al abrir la puerta y verme. Intenta cerrarla, pero se lo impido, colocando mi mano para mantenerla abierta. Aprovecho de entrar de una vez. Se aleja de mí, colocando sus brazos cruzados por debajo de sus senos.

—Me iré después de que me digas que sucedió —sentencio. Iliana niega con la cabeza.

—¡Estoy harta de esto, Xavier! —grita. Hago una mueca con el rostro.

—Son pasada la media noche, despertarás a tus vecinos si no bajas la voz. Vine para hablar, no para que discutamos —razono. Iliana bufa y me deja solo en la sala para caminar hasta la cocina. La sigo, cerrando la puerta principal—. ¿Qué te dijo James? —inquiero. Tapa la botella de vino después de servirse una copa. Me mira de mala gana.

—¿Qué tiene que ver James en todo esto? —cuestiona. Suspiro.

—En un segundo estaba diciéndote algo y al otro estabas viéndome con ganas de asesinarme. Así que supongo que fue algo que él dijo lo que te molestó —explico. Bebe un buen sorbo y vuelve a llenar la copa. Alzo las cejas sorprendido.

—¿Por qué te apareciste en mi puerta esta mañana, Xavier? —interroga. Suspiro.

—Quería verte —confieso. Sostiene la copa en sus manos con fuerza.

—¡Eres un maldito mentiroso! ¡Viniste para cogerme y olvidarte de que tu nueva visita era la mujer de la que estás enamorado! —grita y para terminar, me vierte todo el líquido de su copa encima. Veo mi camisa empapada, pero no permito que eso me importe y vuelvo a verla a ella. Sus ojos están cristalizados.

—No estoy enamorado de Rose. Y tampoco vine para cogerte y olvidarme de ella. Eso ya lo hice hace tiempo —miento. Iliana niega repetidas veces con la cabeza.

—¿Qué quieres de mí, Xavier? —susurra. El hecho de que me esté llamando por mi nombre, me duele. No sé porqué. Intento acercarme a ella, pero extiende una mano impidiendolo. Tomo su mano y la traigo hacia mí, para subirla en la encimera. Me acomodo en el medio de sus piernas y retiro la copa —que ya estaba llena nuevamente— de sus manos.

—No quiero nada de ti, dulzura. Lo único que quiero es poder mantenerme alejado de ti, sin pensarte, sin desearte, sin recordarte. Como ves, se me ha hecho imposible. Algodón, si sintiera algo por Rose que no sea respeto, no estaría aquí ahora mismo —insisto. En parte es mentira, pero en parte estoy luchando porque se convierta en verdad.

—Vi como la mirabas, como si ella fuera lo único en esa sala y no te pertenecía. ¡Es que no sé cómo no lo noté antes! —chilla, alzando los brazos al aire. Suspira.

—No la miraba de esa manera, pero tampoco voy a mentirte y decirte que no la amé como nunca he amado a nadie. No voy a decir que no deseaba cada día de los últimos meses, que nada de eso hubiera sucedido. Hubiera preferido mil veces nunca conocerla a haberlo hecho y no permanecer a su lado. ¿Contenta? ¿Querías que admitiera que me dolió, que me hizo trizas y me sorprendió verla nuevamente? Pues, lo admito. No estaba preparado para verla de nuevo en persona. He estado huyendo de su recuerdo los últimos meses y ahora ella se aparece en mi casa, con su esposo y sus hijos, y me doy cuenta de que ella siguió adelante, pero yo no. ¿Yo qué tengo, Iliana? —interrogo.

—Me tienes a mí —susurra bajito. Me alejo de ella riendo.

—¿Te tengo a ti? ¿Estás segura de eso? —Asiente, bajando de la encimera y acercándose a mí.

—Sí, me tienes a mí, pelirrojo. Estoy aquí contigo. Quiero estar aquí contigo —sentencia. Niego con la cabeza.

—No, Iliana. Estás confundida. Crees que te tengo, pero en realidad no es así. Estás con James, ¿lo olvidaste? Esto de estar en medio de dos personas no es sano para nadie. Ya he estado antes en esta posición y fui yo el que salió lastimado. Lo mismo sucederá contigo. Si no me alejo a tiempo, me destrozará cuando te cases con él —zanjo. Niega repetidas veces.

—¿Y si no me caso? Después de todo, ¿cómo puedo casarme con alguien cuando eres tú quien vive en mi mente todo el tiempo? —confiesa. Suspiro, alejandome de su toque.

—Tienes que casarte, Iliana. No puedes simplemente cancelar el compromiso por mí —declaro, caminando de regreso a la sala.

—¿Por qué no? —interroga, deteniéndose a mitad de camino. Cierro los ojos sin que pueda verme y me preparo para herirla.

—Porque, ¿qué sentido tendría seguir contigo si ya no estás comprometida? —Su rostro se contrae de dolor. Intento que eso no me afecte y me recuerdo que estoy haciendo esto por su bien.

—¿Qué? —susurra con un hilo de voz.

—Iliana, esto es emocionante para mí porque tú estás comprometida, si cancelas el compromiso, ¿qué sentido tendría cogerte? —Un jadeo torturado brota de sus labios al mismo tiempo que espesas lágrimas comienzan a caer de sus preciosos ojos. Siento el impulso de correr y abrazarla, prometerle que no estoy diciendo lo que quiero decir, pero a diferencia de eso, camino hasta la puerta—. Lamento haberte dado falsas esperanzas —concluyo. Abro la puerta y salgo. Una vez afuera, me golpeo la cabeza con ambas manos.

Si se supone que dije lo correcto para que sigan juntos, ¿por qué me está matando por dentro la mirada decepcionada que tenían sus ojos?

Subo a mi auto y conduzco hasta mi casa. En el proceso, derramo algunas lágrimas al recordar mis palabras. Su mirada, la manera en la que me aseguró que la tenía a ella, cuando confesó que no deje de pensar en mí. ¿No era eso lo que quería? Que alguien enloquecer por mí, entonces, ¿por qué ahora intento alejarla? La respuesta llega como una ráfaga a mi mente. James.

Ya bastante he hecho con seducir y llevarme a la cama a su prometida como para también quitársela por completo. ¿Cómo podría aspirar a un futuro con Iliana cuando ella ya tenía un futuro planeado con él?

Quizás no tenga la valentía que Marcus tuvo al elegir su felicidad antes que el qué dirán de su hijo y los demás. Yo simplemente no puedo traicionar aún más la confianza de mi única familia.