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Capítulo 14

Compra solo lo necesario, no lo conveniente.
Lo innecesario, aunque valga un solo céntimo, es caro.

-Séneca.

—¿James? —pregunto cuando nos separamos. Ella niega con la cabeza.

—Estoy sola —responde en un susurro. Sonrío, terminando de entrar y cierro la puerta a mi espalda.

La alzo, haciendo que enrolle sus piernas en mi cintura y camino con ella hasta su cuarto. No me detengo ahí y sigo derecho a su baño. Suelta una risita al imaginar mi intención. La dejo nuevamente en el suelo mientras comenzamos a desvestirnos con prisa. Una vez estamos desnudos, entra en la ducha y abre la regadera. Trago hondo al verla empapada.

—¿Vienes? —Extiende una mano en mi dirección. Sonrío y camino hasta ella, aceptando la mano que me ofrece. En un ágil movimiento, me da la vuelta, dejando que sea yo quien quede bajo el chorro de agua. Cierro los ojos disfrutando de la sensación del agua caliente en mi cuerpo.

—¡¿Qué demonios?! —exclamo sorprendido. Iliana yace de rodillas frente a mí, con mi miembro en su boca. Gruño. Lo saca de su boca y pasea la lengua por mi abdomen, succionando de vez en cuando. Abro la boca en busca de aire.

—¿Te gusta? —susurra. Gruño en respuesta. Sonríe victoriosa. Con sus manos, presiona sus senos alrededor de mi miembro y se mueve, haciendo que en mi cabeza exploten fuegos artificiales. Baja nuevamente el rostro, siguiendo su recorrido con su lengua hasta la cima de mi pene. Chupa con fuerza la punta, logrando con eso que gruña su nombre.

Enrollo su cabello en mi mano para mantenerla ahí. Comienza un vaivén tortuoso, en las que intercambia lamidas con arrastre de sus dientes y una mordida al llegar al final. Respiro entrecortadamente, echando la cabeza hacia atrás. El agua cae sobre mi rostro y muere en el suyo. La imagen es tan erotica que debo pensar en algo diferente para no correrme de una vez.

Una corriente me recorre el cuerpo entero al sacarlo y pasar su lengua por la punta. Gruño.

—Voy a correrme —aviso desesperado.

—Estoy deseándolo —confiesa y vuelve a introducirlo profundo hasta el tope. Gruño. Mantengo su rostro presionando contra mí, mientras me vierto en su boca y digo su nombre en un gruñido.

Al terminar, lo saca de su boca y se queda arrodillada en el suelo, colocando sus manos sobre su rodilla. Como si no fuera lo suficientemente erotica verla así, mueve su cabeza hacia abajo y deja caer mi semen sobre el medio de sus senos. Antes de que se deslice todo, pasea sus manos por sus senos, vertiendo mi líquido por todo su cuerpo.

Extasiado, la levanto por los hombres y la estrello contra la pared, apoderandome de su boca. Gime en mi boca al tocar su sexo y comprobar su humedad.

—Mi turno, dulzura —sentencio. Hago que se coloque debajo de la regadera. Apoya una de sus manos en mi cabello y la otra contra la pared cuando hundo mi cara en su feminidad. Gime en respuesta—. Quiero escucharte gritar cuánto te gusta lo que te hago, si no me detendre —advierto. Asiente y vuelvo a hundirme, paseando mi lengua por todo lo largo de su sexo, absorbiendo su humedad y disfrutando de los temblores en su cuerpo.

—¡Ahh! —grita cuando muerdo ligeramente sus labios—. ¡Xavier! ¡Ah, me encanta! ¡No te detengas! —súplica mientras me encargo de saborearla como se debe—. Voy a... —avisa entrecortada. Profundizo más mi lengua en su interior mientras sigo haciendo movimientos circulares con mi dedo en su clitoris. Se viene gritando mi nombre alto y halando con fuerza mi cabello hacia ella. Me hace daño, pero no me quejo y absorbo todo su sabor.

Por un momento siento que se va a desplomar, así que me levanto rápidamente y la tomo entre mis brazos.

—Te tengo, algodón —susurro, presionandola contra mí. Duramos así unos segundos, bajo el chorro de agua, hasta que siento que sus piernas vuelven a coger fuerza y me alejo un poco. Terminamos de ducharnos y regresamos a la habitación envueltos en un paño cada uno.

—Bien, no pude haber imaginado algo mejor que eso nunca —admite, sonrojandose. Camino hasta ella y dejo caer su paño, al mismo tiempo que dejo que el mío se caiga.

—No he terminado contigo, dulzura —aclaro. Sonríe.

—Esperaba oír eso —confiesa, extendiendo su mano hasta el cajón al lado de su cama. Lo abre y extiende frente a mí, una tira de preservativos. Alzo una ceja.

—Creo que necesitaremos más que esos —bromeo. Ríe y se tira sobre la cama, abriendo sus piernas para mí. La boca se me hace agua. Gruño, colocandome sobre ella. Le arrebato la tira de condones y abro uno de los envoltorios con mis dientes. Me lo quita de la mano antes de que me lo ponga.

—Déjame hacerlo a mí —pide. Se lo entrego sonriente. Sostiene el condon en su mano y lo desliza suavemente sobre mi pene hasta llegar al final.

La acomodo bien en la cama, apoyando sus pies sobre mis hombros y me hundo en ella con una necesidad bestial. Sus senos revolotean con cada una de mis embestidas y sus labios solo saben murmurar palabras que no entiendo, pero que hacen que mi miembro palpite estando de acuerdo.

Echa sus brazos hacia atrás, por encima de su cabeza mientras se arquea hacia arriba, gritando mi nombre. Eso es suficiente para yo también venirme, gruñendo el suyo.

Ambos respiramos entrecortadamente. Me tomo un minuto para reponerme y luego volver a bajar sus piernas, estas se mueven como gelatinas al dejarlas sobre la cama. Me quito el preservativo y lo boto en el recipiente de basura que tiene junto a su comoda. Me sorprende que Iliana tire de mi mano, atrayendome hacia ella. Me acuesto a su lado, pasando un brazo por su espalda, acercandola más hacia mi. Ella apoya su cabeza sobre mi pecho. Comienza a trazar círculos en mi estómago.

—¿Tienes hambre? —pregunta después de un rato. Rio bajito.

—Yo me doy por bien servido, pero supongo que siempre puedo aceptar una taza de té —admito. Bajo la cabeza para verla sonriente.

—¿Y unas galletas? —propone.

—Eso suena a postre. Pero no me quejo, de todas maneras, dudo que cualquier cosa sea más dulce que tú —sentencio. Sus mejillas se sonroja y se levanta de la cama.

—Más te vale guardar eso en tus pantalones o no comeremos nada —declara. Señalando mi pene ya erecto. Sonrío.

—Siempre podemos comer más tarde —comento. Ríe, negando con la cabeza mientras sale de la habitación.

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