Ansiado Final.
Nunca puedes querer a alguien tanto como echarlo de menos.
John Green.
Han pasado tres días desde que no veo a James y tengo una sorpresa hoy para Iliana, así que espero ni siquiera verlo para no dañar mi día. Falta solo una hora para que sean las seis de la tarde e irme de una vez. Estoy arreglando los últimos detalles que le ofrecí a Rose sobre la información que pidió. Se la enviaré en unos minutos por correo y mañana tendremos una videollamada con el resto para terminar de organizar todo.
Me siento bien de poder hablar con ella por correo o videollamada y ya no sentirme sofocado. Creo que ahora definitivamente la he superado, y sé que ha sido gracias a la presencia de Iliana en mi vida. Intento no pensar en su ausencia para que no me duela y sigo enfocado en lo mío hasta que la puerta se abre. No alzo la mirada, sé que debe ser Ana para traerme lo que le pedí hace un momento.
—Dejalo en la mesa, Ana, y gracias —hablo sin despegar los ojos de los documentos.
—No soy Ana —declara James. Suspiro y lo miro. No sé ve con ganas de pelear. Su nariz no tiene rastro de haber sido golpeada, pero al igual que yo, una mancha morada adorna el costado de su rostro.
—¿Qué necesitas? —digo profesional, acomodandome en mi asiento.
—Solo quería decirte personalmente que me iré de viaje por un tiempo. Estarás a cargo de todo. George viaja mañana —me cuenta. Me sorprende, pero no lo demuestro y asiento.
—Gracias por informar. —James se da la vuelta para irse—. James —hablo, deteniendolo—, ese viaje que harás, ¿es lo que de verdad deseas hacer? —cuestiono. No lo escucho suspirar, pero veo como su espalda sube y baja al tomar y luego botar el aire.
—Espero acomodar mi mente y volver dispuesto a perdonarte —admite—. Después de todo, ¿no es eso lo que hace la familia? —cuestiona y sale sin darme tiempo para responder. Me dejo caer contra el respaldo de mi silla.
Intento sacar eso de mi mente y me concentro de nuevo en los documentos. Una vez los tengo todo organizados, se lo hago llegar a Rose por correo e inmediatamente recibo su respuesta.
De: [email protected]
Para: [email protected]
Hora: 17:22hrs.
Asunto: Información Importante.
Mensaje: Hola, Xavier, muchas gracias por los documentos, enseguida voy a leerlos y mañana los discutiremos con el resto.
Que tengas buenas noches y, por favor, dale un beso a Nana de nuestra parte.
Atentamente, Rose.
Sonrío al terminar de leerlo y cierro la pestaña. Termino cerrando todas las pestañas abiertas del computador y lo apago de una vez. Creo que me iré antes.
En vez de ir directamente al apartamento, voy a mí casa para tomar una ducha y cambiarme. He invitado a Iliana a un restaurante para darle mi sorpresa.
Veo de nuevo el sobre en el asiento de copiloto de mi auto y me detengo al frente de su edificio, le he enviado un mensaje informándole de que ya estaba llegando. No me hace esperar mucho y aparece vistiendo un hermoso vestido negro, que cubre hasta un poco más arriba de su rodilla y es brillante. Entra al auto con una sonrisa.
—Hola, pelirrojo —saluda. Me inclino para besarla y se aleja, arrugo el rsotro—. Me quitarás el labial —explica, señalando el labial rojo que lleva en los labios. Sonrío.
—Si sabes que tienes que besarme en algún momento de la noche, ¿no? —inquiero, poniendo el auto en marcha. Iliana ríe bajito.
—Ya lo veremos —responde en cambio. Sonrío y tomo la mano que me ofrece, dejando que ambas descansen sobre su pierna. Así recorremos todo el camino al restaurante sin cruzar más palabras, pero en un silencio cómodo.
Le entrego las llaves al valet parking y doy mi apellido al mozo para que nos guíe a nuestra mesa.
—Es hermoso —confiesa, Iliana mirando a los lados. Asiento, dándole la razón. Es un restaurante decorado como la era victoriana.
—Es de mis favoritos —admito. Iliana sonríe, colocando la servilleta en sus piernas. La imito. Nos miramos todo el rato que el camarero nos sirve el vino y luego nos ofrece la carta, no necesito verla para ordenar y, teniendo el consentimiento de Iliana para pedir por los dos, hago la orden sin demorar de más al chico—. Estás hermosa, dulzura —halago. Se sonroja, desviando la mirada.
—Gracias —susurra. Mira el sobre que puse sobre la mesa con curiosidad—. ¿Qué es? —pregunta.
—Una sorpresa para ti —confieso. Sus ojos brillan emocionada.
—Nunca he recibido una sorpresa que venga en un sobre —reconoce y yo río bajo.
—Te la daré al terminar la cena —aviso. Iliana hace puchero.
—¿Qué? No, dámelo ahora —súplica.
—Es mejor hacerlo al final —insisto. Tiene ganas de replicar, pero el chico regresa con nuestra orden, acomoda todo bien e Iliana no espera que se marche para empezar a comer. Alzo una ceja burlón.
En tiempo récord terminamos la comida. Pido la cuenta y una vez que cancelo todo, salimos al aire libre. Mientras que el valet parking trae mi auto, Iliana se mueve desesperada a mi lado.
—Por favor —súplica. Río y subimos al auto apenas llega.
—Conseguí en Estados Unidos a los mejores especialistas para que traten a tu hermano —le cuento. Iliana me mira con los ojos cristalizados—. Está todo listo para que se vayan mañana en la mañana —digo.
—¿Se vayan? ¿Quiénes? —increpa. Suspiro.
—Tú y tu familia, por supuesto —declaro. Iliana desvía un momento la vista, saboreando sus labios mientras se acomoda en el asiento.
—¿Quieres que me vaya a Estados Unidos? ¿Tú también vendrás? —cuestiona. Niego con la cabeza—. ¿Qué significa eso, entonces? —insiste. Me obligo a encender el auto y conducir cuando alguien pita detrás.
—Significa que es tiempo de que estés con tu familia. Acompañes a tu hermano en esta nueva etapa y de paso, te tomes el tiempo para pensar bien sobre ti, sobre mí y sobre nosotros —confieso. Suspira a mi lado.
—Así que esta es tu manera educada y discreta de decirme que ya no me quieres en tu vida —comenta. Niego con la cabeza.
—Sí te quiero en mi vida, pero también quiero que nos demos el tiempo de estar separados para extrañarnos y pensar sobre si tenemos o no un futuro juntos —admito—. Los gastos de tu hermano ni siquiera tienes que considerarlos como uno. Además, creé una cuenta en Estados Unidos con suficiente dinero para que tú y tu familia estén bien —le cuento. Iliana suspira fuerte.
—No quiero tu dinero si no puedo tenerte conmigo, Xavier —declara.
—Me tienes, algodón, me tienes. Pero creo que este tiempo será bueno para los dos —insisto.
—¿Cuánto tiempo es ese? Yo no necesito aclarar nada, Xavier, sé que quiero estar contigo —asegura.
—Y yo quiero estar contigo, pero a diferencia de ti, yo sí tengo que ordenar mi vida para poder mirarme en un futuro contigo —admito. Estaciono el auto en la plaza correspondiente del edifico del apartamento.
—No lo entiendo —confiesa. Tomo aire.
—No estoy dejándote, hermosa, seguiremos hablando por teléfono, me encantaría estar al tanto de todas las mejoras y cosas que hagas en Estados Unidos, solo estaremos distanciados físicamente, eso es todo —declaro, intentando que comprenda.
—Es que no entiendo porqué separarnos cuando podemos permanecer juntos —solloza. La atraigo hacia mí en un abrazo, desabrochando ambos cinturones.
—Te prometo que iré a verte apenas aclare todo aquí —aseguro. Besa mi cuello.
—Está bien, yo te creo y si necesitas este tiempo para poder estar seguro de nuestro futuro, voy a dártelo. Pero a cambio solo quiero que te quedes esta noche conmigo, por favor —pide. Sonrío, alejandola un poco para verle a los ojos.
—No tenía planes de irme a ningún lado ni de pasar la noche en ningún otro lugar, dulzura —zanjo. Sonríe besando mis labios.
Me recuerdo que esto es lo correcto y necesario. Ahora que James se va de viaje e Iliana también, tendré tiempo para ordenar mi vida y darle la oportunidad a ella de hacer lo mismo. Si al pasar del tiempo ambos seguimos deseando estar juntos, no dejaré que nada ni nadie se interponga en nuestro camino.
—Te quiero, algodón de azúcar —susurro contra sus labios al separarnos. Sonríe alegre.
—Y yo te quiero a ti, pelirrojo ardiente —reconoce.
Fin✨
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