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Shot Forty Two: Sunset & Vine 🍒

Canción sugerida: Gorgeous por Taylor Swift

Conocer nuevas personas puede ser un verdadero reto, ahora bien, ese detalle puede convertirse en algo mucho mayor si la persona a que pretendemos ver por primera vez es la madre de tu novio, que por si fuera poco es hijo único y super apegado a ella.

—Estarás bien, solo sonríele como haces conmigo y seguro que cae rendida a tus pies.

—No te creo.

Murmuré mientras comprobaba que no fuera demasiado el maquillaje que traía. Había tenido la idea de ponerme un vestido, pero él insistió en que no, que así me veía preciosa y que debía ser yo misma. Fui lo suficientemente estúpida para creerle y ahora mis uñas eran las que pagaban las nefastas consecuencias.

—¿Y si me odia? ¿Y si se da cuenta que soy poca cosa para su hijo? No, no debía haber venido con esta facha, me siento ridícula.

—Muñeca, dime cuántas veces tengo que repetirte que eres la mujer más hermosa que he conocido en mi vida.

—Después de la señora Kim…

—No precisamente, la relación madre hijo es otra cosa. Además ya superó la fase de enfurruñamiento cuando decidí hacer la audición.

—Imagínatelo ahora, creo que necesito ir al baño. No me siento muy bien…

—Mei…

Lo que fuera que tuviera que decirme él con tal de que yo me sacudiera los nervios, quedó en un segundo plano ante el anuncio de la llegada del último vuelo proveniente de Daegu. El nudo que me estaba molestando desde que había sabido la noticia solo se zambulló más dentro de mí.

—Supongo que debo aguantarme.

Me desinflé como un globo mientras él unía sus dedos a los míos. Al menos tenía un ancla y cuando una señora delgada que para nada aparentaba tener un hijo de veinticuatro años apareció en la terminal no tuve que preguntar para saber que era la señora Kim en vivo y en directo.

Tae sonrió y dedicándome una mirada que encerraba más de mil palabras tiró de mi mano para que nos reuniéramos con ella. Yo sinceramente cruzaba los dedos para que todo fuera bien.

—Cariño…

El efusivo saludo de la señora Kim se anticipó a los esfuerzos de su hijo por acercarme a ella. Tae se dejó envolver en un maternal abrazo donde ambos trataban de no llorar.

Yo no podía sentirme más descolocada y extraña mientras me retorcía los dedos y contemplaba aquella escena que me encantaría recrear con mi propia madre.

—Estoy bien, no te preocupes—dijo Tae soltándose del protector abrazo y entonces los ojos perfectamente delineados de su progenitora se posaron sobre mí.

—Ah... estaba esperando este momento hace mucho. Mamá, ella es la chica de la que te he hablado, mi preciosa Wang Mei Lin.

Creo que la expresión de perplejidad en el rostro de la señora Kim, por mucho que ella intentara ocultarla, era un poema. Ahora podía entender a Lena en una relación donde su padre se negaba a aceptar a Yoongi.

—Mucho gusto, señora Kim.

Hice una pequeña reverencia que me hizo comprobar cuan rígido estaba mi cuerpo debido a la tensión. Tae se esforzaba por mantener viva una sonrisa mientras yo pasaba el escrutinio de su madre.

—Solo Hye Soon, no tienes que llamarme señora Kim.

La voz de aquella mujer era muy semejante a la de una melodía y ahora comprendía en parte porque Tae era así, había heredado la belleza de su madre y la misma forma musical de hablar, aunque en una ocasión él me había dicho que se parecía más a su padre.

—Vale, entonces solo dígame Mei.

—Bueno, ya que las presentaciones están hechas ¿Les apetece almorzar?

Tae sonreía con cierto tic nervioso y yo tuve que contenerme una risa cuando su madre lo miró de reojo y rebajó la sonrisa tensa que hasta ahora me había dedicado.

—Sí, claro que nos apetece.

***

Creo que los momentos más estresantes de nuestra vida se resumen a presentarle tu novia o tu futura esposa a uno de tus padres. Sinceramente sigo de los nervios mientras el camarero nos toma la orden y mi madre le pregunta a Mei Lin sobre su formación escolar.

Mei sonríe de esa forma que a mí solo me dan ganas de besarla mientras le dice que solo terminó el bachillerato porque desde que era pequeña su sueño ha sido ser artista plástica.

Yo no pierdo la oportunidad para explayarme sobre su última serie de acuarelas y le enseño las fotos que le he sacado a sus creaciones. Mi madre observa todo con mucha calma y yo intento tranquilizarme mientras encuentro los dedos gélidos de Mei Lin por debajo de la mesa.

El restaurante del hotel donde estábamos almorzando sería el hogar de mi madre por unos días y bien sabía yo que tendríamos una plática sobre Mei, aun así me concentré en mantener la conversación distendida hasta que mi madre dijo que se retiraría a desempacar.

—Deberías quedarte con ella más tiempo. Se nota que quiere platicar contigo en privado—dijo Mei mientras observamos a mi madre desaparecer en dirección a la salida del restaurante.

—Aprecio que digas eso, pero aún no. Dedicaré mi día entero a ella, pero ahora solo quiero que me abraces en privado y digas que me amas. Es lo único que podrá calmar la marea de nervios que llevo tragando desde la mañana…

—Taehyungnie…sabes que no tienes que pedirlo…

Mei Lin me besó en la mejilla y yo le apreté los dedos de la mano que le estaba sosteniendo desde que aquel extraño almuerzo había comenzado.

—Vale, entonces, vamos, hacía tiempo que quería ir al parque de diversiones, pero siempre estábamos liados. Y también podemos ir de compras si te apetece, lo que quieras me parecerá perfecto ¿Por qué me miras así?

Mei tenía una sonrisa cómplice en el rostro y sus mejillas estaban sonrosadas. Ella solo se acercó a mi oído y el turno de ponerse rojo fue para mí.

—¿Estás segura?—pregunté tragándome el nudo que se había formado en mi garganta con solo pensar en ello—Puedo arruinarlo y has pasado mucho tiempo trabajando en ese mural, creo que sí soy un poco vándalo al final.

—No me va a importar, además sé que vas a estar bien y quién sabe y hasta quede mejor. Vamos, ven a soñar conmigo, mi osito adorado.

Mei sabía cómo conseguir de mí lo que fuera, por eso mi madre casi nos atrapa al punto de un beso cuando regresaba para comunicarme que debíamos hablar en privado después.

Nos despedimos de ella y evité contagiarle mi ansiedad a Mei mientras conducía en dirección a las pistas de Gangnam. Jimin, Jin y Jungkook solían ir ahí a practicar skate, pero también era el hogar de los artistas urbanos más reconocidos y a Mei le habían dejado un hueco, como decía ella, para hacer un mural.

—Vamos, antes que caiga la tarde, debemos aprovechar la luz solar lo más posible.

La jefa estaba al mando y no pude hacer más que sonreírle y obedecer mientras colocaba una sudadera negra sobre mi camisa y ayudaba a desmontar el mismo paquete de pinturas de aerosol que le había comprado en Los Ángeles.

El mural recreaba un atardecer en una playa y dudé más de cien veces para dar la primera pincelada por miedo a desentonar.

—Eres muy latoso, solo disfrútalo, como lo hago yo.

Mei me dio un beso, esta vez sin más invitados que los chicos que practicaban skate y los otros artistas callejeros. Me olvidé de los nervios mientras le deshacía la trenza, me volvía loco cuando me besaba así.

—Vale, soy un idiota por pensar de esa manera. No me mates si lo arruino y no, no me refiero a eso.

—Tienes suerte de estar en un lugar público o de lo contrario…

—O de lo contrario…

Mei sonrió maliciosamente y yo no pude resistirme a esparcir un poco de pintura sobre ella.

—¿Qué estás demente?

Mei comenzó a perseguirme aspersor en mano y pronto más personas se sumaron aquella guerra donde habíamos comenzado a pintar rostros, brazos y poleras en lugar de paredes.

Era un arcoíris de colores muy semejante a ese festival que tienen en la India donde se arrojan pintura y aprovechando que alguien quería montar una especie de escultura con tiza pastel hubo baños colectivos de purpura, rosa y naranja entre risas y maldiciones.

Me dejé llevar y en serio me descubrí bailando alrededor de Mei mientras ella me amenazaba y yo la tomaba en brazos solo para hacerla enfurruñar. Alguien nos tomó fotografías, pero ya qué importaba, yo no era Kim Tae Hyung de BTS, por unos minutos me había convertido en el chico que realmente se escondía debajo de la superficie, y era increíble disfrutar de aquella lluvia multicolor con la única preocupación de reír y dejar el corazón ligero con las alas que ella me había dado.

Las horas se diluyeron más entre los colores y un atardecer entre tonos vinos dibujó los sonidos en Seúl y más melodías perdidas se unieron al torrente que llevaba tiempo palpitando en mi corazón, me quedé extasiado mirando al cielo hasta que sentí los dedos de ella entre los míos.

Me estaba mirando, de esa forma que ahora sabía significaba te amo tal como eres y yo no podía sentirme más agradecido por ese regalo.

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