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『•• 𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕 ••』

Las palabras de Víctor hicieron que le brotaran lágrimas de inmediato, tapándose el rostro agachó la cabeza. Le daba igual demostrar demaciado, le daba igual todo en ese momento; lo único que quería era que el viera cuanto le dolía perderlo.

Por otro lado, el chico estaba en shock; no quería casarse pero no le quedaba de otra.
Por la cabeza le pasó una idea fugaz. Tenía el resto del día para estar con ella así que empezó por calmarla.

—Liz... No llores presiosa— colocó sus manos el los brazos de la joven.

—Dime, ¿como se supone que haga eso? — sollozaba  —¿Como quieres que no llore si te voy a perder?

—Espera, creí que yo no era para tanto— quizá se quería aprovechar de su tristeza para que le confesara.

—Víctor, claro que eres para tanto, me gustaste desde el día que te vi y todo esto está pasando muy rápido y—  suspiró.

—Liz, sabes que yo también te quiero pero no puedo hacer nada o al menos por ahora— respondió abrazandola.

—No te quiero ver con ella, no... — al sentir su abrazo no pudo contener las lágrimas y lloro amargamente.

Quería encontrar la forma de estar con ella pero no había manera posible.
En la sala principal, Anya estaba desesperada por ver a Víctor quien no se veía por ningún lado. Henry y Alphonse hablaban sobre la boda y todo lo que conllevaría; Alphonse sabía que su hijo no estaría de acuerdo con la unión aunque no le quedaba otra opción.
La joven Anya jalo levemente el saco de su padre.

—Papi, ¿Donde esta Víctor? — pregunto ansiosa.

—No se hija, no se donde esta...— Henry se quedó callado, venía por Elizabeth y ninguno de los dos jóvenes estaba presente.

En una de las habitaciones, estaban aún abrazados ambos jóvenes sin ánimos de dejarse ir.

—Sabes que tu a mi también me gustas, ¿Verdad? — pregunto Víctor.

Liz se quedo en shock, lo sospechaba, pero no estaba segura de ello. le alegro saber que el también gustaba de ella.

—Si.. lo llegue a pensar- la joven se alejo un poco y lo miro a los ojos  -Víctor tengo una idea algo loca— su llanto cesó.

—Dime, quizá no sea tan loca después de todo— le limpio las últimas lágrimas con sus pulgares.

—Y si... ¿Y si somos... Amantes? — dijo algo avergonzada por lo dicho.

—Tu... Sabes que eso se vería muy mal si sale a la luz— dijo pensando —Aunque, me daría igual, no soy el hombre más ético del mundo—

Liz tenía en cuenta que cuando Víctor se fuera su hermana se quedaría aquí pues no tendrían donde vivir, pero Liz si podría irse a Londres si se esforzaba lo suficiente en algún otro ámbito.

—Se que es tonto Víctor, y que tal vez solo soy una niñita tonta— el la interrumpió.

—No, no digas eso por qué no lo eres— respiro profundo y la miro acunando el rostro de la chica entre sus manos. —Aceptaría si me fuera a quedar en Bristol pero no lo haré —

—Eso es lo que está a nuestro favor, irás a estudiar, mi familia cree que te quedarás  y mi hermana no puede ir a la universidad contigo— parecía desesperada.

—Eso si, mi padre no creo que haya dicho nada— se separo un poco de ella. —¿Estas dispuesta a sacrificar tu dignidad si se sabe eso?—

—Dignidad no tengo Víctor, me quedé sin ella desde hace tiempo— admitió la chica.

Y era verdad. Elizabeth era conocida por ser una joven rebelde y "desviada" por su forma de vestir y hablar. Para la gente ella parecía más un hombre aunque no fuera así; siempre le hicieron burla por eso, que si usaba pantalón, que si le gustaba estudiar, que si sabía leer literalmente cualquier cosa. Ya estaba tachada como rara.

—Entonces... Entonces sigamos con el plan original— era más fácil así. —Vendré en 6 meses aparte a ver a mi familia y nos iremos 2 días antes de la fecha prevista— Estaba decidido.

—Me parece bien— asintió.

—Por mientras, lo nuestro será un secreto, nadie tiene por qué saber que tu y yo tenemos algo— dijo bajando la voz al oír pasos acercándose.

Ella asintió levemente, también oyó los pasos y se abrió un poco la puerta. Era Alphonse; buscaba a su hijo por petición se Anya. Pero al verlos ocupados solo volvió a cerrar la puerta; a Liz le agradaba la complicidad de aquel hombre sabiendo que no tenía por que ayudarlos; sin embargo Víctor no estaba tan seguro de por qué su padre hacia eso.

—¿Cres que tu padre diga algo? — pregunto en voz baja.

—No lo se, espero que no— se acercó a ella —hay... Hay cosas que debemos hablar antes de que me vaya—

Se sentaron en el sofá, el pelinegro le tomaba la mano a la joven mientras ella lo miraba. Si iban a hacer esto debían aclarar los límites de su relación.

—Debemos parecer amigos, o conocidos nada que pueda delatar nuestra relación— dijo mientras jugaba con las pulseras de la chica.

—Y... Ya que estemos solos pueden, tu sabes, pasar otras cosas— la voz del joven se convirtió en un susurro a la vez que se inclinó a besarla.

Este entreabrió la boca de la joven permitiéndole a su lengua explorar; tomo a la chica de la cintura y ella a él de los hombros dejándola sobre su regazo.
Ella acariciaba los hombros y cuello del joven mientras el beso se intensificaba cada vez más. Víctor sabía hasta que punto podían propasarse y lo tenía bien claro; sus manos no se iban de su cintura por más deseo que tuviese la respetaba y ella mantenía su distancia de el aunque estuvieran fundidos en un apasionado beso.
Los minutos pasaban ya no sólo eran besos, ya eran caricias; la chica bajaba sus manos al pecho de él mientras que el contrario acariciaba su cadera y muslos levemente.
Ella se separó por la falta de aire y él aparato sus manos de ella mientras miraba hacia otro lado.

—Creo que me excedí— la miro.

—Tranquilo, no pasa nada— la joven sonrió y le dio un pequeño beso en los labios.

—Me gusta que hagas eso sabes— sonrió —No se, se me hace muy lindo... Como tu—

—Entonces lo haré más seguido— se sonrojo.

Mientras ella seguía en su regazo escuchaba a lo lejos la voz chillona de su hermana quien sonaba desesperada. Liz abrazo a al joven y cerro los ojos, se sentía cómoda con el; demasiado para su propio bien.

 —Deberías bajar ¿no crees?— la voz de Anya alertaba a la fémina.

—¿Quieres que me vaya?— dijo con media sonrisa.

—No, Solo no quiero meternos en problemas— le dio otro beso.

—Basta basta, dejame ver una cosa nada más—

La dejó en el sofá y bajo las escaleras algo estresado, le pensaba decir a su padre que estaría ocupado para poder hacer que Anya se fuera. Aunque eso significara que Liz también estaría por irse. Llegó a la sala de estar donde Anya estaba sentada algo aburrida.

—¡Víctor! Me alegro tanto de volver a verte tenemos mucho de que hablar y... — el joven puso un dedo sobre los labios de la chica.

—Si si... Aquí estoy tranquila— fingió una sonrisa.

—He Estado pensando en nuestra boda, mi padre va a financiar media boda así que quiero tu opinión— la joven estaba muy emocionada.

Mientras, Liz estaba sentada en el sofá pensando en todo lo sucedido. Quería gritar, no, llorar, no tampoco; no sabía que tenía a decir verdad pero si sabía una cosa y es que no se iba a dejar mandar por lo que pasaría con su hermana.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por el padre de Víctor.

—¿Puedo entrar? — dijo el hombre asomándose por la puerta.

—Sí, seguro— la chica suspiro alejando los pensamientos de su mente.

—Se lo que está pasando, y se que no es lo que ambos quieren— se quedó de pie en el marco de la puerta.

—Que se le hace, al final... Al final solo me concentraré en mis estudios y ya— Liz se rindió aparentemente.

—Si le soy honesto, tampoco quiero ese matrimonio— hizo una breve pausa —Tu hermana es la mujer más tonta que he visto—

Liz soltó una carcajada bastante sonora, agachando la cabeza por vergüenza. Por fin alguien veía lo mismo que ella.

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