Cap4: Peticiones
Deprisa, sin voltear a ver a nadie, olvidando cómo respirar, con los pies casi que flotando, y con el norte a favor, y retando al viento, Appel corría a casa de Kim.
Siendo esta su última y única oportuniad de tener una cita a tiempo, Appel decidió dejar de lado su pena, e invitar a la bella chica él mismi. El problema no era invitarla. El problema recidía en cómo hiba a invitarla.
Agitado, sudoroso y cansado, Appel se apoyó en el portón de la casa de Kim, su gran amiga.
Tras tocar la puerta, pasaron 9 segundos antes de que le abriesen la puerta a Appel; suficientes para que limpiara el sudór de la frente.
— ¿Buenas, si? -dijo la chica sonriendo.
— Hola, se encuentra la damita en casa? -preguntó Appel.
— Claro -respondió Kim
— Sería tan amable de llamarle! -bromeó.
No discimulando su fatiga, Appel comenzó a respirar muy duro, preocupando a su amiga.
— Vamos, pasa y sientate -le ordenó- ¿Estás bién?
— ... -intentaba hablar, pero la falta de aire se lo impedía.
Años de no ejercitar, y el cuerpo no puede hacer más de lo que el cuerpo puede.
Kim se dirigió a la cocina, y trayendo con sigo un vaso con agua, se acercó al exhausto chico que yacía sentado en su sillón.
— Gracias -respondió el desairado
— De nada, manzanita! -rió la chica
— No me llames así, tú, árbol fresozo! -peleó el chico.
— ¿Porqué te estabas muriendo en frente de mi casa? -le preguntó Kim al torpe corredor.
— Quería pedirte algo -respondió.
— Díme -pidió la chica.
— Estás ocupada?
— No, por?
— Saldrías conmigo? -le pidió Appel.
— ¿Cuándo? -preguntó la chica.
— Ya! -exclamó Appel.
— No puedo. -respondió Kim.
Desanimado, Appel se levantó del cojín, se dirigió a la cocina, abrió la llave del fregadero, y lavó la taza del agua.
— Déjalo allí -le pidió Kim.
— Ya es costúmbre! -comentó Appel.
— Lavár las tazas? -preguntó Kim
— No, ser rechazado...
Appel se dirigió a la puerta, giró la perilla hacia la izquierda, y la abrió.
— Si quieres -dijo Kim- , podemos salir en la tarde. A las cinco te parece? -sugirió la chica.
— Claro! -exclamó Appel.
— Ok, nos vemos a las 5:00 pm!
— Si, adiós, te quiero! -Appel volvió a su carrera contra el viento.
Retomó el camino a la inversa, saltó sobre sus pisadas ya dadas, y huyó de su sómbre, que por el sol se le adelantó, hasta llegar a la ezquina, en donde dobló para ír a su casa.
Kim observaba la carrera de aquel triste chico; recordaba aquellos dias en los que Appel y Marcus jugaban a las carreritas, igual que Kim y Konnan.
—¿Qué pasó con ese idiota? -se preguntaba Kim.
Aparte, recordó la razón por la que a Appel le disgustaba que lo llamaran manzanita.
Entre tanto, en el parque aledaño, unos ojos observaban a la pensativa cjica. Unos ojos que no estaban allí. Aquellos ojos que eran cubiertos ppr una pieza de tela, y un par de mechones de cabello.
— Hola muchacho -preguntó una anciana.
—...
— ¿Cómo te va? -insistió la amable mujer.
— Ho-ho-ola! -articuló una respuesta el joven del rostro cubierto.
— ¿Qué haces? -dijo la vieja, al tiempo que veía a Lienzo pintar con su único pincél, y sus únicas 3 pinturas: Negra, Blanca, Azul y Dorada.
La mujer, maravillada con el talento que el joven expresaba en su tabla, decidió entregarle la cajita de madera que llevaba en su bolso. Una cajita no tan pequeña, ni tan grande.
— Toma -le acercó la caja hasta sus hombros.
— G-g-gracias! -dijo Lienzo, tomando la cajita.
En ella, una pintura azul, otra roja, una amarilla, una verde y una color piel, al igual que pequeñas tablíllas con tela para pintura (12 en totál), que parecían bastante finas.
Una pequeña expresión de alegría y nostalgia fue emitida por el joven. Dicha sensación solo fue percibida por la mujer, quien sonrió.
Lienzo guardó la caja en su bolsillo.
Su cuadro con el círculo negro y el extraño nombre estaba justo debajo de la tabla con las líneas. Ambas sobre la banca.
Con las manos libres, Luenzo apretó la mano de la mujer, en agradecimiento.
La mujer fué halada bruzcamente por otra fémina mucho más joven.
— Vamos, mamá. Vamos tarde a donde los niños! -exclamó la atareada mujer, mientras halaba por teléfono.
— Pero hija, mira -dijo la anciana, señalando hacia la banca en la que estaba el chico.
La mujer volteó hacia donde le señalaba su madre, pero no vió a nadie. únicamente, notó una tabla en dicha banca, pero no era de gran importancia.
Cuando ambas mujeres ya estaban muy lejos, la anciana volteó una ultima vez hacia la banca, para cerciorarse de que el chico con el que había hablado hacía unos cuantos segundos, era real y seguía allí.
Claro, era comprensible que se cuestionara sobre la existencia de alguien que no todos pueden ver.
Así, pues, cuando la anciana volteó, vió al extraño chico de la máscara de tela ondeando la mano, en señal de saludo. La anciana comenzó a caminar de vuelta al parque, y su hija, al verla en mitad de la calle, se preocupó.
— Mamá! -gritó la mujer, tratando de advertirle a su madre del vehículo que se dirigía hacia ella. Inútilmente.
La anciana mujer fue atropellada y lanzada 5 metros por un auto. La mujer que la acompañaba cayó de rodillas al suelo, son una mirada pasmada por la reciente escena.
Mientras todos se reunían alrededor del cadáver de la vieja mujer, el extraño Lienzo tomó sus pinturas y su tabla, y comenzó a caminar en dirección contraria del accidente.
Entre tanto, Appel se preparaba para ir a su cita con Kim, pero no sabía cómo proponerle ir al picnic...
DISCULPEN LO TANTO QUE TARDÉ EN ACTUALIZAR EL LIBRO. AHORA QUE ESTOY EN VACACIONES, ESPERO PODER ADELANTAR MÁS LA HISTORIA, Y QUE SEPAN LA VERDAD SOBRE LIENZO Y LOS DEMÁS PERSONAJES.
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