5. Cadenita Celosa
—No la mates, ¡no la mates!
La mente de Andromeda hacia lo posible por evitar atacar a la rubia que sin previo aviso interrumpió su acto sexual con su esposo, por su parte Hyoga se mostraba incomodo ante el imprevisto así como el estar en medio de ellas dos provocaba demasiada tensión.
—No me digas que te has casado con... Esta mujer— Eri miraba a Shun de pies a cabeza.
—Esta mujer tiene nombre sabes, y si... Hyoga es mi hombre ¿hay algo de malo con eso?— responde con autoridad.
—Emmm... ¿han visto lo hermoso que se mira el cielo de noche? — habló Hyoga con tal de intervenir la plática.
—No puedo creer que te hayas fijado en ella Hyoga, pudiste haber elegido a una mujer de verdad.
—Soy una mujer de verdad, o quieres que te lo demuestre— la peliverde apreta su puño con más fuerza.
—Eri...amo a Shun desde hace mucho tiempo, no habrá nadie más en mi vida qué no sea ella... Y lo sabes.
—Lo sé, pero...¿porqué no te fijaste en alguien más? Digo, no es por molestar pero...creo que Shun no esta a tu altura.
—¿Y tú si?— Shunny enfureció.
—Claro que si, yo puedo ser más mujer que tú...eres una caprichosa, llorona y tonta.
—¡¡Eri!! — Hyoga se molestó.
—Muy bien, ¡ya me hartaste!
Shun iba a lanzarse encima de Eri sin embargo Hyoga la toma de la cintura para evitar algún homicidio, Eri se burla de ella con descaro.
—Es mejor que te vayas Eri... Por tu bien te lo digo— decía el rubio mientras su pareja pataleaba y trataba de safarze de su agarre.
—¡Ash! esta bien, nos volveremos a ver patito. Cuidate que esta loca no te haga nada malo.
—¡Solo yo puedo decirle así! ¡¡Bruja!!
Eri sacó su lengua hacia la peliverde y salió de la casa, Hyoga dejó a su pareja en el sofá, estaba muy enfadada.
—Ya se fue... ¡Tranquila!... Respira hondo y...
—¡¡No me digas que hacer!!— gritó.
—De acuerdo muñe... Oye ¿a dónde vas?
Shun se marchó a la habitación llorando, Hyoga fue tras ella para calmarla.
—No soy una caprichosa...ni mucho menos una tonta— la chica tenía hundida su cara en la almohada.
—Claro que no mi amor, tú eres una mujer maravillosa. Mira, se que tú y Eri nunca se llevarán bien pero no dejes que sus palabras te afecten.
El acariciaba sus cabellos y repartía besos en su cuello, ella levanta la mirada mostrando sus bellos ojitos que lloraban, a Hyoga le molestaba que las personas hicieran sentir mal a su esposa, que en ese momento termino por abrazarlo.
—No soy una mujer caprichosa ¿verdad?
—No Shun, eres una mujer tierna y dulce...aunque a veces seas salvaje e intentes golpear a medio mundo cuanto te sacan de quisio claro, pero aun así... Yo te amo más que a mi vida. Me importa un pimiento lo que digan de ti, pero si intentan lastimarte yo me encargaré de darles su merecido... Ya no llores mi bella andromeda tú nunca dejarás de ser la mujer de mi vida— sonríe.
—Tú siempre serás el hombre de mi vida Hyoga, me alegra que seas mi esposo. Me haces sentir bien, nunca dejare de darte las gracias por las cosas bellas que haces por mi— limpia sus lágrimas.
—Tú también me haces sentir así, ¿sabes lo que te hará sentir mejor?
—¿Qué cariño?
—Esto...
Reparte besos en todo el cuerpo de su esposa quien se estremeció ante su contacto, él hundió su cara entre sus pechos provocando que ella riera de ternura.
—¡Awww! no seas mañoso cariño.
—Es que son tan hermosas, tan suaves... Tan perfectas que...
Despojo nuevamente a su pareja de la ropa dejándola como estaba hace horas atrás, él terminó por quitarse el pantalón para retomar su acto sexual, ambos se besaban con lujuria, sus lenguas bailando mientras sus cuerpos permanecían unidos en uno solo.
—Si tanto quieres un hijo...¡¡yo te daré ese hijo!!— el rubio miraba perverso a su pareja.
—¡Oh! ¡Hyoga!— exclamó en alto la peliverde.
En alguna parte...
—Estúpida pelos de pasto, no pienso dejarle qué se quede con él...debo hacer algo... Pero...que podría perjudicar su matrimonio...
—Yo puedo ayudarte querida...
—¿Quien anda ahí?
—No te preocupes, yo puedo ayudarte a conquistar a ese caballero de los hielos...solo si me dejas usar tu cuerpo como receptor.
—¿Mi cuerpo?
—Así es... Eri, es un gusto verte otra vez.
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