30. Por el Bien de Nosotros
La diosa malvada y Algol quedaron impactados tras ver cómo la mano de Cisne había atravesado el pecho de su esposa, el de cabello oliva no soportó esa acción del santo de bronce y se dispuso a atacarlo pero con las pocas fuerzas que tenían tanto Pegaso junto a Fénix bloquearon su paso.
Hyoga miró preocupado a su pareja quien terminó inconsciente, la levantó entre sus brazos y la dejo donde estaba su pequeño Hiro el cual libero de las ataduras que lo tenían apresado. El pequeño sonrió alegremente mientras ponía sus manitas sobre el rostro de su padre quien le dió un cálido beso en una de sus mejillas.
—Todo estará bien pequeño patito, por ahora déjame encargarme del resto — le dijo mientras lo dejaba al lado de su madre, hizo un muro de hielo para protegerlo tanto a él como a su esposa de lo que estaba a punto de pasar, miró a Até.
—Como es que un insecto como tú haya podido romper la maldición si ni siquiera sabía de su existencia — reclamó la diosa, Hyoga bufo.
—Esto es bien fácil de explicar... Yo conozco muy bien el corazón de mi mujer y se que jamás se atrevería a lastimarme de esa manera — Até quedó asombrada. —Asi que por más que ustedes dos intenten separarnos no podrán vencer el inmenso amor que Shun y yo nos hemos tenido desde siempre — el ambiente se tornó a un clima completamente helado.
Algol logró derrocar a Fénix y a Pegaso, luego se dispuso a atacar por la espalda a Cisne con su escudo de Medusa.
—Eso es lo que tú crees bastardo, pero Shun será mía... ¡toma esto!
Cisne volteó a ver a Algol quien de inmediato levantó su escudo con el cual pretendía convertirlo en piedra , para sorpresa del pelo oliva, Hyoga logró apretar con fuerza su brazal izquierdo la cual traía su escudo, Algol le miró crédulo.
—¡Idiota! Haz sentenciado tú muerte, no podrás vencerme — dijo Algol.
El santo de plata aprovechó el "error" de Cisne y lanzó todo su poder en contra del ojiazul, sin embargo Hyoga cambio ese gesto cómico a uno de rabia e ira que en un abrir y cerrar de ojos el brazal de Algol fue completamente destrozado con un simple apretón, junto a él su escudo de Medusa.
Shiryu regresó a la normalidad y reanudó su deber como caballero junto a Seiya e Ikki, Algol quedó indefenso y paralizado tras ver a Hyoga frente a él.
—Esto no... ¡No puede estar pasando!, Tú estás... ¡Estás loco! — dijo asustado el de cabello oliva.
—Tienes razón... — respondió. —Estoy loco... ¡Pero loco por la mujer e hijos que amo! — con ambas manos hizo un torbellino de hielo el cual arrastró a Perseo y lo termino lanzando hasta el suelo, el santo de plata cayó inconsciente con múltiples heridas en todo su cuerpo.
Até enfureció demasiado e inmediatamente atacó a Cisne, Saori aprovechó para acercarse al pequeño Alek quien seguía siendo consumido por la manzana dorada.
Seiya e Ikki atracaron por detrás a la diosa mientras que Shiryu y Hyoga combinaron sus ataques para lanzarlo en su contra, Até pudo esquivarlos con tanta facilidad mientras llamaba a una inmensa manada de serpientes.
Una una los caballeros iban acabando con las serpientes, Pegaso bajo un segundo la guardia cuando fue atrapado por una de ellas. Ikki fue tras su rescate pero otra serpiente grande lo atacó.
—¡Ikki! — exclamó Cisne.
—¡Seiya! — dijo Dragón.
Los dos restantes fueron a dar asistencia a sus compañeros, Até intervino en camino y con un pisotón lanzó a ambos hacia unos murales que habían en el lugar. La diosa se fijó en Saori quien estaba a punto de liberar a Alek de aquella manzana dorada, lanzo su báculo hacia donde la pelo lila se encontraba dejándole el arma incrustada en su brazo derecho.
—¡Ahhh! — se quejó del dolor Saori.
El báculo de Até comenzó a esparcir cosmos negativo el cual comenzó a absorber todo el poder de Saori quien trataba de sacar el arma de su brazo. La diosa se acercó al pequeño Alek y al ver que la manzana terminó por absorber al bebé, una fuerte luz abarcó todo el lugar.
Al ver finalmente su cumplido, Até se apoderó por completo del alma de Alek, Seiya y el resto se alarmaron ante el acontecimiento que puede generar grandes consecuencias a la tierra.
Hyoga se levantó con dificultad y observó el pequeño cuerpo de su hijo ahora convertido en la verdadera diosa Até... Ojos negros, cabello largo hasta sus rodillas, una vestimenta totalmente oscura, una corona de serpientes que adornaban sus cabellos, en sus manos portaba un mejorado y poderoso báculo..
—¡¡Alek!! — alzó la voz cisne.
Eso le provocó una inmensa furia a Cisne y sin dudarlo corrió tras ella, sus ataques por más fuertes que fueran no generaban daño alguno a la diosa, ella lanzó nuevamente al caballero sobre un paredón.
—Hyo...Hyoga... — fue lo único que pudo decir Saori antes de caer desmayada al suelo.
—De nada va a servir el querer recuperar a tu hijo... Ahora el me pertenece y no hay nada que puedas hacer para recuperarlo.
Seiya logró zafarse del enganche de la serpiente y fue a brindarle ayuda a su compañero. Lanzó su cometa pegaso pero la diosa malvada se lo terminó regresando al doble, el y cisne estaba gravemente heridos.
Shiryu también se libero de las serpientes, junto a Ikki hicieron frente a Até sin obtener resultado a favor de ellos.
Los cuatro caballeros quedaron tendidos en el suelo, Até reía como toda una maniaca mientras se acercaba al caballero Cisne. Seiya quiso evitar que la diosa se acercara a Hyoga pero ella terminó pisoteando su mano.
Hyoga se levantó nuevamente y con más dificultad que antes mientras escupía sangre, Até alzó su báculo con el propósito de incrustarlo en el pecho del caballero.
—Vas a ser el primero en morir caballero cisne, se acabaron todas sus esperanzas... ¡Por fin obtendré mi venganza! La tierra será solo para mí
Até lanzo el báculo hacia Hyoga, de pronto una cadena atrapó el arma de la diosa, ambos miraron a cierta amazona que había reaccionando y en sus brazos traía a su pequeño retoño, su cosmos ardía con tanta fuerza.
—Deja en paz... A mi marido... ¡¡Y a mi hijo!! — Shun lanzó su potente tormenta nebulosa contra Até.
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