Sigue narrando Hyoga

-¡Quiero ir con Algol!

-¡No! No te dejaré ir, ¡eres mi esposa!

-¡No soy tu esposa!

Por más que intentes quitarme de la puerta no te dejaré ir de mi vida, quiero saber que fue lo que te pasó para que dejaras de quererme, no sabes lo mucho que duelen tus palabras, que ya no me quieras es lo que me está haciendo pedazos ahora mismo.

Tus golpes en mi estómago me lastiman, me hieren, me destrozan por completo. Sin embargo, yo por ti soportaré cada uno de ellos con tal de hacerte recordar lo que hemos pasado juntos desde que nos conocimos y haré pagar a ese infeliz de Algol por haberte hecho daño.

-Suel-ta-me...

-¡¡Qué no!!

Sin imaginarmelo me diste un golpe tan violento que hizo mi boca sangrar, no puedo creer hasta donde pudo llegar tu insistencia... Me observaste con tanta lastima y con una disculpa me dijiste lo siguiente:

-Lamento esto Cisne, no era mi intención golpearte de esta manera pero... debes comprender que yo no te amo a ti sino que a Algol de Perseo, a ese hombre lo amo con toda mi vida, tal como la mitología griega dice... Mi destino ya está decidido... Le pertenezco solo a él.

-¡Callate y deja de torturarme de esa manera! - le reclamé al mismo tiempo en que comencé a llorar. -¡Callate ya!, Esto es una maldita confusión... Tú no lo amas Shun, tu me amas a mi, ¡entiéndelo! Tú y yo ya estamos casados, tenemos dos hijos... ¡¡Cómo es posible que te hayas deshecho tan pronto de nosotros!! - exclamé y de inmediato me respondió de una forma tan fría y simple.

-Tu y yo nunca tuvimos nada - observó a nuestros hijos. -Ni mucho menos tuvimos hijos, todo esto es solo una fantasía creada por tí... por lo tanto no puedo corresponderte como te lo mereces... Adiós cisne.

Te fuiste de la habitación, aún sigo sin entender que fue lo que pasó contigo... ¿Por qué me haces esto?
Dejé caer mis lágrimas al suelo, jamás pensé que esto iba a destruirme por dentro, o más bien... Qué esto iba a matarme por completo.

-Papi...

Escuché la triste voz de Hiro, me acerque a la cuna y noté como mi pequeño patito lloraba junto con su hermanito, verlos así me destrozaba. Tome a mis niños mientras hacia todo lo posible por no seguir llorando pero... No pude evitarlo, las palabras de mi conejita me han destrozado el corazón, comencé a sentirme mal.

Me dolía tanto el pecho, como si algo o alguien estuviese absorbiendo mi cosmos, sentía tanta fatiga recorrer mi cuerpo... Siento que voy a morirme.

...

Tras aquella ventana miraba la diosa Até al caballero de Cisne quien mantenía en un abrazo a sus hijos mientras respiraba con dificultad, la diosa finalmente había logrado separarlos. Aprovechó el momento para atacar al santo por sopresa, a pesar de lo agitado que se sentía cisne se puso la armadura, dejó a los niños en su cuna y comenzó a atacar, pero la fuerza de Até era un tanto superior a la de él.

Hyoga estaba en aprietos, más aun cuando observó que detrás de la malvada diosa apareció el santo de plata Algol de Perseo cuya sonrisa reflejaba el resultado de un juego sucio que usó en contra del ruso cosa que a este último le generaba tanta rabia y odio.

-Miren nada más quien se está muriendo del dolor, es mi querido colega Hyoga... Menuda lastima que tendre que cuidar de la hermosa Shun si tú te mueres - habló en tono sarcástico el santo de plata con el propósito de hacer enfurecer más a cisne.

-Cierra...tu... mal-dita boca -respondio Hyoga mientras sostenía una mano sobre su pecho.

-Todo tuyo, Algol de Perseo - Até apareció detrás de Hyoga y se aproximó a la cuna, tomó a Alek en sus brazos.

-¡¡Alek!! - grito Hyoga pero fue interrumpido por un golpe en su cara.
-¡Ahhh!

-Deja de hablar y lucha con todas tus fuerzas - dijo Algol mientras atacaba constantemente a cisne.

La diosa desapareció junto al bebé no sin antes observar a Hiro, le sorprendió el cambio del color en los ojos del pequeño peliverde y para complicar más la situación terminó por llevarse a ambos.

-¡Noooooo! - replicó Cisne pero nuevamente fue golpeado por Algol.

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Seiya

Ikki y yo decidimos salir a dar un paseo, pues con todo lo que estaba pasando lo mejor fue que decidimos dejar que Hyoga y Shun arreglaran sus problemas matrimoniales.

-Ojala y todo esto se arregle pollito, no me gusta ver a Shun y a Hyoga estar peleados - le decía con mucha tristeza.

-No te preocupes mi burrito hermoso, ellos lo resolverán - me sonrió. -Pero ahora... hay algo que debes saber acerca de tu salud y estoy seguro que te va a dejar sin palabras - me dijo.

-¡En serio! - exclamé mi entusiasmo.

-Aja, solamente... Si me das un beso - veo que me hace un gesto entre romántico con un toque de perversión.

-Umm... Tal vez... - respondí.

Cuando me acercaba a darle un beso se escuchó una gran explosión proveniente de la mansión, tanto Ikki como yo tuvimos que ir a averiguar qué fue lo que provocó ese suceso.

Nos llevamos una gran sorpresa al ver cómo Hyoga se encontraba en el suelo con su frente ensangrentada y quejándose de un fuerte dolor en su pecho.

-¡!Hyoga!! - exclamé.