¡Me alegra hablar contigo papi!

El niño manifestaba su alegría, sin embargo Hyoga se dió cuenta que los ojos de su pequeño habían cambiado a los de su esposa, Shun.

—Un momento Hiro... tus ojos... ¿Por qué no son azules como los de tu hermano? — cisne cuestionaba a su niño.

Bueno, lo que pasa es que... Cuando estaba en la panza de mami,  esa serpiente la mordió en el estómago ocasionando que mi poder, o más bien... mi cosmos se alterara, por esa razón mis ojos pueden cambiar notoriamente de color cuando siente la presencia de un cosmos maligno, pero no te preocupes Papi... ¡Yo me siento bien!

El pequeño observó a su hermano mientras su padre quedó asombrado ante la explicación.

—Ya veo... es increíble que uno de mis hijos tenga esa capacidad — alego con una sonrisa el caballero cisne.

Pero no solo es eso papi, cuando tú y mami pensaron que tendrían un solo bebé, la diosa Eris intervino en la gestación de mami ocasionado que su vientre creciera más de lo normal, esto se debió a que esa diosa creo un receptáculo para su hija una vez que tú y mis tíos la derrotaran, así fue como nació Alek... Como la encarnación de la diosa Até, ella se apoderó del cuerpo de mi hermano y por eso fue que mordió a mi mami en el pecho... ¡El es Até!

—¿¡Qué!? — cisne quedó perplejo.
—¿!Alek es el receptáculo de Até!?

Si papi, mi hermano está condenado por esa diosa... Debemos hacer algo para que ella no termine apoderándose de él.

"Entonces la bruja tenía razón"

Pensó Hyoga, todo lo que Saori había contado acerca de Até era verdad, ahora Hyoga y compañía tenían un asunto que resolver.

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En Asgard

Shun miraba pensativa hacia la ventana de aquel palacio, Algol iba acercándose a ella lentamente.

—¿Se encuentra bien Andrómeda?

—Si... solo me quedé un poco pensativa por lo que Flare dijo hace rato.

—Olvide eso por favor, ella lo hace solo para molestarla — Andrómeda giró para ver de frente a Perseo.

—Puede que tengas razón, de todas maneras yo nunca le caí bien a ella ni a Eri, me odian por haberme casado con Hyoga — respondió.

—Y eso que les importa Shun, él es tu esposo... aunque... siendo honesto... me molesta.

—¿Te molesta que Hyoga sea mi esposo? — la amazona arqueó la ceja.

—La verdad... Si, tú me gustas desde hace mucho tiempo pero cuando supe que tú ya estabas comprometida con él me dió una gran decepción, rabia y consternación... No sabes lo mucho que me duele el no tenerte en mis brazos, yo puedo dártelo todo, aún es tiempo de que tú... Me aceptes, deja a Hyoga y acéptame como tú pareja  — el santo de plata tomo ambas manos de la peliverde.

—No empieces de nuevo por favor — de inmediato Andrómeda se safo de sus manos a la vez que le miraba con enojo. —Lamento no poder corresponder a tus sentimientos pero... Yo amo a Hyoga con todo mi corazón y eso nada ni nadie me lo hará cambiar de parecer, además él es el padre de mis hijos a los cuales amo con toda el alma. Lo siento Perseo pero no vuelvas a mencionar nada de eso por favor.

Andrómeda marcho rumbo a su cuarto de huéspedes, Algol quedó enfurecido por la respuesta de la amazona.

—¡Maldita sea!

En susurros decía el de cabellera oliva hasta que una fuerte neblina interrumpió su berrinche, junto a ella apareció una mujer de cabello castaño cuya mano izquierda portaba un báculo.

—¿Quién eres tú? — el santo de plata se ponía a la defensiva, la mujer se rió.

—Tranquilo joven Perseo, únicamente vengo a brindarte mi ayuda — la castaña se iba acercando.

—¿Cómo sabes mi nombre? — cuestionó.

—Eso no es de importancia... Vengo aquí a ayudarte con la santa de Andrómeda, no desconfíes muchacho... Esa damisela será toda tuya si me das el permiso para que actúe a tu favor — la mujer sonrió. —Soy la diosa Até... Y estoy a tus servicios.

Algol no se mostraba del todo seguro por lo que la malvada diosa le proponía, sin embargo ella le mostró una burbuja dónde se mostraba a él junto a Shun tomados de la mano mientras eran observados por un débil y entristecido Hyoga, Perseo se sobresalto ante la visión expuesta por la diosa.

—¿Acaso no quieres que esto sea haga una realidad?

—Si... Es lo que tanto he querido, eso es lo que quiero... ¡destruir a Hyoga! — Até sonrió diabólica.

—Entonces... ¿Aceptas mi ayuda? — preguntó la diosa, Algol asintió.

—Claro que si... Quiero a Andrómeda solo para mí.

—Muy bien chico...este es el plan.

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Una semana después

Todo había regresado a la normalidad en Asgard y ya era momento de que los caballeros de Athena regresarán al santuario. Hilda en compañía de los dioses guerreros agradecían a sus colegas por la ayuda recibida durante estos días.

Mientras Andrómeda preparaba su caja de Pandora Algol tocó la puerta de la habitación, ella abrió encontrando al de cabello oliva quien traía una bandeja con una rosa acompañada de una copa de vino.

—¿Qué quieres ahora? — pregunto Andrómeda seriamente.

—Solo vengo a disculparme por lo que te dije la última vez, fui un tonto y debí haberte respetado por ser una mujer casada... No sé que estaba pensando Shun, estoy muy apenado contigo — Perseo le entregó la bandeja al mismo tiempo en que bajaba la cabeza.

—No te preocupes, te perdono.

Le dijo con serenidad mientras se colocaba la caja de Pandora en su espalda, no obstante Perseo insistió en que tomara la rosa y bebiera un poco de vino.

—Al menos acepta esta rosa y esta copa de vino el cual proviene de este hermoso lugar. Con solo que tomes un sorbo me conformo — pidió amablemente, Andrómeda suspiro y aceptó.

—Esta bien...

Tomó la copa de vino y le dió un pequeño sorbo, miró a Algol y sonrió.

—No sabe mal... ¿De qué es?

—Es de uva, muy delicioso por cierto.

La amazona volvió a tomar un sorbo de aquel vino pero de tan delicioso que estaba poco a poco lo terminó ingiriendo dejando a Algol con una sonrisa de oreja.

—Estaba rico — sonrió la amazona.

Algol no le respondió y de repente le dió un abrazo el cual Shun correspondió con agrado.

—Estas perdonado Algol — decia la ojiverde.

Fueron interrumpidos por Shiryu quien se aproximó a ellos, se despidieron de Hilda y los dioses guerreros mientras partían de regreso al santuario.

Desde otra parte eran observados por  Até mientras observaba a Perseo tomar de la mano a Andrómeda, la diosa quedó satisfecha por el resultado de aquel vino de uvas que el santo de plata le dió a beber a la amazona.

—Muy bien, de regreso a mi cuerpo.

Desapareció entre las sombras sin ser vista por los demás a excepción de Saori quien seguía sus pasos.

—Llegue muy tarde, debo avisarle a los demás.

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En la mansión

—No me digas que te afectó la locura de Saori.

—¡No idiota! esto es serio.

Expresaba cisne a sus amigos quienes no creían en las palabras del ruso y que todo el asunto de Hiro era una mentira.

—Cómo puedes decir que Hiro habla si apenas es un bebé, estás peor que Saori cuando dijo que Até se apoderó de Alek — replicó Fénix.

—Ikki, está vez no estoy bromeando.

¡Es verdad tío!... ¡Mi papi está diciendo la verdad!

Ikki quedó sin palabras tras escuchar la voz de un niño, Seiya observó a ambos niños que estaban en la cuna dándose cuenta que Hiro estaba mirándolo muy preocupado.

—Hiro... ¿Acaso eres tú?

Si tío Seiya, mi papi no está loco como mi tío Ikki dice.

Pegaso estaba asombrado al notar que Hiro no movia los labios para hablar, eso le provocó un desmayo.

—¡¡Seiya!! — gritaron Fénix y Cisne.

Ikki cargo a su pareja en sus brazos mientras veía a Hyoga con espanto.

—¿Qué clase de juego sucio es este?

Ninguno tío

Le respondió nuevamente Hiro haciendo que Fénix le diera un escalofrío.

La plática fue interrumpida por Tatsumi que entró al cuarto para avisar que Shiryu, Shun y Algol habían regresado de su viaje a Asgard por lo que ellos en compañía de Saori tenían que ir al santuario para recibirlos.

Hyoga fue el que no perdió su tiempo y con sus hijos en brazos salio de la mansión para subirse al avión.

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Horas más tarde

Después de un largo viaje, nuestros chicos llegaron sanos y salvos al santuario en dónde se suponía que Saori iba a estar presente para recibir a los demás pero no fue así.

Seiya, Ikki y Hyoga se extrañaron de la ausencia de la pelo lila hasta que vieron a Shiryu junto a Shun y Algol entrando a la cámara del patriarca, Hyoga quien esperaba ansiosamente a su querida cadenitas fue a recibirla junto a sus hijos con mucha felicidad.

Sin embargo, ella no les prestó atención por estar conversando con Perseo, a cisne no le gustó que su esposa fuera mal educada y terminó por levantarle la voz.

—¿Qué te pasa? — reclamó Andrómeda.

—Pasa que estoy aquí con nuestros niños saludándote amablemente y tú ni un hola nos dices, ¿qué es lo que sucede contigo Shun? — habló molesto.

—Estaba hablando con Algol, es de mala educación estar platicando con dos personas a la ves Hyoga, se más amable quieres.

La respuesta dejó a cisne más molesto que antes, Shun nuevamente siguió la plática con Algol mientras que Hyoga dejó a los niños con Seiya e Ikki y tomo bruscamente a Andrómeda del brazo.

—Sabes que odio que seas de esa manera Shun, y más cuando no me prestas atención — exclamó.

—Oye ¡suéltame!

—¡Déjala en paz!

Algol apartó de inmediato a Shun del agarre de su esposo quien al ver al santo de plata le propinó una golpiza.