Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Extra 3 (2/2)

Segunda parte, prometí que sería antes de julio (nuevo récord, gente). No sé si decir alguna mención porque ya gente que lee este extra tengo la fe que me ha leído en otras historias y me sigue en twitter (síganme en twitter como 3rachasad), pero sería pertinente recordar el "leer con discreción" (aunque no sé qué significa) y que, cómo no me va a dar pena, si es que me gusta tanto hablar de esta historia.

Disfruten el coito.

El día en el que, al fin, Lee MinHo tuvo una buena idea, parte 2

Los últimos tres días, aparte de hacer un trato de sangre con RyangYah y HanSoo, MinHo había entrado en un instructivo de trabajo con licores para fingir ser un barman al menos una noche.

Lo que significaba que no necesariamente significaba cómo hacer un trago decente.

—Tres mojitos, dos moscow mule, tres daiquiris de cereza, cuatro enguindados y un vodka tonic —informó HyunJin desde la entrada de la cocina, para esfumarse enseguida—. Y te apuras.

MinHo solo miró la gran cantidad de botellas y vasos vacíos que tenía en frente, y respiró hondo. Él podía enfrentar todo tipo de adversidad, en especial aquellas que involucraba trabajar bajo presión.

No obstante, eso no quitaba el hecho de que aun no sabía en lo que estaba metido. Ni siquiera podía concentrarse cuando Felix había colocado Did it First de Ice Spice

—Okey... —MinHo revisó las botellas—. Tres mojitos, dos moscow mule, tres daiquiris de cereza, cuatro enguindados y un vodka tonic. Del carajo, alguna mierda sirve la memoria eidética.

Ni siquiera había probado la mitad de los tragos que estaba realizando. Cuando el grupo se reunía (o parte de él), MinHo se confiaba con los cócteles de niña que YiSu preparaba y la resaca lo acompañaba al día siguiente; no obstante, por el consumo de analgésicos, el consumo de alcohol disminuyó consigo, así que, al ver el ron ser molido con la menta y el limón en tres vasos de plásticos distintos le hizo sentir un gran peso en su estómago que no podía diferenciar entre algo deseado o algo asqueroso.

Prefería irse por la segunda opción. Por lo que, esperaba de que sus amigos estuviesen pasando un mejor rato.

La verdad es que no lo hacían.

—¡Disculpen! —Con desespero y con una bandeja cargada de shot de jaleas, HyunJin paseaba entre la gran cantidad de personas (y la mayoría, desconocidas) se encontraban en la sala de su casa.

Estaban disfrazados, así que distinguir entre aquellos que eran de la escuela con los que eran desconocidos no estaba cerca de sus parámetros. Tampoco sabía si es que había menores de edad o mayores pervertidos que querían estar rodeado de chicos jóvenes, porque la cantidad de propaganda que se dedicaron a hacer para esa noche había sido demasiado.

Y todos parecían estar pasando un buen rato. Lo único gratuito que tenían eran los shot de gelatina, mientras que ChangBin vendía brownies con marihuana junto a Felix jugando a ser DJ. MinHo estaba con los tragos, y HyunJin también se encargaba de hacer sus costes y pagos tanto en efectivo como por transferencia con todos aquellos que querían algo.

Porque el espacio tampoco estaba muy diseñado para sentarse a beber algo, cosa que comprobó una vez que fue al patio y notó cómo dos camionetas ya se habían estacionado al interior por la falta de espacio en la calle. Lily discutía en la entrada con un grupo porque no querían pagar, y ya HyunJin podía comprobar que algunas personas estaban molestando a su oveja. Oh, si sus padres se llegasen a enterar de eso, estaría acabado.

Tras regresar a la casa, en la recepción fue agarrado por un tipejo disfrazado de diablo- San, su antiguo compañero de escuela.

—Oye, hombre, tráenos una cerveza —ordenó—, por favor.

HyunJin les miró feo. —¿Quién demonios los dejó entrar?

—Son amigos, HyunJin —Yeji los defendió, y juntó sus palmas—. Regálanos unas, por favor.

HyunJin le apuntó con el dedo. —Deberías de trabajar con nosotros, traidora.

Yeji solo imitó la voz sin demasiado interés, y continuó con su conversación con sus amigas. Sin embargo, como era de esperarse, podía observar cómo es que los ojos de su amiga Yuna se iban directamente a la sala, de uno de los extensos sofás donde, con una pobre máscara de payaso levantada, estaba JiSung conversando con un antiguo compañero de clase.

Como últimamente Yeji andaba impaciente, golpeó a Yuna en el ala.

—¿Qué te pasa? —preguntó—. Deja de llorar, que tú quisiste venir.

—No es como si sola hubiese querido —contestó Yuna, mientras se cruzaba de brazos.

—¿Y tiene el descaro de aparecer? —RyuJin chasqueó su lengua con desagrado—. Digo, ¿después de todo lo que hizo? Pensé que se cambiaría de ciudad para siempre.

—Él no hizo nada malo...

—Te puso el cuerno como por siete meses para luego dejarte botada en tu casa y desaparecer de la faz de la tierra —siguió ella—. Que sí, que sí, que les dijo a los chicos que tenía problemas con su madre, pero, ¿sinceramente? Creo que fue mentira.

—¿No has considerado que, tal vez, el mundo no es tan retorcido como lo piensas? —San preguntó—. Y que quienes tienen la oportunidad de escapar de un hogar abusivo, la aprovechan.

—Deberías intentarlo, RyuJin —opinó MinGi, con su lengua suelta.

Yeji solo se sobó el entrecejo, irritada por quien desistía de querer su novio. —¿Sigues drogado? ¿Aun? Han pasado como cinco horas.

—No estoy drogado, solo no siento las manos.

Yuna mantenía su mirada directa hacia JiSung, quien, al darle la espalda, estaba totalmente fuera de lugar de toda la conversación. YeoSang la abrazó por los hombros.

—¿Quieres que le vayamos a preguntar cómo ha estado su vida, para luego contarte? —propuso.

—¿Harían eso por mí?

—No, lo haría por mí.

Y los tres chicos disfrazados de diablo se dirigieron a la sala- o, mejor dicho, solo San y YeoSang. MinGi tropezó en el primer paso y decidió dejarse caer junto a Yeji para recuperarse un poco.

Al mismo tiempo, Felix estaba en la mesa de DJ junto a ChangBin. Cambiaba las canciones desde su laptop con algunas que conocía y con el instructivo que las mismas clases de música le habían entregado. Algunos desconocidos se le acercaban para hacer peticiones, y otros eran espantados por ChangBin cuando él reclamaba que las canciones no eran al pedido de la radio. MinHo le había entregado una cerveza, pero nada lo libraba del calor del jodido traje de Spiderman.

—¡Oye! —Felix le gritó a ChangBin en su oreja—. ¡Rena está acá!

—¡¿Hm?! —ChangBin terminaba de realizar otra compra cuando se percató cómo, en el centro de la sala, con su cabello rosa eléctrico y tacones alto, su antigua chica Rena bailaba disfrazada de bruja—. ¡Ya! ¡¿Y?!

Felix le miró, asombrado. —¡¿No te genera nada?!

—¡¿Debería?!

—¡Sí! ¡Cuando lloraste por ella como tres meses!

—¡El tiempo pasa, hombre! —ChangBin entregó dos brownies mágicos y dio el vuelto del efectivo.

Se podía observar a Choi MinSeok, sentado en el sofá, viéndola bailar. Rena bailaba en el medio capaz de no ser vista por nadie y a la vez por todos, aprovechando un chico cerca para rodearle con el brazo y menearse de lado a otro.

Quien también lo había notado era JiSung, porque, para su buena o mala suerte, quedó sentado al lado de Choi MinSeok mientras que SeungMin y YiSu iban a recuperar un no-sabía-qué en el quién-sabe-qué.

—A ella le gusta bailar —Choi MinSeok le dijo a JiSung.

—Ajá.

—También le gusta que la miren.

—Pareciera.

—¿Crees que me hable, si le hablo?

—No sé, hombre.

MinSeok lo miró, ofendido. —¿Por qué no me apoyas?

—No sé, hombre. —JiSung le dio un trago a su lata de bebida—. Fui partícipe del boicot de tu relación con ella, ¿qué quieres que te diga?

Tarde JiSung notó que Choi MinSeok ya había comido de los brownies mágicos, por lo que, con afecto, él lo abrazó por los hombros. El cuerpo de JiSung se tensó por completo.

El fin de semana, todo su trabajo respecto a la mudanza en Seúl con el departamento que había encontrado lo estaba colocando de los nervios; apenas dormía en el dormitorio de SeungMin porque su cabeza iba a distintos lares que ni las pastillas para dormir lo podían derrumbar.

El pueblo también era otro factor. Otro temor que le tenía de una manera agarrado de los testículos. Suspiraba y su respiración se trancaba, y recordaba las veces en la que se emborrachaba para poder despejarse de todos los malestares con los que estaba ahora. Sabía que estaba ahí para apoyar a la banda, pero ellos trabajaban perfectamente bien en su ausencia.

«Carajo, ¿por qué vine?»

Porque podía sentir miradas que lo juzgaban aun cuando no lo conocían. Podía escuchar susurros y apelaciones, como también ingresos de personas que, al ser invitación abierta, significaba que cualquiera podía llegar.

Cualquiera. Si JiSung hizo la propaganda en Seúl de una manera tan escandalosa, significaba que la banda también lo hizo en el pueblo, ¿no? Por eso chicos de su antigua generación se encontraban ahí.

Si tan abierta era la invitación, ¿cuántas eran las probabilidades de que su madre apareciera?

«Estás siendo paranoico y estúpido», se dijo.

Aunque su estómago se retorcía. Saltaba con los gritos fuertes. Y MinSeok lo seguía zamarreando.

—¿Y no crees que, es hora de hagamos alianza? —le preguntó MinSeok—. Digo, todos tenemos nuestros propios dramas amorosos.

JiSung se urgió con incomodidad bajo él, despojándose del delirio. —Yo no tengo dramas amorosos.

—¿Cómo no? Dejaste un caos cuando te fuiste luego de haber engañado a tu novia.

—Sí, pero- da igual. Nadie le debe importar eso.

—Solo digo que... los dos somos distintos actores de la misma situación —MinSeok lo sacudió—. Yo fui cruelmente engañado, y tú engañaste a alguien. Creo que podríamos ser buenos amigos si es que nos lo proponemos.

—MinSeok, ya tengo como nueve amigos. No puedo manejar más.

—Haríamos una gran alianza-

—¡JiSung!

JiSung saltó cuando YeoSang y San se le acercaron. Carajo, nunca había estado tan contento de verlos.

—Quita, bicho —espantó YeoSang. MinSeok se levantó y se largó enseguida de ahí, dejando el espacio para él—. Hombre, décadas que no te veíamos, ¿cómo estás?

—Bien, bien —JiSung no mentiría porque, bueno, él ha estado bien. No es como si toda su biografía debía de ser contada con cada aquel que se reencuentra—. ¿Y ustedes? ¿Hacen algo o...?

—¿Qué haríamos en este lugar de mierda? Apenas y conseguí trabajo de temporero —dijo YeoSang, y apuntó a San—, aunque él tuvo más suerte y entró a un técnico.

—Universidad técnica, genial —JiSung concedió—. ¿A cuál?

—A la que la mitad se ha ido, a ese del pueblo grande —explicó San—. Tu amiga de las faldas está ahí, también.

—Ah, sí, diseño y costura.

—Yuna igual.

El nombre de ella le entregó un fuerte retorcijón en el estómago, lo que hizo que solo presionara sus labios y asintiera.

—Genial.

—¿No bebes nada? —preguntó YeoSang—. ¿Tan avaros son tus amigos que no te regalan nada?

—Ah- no, tengo ilimitado pero- bueno, no bebo —JiSung se encogió de hombros—. Las pastillas.

—¿De qué?

—Depresión.

—¿Tienes depresión?

—Creo.

—¿Desde hace cuándo?

—Desde que nací, creo.

Y como YeoSang pensó que JiSung solo le estaba tomando el pelo, estalló en carcajadas. —¡Sí que eres divertido!

Como JiSung no quería llevar la contraria a lo que se que YeoSang pasaba por su cabeza, asintió y rio con él. San, en la poca buena voluntad que él tiene, asintió y cambió abruptamente de tema.

JiSung no tenía por qué sentirse tan incómodo- es decir, fueron sus amigos de escuela. Sí, puede que después de la graduación haya perdido un poco el contacto porque cada uno tenía sus proyectos personales, pero eso no significaba que no les tenía aprecio en alguna parte de su corazón los momentos que pasó con ellos durante su escuela media y los últimos años escolares.

Lo cual, también le hacía sentir parcialmente mal. En especial con San. JiSung creía que MinGi no sabía nada sobre sus presuntas relaciones porque confiaba en que HyunJin no le contó a Yeji (aunque a veces él dudaba), sin embargo, mantener ese secreto con San parecía pegarle más fuerte.

Tal vez no sobre MinHo, pero sí la razón real de la ruptura de Yuna porque, con lo que pasó y los rumores que corrieron después de su huida (acorde a la evidencia de Choi MinSeok), el distanciamiento era abrupto por el silencio de JiSung.

Tal vez no decir que fue MinHo, pero sí decir que estuvo con un chico durante ese tiempo y que por eso no podía hablarle a Yuna.

«Para qué contar toda la historia, ja».

Las canciones de Felix cambiaron finalmente a algo más coreano, con I am the best de 2NEI que hizo que las personas que estaban dentro de la sala lanzaran un grito de emoción antes de comenzar a bailar. JiSung no estaba midiendo cuánta gente estaba apareciendo en ese instante, como mucho menos si es que conocía a alguien- bah, ¿a quién conocería? Aquellos que apenas ubicaba de vista por ser de al escuela ya desaparecieron de su entorno, para solo entregar una vista de juventud totalmente desconocida y, por apariencias, citadina.

—¿Conoces a alguien? —preguntó ChangBin, en la mesa DJ.

Felix apartó su vista de la tabla y le dio un trago a la cerveza. —Hm..., nop. Ah, al de allá lo vi en TikTok.

—¿Tenemos a gente de TikTok acá?

—Sería bueno. ¿Muy incordio de mi parte si es que le pido que nos haga propaganda?

—No te mentiré, Felix, no sé ni cuánta gente hay en esta casa.

—Bueno, como sea —Felix le dio un trago a su cerveza—. Oye, y hablando de WooYoung-

—Déjalo.

—Sí, pero me dijo que cambiaría-

—Uno cambia sus calzones, no su personalidad. Déjalo.

Felix, amurrado, siguió con las mezclas para luego cambiar de 2NE1 a T-ARA con Sugar Free.

Sin embargo, al darle otro trago a su cerveza, notó que una mirada imponente estaba yendo hacia él.

—ChangBin —llamó Felix, regresándole la mirada al desconocido—. Hay un Deadpool mirándome. No sé si es malo o bueno.

—¿Hm? —ChangBin no se percató. Felix movió con brusquedad su cabeza para que le siguiera.

Ahí, apoyado en una pared de la sala, rodeado de quienes serían sus amigos, estaba un tipo de cabello castaño, revuelto, con el traje de Deadpool y notoriamente acalorado por sus mejillas sonrojadas, no obstante, sus ojos notantes de tristeza iban hacia Felix.

—¿Lo conoces? —preguntó Felix.

—Creo, no sé. Me tiene acra de conocido, pero no sé —ChangBin se encogió de hombros—. No le des importancia.

—No estoy en posición en darle importancia. ¿Es de la escuela o algo así?

—¿Qué se yo? Además, Felix, estaré aquí toda la noche. Nada te pasará si estoy a tu la-

—¡Ay, ChangBin!

Con el chillido fuerte y su emoción que acompañaba a su cabello rosa eléctrico, Rena apareció con una efeversciente sonrisa.

—¡Tanto tiempo! ¡No sabía que estarías acá! —dijo.

ChangBin frunció la cara, asqueado. —¿En esta fiesta? ¿La que hizo mi banda?

—¡Como son las coincidencias!

Rena rodeó el mesón y tomó a ChangBin del brazo. —¡Vamos a bailar!

Y así, Felix vio cómo su amigo lo abandonaba por una falda. De nuevo.

—«Istirí iquí tidi li nichi» —replicó Felix con voz aguda, y colocó en la lista de canciones Sweet but Psycho de Ava Max—. Hombres.

Para cuando llegó la medianoche, HyunJin no era capaz de poder soportar el servicio de compra venta de tragos. No daba abasto sus propios brazos, junto con la falta de memoria que tenía como para no anotarlos, al mismo tiempo que intentaba llevar las cuentas mentales de los pagos efectuados ante cada vaso que llevaba.

Por lo que, desesperado, terminó por llegar a la cocina con un MinHo muy ensimismado con su baile con la canción Roly Poly de T-ARA.

—Bien, cambio de planes —le dijo HyunJin—. Necesitamos una nueva forma de sostener a esta gente. Estoy tan ocupado que ni siquiera he podido vigilar la casa.

—¿Crees que te robarán? —bromeó MinHo.

HyunJin le lanzó un vaso de plástico. —¡Sí! ¡Y no es como si pudiera hacerles Avada Kedavra al que me quiera robar a Kkami!

—Tu perro es feo, HyunJin, nadie se lo va a robar.

HyunJin le volvió a lanzar otro vaso.

—¿Sabes? Le pediré a JiSung o a SeungMin que haga unas rondas y me ayude con esto.

—¿SeungMin? ¿En serio? —MinHo entornó los ojos—. Debe estar en su tercera ronda si es que es medianoche.

—Bien, entonces- rotemos: Lily viene al bar, yo voy a la entrada y tú te vas de camarero.

—Si Lily viene al bar, incendiará la cocina.

—Puedo sacrificar eso si es que descanso un rato los brazos.

«Pero me estoy divirtiendo...», quiso agregar MinHo, y era demasiado temprano como para hacer turno, pero como aun se sentía avergonzado de estar junto a HyunJin por su sueño húmedo, decidió hacer caso y salir de la cocina lo más rápido posible.

Felix continuaba con sus mezclas raras, y se preguntó por qué no estaba con ChangBin si es que él estaba encargado de la venta de los brownies. No obstante, fuera de la cocina, la gran cantidad de gente que estaba en la pista de baile le hizo encender un poco el corazón de MinHo al notar que era probable que pudieran cumplir con la meta de dinero tan alta con la que los habían amenazado.

Sin embargo, su estómago cayó una vez que salió al patio y, sin querer tomarlo en cuenta, más gente de lo que esperaba estaba ahí.

—Ni siquiera creo que haya suficiente alcohol...

El jardín estaba repleto, pero no lo suficiente como para intimidarlo por la falta de control. Su preocupación incrementó por Lily tras notar la inmensa fila que había en la espera, pero pareció que el disfraz de Sailor Mercury le dio poderes sobrenaturales porque la manera en la que tenía para controlar a la muchedumbre era con un rociador de agua. Dos chicos parecieron intentar colarse al jardín, pero los señores Hwang, antes de mudarse al pueblo, se encargaron de electrificar la valla alrededor del terreno para que sus hijos estuviesen seguros, por lo que, el olor a asado y ropa quemada hizo poner a MinHo de pelos.

Salió de la sorpresa cuando HyunJin chocó con su espalda.

—Bien, ¿hacemos el cambio? Ay, carajo —se sorprendió al ver la fila—. ¿Todo esto lo hicimos nosotros?

—Y aún queda noche, campeón.

MinHo podría admitir que la estaba pasando bien en ese momento solo si es que la estuviese pasando, porque, en realidad, sobrio y trabajando, aquella situación solo lucía surreal y parcialmente ridícula.

HyunJin rotó con Lily, y ella corrió al interior de la casa diciendo que quería probar algo que vio en Dr. House. MinHo, sin querer perturbarse en lo que sea que ella haría, decidió ir por la basura de la casa y despejar un poco el ambiente. Y, obviamente, lograr ver a JiSung en el proceso.

No obstante, en la búsqueda de la basura, los ojos cafés de Yuna le taladraron la espalda.

«Ay, del carajo».

—¡Permisooo! —En un pequeño grupo cerca de la escalera que MinHo desconocía, notó que habían llevado su propio licor. MinHo ni siquiera preguntó qué era cuando ya lo había agarrado del cuello y darle un extenso trago—. Ah —jadeó, y regresó la botella—. Soy el dueño de casa. Es mi derecho.

Como también, con sus brazos cargados de vasos de plástico desechables, caminó hacia la mesa de DJ. Felix se encontraba solo, acalorado, y su ansiedad parecía subir.

—Oye —Felix arrastró a MinHo hacia él—. Hay un tipo que me mira, no sé si tener miedo o excitarme por eso.

—¿Excitarte? YongBokkie, tienes novio —y MinHo comenzó a buscar—. ¿Al menos es guapo?

El tembloroso dedo de Felix apuntó al otro lado de la sala, y MinHo tuvo que pasar de la visión de ver a ChangBin bailar con Rena, de Choi MinSeok arrugando un vaso de plástico al verlos, y de JiSung hablando con San y YeoSang para notar cómo un tipejo disfrazado de Deadpool desviaba la mirada.

Le parecía conocido.

Hasta que, un tipo de pelo azul y con una bufanda de Ravenclaw se le acercó.

—¡Yeyo!

MinHo tomó uno de los brownies en venta y corrió hacia el otro lado de la sala, chocando con comensales, derramando un par de bebidas hasta alcanzarlo y, con dramatismo, abrazarlo.

—¡YeonJun! ¡No pensé que vendrías!

YeonJun se colocó tenso enseguida, y se sacudió para que lo soltara.

—¡¿Cómo no?! —preguntó YeonJun sobre la música—. ¡Si estos cuatro días me acosaste!

—Estábamos desesperados. ¡Muy desesperados! Nos van a asesinar a la banda si no pagamos.

—¿Y esto es para que te lo compremos? —aludió a los brownies en las manos de MinHo.

—No, no. Ten, esto es parte de nosotros. —Era un engranaje, porque, vamos, MinHo no era el mejor en las interacciones sociales, pero cuando recordó que era Huening Kai el que estaba viendo a Felix por la pista de baile le hizo sacar todos sus dotes de Cupido—. Oye, compañero.

Huening Kai le miró. —¿Sí?

—Miras mucho a mi amigo.

—¿El DJ?

—Ajá, él es bi, pero está en una relación. He ahí tú lo que decides.

Tomó a Huening Kai del brazo y lo empujó hacia la pista. Contento, MinHo se apoyó en el muro y observó cómo Kai, totalmente desconcertado, hizo caso a MinHo con pasos vacilantes hacia el DJ.

—Crecen tan rápido.

—¡¿Por qué hiciste eso?! —YeonJun le gritó—. ¡¿Y no que tu amigo estaba de novio?!

—Llevan como... —MinHo contó con los dedos— siete rupturas en lo que lleva el año. No le hace daño a nadie.

—Ah, y como tú no tienes problemas con ser el cuerno...

MinHo abrió su boca, totalmente ofendido. YeonJun le lanzó una risa divertida que, con rapidez, se esfumó para un sollozo cuando MinHo le quitó todos los brownies de las manos.

—¡Vamos, hombre! ¡Era una broma!

—Broma tu parto. Me rompes el corazón en el instante en que yo le hago gan-

—Hey.

MinHo pegó un grito y todos los brownies saltaron cuando Choi Yuna le habló directamente.

—Hola, hola —MinHo saludó, nervioso. Con torpeza, le entregó a Yuna todos los brownies—. ¿Quieres uno? Son de la casa. Yo me tengo que ir a atender. Bye, bye, little butterfly.

«¿Cómo carajos la dejaron pasar? Pensé que los animales estaban escondidos en la granja- bueno, bueno, muy cruel».

Sin embargo, tras asomarse en la recepción, notó que un grupo de chicos estaban abrazando a la oveja de HyunJin.

«Uh, así que los animales se escaparon de la granja».

—¡Lee MinHo! —escuchó el fuerte chillido de Lily desde la cocina—. ¡Ven en este instante, imbécil!

JiSung vio desde el sofá cómo MinHo volaba hacia la cocina, y quiso seguirlo, pero San y YeoSang lo tenían agarrado de los hombros.

—¿Y qué más has hecho? —le preguntó YeoSang—. Digo- aparte de nada.

—Nada —concordó JiSung, sin saber por qué sus palmas comenzaron a sudar y a sentir su estómago presionar—. Solo... estoy con mi tía en Gimhae.

—¿Y por qué no has regresado? —preguntó San—. O sea, pudiendo quedarte con alguno de tus amigos de visita o...

JiSung sacudió su cabeza, sin querer parecer desesperado o asustado. —No, solo no me parece. Ya venir hasta acá me incomoda.

—Oye, cambiando de tema. —YeoSang se inclinó en el sofá, y encendió un cigarro—. Estábamos acá con las chicas, y vinimos con Yuna. ¿No te molesta?

JiSung se mareó por el cambio abrupto. —¿Yuna? No, ¿por qué?

—Lo que YeoSang quiere decir —desvió San—, es que, cuando hay rupturas en la relación del grupo de amigos, es normal que se separe, pero como fuiste tú el que se salió del grupo (y del pueblo), queríamos saber si... Si no te molestaba o incomodaba que nosotros-

JiSung ya había negado antes de que terminaran la pregunta. —No, no. Ustedes pueden ser sus amigos. Eso no me afecta.

—El problema... —San parecía no saber cómo ponerlo en palabras, lo que le hizo a JiSung tener una idea hacia dónde iba la conversación—, hay cosas que Yuna nos ha dicho, como también ha omitido, entonces tenemos la duda de-

—¿Con quién demonios la engañaste? —YeoSang fue directo al grano—. Ya ha pasado demasiado tiempo como para que lo sigas escondiendo- no vives ni siquiera en el pueblo como para afectar.

—¿Fue con tu amiga? —preguntó San—. Esa- ¿la del salón avanzado? ¿La que...?

San hizo una seña que hizo retorcer el estómago de JiSung.

—¿Por qué les importa tanto saber con quién mierda engañé a Yuna? —preguntó JiSung, ofendido—. Es parte de mi relación con ella-

—Es que, tampoco fue una infidelidad como la de Chae con San y ChangBin —argumentó YeoSang. San le golpeó la cabeza—. Digo- tuviste una total relación paralela con ella.

—Sí, bueno —JiSung rio con sarcasmo—, fue difícil.

San y YeoSang quedaron callados, ni siquiera rompiendo en la canción cuando Felix colocó algo de BiBi.

Parte de JiSung quería confesarlo. No sabía muy bien por qué. Si es que el pánico que sentía le estaba succionando toda la energía, lo que le hacía sentir más desinhibido como mecanismo de defensa. Esconderlo era una estupidez porque, era cierto, él no estaba cerca del pueblo.

Pero MinHo sí.

—No diré- no diré quién fue —aclaró JiSung enseguida. YeoSang y San se acercaron a él—. Solo diré que... que sí, la engañé por mucho tiempo- pero no fue una relación paralela- o sea, sí, lo fue —JiSung no sabía cómo dictar sus palabras—, es solo que... estaba en conflicto con mi madre, y ella no aprobaba a la persona con quien en verdad quería estar, por lo que seguir con Yuna fue... fue más una tapadera que nadie supo.

San y YeoSang pegaron un fuerte grito de impresión.

—¡Bromeas!

—¡Imbécil!

—¡Qué duro!

JiSung tuvo que taparse los oídos un momento. No se sentía mejor, pero sí un poco más ligero.

—¿Y quién era? —susurró YeoSang—. Digo, no conozco muchas chicas que puedan ser una mala influencia para ti. O sea, que tu madre no haya querido aprobar.

—Sí, además- ¿cómo no le explicaste a Yuna que ya no le querías? Pudo fingir ser tu novia, si es que se lo pedías —argumentó San.

—Las relaciones no son tan fáciles, como tampoco lo fue mi relación con Yuna —consideró. En su momento fue un buen plan que JiSung no estuvo ni cerca de llevar a cabo, considerando que los últimos meses que estuvo en el pueblo, MinHo y Yuna no podían estar en el mismo espacio sin querer golpearse al otro—. No me miren como si lo hice por gusto. Fue terrible para mí.

—Seguro- digo, dos personas que te la chupan —consideró YeoSang—, eso es terrible.

—Estaba con una carga académica del demonio, y con una presión de mi madre más pesada que un yunque —discutió JiSung, enojado—. No había día en el que no me sintiera miserable en esa casa, y estar con Yuna al mismo tiempo también me generaba infelicidad- ¿o ustedes creían que yo estaba contento engañándola? ¿Haciéndole creer que la quería, cuando en verdad no? Solo eran las circunstancias en las que no podía ser sincero.

—Del carajo —soltó YeoSang—. Entonces, ¿con quién estuviste? Si todo era tan denso y complicado, ¿por qué estuviste con ella?

—Porque... —JiSung hizo un ademán con sus manos, inexplicable—. No sé. No preguntas por qué no estás con alguien cuando la situación ya está ahí. Veía comida todo los días y yo solo me mataba de hambre. Habría sido lo mismo verlo sabiendo que podría pasar si es que solo se pudiera.

YeoSang soltó una risa, y palmeó la espalda de JiSung. —Olvidaba cuán dramático eras, hombre. Iré al baño.

JiSung frunció su cara, más consternado de lo que querría. Se apoyó en el respaldo del sofá y notó que San fijaba su mirada en él. —¿Qué?

—¿Verlo?

—¿A quién?

—Dijiste eso —apuntó San—. «Habría sido lo mismo verlo sabiendo que podría pasar si es que solo se pudiera». ¿Verlo a él? ¿Con quien engañaste a Yuna?

JiSung captó enseguida lo que San se refería, y el temblor apareció desde su espalda baja para, con rapidez, sacudir su cabeza.

—Entendiste mal.

—No. Estuviste con un chico- si tu madre no lo aprobaba y no podías decírselo a Yuna —razonó San—. Ay- no, JiSung. ¿Con quién estuviste?

—Ya te dije que no-

—JiSung —interrumpió, más serio de lo que JiSung alguna vez lo vio, y San se inclinó hacia adelante para hacer la charla más íntima—. ¿Hace cuántos años somos amigos? ¿Por qué no puedes confiar en mí, aunque sea esta vez, y no negarme lo que te pregunto?

—Porque yo no... —JiSung hizo un movimiento con sus manos—, yo no... Porque no es solo a mí lo que me compete.

—Entonces, solo dime: ¿estuviste con un chico?

JiSung se preguntó cuántas veces trató injustamente a San, con la amistad cercana que habían sembrado en un inicio, durante la escuela media, y que poco a poco se terminó perdiendo en los últimos años de escuela. Era parte de la vida, cosa que Chan tendía a decir, pero tener que razonarlo a sus propias experiencias hacía el trabajo complicado a JiSung.

Así que, en virtud de la amistad, asintió.

—¡Del carajo!

—Por esto no lo cuento —murmuró JiSung, irritado.

—Perdón, perdón- pero, ah, tiene más sentido de que te hayas amistado con Lee Felix. —Una idea rápida se posó en su cabeza—. ¿Engañaste a-

—¡No! Iugh, ¡no! —JiSung se encontró horrorizado.

—Es que, después de lo que le pasó, tú estuviste-

—Sí, pero no. Ah, que asco. No —un escalofrío corrió por su espalda—. Con Felix nunca pasó nada, él tiene a su pareja y yo tengo a la mí- ¡Ah, por la mierda!

—¡¿Todavía siguen?! —gritó San, impresionado—. ¡Me jodes! ¡Es más de lo que llevabas con Yuna!

—¡Cállate! —lo golpeó un par de veces.

Pero, ¿quién escucharía? Todos estaban tan ensimismados en su propia vivencia, alcohol y brownies mágicos que apenas alguien parecía tener sentido.

—¿Siguen juntos? —susurró San—. ¿Tanto te gusta?

—No, bueno, una úlcera casi me mató por mantener la relación. Algún sentimiento romántico debía de tener —contestó de mal humor.

San suspiró, impresionado, al mismo tiempo que revisaba por la casa. —¿Y vino? ¿Lo conozco?

—Oye, ya te contesté-

—Vamos —San le empujó con el codo—. Te prometo que mantendré el secreto.

—El secreto no es lo que me preocupa.

—JiSung...

—Mira, te lo diré solo si no tienes ninguna reacción exagerada, no se lo dices a nadie y, por el amor a los dioses, no se lo dices a él. No le hablarás, molestarás, increparás y todos los adjetivos que describen el bullying. ¿Okey?

San hizo una cruz en su corazón. —Lo juro.

—MinHo.

—¡¿Lee-puto-MinHo?!

Cuando YeoSang regresó, se preguntó por qué JiSung golpeaba a San.

MinHo también, cuando pasó cerca de ellos, pero continuó con su ruta porque no juzgaba las dinámicas de relaciones ajenas.

YeoSang quiso saber qué pasaba, pero JiSung no quiso continuar con el tema. Cuando vio a MinHo regresar a la cocina con su bandeja, se excusó con San y YeoSang para poder ir, pero, antes de dar dos pasos, ya fue arrastrado cerca de la escalera por Choi MinSeok.

—¿Por qué no me dijiste que ChangBin y Rena habían vuelto?

JiSung captó en entender las palabras, en especial porque había una pareja en los escalones que se sobajeaban sin vergüenza. Notó en la mano de Choi MinSeok que tenía un brownie comido a la mitad y, si es que este no se regeneraba por cuenta propia, entonces llevaba más de lo que la OMS recomendaba.

—Sí... porque no lo hicieron —contestó JiSung, y le quitó el brownie. «Espera- ¿por qué demonios le hablo?»—. ¿Y? Me regreso con mis amigos.

—Ahora somos amigos —MinSeok le tomó de los brazos—. ¿Cómo recupero a Rena?

—¿Cómo sabré yo? ¡Me da igual!

—Me lo debes, Han JiSung. Debes limpiarte el karma de tu infidelidad con tu exnovia —amenazó MinSeok—. Si no, estás condenado.

JiSung, ofendido, abrió su boca y chilló:

—¡Yo no tengo un karma con mi infidelidad! —«Mi infidelidad fue un karma de mi vida, mejor dicho»—. ¡¿Quién te crees que eres?!

—¿Cómo te habrías sentido si al que engañaron fue a ti?

—¡Bueno! ¡Eso también pasó!

—¿Y tu corazón no se rompió? ¿No sentiste el desgarre pulmonar por las garras de ella, que te arrancaba el corazón y lo lanzaba hacia la basura? ¿Dejando de lado todos los momentos y sentimientos que tuvieron cuando estaban juntos, solo para notar que no fuiste más que un juguete?

JiSung no podía estar más ofendido, pero más se sintió estúpido cuando comenzó a recordar la situación del baile de graduación de los de tercer año cuando él estaba en segundo; de cómo estuvo con YiSu bailando una de las canciones que la banda tocaba y, cuando se dio vuelta, Yuna y MinHo se estaban besando.

Pero el daño no había caído en Yuna- una traición habría sido denominado, pero sus ojos se habían quedado pasmados por la forma en la que MinHo le agarraba antes de soltarla, por la inclinación y los ojos cerrados que le había llevado al JiSung de ese instante también recordar a los días que estuvieron en Seúl.

JiSung sufrió, aunque le daba vergüenza asumirlo porque eso le distraía de sus estudios, pero había llorado lo suficiente como para sentir que MinSeok tenía razón en su descripción. Notar que el chico que él gustaba, que de por sí ya era complicado que estuviera, besara a su novia formal. Era tan irónico que, aunque ahora le parecía gracioso, no podía evitar apenarse por lo que pasó en ese momento.

MinSeok le apretó los brazos.

—¿Y bien, amigo? —preguntó MinSeok—. ¿Me ayudarás a recuperar a Rena?

La pena de JiSung se esfumó.

—¿Ah? ¡No, hombre! ¡Ni de chiste!

—¡Vamooos!

«¿Dónde están SeungMin y YiSu cuando los necesitas?», se preguntó JiSung, mientras una vez más era arrastrado por MinSeok hacia la sala.

Una gallina estaba arriba de uno de los muebles de la sala, picando el cenicero improvisado que se hizo con un plato. JiSung reconoció a un grupo que jugaba al beer pong teniendo como superficie uno de los cuadros de la pared. A un lado de la pista de baile, cerca de la cocina, hacían fila y se quejaban por la falta de tragos que estaba en la casa. Divisó a los compañeros de cuarto de SeungMin intentando hablar, colectivamente, con una sola chica disfrazada de Starlight, quien salió despavorida de ahí.

JiSung aun se arrepentía de haber ido. En un mejor universo paralelo, él podría estar en Gimhae dormido y no intentando que su nuevo amigo no matara a su viejo amigo.

Sin embargo, plantó sus pies en la tierra cuando vio a Yuna también en la pista de baile.

Nop —JiSung se giró—. Me largo.

Jason Derulo sonaba en los parlantes, lo que hizo a MinHo reír en burla mientras reconocía cada una de las caras que habían hecho un pedido y los dejaba, con tragos elaborados cargados en hielo y botellas de cerveza que prontamente deberían de regresar. El soju también se pasaba entre ellos, y por más que MinHo quisiera parecer cool como HyunJin cargando todo con una mano, la verdad que sus muñecas apenas y soportaban tres vasos de plástico y dos botellas.

—¡Pedido para las ángeles más bonitas de este lugar! —gritó MinHo en la recepción, solo para notar que Yeji y Lia eran las únicas ahí—. Bah, ¿y el resto?

—En la pista de baile —Lia tomó las botellas y le cedió una a Yeji—. ¿No te quieres sentar y descansar un poco?

—No, se me pegaría lo mugroso.

—Iré donde HyunJin —informó Yeji, y salió de la recepción.

Lia, al notar que estaba sola, se pegó a MinHo. —Vamos, ¿no quieres dejar algo e ir a bailar? Estoy aburrida.

—No sé si te conté que tengo mi trasero en dos manos, chica, si quisiera hacer algo, yo-

MinHo se giró hacia ella, solo para tarde captar que el pecho de Lia se apegó demasiado al de él, con sus ojos lindos, abiertos y delineados yendo directamente a atacarlo.

—¿Tú qué? —preguntó ella.

Antes de que Lia pudiera acercarse más, MinHo colocó una mano en la boca de ella y, con la otra, abrió el párpado de Lia.

—Tus pupilas están de mierda y no hueles a marihuana, ¿qué consumiste?

—¿Por qué crees que consumí algo?

—Porque te doy asco- jamás me pondrías tus pechos en mi cuello y- vamos, te doy asco —enumeró MinHo, bromista—. ¿Qué consumiste?

En medio de su escote, Lia lo sacó: una pequeña bolsa con éxtasis.

—Oh, genial —MinHo la tomó—. Nunca había visto uno cerca en mi vida.

—¿No quieres?

MinHo le quitó la bolsita. —Obvio.

«Ni de chiste dejo que alguien muera de sobredosis». Antes de poder largarse de ahí, Lia ya le había agarrado del brazo.

—MinHo... —ronroneó ella—, vamos, somos amigos, ¿no?

—Amigos con «a» de amistad, preciosa.

—Y de amantes...

«¡Ah! —MinHo quiso escapar de ahí—. ¡¿Por qué me pasa esto?!»

Se metió entre la gente de la pista de baile para poder perder a Lia e irse a la cocina, pero la cantidad de gente que había estado midiendo anteriormente se había multiplicado, lo que hacía que el transitar fuese mucho más complicado.

En el transcurso, fue golpeado severas veces por manotazos, codos y rodillas que solo querían bailar. La bandeja le golpeó la cabeza además de poder asegurar que alguien le agarró el trasero. Su llanto ni siquiera pudo explotar cuando, con la orilla de la bandeja, golpeó la nariz de alguien más.

Rena.

—¡Ah! —Rena se tapó la cara—. ¡Imbécil! ¡¿Qué hiciste?!

—¡Perdón!

—¡Me sangra!

—No te sangra. —MinHo no se había dado cuenta de que ChangBin también se encontraba ahí, y se acercó a Rena—. No es para tanto-

—¡Oye! ¡¿Por qué golpeas a mi chica?!

MinHo apenas captó de dónde provenía el grito cuando el puñetazo ya iba hacia su cara. Con sus reflejos, solo acató a poder agacharse, produciendo que el golpe fuese directo a la cara de ChangBin.

Varios gritaron alrededor, y MinHo se sintió parcialmente mal por el golpe de ChangBin, pero Lia continuaba alrededor y Lily continuaba gritando su nombre para los siguientes pedidos.

Se arrastró por el suelo mientras que veía, por alguna razón, a JiSung intentando separar a MinSeok de ChangBin mientras que Rena les gritaba a ambos. Llegó a la cocina, dejó en la bandeja tres botellas de cerveza y volvió a escapar solo para toparse ya con Lia esperándolo afuera.

—¿Y bien? —incitó ella.

—¡Aléjate de mí, loca!

Y mientras MinHo huía de Lia, JiSung logró arrastrar a MinSeok fuera de la pista de baile para lanzarlo a uno de los sofás, sin importarle si es que interrumpió a un trío de personas enrollándose en el lugar.

—¡¿Qué te pasa?! —le gritó JiSung—. ¡No puedes ir golpeando a la gente porque sí!

—¡Él se lo buscó!

—Ay, carajo, MinSeok, estás tan drogado que ni sabes lo que hiciste. ¡Debes enfrentar las situaciones como un hombre, hijo de pu-

—¡JiSung!

Con rapidez, JiSung se hincó para esconderse detrás del sofá.

Solo para que MinHo chocara con él y la bandeja con las botellas de cerveza le cayeron encima.

Dos de las tres botellas se derramaron arriba de JiSung, mientras que la tercera le golpeaba la frente y se estrellaba junto a él en el suelo. El trío que se enrollaba en el sofá pegó un grito cuando MinHo terminó arriba de ellos, y tanto MinSeok como la gente que los rodeaban se apartaron para evitar el vidrio.

JiSung nunca debió salir de Gimhae.

. . .

—Esto es ridículo.

—O sea, es algo que solo a ti te puede pasar.

—No. A MinHo le puede pasar esto. No a mí.

—¡Oye! ¡Ya te dije que lo sentía!

—¡Y yo te dije que te murieras!

—¿Por qué discuten tanto?

—¡Ay, MinGi!

Luego de la fiesta de navidad de hace dos años, donde los baños de la casa fueron tapados por dos intoxicados adolescentes que habían muerto por una ronda de juegos intensos, los señores Hwang decidieron construir un tercer baño dentro de su dormitorio. Ahora, que se cambiaron a una casa en el pueblo, Yeji se apoderó del cuarto, por lo que estarían «en el baño de Yeji». Sentido que tenía por encontrarse a MinGi durmiendo en la cama matrimonial.

Pero al ser un baño de dormitorio, era el único que estaba intacto del desastre de los otros dos baños. Tantas masas y colores que daban un rotundo asco, y si JiSung iba a tener parte de su frente abierta, no querría estar cerca de cualquier cosa que le pudiese dar una infección a su sistema nervioso.

Con ayuda de YiSu se lavó el cabello para sacar los rastros de cerveza, de vidrio y de la sangre que le quedó, mientras que SeungMin revisaba el botiquín del baño para cubrir el corte en la frente. Finalmente, MinHo miraba todo con culpa desde el marco.

—Creo que ahí salió todo —opinó YiSu—. Palméate.

JiSung pasó su mano por su cabeza. Fuera de vidrio.

Se levantó y sentó con cuidado en el retrete, ligeramente mareado por estar mucho rato sangrado y de cabeza. SeungMin, sin ningún escrúpulo, tomó la cara de JiSung mientras el cigarro en su boca humeaba.

—Hm, no parece necesitar puntos. Nada grave —dijo, y tomó un algodón del botiquín con suero fisiológico.

—¿Nada grave? Estoy con citalopram. Sangro como vaca.

SeungMin limpió la herida, colocó una gaza en el lugar y rodeó la orilla con tela adhesiva.

—Listo, ahora estás bonito.

JiSung se levantó y se vio en el espejo. Parte de su frente estaba cubierta por la gaza; su cabello estaba peinado hacia atrás por el agua; apestaba a cerveza y, sobre todas las cosas, tenía sueño.

—Me cambiaré de ropa —informó—, y me iré a dormir.

—¿No nos quieres hacer compañía un rato más? —pidió MinHo.

—No, estoy aburrido. Estos dos no sé donde se metieron —apuntó a la pareja en el baño—. San y YeoSang me intentan sacar información de algo que pasó hace décadas; Choi MinSeok me ha estado acosando toda la noche, y creo que están confabulando conque me reencuentre con Yuna.

—Eso es paranoia —opinó SeungMin.

JiSung le alzó el dedo del medio.

—Me cambiaré y me iré a dormir —reiteró JiSung, y le palmeó el hombro a MinHo—. Suerte con la junta de dinero. Hay tanta gente que parece que ya llegaron a la meta.

—Pero- pero quiero estar contigo —lloriqueó MinHo

—Cumple tus responsabilidades y asume las consecuencias de tus propias acciones —acusó JiSung—, que ahora debes estar abajo sirviendo a la gente.

—Ellos se pueden servir solos. Además, Lily está ahí- todo está bajo control.

—Yo no creo —la pareja opinó.

MinHo chasqueó su lengua, restándole importancia.

—Vamos... —pidió MinHo, una vez más, y se acercó a JiSung para tomarlo del brazo—, baja un rato.

—No.

—¡Vamos!

—No. Me iré a cambiar.

Ni MinHo ni JiSung se dieron cuenta, pero SeungMin pareció tener una magnífica idea en su cabeza que casi se atragantó con su cigarro.

—Pareciera que hay mucha tensión y discusión en el aire —opinó SeungMin—, es mejor que vayan al cuarto de HyunJin a hablar. Con YiSu reemplazaremos a MinHo.

MinHo y JiSung se giraron con sorpresa a ellos. —¿En serio?

—Es que, MinHo... —SeungMin fue hacia su amigo y colocó sus manos en sus hombros, y lo acarició—, JiSung ha tenido unos días super difíciles en Seúl, y le ha pasado algo bastante interesante que tiene que hablar contigo. Es de suma urgencia.

Un brote de nerviosismo apareció en MinHo por la seriedad de su amigo, y miró a JiSung para corroborarlo. —¿Es en serio?

—No sé de lo que habla SeungMin —se apresuró en decir él.

—Sabes de lo que hablo- y está bien, no tienes por qué tener miedo de tus problemas —alentó SeungMin, y empujó a MinHo para también empujar a JiSung—. Tienen la confianza. Hablen. JiSung, sé que MinHo te apoyará en cada paso.

MinHo miró vacilante a JiSung, parcialmente asustado de lo que atormentaba su novio. JiSung, nervioso, revolvió su cabello mojado mientras se encogía de hombros.

—O sea, sí, pero también-

—Hablen —insistió SeungMin—. La comunicación es la clave para todo.

—Okey. —Si es que aquello servía a MinHo para pasar más tiempo con JiSung, lo tomaría. Lo agarró de la muñeca y lo arrastró fuera del dormitorio—. ¡Vamos!

La puerta del cuarto de Yeji se cerró, y SeungMin con YiSu quedaron en silencio la totalidad de un minuto antes de que ella cayera en cuenta.

—Espera- ¿Acabas de manipularlos?

—No sé quién llora más fuerte- JiSung o MinHo. Que solucionen sus problemas estúpidos y me dejen en paz —dijo SeungMin.

—Yo aun no entiendo su relación —MinGi opinó—. ¿Por qué MinHo tiene que estar al tanto de las decisiones de JiSung?

SeungMin y YiSu miraron a MinGi por un instante y, tras haber olvidado un instante que él estaba ahí, decidieron taparlo con los cobertores de la cama.

—Dulce sueños, MinGi.

—Sí, descansa.

MinHo y JiSung ingresaron a la habitación de HyunJin, tal como SeungMin lo ordenó, y una parte de MinHo fue tentado a colocarle el pasador a la puerta. «Bueno, JiSung es de incomodarse cuando lo ven sin ropa», razonó, y colocó el pasador.

—¿Cómo puedo tener tanta mala suerte? —se preguntó JiSung, mientras se tocaba el parche de su frente—. Digo, ¿cuántas son las probabilidades de que me cayeran las botellas encima?

—Muchas si es que te da por jugar a «Ahí viene Andy» en medio de una pista de baile.

—Debería denunciarte por maltrato.

—Tú te colocaste en mi camino —acusó. JiSung colocó sus ojos en blanco y siguió buscando entre las prendas de HyunJin algo cómodo—. Además, ¿de qué te escondías?

—Yuna. Ya te dije. San y YeoSang han sido un caso, y MinSeok cree que debo pagar mi karma por haber engañado a Yuna.

—¿Y no les contaste que era tu ex?

—¡Creo habérselos mencionado!

Solo la iluminación del dormitorio estaba por las luces colocadas en el antejardín, con la bulla de la gente que, sorpresivamente, continuaba llegando.

—Creo que fui demasiado realista con esto- me faltó optimismo —reconoció MinHo, mientras miraba por la ventana—. No esperaba tanta gente.

—Estuve con SeungMin paseándome por universidades que ni conocía entregando panfletos —contó JiSung, y tomó un pantalón—. Ah, nada me quedará bien.

—Lo usarás solo por un rato —MinHo se apoyó en la ventana, y levantó sus cejas de forma sugestivas—, o puedes no usar nada.

JiSung le sonrió con sarcasmo. —Perdiste el privilegio de verme desnudo desde que te dio por tirarme las botellas encima.

—¡Que tú eras el que estaba en el suelo!

—Bueno, la supervivencia es difícil, MinHo —dijo. MinHo iba a agregar algo más cuando, finalmente, pareciendo romper al fin en la crisis nerviosa que JiSung aguantó toda la noche, expresó—: Ay, no quise venir —y se sentó en la orilla de la cama de HyunJin, tembloroso—. Fue un fin de semana de mierda en Seúl- suerte que SeungMin fue paciente conmigo. Estoy muy cansado.

—¿Y por qué viniste? —preguntó MinHo—. Digo, sé que "en las buenas y en las malas" es parte del matrimonio, pero esto es una fiesta y- a ti no te gustan las fiestas.

—Porque como te pasó esta mierda de la deuda, estarías todo el fin de semana ocupado en esto. Tenía que aprovechar la oportunidad de venir a verte.

—Sí, pero- JiSung, viniste al pueblo. Pude-

—No podías. Tenías esta fiesta hoy, y pudiste mañana ir a Seúl a verme- ¡Pero yo mañana me voy a Gimhae! Tenía que aprovechar esto si es que no te veré en un rato.

—¿Cuánto rato más? —preguntó—. ¿No te mudabas a Seúl?

JiSung no contestó.

—¿JiSung?

MinHo notaba cuán mortificado se veía JiSung, que tomaba su cara y, asustado, se tapaba el rostro. El chico estaba tan acongojado que MinHo había olvidado cuándo fue la última vez que lo vio así.

—No sé si me quiero ir a Seúl.

MinHo se encogió de hombros. —Bueno.

De manera abrupta, JiSung se destapó el rostro.

—¿Qué?

—Bueno —reiteró MinHo—. No te mudes a Seúl.

—No, pero tengo que hacerlo.

—¿Por qué?

—¡Porque! Tengo que continuar con mis estudios, debo seguir, y estoy muy lejos de ustedes- estoy lejos de ti y- debo mudarme. Debo de hacerlo.

—¿Por qué debes hacerlo? —MinHo no entendía la crisis de JiSung. ¿Eso era un efecto colateral de la distancia, o simplemente MinHo no lo entendía?—. O sea, sí, todo es una mierda, pero-

—Teníamos un plan: me mudo a Seúl, rindo el suneung, ingreso a la universidad-

MinHo se levantó mientras sacudía sus manos. —Wow, detente. Sí, es un plan, pero tuyo. Ese no es nuestro plan.

—¿Ah? —JiSung frunció el ceño—. Es nuestro plan-

—No, JiSung. Ese es un plan tuyo. No me sumas responsabilidades que ni siquiera caen ahí —apuntó—. Digo, ¿qué tengo que ver yo conque te vayas a Seúl, rindes el suneung y esas mierdas posteriores?

—Porque eres mi novio, MinHo.

—Que suena bonito escucharlo de tu boca —MinHo trazó su dedo bajo el mentón de JiSung—, pero, mi querubín, son tus propios planes. Yo no soy partícipe de tus decisiones más allá de decirte «sí, hazlo» o «no, no lo hagas»..., aunque creo que nunca te he dicho que no.

MinHo no supo si dijo algo mal, pero JiSung lo miraba como si le hubiese aparecido un tercer ojo. Es decir, desde la lógica de MinHo aquello tenía sentido; JiSung tenía sus propias metas y proyecciones que, a grandes rasgos, eran positivos si es que estaban bien medidos.

Por lo que le sorprendió el nerviosismo de JiSung ante su confesión.

Porque, en el fondo, MinHo sabía que JiSung continuaba dañado; continuaba nervioso. Debió de tomarle mucha fuerza de voluntad y psíquica para poder regresar al pueblo, aun cuando se encontraba afuera de él.

—¿Cómo no te van a afectar mis planes? —preguntó JiSung—. Digo, ¿acaso te gusta la relación a distancia? ¿No te cansa? Si me mudo a Seúl, las cosas serán mucho más fáciles, pero- no sé, no creo sentirme preparado para algo tan grande como eso.

—Entonces, no lo hagas —insistió MinHo—. Ah- ahí te dije que no. Pero, siguiendo con el punto: no te mudes a Seúl si no quieres, JiSung, nadie te obliga a hacerlo.

—¡¿Cómo que no?!

El grito fue abrupto acorde a su terror, pero JiSung estaba exigiendo respuestas. MinHo, en la espera de su calma, solo negó con simpleza.

—Yo no te obligo, y dudo mucho que tus tías también lo hacen —opinó—. ¿Por qué te perturbas tanto? Cariño, te estás colocando esa presión en tus hombros porque creo que nunca has estado tan relajado como lo has estado ahora.

—No me siento relajado. Una hora más abajo y tendré un ataque de pánico.

—Ay, mi amor. —MinHo tomó a JiSung de sus mejillas y lo apretujó—. Tan dramático e histérico. Y tan traumado.

JiSung golpeó a MinHo para que lo soltara. —No soy ni dramático ni histérico. Ni estoy traumado.

Pero MinHo no lo soltó, y continuó haciendo presión. Era palpable la frustración de JiSung, porque él se colocaba demasiado sensible cuando sentía que las cosas se le iban de las manos por temor a que algo peor pudiese pasar.

Y aunque se ha esforzado para recordarse que nada malo pasará si es que la vida sigue transcurriendo, a veces lo olvidaba.

—Yo estaré bien si decides quedarte en Gimhae —dijo MinHo—. Yo solo quiero que estés tranquilo.

MinHo aun tenía la cara de JiSung aprisionada, tanto que sus labios estaban abultados. MinHo los observó un momento antes de darse cuenta de que, ¿cuándo fue la última vez que lo besó?

Al notar que no hubo movimiento, JiSung frunció el ceño.

—¿Qué? —preguntó apenas—. ¿Qué me miras?

—Se te ve feo el parche en la frente.

—Y por culpa de quién.

MinHo sonrió lo suficiente como para poder besarlo.

JiSung soltó un «¡Hm!» de la sorpresa, y se aferró a los hombros de MinHo para poder estirar su cuello con intenciones de profundizar el beso, pero MinHo se separó.

—¡Ay! Hace tiempo que no te besaba —soltó MinHo, mientras se tapaba la boca—. Ah, me dio vergüenza.

La reacción tan patética de MinHo le hizo reír, porque MinHo se tapaba las mejillas y soltaba pequeños «¡Ay!» al mismo tiempo que evitaba hacer contacto visual con JiSung.

JiSung, atontado, se levantó. —Deja de hacer el ridículo, hombre.

—Me dio pena.

—¿Cuántos años tienes? ¿Doce?

—No, hombre —con fuerza, MinHo tomó a JiSung de la cintura y lo atrajo hacia él—. Doce son los años que llevo esperándote.

La carcajada que JiSung pegó hizo que MinHo le diera un beso en la mejilla antes de volver a la boca, tan asombrado de cómo JiSung también extrañaba los besos de MinHo.

Porque fueron los meses desde la última vez que se vieron. Con MinHo viéndolo montar el auto de su madre para al fin largarse de ese pueblo. Una parte de lo indispensable e irrisorio que a veces llevaba la vida de alguien que tampoco tenía un lugar donde caer, o un lugar donde continuar existiendo.

Pero, ¿uno donde pudiese estar con MinHo? En ese tiempo JiSung fue demasiado optimista, solo para darse cuenta que entre su propia recuperación de estabilidad, conseguir un trabajo en Gimhae y esforzarse para dar cada paso sin caer en la frustración.

JiSung sintió cómo las manos de MinHo, que se encontraban en su cintura, lo soltaron para apoyar sus muñecas ahí. JiSung bajó una de sus manos hacia ella para poder separarse.

—¿Cómo están tus manos? —preguntó JiSung, y las levantó para verlas—. Te vi cargar bandeja y botellas.

Nah, solo me duele un poco —prometió, y le dio otro beso—. Me dieron de alta con los analgésicos.

—Eso escuché.

—Aunque sí termino adolorido después de las clases de guitarra —confesó—. Creo que las dejaré. De todas formas, ya sé todo lo que debo saber.

Fue el turno de JiSung de agarrar la cintura de MinHo y besarlo, con MinHo dejándose llevar mientras se apoyaba en los hombros de su novio. Ah, su novio. A MinHo le gustaba recordar eso.

Le gustaba recordarlo como también le gustaba besarlo; le gustaba apresarlo con fuerza, porque el espacio que se formaba entre los dos daba la sensación de que se escaparía de nuevo. Y que todo pasaría otra vez.

La huida. La forma en la que JiSung, sensible y apresurado, se despidió de MinHo frente a su casa para largarse del pueblo. El tener que dormir esa noche a sabiendas que estaba donde HyunJin, e ir a la escuela en la mañana siguiente sabiendo que JiSung estaba montando un autobús al otro lado del país. Recordar ese día solo hacía que MinHo abrazara con mucha más fuerza a JiSung, capaz de hasta hacerle perder el equilibrio por la presión.

—Me vas a romper —se quejó JiSung, con su boca pegada a la de MinHo—. Trátame más suave.

MinHo sonrió, y presionó su frente junto a la de JiSung, donde sentía la suavidad de la gaza y lo potencial húmedo que sería de la sangre.

—No.

JiSung le volvió a besar, con una mano en su cabello y con la otra en la cintura. MinHo no quería seguir ahí, de pie junto a la ventana. No cuando la música que Felix colocaba en el piso de abajo apenas se atrevía a romper la relación de ellos dos, el pequeño mundo que les gustaba construir cuando sentían que la vida normal había sido suficiente.

JiSung jadeó cuando el colchón chocó detrás de sus rodillas, y se sentó. MinHo se apresuró de sentarse en la cabecera de la cama y arrastrar a JiSung para que también subiera al colchón.

—¿Y si alguien entra? —susurró JiSung.

MinHo se sacó sus zapatillas con sus talones. —Nadie lo hará, está con seguro.

—Una vez también estuvimos con seguro.

—¿Y eso nos arruinó, querubín?

JiSung se sacó las zapatillas y gateó para quedar recostado junto a MinHo. No lo besó enseguida, porque el pelo de MinHo, negro y más largo, se ondulaba sobre la almohada, y sonreía esperando a que JiSung diera el primer paso.

Demoró un poco, porque JiSung quiso pasar su mano por la frente de MinHo y acariciar su cabello, apartarlo, ondular. Estaba mucho más largo de la última vez que lo vio.

«Si vas a estar melancólico, al menos haz algo más interesante», se dijo JiSung.

Aun cuando una parte de él lo detenía: la pena. La pena de haber echado de menos a MinHo.

Se estuvieron besando entre los grandes almohadones de la cama, suave y lento, parte de cómo iniciaron ambos las primeras veces que se veían luego de haber confesado sus sentimientos. Sus labios, ocupados en alguna parte por temor a enfrentarse a lo que era la realidad, al digerir lo que haría la otra persona, al tener que soportar que el otro era un otro autónomo y no alguien que subyacía del amor.

Eso era bueno, porque JiSung no pudo evitar celos durante los primeros días al no poder captar toda la atención de MinHo. De él cediéndola a sus amigos porque JiSung estaba lo suficientemente ocupado, como también demasiado asustado como para querer verlo.

Mientras, MinHo se sentía en las nubes.

En una cama, con JiSung, besándolo como hace tiempo no lo hacía, mientras lo tocaba por las partes que él quisiera.

«Qué bueno es vivir».

JiSung se separó y le dio un par de besos en la cara, mientras que MinHo lo atraía más desde su cintura para poder acomodarlo bajo suyo. JiSung emitió un sonido desde su garganta por la brusquedad de MinHo al mover su lengua, pero MinHo no lo dejaría ir, con sus manos sobando los muslos.

En un instante, JiSung tomó aire. Agarró aquella oportunidad para recordarse que su ropa estaba con cerveza y que, aparte de estar en la cama de HyunJin, él debía de sentirse mal por querer estar más tiempo en ese lugar.

Por lo que, cuando su dedo trazó la cintura de MinHo y apoyó su dedo en la orilla de su pantalón, se dio cuenta que este era mucho más grande del tallaje de MinHo.

—¿Son tuyos? —preguntó.

—¿Hm? —MinHo salió del cuello de JiSung para ver a lo que se refería—. Ah, ¿los pantalones? No, son de HyunJin.

—¿Por qué tienes sus pantalones?

—Uy, ¿celosito? —MinHo hizo el amago de morderlo.

—Curioso, mejor dicho. ¿Cómo no se te cayeron?

—Porque mis muslos agarran...

JiSung rio fuerte cuando MinHo volvió a besarle el cuello, y comenzó a meter su mano bajo el polerón y la camiseta de su novio para acariciar su espalda. Sus dedos bordearon la orilla de la ropa interior de MinHo, y lanzó una risa al notar el relieve de un bordado en el elástico.

—¿Le colocas nombres a tus bóxer? —preguntó JiSung.

—¿Qué?

—¿Le colocas nombre? —reiteró JiSung, gracioso. Levantó a MinHo para que se sentara y levantó un poco la camiseta para ver la orilla del bóxer con facilidad—. Noté que SeungMin bordó el suyo. Luego de burlarme, me dijo que era porque sus compañeros de habitación se la quitaban, así que- ¿por qué dice HyunJin?

MinHo estaba tan embriagado por los besos que demoró en captar a lo que se refería.

—¿Eh? Ah, sí —MinHo se revisó—, sí, son de HyunJin...

Su volumen disminuyó cuando notó la mirada de impresión de JiSung. MinHo le sonrió para restarle importancia.

—Ay, mi corazón, no malpienses cosas. —MinHo quiso acercarse a darle un beso, pero JiSung se apartó.

—No malpienso, solo quiero saber por qué tienes su ropa interior puesta —JiSung arrugó su nariz—. Es asqueroso. ¿Quién la comparte?

—Nosotros en cuatro años más.

JiSung le golpeó el brazo.

—Okey, te diré, pero no te rías. —De pronto, MinHo comenzó a sentirse nervioso. ¿Por qué debería? Es decir, era JiSung; sabía sus secretos vergonzosos como también han pasado por situaciones embarazosas.

No obstante, había un poco de timidez en él. También fue tiempo desde la última vez que hablaron de sexo.

—Tuve un... un sueño bastante... bastante húmedo —confesó, lento.

Fue suficiente para que JiSung terminase rodando en la cama de la risa.

—¡¿Cómo?! —preguntó—. ¡No, no! ¡Si sé cómo es! ¡Ay, no! ¡Qué vergüenza! —JiSung se burló, mientras se tapaba el rostro—. ¡Que terrible! ¡Y fue aquí!

JiSung levantó el cobertor.

—¿Hay rastros tuyos aquí?

—Chistosito —MinHo le golpeó la espalda para que JiSung volviera a sentarse—. Bien, ya te dije. ¿Podemos seguir?

—Ah, no lo sé —canturreó JiSung, y acarició el brazo de MinHo—. No me es cómodo que mi novio tenga la ropa interior de otro.

—¿Qué? ¿Y qué quieres que haga? ¿Que me la saque?

JiSung no contestó. MinHo demoró en hacer click.

—Me la saco —se apresuró en desabotonar el pantalón.

—No, no, no. Olvídalo —detuvo JiSung—. Te tomaba el pelo. No te... no...

JiSung no continuó la oración, y aunque MinHo no sabía muy bien por qué no lo hizo, solo pudo fijar su vista en sus labios antes de volver a besarlo.

Aunque la broma estaba en el aire, MinHo comenzó a recordar su sueño mientras besaba a JiSung y lo apoyaba en las almohadas de nuevo. Fue demasiado bueno para ser real, en especial cuando ahora pudo sentir el fuego de la mano de JiSung en su piel.

Por lo que, queriendo dejar la timidez de lado, MinHo se esforzó y metió su mano bajo la camiseta de JiSung. Él jadeó por el frío, pero al notar que no se quejó, MinHo metió su otra mano para, así, acariciar de lleno la piel de JiSung.

Porque su piel era su favorita, tan suave por el pelo, tan diversa por las cicatrices de acné. Su mano subió hacia el pecho de JiSung, y cuando ondeó para bajar, notó que, a medida que lo tocó desde el año pasado, estas dejaban de ser prominentes.

—Sácate esto —pidió MinHo, sobre la boca de JiSung—, por favor.

JiSung demoró en contestar. Dejó de aferrarse a la espalda de MinHo y, de manos temblorosas, se bajó el cierre de su polerón y se sacó la gran camiseta de algodón. Su respiración también delataba su vacile.

—¿Por qué tiemblas? —susurró MinHo—. No te haré nada que no quieras.

—Hace un frío de mierda y sigue siendo cama ajena —recordó JiSung, aunque jugó con el cuello de la camiseta de MinHo.

—Vamos, es parte de la experiencia humana tener sexo en la cama de tu amigo.

MinHo tarde se dio cuenta de lo que dijo para que, asustado, se arrastrara hacia los pies de la cama.

—Es figurativo y eufemismo. No quiero tener sexo contigo —aclaró MinHo, y agregó—: me das aco.

—Auch.

—Quiero decir- no hay que tener sexo, ¿cierto? —preguntó. Ni siquiera dejó que JiSung contestara—. O sea, claro, me tienen amenazado de muerte y moriré virgen. Eso era obvio y alivio cómico. Pero ahora no tenemos por qué- o sea, no tienes por qué, porque yo no quiero morir virgen- ¿sabes qué? Tienes razón. Es malo tener sexo en cama ajena. Es de mala suerte, dicen los gitanos. ¿Te conté que en Seúl me maldijeron unos-

—No debemos tener sexo —le recordó JiSung, deteniendo el completo y absurdo monólogo—. Habrá otras oportunidade-

—Sí, es que no. No la tendremos —interrumpió—. Y no lo digo porque el otro fin de semana estaré muerto, es porque, JiSung, me prenderé fuego si es que no coiteo contigo.

JiSung quedó sin palabras, e intentaba boquear algún sonido que, asombrado, ni siquiera parecía poder formar un pensamiento.

—MinHo, tú ni siquiera eres asexual- le tienes fobia al sexo —le dijo JiSung.

—Al sexo no, mi amor. ¿Qué no sabías que todos estos besos, caricias, pajas y chupadas también cuentan como «sexo»? Yo quiero el coito.

—Coito.

—Coitar. —MinHo tomó los tobillos de JiSung y separó sus piernas—. Ábrete para papi.

—¡MinHo!

JiSung le tuvo que dar una patada en el hombro para zafarse antes de volver a rodar de la risa.

—¡Eres un...! —No podía completar la oración sin dejar de reír. MinHo, frente a él, solo se sobó el hombro.

—Oye, te estoy siendo serio.

—No, no lo estás —JiSung negó con su dedo—. Estás siendo ridículo. Mejor, bajemos y-

MinHo no dejó que JiSung se moviera de la cama cuando volvió a tomarlo de los tobillos y, esta vez, arrastrarlo hacia él para poder subirse sobre su novio; con ambas manos tomó las muñecas de JiSung y las dejó sobre su cabeza para así poder susurrar:

—Soy serio, JiSung. Me prenderé fuego si no me dejas tocarte.

—Entonces —retomó, en el mismo volumen cómplice—, te veré arder.

Antes de siquiera poder sentir la grima de sus palabras, MinHo ya se abalanzó sobre JiSung para darle un húmedo beso. JiSung lo atrajo por el cuello, pero rápidamente comenzó a desviar sus manos por la espalda de MinHo para, de la misma forma, incitar a que se sacara la camiseta.

Porque la forma en la que MinHo le tocaba el cuerpo era idílica, como las noches en las que podía recordar su tacto sobre su piel, su pecho, su cintura, su abdomen, parte de su espalda baja. Era delicado, pero también ansioso, como si el tiempo entre ambos se acabaría en cualquier instante y deberían de volver a la realidad donde estaban a cinco horas de distancia del otro.

JiSung palmeó el hombro de MinHo para que lo dejara tomar aire, dejando así la oportunidad de dejar besos en la mejilla, en la mandíbula y en el cuello, mientras que con su pulgar jugaba con el pezón de JiSung.

—Hey —MinHo se separó para verle el pecho—. El pelo largo sigue ahí.

—Por dios, Min-

MinHo volvió a darle un beso con lengua, al tiempo en que presionaba su dedo sobre el pezón e intercalaba con su uña. JiSung quiso reír, como también suspirar; reacomodó sus rodillas para intercalar con las de MinHo y la levantó, chocando con su entrepierna.

Fue fácil notar que MinHo no captó, por lo que JiSung hizo a MinHo girar en la cama para quedar arriba de él y, así, más fácil, poder frotarse con él mientras era besado por completo. La erección comenzó a crecer y a doler tan pronto como notó que era correspondido.

MinHo se sentó en la cama, acomodándose, y JiSung lo agarró tanto de la nuca como del hombro para poder mover su cadera. MinHo no había notado cuán emocionado estaba JiSung hasta que notó cómo el colchón y la cama sonaban.

Y, cuando comenzó a sentir que algo le crecía desde el vientre, JiSung se separó.

—Olvidé...

JiSung tomó una gran bocanada de aire, y cayó de espaldas. Se mareó por la falta de aire.

MinHo demoró un momento antes de caer en cuenta.

—¡Mierda! —se desenredó de las piernas de JiSung y se bajó de la cama—. ¿Dónde está tu inhalador? ¿Y tu mochila? ¿Qué pasó con la fea cangurera?

—Yo... solo dame... —JiSung hizo un movimiento con sus manos, mientras su pecho subía y baja—... dame un... momen... momento...

Debía de ser una escena ridícula, porque MinHo estaba ahí, semidesnudo junto a la puerta, con una nueva erección en sus pantalones mientras esperaba a que su novio recuperara el aire.

Cuando pareció ser el tiempo suficiente, y su respiración se estabilizó, JiSung rio y se tapó el rostro. —Lo siento, soy un fracaso.

—Pero eso es bueno —MinHo regresó a la cama, y se sentó junto a la cabeza de JiSung—. Porque fracasado más fracasado hace... a un fracasado al cuadrado.

JiSung se destapó el rostro, y miró a MinHo. Él no supo por qué, pero la vista de JiSung semidesnudo sobre el cobertor, con su cabello desparramado sobre el colchón mientras el parche seguía intacto, con sus ojos y labios brillantes... MinHo se inclinó de nuevo. Con JiSung no era fuerte.

Su mano bajó por la barriga de JiSung, y dudó por un momento ir hacia la entrepierna. Posicionó sus dedos nerviosos en la orilla del pantalón, para luego ir por el muslo y, con lentitud, comprobar qué era lo que JiSung quería.

«Ay, carajo», se asustó MinHo cuando JiSung movió la mano para que le tocara la entrepierna.

»Vamos, hombre, no es ni la primera vez que le tocas el pene o que se lo hayas chupado. Aquí somos fuertes, hombre. ¡Fuertes!»

—MinHo... —jadeó JiSung—, hazlo más...

«¡Vamos que se puede!»

MinHo le desabrochó el pantalón y, con lentitud, comenzó a meter su mano en la ropa interior.

—¡No, alto!

MinHo saltó de nuevo, con sus manos alzadas.

—¡¿Qué pasó?! ¡¿Qué pasó?! —preguntó, asustado.

JiSung volvió a incorporarse, solo que esta vez parecía estar pensando sobre algo.

—¿Quién lo hará?

—¿Qué cosa?

JiSung le pegó otra patada.

—Meterla —dijo—. ¿Qué te gusta? Ja, como si supieras. Mejor dicho: ¿qué prefieres? ¿Qué te acomoda?

—Bueno... —de forma juguetona, MinHo comenzó a mover sus pulgares—, siempre tuve el sueño de que iba a ser yo.

—Ah, carajo —JiSung se tapó el rostro—. Que terrible.

—Tengo argumentos —elaboró MinHo—, el primero y, más importante, soy más atractivo. Segundo, tengo mejores muslos. Tercero, tus tres centímetros no me harán cosquillas. Cuarto, tú ya la pusiste una vez.

—Con una chica.

—Exacto. ¿En serio quieres que mi primera experiencia sexual sea alguien metiéndome algo en el trasero? Digo- suerte —MinHo palmeó el hombro de JiSung—. Pero es lo justo. Yo te voy a entregar mi flor, y tú eres el indicado para cuidarla.

—¿Alguna vez dirás algo que no genere pena ajena?

—¿Y qué me queda en el lenguaje, entonces?

JiSung continuaba viéndose mortificado, pero MinHo no pudo evitar sonreír y darle un beso en los labios.

—O no coitamos —propuso MinHo—, y lo hacemos como las chicas-

—Cállate —JiSung le tapó la boca con ambas manos—. Por favor, cállate. No arruines esto.

—Okey.

—Bien, ¿entonces? —JiSung alentó—. ¿Lo hacemos? ¿No lo hacemos...?

—Claro —MinHo colocó sus manos en el pantalón de JiSung—. Déjame-

—¡Ahora no! —gritó JiSung—. ¿Qué te pasa? Déjame... lavarme y- y mentalizarme.

—Inteligente —concordó MinHo.

JiSung miró a MinHo esperando a que dijera algo más, lo que hizo que desde el fondo de su estómago brotara la vergüenza.

—Yo iré... buscaré condones por el dormitorio —informó MinHo.

—Buen plan.

JiSung se colocó su polerón y, tras dar otras bocanadas de aire, salió del dormitorio. Sintió el fuerte golpe de la marihuana darle en el pasillo, solo para notar la gran cantidad de gente que se encontraba ahí.

¿Cuánto rato desapareció de la fiesta? Había gente que se besaba pegados a las paredes, y una pareja estaba en el suelo rodando, y pateó el jenga con el que otro grupo de amigos se encontraban jugando. Se escuchaba gritos desde la primera, pero JiSung no iría a ver- no, por supuesto, porque si se encontraba con alguno de los chicos eran altas las probabilidades de no volver al dormitorio.

Y como estaba con su corazón en sus manos... Dios, ¿es que JiSung no podía ser más estúpido?

Decidió, para mayor privacidad, ir al baño del dormitorio de Yeji. Nadie debería de molestar porque 1. MinGi debía de seguir dormido ahí y 2. Yeji daba demasiado miedo como para que alguien voluntariamente quisiera ir a su dormitorio.

«El poder de la calentura».

Ingresó al dormitorio y, para su sorpresa, MinGi no estaba ahí. Demasiado optimista para decir que él revivió y que debía de estar haciendo un desastre en el piso de abajo. Más seguro, abrió la puerta del baño y encendió la luz, solo para toparse a Lia y a RyuJin sentadas en la ducha, a Yeji subiéndose sus calzones desde el retrete, a Yuna que colocaba la punta de un palo de plástico en un pequeño vaso de procedimientos médicos con orina, y a Chaeryeong iluminándola con su celular.

JiSung demoró en procesar lo que pasaba.

—¡Largo! —le gritaron las cinco.

Rápidamente se largó de ahí, y corrió fuera del dormitorio poderosamente perturbado de lo que vio. Ni siquiera quería procesar lo-que-sea que estaban haciendo y, si lo decía en voz alta, probablemente se comería sus propias entrañas. ¡Eso fue demasiado raro!

«Bien, este es mi karma. Iré a uno de los jodidos baños de la casa».

Al mismo tiempo, MinHo no se movió del lugar del dormitorio. Ni siquiera reconocía la música porque sus pensamientos eran demasiado fuertes como para poder entender qué era lo que lo estaba perturbando. La erección continuaba, y su respiración estaba agitada; un trabajo manual arreglaría las fuertes pulsiones de su pecho, pero la emoción también estaba instaurada en sus venas.

Se abofeteó para salir del trance, y comenzó a revisar el dormitorio. HyunJin debía de tener condones guardados en alguna parte; no podía ser tan descuidado.

Revisó en las mesas de noche, en el cajón de la ropa interior y en el escritorio. Nada. No estaban escondidos porque simplemente no existían; inclusive, en un instante pensó que había ganado cuando solo notó que el paquete de condón en la mesa de noche con sabor a fresa estaba abierto.

«Okey, plan B».

Tomó el cerdo de greda que HyunJin utilizaba como alcancía, abrió la puerta del dormitorio y, el primer chico remotamente inofensivo que vio, lo jaló hacia adentro.

—Okey, te quedarás con todo el dinero de este cerdo si es que me cuidas el dormitorio —ordenó MinHo. El chico, que lucía mucho más joven como para estar en una fiesta de grandes, asintió reiteradas veces. MinHo le golpeó con el cerdo en el estómago tras entregarlo y lo tomó de los hombros—. No le vas a abrir a nadie ni dejarás entrar a alguien, ¿vale? Le colocarás pasador a la puerta y tocaré la puerta al ritmo de la intro de Atomic City de U2 para que sepas que soy yo. Si no lo cumples, te lanzaré por la ventana sin piedad. ¿Vale? ¡Gracias!

MinHo salió del dormitorio de un portazo, solo para ser golpeado por una muñeca inflable en la cara.

—¡¿Qué mierda?! —se alteró, solo para notar que dos sujetos que no conocía se encontraban en batalla de juguetes inflables.

Atontado, fue hacia la escalera; trabajo más difícil de lo que esperaba por la cantidad de gente que estaba tanto de pie como sentada o recostada en el pasillo. Había una extensa fila en el baño que, a raíz de la impaciencia, una chica vomitó sobre una pareja que se enrollaba en el suelo. MinHo quiso eliminar esa imagen de su cabeza.

Una vez que llegó a las escaleras, se le dificultó bajar por las fotografías que algunos sacaban, por los juegos que hacían o las conversaciones que se intentaban tener. El fuerte ritmo de Alice Practice de Crystal Castles le hizo enfermar los oídos ante cada escalón que bajaba, junto con varios que chocaban con él al estar lo suficientemente ebrios, drogados o desinteresados del resto de las personas.

La puta casa era un desastre.

MinHo ni siquiera tenía idea de qué hora era, o dónde estaban sus amigos. Aplicó la buena fé para caminar hacia la sala, pero la recepción y lo que podía ver a través de la puerta y ventanas abiertas era la cantidad de gente que bailaba, la mayoría con un vaso rojo y otros con sus propios licores en mano. MinHo entrecerró los ojos para ver si tenía a algún conocido, pero la propaganda con los panfletos fue demasiado.

Se abrió paso entre la gente hacia la sala, entre la oscuridad y los pocos rastros de luz que había con las ampolletas de colores. Por el rabillo del ojo notó una fuerte llama que se apagó al instante. Notó también cómo había una pelea cerca de una ventana. A dos consumir cocaína de una llave. Un grupo comía pollo asado, por alguna razón. Y alguien andaba con una gallina en la cabeza.

Tras llegar cerca de la cocina, notó que toda la zona de bar ya había sido incautada por los invitados. Una boca de pánico se abrió hasta que, desde el fondo, se escuchaba cómo el nombre de Lily era reiterado hasta que, sin creerlo, notó que la mesa de la cocina fue llevada hacia la sala y, con un sumo equilibrio que haría que todos acabasen muertos, Lily había compilado todos los vasos pequeños de vidrio en una columna que, con un soplete, les prendió fuego. Una preciosa pirámide de llamas en alcohol deslumbraba el rostro emocionado y casi sociópata de Lily.

—¡MinHo!

MinHo casi el alivio en su sangre cuando sintió el cuerpo de SeungMin con el de él y, dramáticamente, le dio un fuerte abrazo.

—Hombre, pensé que te perdí con los cocaineros —confesó, y le tomó de los hombros—. ¿Tienes condones?

SeungMin se apartó entre risas. —¿Para qué? ¿Hacer animales de globos? Te han buscado toda la noche.

—Actualízame, por favor. ¿Qué carajos pasó?

—La gente comenzó a llegar —fue su respuesta simple, como si en ella explicase todo lo necesario.

—Sí, pero... —MinHo miró alrededor. Estaba tan pegado a SeungMin que parecía inoportuno que no tuviesen una mejor manera de delimitar el espacio; todo gracias a la gran cantidad de movimiento entre las personas que bailaban o veían el espectáculo de Lily—. ¿Y los chicos?

Los movimientos de SeungMin eran lentos y específicos, como si demorara construir cada una de sus señas.

—HyunJin sigue afuera. Lily le regaló un Long Island y estuvo llorando cerca de diez minutos —se encogió de hombros—. Felix sigue de DJ, y un Deadpool le hizo compañía- me tiene acara de conocido, pero —volvió a encogerse de hombros—. Y ChangBin lo arrastraron a un juego de «haz o bebe», pero —y se encogió de hombros.

MinHo le palmeó la cabeza. —Eso fue muy eficiente, MinMin.

—Gracias.

—¿Y?

—¿Y qué?

—¿Y los condones?

SeungMin volvió a reír. —¿Para qué?

—No, bueno, para saborearlos. ¿Para qué crees?

—¿Engañas a JiSung? Si yo los dejé bien encerraditos en el dormito- —MinHo le golpeó en la cabeza con fuerza—. ¡Ay! ¡Oye! ¡Me has dado razones para malpensar!

—¡Dame condones!

—¡Yo no los tengo, hombre! ¡Pregúntale a YiSu o a alguno de nuestros queridos amigos! —estiró sus brazos hacia arriba.

Con enojo, MinHo colocó sus manos en la cara de SeungMin para restregarlos y perderse de ahí. Debería aprender de dónde está cada uno si es que quería unos jodidos condones. ¡Qué sucia era la vida! ¡El mismo dios confabulaba para no coitar!

Su primera opción fue encontrar a ChangBin, porque él era leal, preparado y un total idiota cuando las cosas se salían de control y era capaz de robarle a alguien con tal de que MinHo sea feliz (porque es muy querido).

Fue difícil encontrarlo a primera instancia, en especial cuando la gente se comenzó a amontonar para beber del trago que Lily había preparado.

Al final, lo encontró junto a la mesa de comedor, con un parche en la nariz y dos rollos de papel salir de cada orificio, mientras gritaba el nombre de Lily.

—¡Hombre! —saludó MinHo—. Dame un condón.

—¡Lily! ¡Lily!

—Ay, cállate, no te oye. Dame un condón.

ChangBin le dio un manotazo a MinHo e intentó ir hacia ella, pero la gran cantidad de gente que pedía tragos lo empujaban de regreso.

—¿Y Rena con MinSeok? —preguntó MinHo.

ChangBin lo agarró del cuello del polerón.—Tú cállate, hombre, que nos dejaste botados mientras la mierda estaba quedando acá. ¿Dónde carajo estabas?

—Queriendo probar algo del trasero de JiSung.

—¡¿Y este era el momento?! —lo zamarreó—. ¡¿Quién te crees que eres?! ¡Imbécil!

—¡Ya, ya, ya! —MinHo se estaba mareando. En beneficio, sacó de su bolsillo trasero la pequeña bolsita que le había robado a Lia y se la mostró—. Hey, hey. Mira. Éxtasis. ¿Quieres una?

ChangBin lo soltó y tomó la bolsa. —¿De dónde carajos la conseguiste?

—De por ahí. La bolsita a cambio de condones.

—Ja. —ChangBin le regresó la bolsita sin pudor y se volvió a girar. —¡Lily!

MinHo colocó sus ojos en blanco. —Ay, hombre, déjala en paz. ¿No ves que no tiene intención de prestarte atención? Regresa con Rena.

—Ese es el problema: se molestó por Rena.

—Lily no se molesta por cosas que haces. No le interesas.

ChangBin miró a MinHo un instante, como si no fuera capaz de entender las palabras de él o si fueran sacadas de la nada, y terminó por empujar a la gente para abrirse paso.

—¡ChangBin! ¡ChangBin! ¡El fuego! —intentó atajar MinHo.

Se abrió paso para seguir a sus amigos, y sintió cómo parte de su pelo se quemaba porque uno de los invitados tenía el vaso prendido muy cerca de él. Cuando se giró para ver a ChangBin, él ya estaba arrastrando a Lily de una pierna para que bajara de la mesa.

—¡No seas simio! —gritó MinHo, pero ChangBin no hizo caso. Le agarró una pierna a Lily y, cuando ella se percató del agarre, sin piedad le pisó la cara. ChangBin continuó forcejeando hasta que, finalmente, logró bajarla de la mesa.

Lily no gustaba de ser tocada mucho, cosa que le alteraba cuando ella no se percataba de eso. Que ChangBin la tuviese entre sus brazos, aprisionada para que no escapaba, le molestaba mucho más. Por lo que, MinHo vio cómo su amigo se llevaba a su amiga hacia la cocina. Él no los habría seguido si es que ChangBin le hubiese dicho que no tenía condones.

En la cocina se encontraban algunas botellas rotas, el agua de la llave dada, el refrigerador asaltado y alguien comiendo una torta de cumpleaños con dos amigos más. La puerta que daba al jardín estaba abierta de par en par, y se podía ver a alguien que robó una vaca de los vecinos de HyunJin e intentaba montarla.

—¡¿Qué te pasa?! ¡¿Por qué me agarras?! —vociferó Lily cuando ChangBin le soltó—. ¡No me toques! ¡No me gusta que me toques!

—¡Estabas haciendo el ridículo allá arriba! ¡Y podías quemarte! —interpeló ChangBin, igualmente molesto—. ¡Además! ¡¿Puedo saber por qué mierda estás enojada conmigo?!

—¡Porque me tocaste! ¡Y sabes que no me gusta que lo hagan!

—¡Hablo en serio! —Al notar que Lily se encogió por el grito abrupto, ChangBin bajó la voz—. No te gusta ninguna de mis opiniones ni colaboraciones, como tampoco mis ideas. Me mandas al diablo cada que yo hablo- ¡pensé que ya nos llevábamos bien!

—Porque demoraron mucho en poder convivir en paz —concordó MinHo, aunque fue ignorado.

—¡Porque fuiste tú el que dijo que quería dejar de ser mi amigo! —obvió ella—. Y como no somos amigos, no tengo por qué ser agradable contigo. Esto es una relación estrictamente profesional y- como profesional, das ideas malas.

—¡¿Cuándo te dije eso?! —gritó ChangBin cuando MinHo soltó un «oh» malintencionado—. ¡Nunca te dije que quería dejar de ser tu amigo!

—¡Sí lo dijiste! Hace un mes, en el puente de los besos, me dijiste que saliéramos, y yo te dije que ya estábamos afuera porque estábamos en el puente de los besos, y me dijiste que querías salir conmigo pero sin ser amigos. ¡Por ende, no somos amigos!

ChangBin, que pareció horrorizado con lo que Lily dijo, agitó con dramatismo sus brazos.

—¡Que saliéramos de verdad! —explicó ChangBin.

—Bah, ¿y cómo se sale falsamente?

—Además, ya estaban afuera —colaboró MinHo.

ChangBin le dio un golpe en la cabeza para que se callara.

—Te dije que saliéramos, pero no como amigos- no porque quería que dejáramos de ser amigos —aclaró ChangBin, y pasó una mano por su cabello—. ¿En serio te molestaste conmigo por una falla de comunicación?

—Tú fuiste bastante claro conmigo —Lily se cruzó de brazos—. ¿De qué forma saldríamos si no saldríamos como amigos?

—Bueno, con todo lo que teníamos, pensé que sería el momento de salir como pareja, Lily, ¿o no piensas lo mismo?

MinHo se colocó las manos en la boca para aguantar el jadeo de impresión, pero aquello le pilló volando bajo. ¡¿En serio estaba pasando eso?!

Y Lily, tan densa e impasible, continuó de brazos cruzados. —¿Pareja romántica?

—Pareja romántica —reafirmó ChangBin, y suspiró de frustración—. Carajo, eres demasiado pesada para esto. ¿Tanto te costaba entender así?

—¿Y a ti tanto te costaba ser explícito? ¿Qué es esa mierda de dejar de salir como amigos? Llevábamos muy bien saliendo como amigos.

—¿Y no te era como obvio todo lo que estuvimos haciendo antes?

—¿Qué estuvieron haciendo antes? —susurró MinHo, pero lo ignoraron.

—Las etiquetas sociales son un fenómeno que solo ocurre cuando se está consciente, pero los sentimientos se mantienen al margen aunque existan, de las mismas etiquetas —dijo Lily, como si algo de lo dicho tuviese sentido—. Yo podía vivir perfectamente bien estando enamorada de ti y seguir siendo amigos. Lo enamorada y la amistad coexisten.

—Enamo...

MinHo no pudo terminar la oración cuando tuvo que sujetar a ChangBin bajo sus axilas para evitar que se desmayara y continuara con la conversación.

—Entonces —retomó ChangBin—. ¿Sí quieres ser mi pareja? ¿Mi novia?

Lily se encogió de hombros, desinteresada. —Seguro. Ahora deberé tratarte bien- lo que no me emociona mucho.

—A mí sí me emociona que me maltraten un poco.

—Eres un raro —dijo. «¿En serio tú lo dices?»—. Volveré a mi trabajo, porque si yo no estoy preocupada del dinero, entonces nadie está preocupado.

—¡Espera! ¡Acabas de decir que estás enamorada de mí!

—¡Obvio! ¿Estar enamorada no es una condición para estar en pareja?

—Pero, Lily, déjame decirte mis sentimientos —pidió. MinHo tuvo que morderse los nudillos para contener la emoción—. Tú me gustas mucho.

—Okey.

—Cuando pasó... eso, antes de mi graduación, pensé que las cosas entre los dos cambiaría- y aunque me emocionó saber que no lo hizo, no sabía que quería que sí lo hicieran- que cambiaran, porque creo que tú y yo tenemos el suficiente potencial como para poder mantener algo bueno. ¿No crees?

—No.

MinHo tuvo que volver a sujetar a ChangBin para que no se desmayara. —¡¿Por qué no?!

—No tenemos nada que mantener si no tenemos nada —obvió Lily—, para eso tenemos que comenzar a hacer algo, y desde ahora lo hacemos si es que somos algo.

Lily alzó sus pulgares y se fue hacia la cocina, solo para gritarle de vuelta:

—¡Recuerda pedir autorización a mis tutores!

La cocina quedó con ellos dos, con el grupo que comía pastel y con las ridículas canciones de Spice Girls que Felix colocaba. MinHo salió del trance para golpear a ChangBin.

—¡¿Qué fue eso?! —preguntó—. ¡¿Ahora son novios?

—¡Ahora somos novios! —contestó ChangBin, en el mismo pánico.

—Pero, ¡¿por qué?! ¡¿Qué pasó?!

—¡No lo sé! ¡Pensé que era obvio! Ah, ¡¿cómo hacen ver esto tan fácil?! Con SoMi, ella me pidió ser novios. Y se entendió. ¿Cómo es que con Lily fue tan difícil?

—Tú lo hiciste difícil, porque- ¿qué pasó para hacerte la idea de que serían novios?

ChangBin miró a MinHo, indeciso de si contar o no. MinHo se colocó una mano en el pecho y la otra en el hombro de ChangBin.

—Hombre, somos amigos —dijo, cálido—. Puedes contarme lo que sea.

—Nos acostamos antes de la graduación.

Bien, MinHo no sería fuerte con eso. Sorprendido, se tomó las mejillas y negó reiteradas veces. —¡No!

—¡Sí!

—¡Mientes!

—¡No miento!

—¡No, hombre! ¡¿Por qué hiciste eso?! ¡Dime que solo durmieron!

—¡MinHo!

—¡Avergüénzate, hombre!

—Es que- pasó tan rápido —prometió ChangBin.

—Veamos, dime el flashback.

—Mientras nosotros estábamos graduándonos y esas cosas, Lily tenía la semana siguiente sus últimas evaluaciones. No sé si te acuerdas pero ella estuvo con tutorías porque las matemáticas le dificultaban.

—Claro, si yo fui el que las hizo.

—Entonces, la noche antes de la graduación, ella no podía estudiar en su casa porque- es un caos. Sinceramente. Su casa en un caos. La comparte con sus catorce hermanastros y sus tutores siempre están viajando, así que es un descontrol total ese lugar- y Lily apenas tiene un dormitorio propio, si es que denominamos "dormitorio" la alacena de la cocina con un colchón.

—Mierda.

—Sí, mierda. Entonces, me ofrecí ayudarla con matemáticas e historia- son mi fuerte. Por lo dificultoso que era su casa, terminamos en la mía y... bueno.

—¡Mentira! —exclamó—. ¡Es mentira! ¡Tu papá habría sabido!

—Estábamos en mi sala, MinHo —explicó ChangBin—. N- ni sé cómo pasó. Estábamos ahí, en la sala, le explicaba sobre los algoritmos y factorizaciones o- o una mierda así. Luego, comenzamos a hablar de nuestras vidas- de todo, en realidad, y no sé cómo terminamos... en el sofá... y era de madrugada... Y- no sé, MinHo, ¿qué preguntas?

—¿Y estabas preparado y todo eso? —preguntó MinHo.

—No. —ChangBin cayó en cuenta de su respuesta, y se tapó el rostro—. No, no. No lo estábamos. Apelé a mi único coito sexual y a la insistencia del condón con Rena que solo fui y la metí. ¡¿Te imaginas y quedabas embarazada?!

—Milagro navideño, si es que le sacaron todo lo posiblemente reproductivo.

—Tienes razón, olvidé ese detalle —ChangBin miró hacia la sala—. Y- bueno, eso pasó. No quería que fuéramos pareja porque- vamos, fue muy drástico todo. Pero tampoco es como si había querido perder... todo. No sé. La empecé a ver diferente después de eso, más allá de la ridícula fan que nos seguía o la obsesiva mánager que quería que siguiéramos sus estrategias. Ella es una chica muy interesante con todo el conocimiento que tiene- el mundo del entretenimiento es su fuerte —agregó. MinHo se lo esperaba—. Pero es genuinamente interesante. Vivió por tanto, y estuvo en tantas partes... Es alguien que me sorprende que haya acabado en esta basura de pueblo.

—Y ahora acabó en esta basura de pueblo contigo.

—Y mi padre la ama.

—¡No!

—¡Sí! La encuentra divertida, desinhibida y que no se deja cohibir por sus amenazas. ¡Se llevan bien!

MinHo solo le palmeó la espalda. —Estoy orgulloso de ti, ChangBin. Que bueno que te hayas hecho un hombre y estés en una relación con Lily.

—¡Estoy en una relación con Lily! —ChangBin parecía de no creer—. ¿Eso significa que puedo darle un beso cuando quiera? Creo que tendré que avisarle antes de.

—Espero, porque no creo que ser su novio le impida golpearte.

—Exacto- ah, y- los condones, ¿para qué los querías?

MinHo se había olvidado de JiSung.

—¡Mierda! —volvió a zamarrear a ChangBin—. ¡¿Tienes condones?!

No. Por supuesto que ChangBin no tenía, así que fue a la siguiente persona más ninfomaniáca de la casa:

Kang YiSu.

Fue difícil encontrarla, porque si no estaba junto a SeungMin entonces había desaparecido de la faz de la tierra. No obstante, y para su sorpresa, ella estaba junto a ChangBin fuera de la casa, ambos con sus propios tragos de autor preparados por ella mientras charlaban de solo ellos sabían qué.

—¡Mi preciosa reina! —MinHo le gritó—. ¡¿Traes condones?!

—En mi dormitorio hay —informó HyunJin.

—Mentira, ya revisé.

—Sí, sí. Ya no hay —le dijo YiSu.

—¿Cómo que-

—Los tiene SeungMin —informó YiSu—. Están en mi cartera.

MinHo suspiró de frustración. ¿No iban a apoyar, en serio?

—¿Para qué quieres condones? —YiSu preguntó, burlesca—. ¿Animales de globos?

—Tu novio dijo lo mismo- no, no. Coitearé con JiSung.

—¡¿Qué?!

—¡Sí! —sonrió MinHo, emocionado—. Ya lo conoces, niña, es cuando el pene entra en el-

—Ja, ¿y sabes dónde queda?

—¡Oye! —HyunJin saltó de su silla y abrazó a MinHo por los hombros—. ¡No subestimes el poder del instinto natural! ¡El sexo homosexual es lo más sano y placentero que hay!

—¿Te lo comentó Felix o lo viste en el porno? —le preguntó MinHo, apretujado bajo su brazo.

—¡¿Por qué aprendería del porno?! —gritó HyunJin, con una carcajada nerviosa—. Vamos, ¿por qué ver porno gay? No me interesa el porno gay. Ja, ja. ¿Qué cosas dices, MinHo?

—O sea-

—Además, YiSu dice que el prono distorsiona la mente. Yo no me distorsionaré la mente- con el porno heterosexual. Sí, porno heterosexual. Ja, ja.

MinHo y YiSu compartieron una mirada antes de que MinHo se separara de HyunJin.

—Bien, entonces buscaré a SeungMin.

—¡Recuerda los testículos! —le gritó YiSu—. ¡Y las orejas! ¡Y ese pequeño espacio entre los testículos y el ano que también les gusta!

—¡Gracias!

Fue inevitable para YiSu colocar su mano en su boca, conmovida. —Crecen tan rápido.

—¿Cómo sabes tanto? —le preguntó HyunJin.

YiSu le miró, incomprendida. —Estoy con un hombre. Sé dónde les gusta.

—Es irónico porque lo de los testículos con el ano no todos lo saben- no es como si hubiese visto porno gay —reiteró HyunJin, y volvió a reír—. Ja, ja. Sí, no me interesa. ¿Por qué lo sabría? Lo sé por experiencia propia. Ja, ja. ¿Qué cosas dices? Yo solo veo porno heterosexual, ja. Hablando de porno, ¿dónde se supone que MinHo coiteará?

YiSu no quiso seguir hablándole.

MinHo se regresó a la casa y, desesperado, buscó a SeungMin. Sin embargo, porque el DJ había colocado una canción de ese grupo insufrible que habían inspirado el nombre de la banda, MinHo fue hacia Felix solo para toparse cómo se tragaba a Huening Kai sobre la tabla de sonido.

«Como fui el cuerno, no opino».

Finalmente, encontró a SeungMin en el sofá, abrazado a los hombros con Choi MinSeok mientras cantaban la canción.

—¡Ah, MinHo! —SeungMin sonrió abiertamente, como si fuera la primera vez que lo veía en la noche—. ¡Estás aquí! ¡Mira, hice un nuevo amigo!

MinHo le dio una bofetada. —¡Tú tienes la cartera de YiSu!

No tenía idea de lo que SeungMin consumió, pero al ver la cartera de su novia cruzada en su regazo, lanzó una risa. —¡Cierto! Ah, la cartera de mi novia.

—¡Pásame los condones!

SeungMin abrió la cartera y rebuscó en ella, hasta que sacó un pequeño paquete de metal que usaban para guardar caramelos. MinHo la tomó y la abrió, para encontrar dos paquetes de condones y un pequeño paquete que él no conocía.

—¿Qué carajos es esto? —preguntó.

—Lubricante. Cuando estás en lugares públicos es tu mejor aliado —y SeungMin golpeó el abdomen de MinHo—, pero a ti te servirá mejor, ¿eh? Estoy tan orgulloso de ti.

SeungMin se zafó de MinSeok y abrazó a MinHo por el torso, apoyando su cabeza en la barriga de su amigo.

—Eres mi mejor amigo, hombre. Te amo tanto. Deja la banda y vente a vivir conmigo al dormitorio- no soporto a mis compañeros de cuarto- y es mucho decir siendo que te soporto a ti. Podemos tener citas dobles y serás el padrino de mis siete hijos. ¿Crees que nuestros hijos se lleven bien? Ay, verdad que no puedes tener. Te daré uno. Así, estaremos juntos por siempre. Te amo.

—Yo también te amo, pero el sexo es prioridad —tomó los brazos de SeungMin y se separó—. ¡Adiós!

—¡Suerte!

MinHo subió los escalones de dos en dos, sin querer toparse con la gente que seguía interponiéndose en su camino. Cuando llegó al dormitorio de HyunJin, JiSung estaba apoyado en el muro.

—Hay alguien adentro.

—Es un centinela —informó MinHo, y golpeó la puerta al ritmo de Atomic City.

Nada.

MinHo golpeó de nuevo.

—¡Cabrón, soy yo! —gritó—. ¡Abre!

El joven chico, que MinHo no conocía, abrió la puerta con el cerdo de greda tembloroso en sus manos.

—Perdón- es que no conozco a U2.

—Eres un fracaso.

JiSung y MinHo entraron al dormitorio, como MinHo también echó al chico y, de paso, le quitó el cerdo de greda antes de cerrar la puerta y trabarla.

—¿Lo conseguiste? —preguntó JiSung.

—Ajá, pero no me creerás lo que pasó-

MinHo chocó con la puerta cuando JiSung se abalanzó para besarle con fuerza. Enseguida, le atajó al cintura y lo atrajo, emocionado con lo que él podía entregarle.

Notó que JiSung se había cambiado la grotesca gaza a varios parches de color crema que se usaban para tapar heridas superficiales, y MinHo no pudo evitar encontrar eso más adorable. Encaminó entre el beso a JiSung hacia la cama y, tras dejarlo caer, se sentó a horcajadas de él.

—¿Me esperaste demasiado? —preguntó MinHo, mientras se desabrochaba el polerón para quedar semidesnudo.

JiSung, quien también se sacó el polerón por su cabeza, asintió. —Te he esperado demasiado.

MinHo rio, y volvió a inclinarse para besarlo. Le fascinaba que JiSung lo acariciara por distintas partes, más desinhibido, más arriesgado de todo el sentimiento que parecía retraerlos.

Porque, a medida que se besaban, le fue inevitable a JiSung no pensar en todo lo que los acongojó a los dos- en lo que los acompañó. En los sentimientos positivos como negativos. En la trayectoria de su existir solo porque gustó de JiSung.

Ja, casi era irónico. MinHo, quien no había sentido atracción por nadie, terminó por sentir el amor completo hacia un chico que ni siquiera lo soportaba, en primer lugar. JiSung había hecho de todo para alejarlo, y MinHo para acercarse.

Por lo que, con la duda rumiante, MinHo se separó.

—¿No te arrepientes? —preguntó.

—Muchas cosas, pero especifica.

—De esto —MinHo se apuntó a ambos—. Si no me hubiese ensimismado a querer acercarme a ti, no habrías tenido un ataque de nervios hace menos de dos horas sobre vivir solo en Seúl.

MinHo no supo si aquello rompió el ambiente, pero JiSung acomodó sus codos en el colchón para incorporarse y, con seriedad, tomar a MinHo de las mejillas.

—Para el JiSung de ese tiempo, el que te vio en la biblioteca, tendrá su mejor futuro contigo a su lado —prometió JiSung.

—Pero- JiSung-

—Te lo juro, MinHo. No sabes cuánto afectaste a mi vida de forma positiva —aseguró, y acercó su frente a la de MinHo—. Me regalaste un mejor vivir. Te lo deberé siempre.

MinHo abrazó a JiSung y le dio un fuerte beso en los labios, tan enfatizado en querer demarcar sus sentimientos, sus dudas y vaciles en cada chasquido que daban sus labios, como en cada humedad que proporcionaban sus lenguas, y en cada rastro que sus propios dedos se daban en el cuerpo del otro.

Y aunque MinHo quisiera dejar su propio rastro en JiSung, lo que él no sabía es que lo tenía marcado de por vida.

Por lo que, mientras MinHo se iba a la cabecera de la cama y guiaba a JiSung para que se ganara entre sus piernas, fue imposible para JiSung no poder pensar en una ruptura de los dos.

¿Qué pasaba si rompían? Si es que la distancia se volvía insostenible y la paciencia se acababa. ¿Qué pasaría en su vida, en ese caso?

Porque MinHo estuvo ahí, no solo en un pueblo que no quiere recordar, pero también en un cuerpo que no querría volver a ver. En sus marcas, en su trayecto; en toda la sanidad que podía contemplar en el espejo, parte de su construcción fue acreditada hacia MinHo.

Y le apenaba pensar en ese futuro, o en ese mundo paralelo. Las parejas rompían, pero le genera temor pensar en que sucedería eso con MinHo algún día. Ahora, mientras lo besaba por completo mientras que él paseaba las manos por su trasero, le entristecía creer que no tendrían un futuro propio sin conceder el resultado a todos los factores que acumularon ser lo que eran.

¿Y si MinHo se aburría de él? ¿Y si él se aburría de MinHo? ¿Y qué pasaba si es que los dos no se volvían a hablar? ¿A quién le hablaría JiSung? ¿Quién sería su mejor amigo? ¿Quién sería su confidente? ¿A quién le confiaría el alma entera? ¿Podría reconstruir todo lo que pasó con MinHo, con una nueva persona?

No. Él no quería.

Por lo que, le fue inevitable que, mientras MinHo le bajaba el pantalón, un par de lágrimas le cayeran a la cara.

—¿Ah? —MinHo se secó y se vio las manos—. Pensé que te había sangrado la nariz de nuevo- no, espera. ¿Por qué lloras?

—No lloro —aseguró JiSung, aunque se secó sus ojos con el dorso de su mano—. No estoy llorando.

—Sí lo estás-

JiSung le interrumpió con otro beso, y se recostó sobre MinHo. Su novio, él, le giró para dejarlo abajo y separarse.

—Vamos —preguntó MinHo—. ¿Por qué lloras?

—No lloro —reiteró JiSung—, es solo que..., no puedo creer que te volví a ver.

MinHo no entendió sus palabras, pero no opuso resistencia cuando JiSung lo atrajo para darle un nuevo beso.

Con nerviosismo, MinHo le comenzó a bajar el pantalón. Pareció que JiSung no estaba consciente hasta que levantó su pelvis y, así, MinHo pudiera sacárselo.

Con los pantalones y la ropa interior lejos, MinHo bajó sus besos por el cuello hasta su pecho, como también le siguió pro el abdomen y el ombligo. Reafirmó el agarre de las piernas de JiSung cerca de sus hombros, y, seguro, tomó la base del pene de JiSung para acariciarlo.

JiSung perdió la consciencia en él mismo cuando MinHo lamió desde la base hasta la punta, para luego chuparlo completo. Su pecho presionó con fuerza, junto con la prematura vergüenza desde su estómago por encontrarse tan vulnerable. MinHo no paró, lo que fue un problema porque, parte de las defensas de JiSung que no sabía que se encontraban de pie, se encontraban en ese instante temblando. Las ganas de que MinHo se detuviera junto con la que lo tomara por completo eran latentes. ¿Por qué no podía ir en una simple dirección, y ser una persona más fácil?

—Oye —gimió JiSung—, no me dejes solo.

MinHo, quien besó la cara interna de su muslo, sonrió. —Estás conmigo.

JiSung lo tomó de las mejillas y lo acercó para besarle. Sus respiros evocaban la satisfacción, el placer y el deseo de querer ser comprendido y abrazado por más tiempo. MinHo era capaz de destruirlo u rearmarlo con una sola mirada de dulzura.

Le fue fácil sacarle la ropa a MinHo, quien pareciera no tener problemas de su propia desnudez. Cerca de la cabecera de la cama, mostró un pequeño paquete de metal, y sacó de ahí un pequeño sobre de lubricante.

—¿Crees que sea suficiente? —preguntó MinHo.

—Ni idea —confesó JiSung.

—Bien, entonces- date la vuelta.

—¿Ah? —JiSung no entendió, en especial cuando MinHo le tomó una pierna para que se girase—. ¿Qué? ¡No!

—¡Sí!

—¡MinHo!

—¿Cómo quieres que te la meta si no me dejarás prepararte para eso? —inquirió—. Además, tampoco sé muy bien cómo se hace.

—¿Y si me acuesto?

MinHo no mentiría el alto nivel de nerviosismo que tenía en ese instante. JiSung estaba recostado, de lado, y MinHo sentía saber lo que tenía que hacer. Alzó ligeramente su rodilla izquierda y, con su dedo, comenzó a trazar el camino hasta su ano. MinHo silbó.

—Nunca he hecho un anal.

JiSung le miró con el ceño fruncido. —¿Qué quieres que te responda a eso?

—Que tú tampoco.

JiSung le dio una fuerte bofetada en el brazo. —Haz lo que... lo que te nazca.

El dedo de MinHo se comenzó a mover, y la respiración de JiSung se aceleró. Ante eso, bajó la mano hacia su propio pene para masturbarse.

—Ah, no —le dijo MinHo—. Yo quiero-

—No puedes concentrarte en dos cosas a la vez.

—Mentira.

—MinHo, méteme el dedo.

Una ola de pánico abrazó a MinHo en el momento en que JiSung gritó. No obstante, un pequeño goce desde el fondo de su estómago le hizo querer escucharlo más seguido, independiente de su actuar, por lo que movió su dedo con mayor seguridad mientras tentaba con su otro dedo ingresar. Al mismo tiempo, JiSung continuaba masturbándose, aunque MinHo no sabía si tomar aquella señal como una distracción.

Por eso, MinHo le dejó un beso en el hombro antes de ir por el lubricante. Era poco, en comparación de lo que posiblemente necesitarían, por lo que lo abrió con cuidado y vertió lo que fue lo mínimo en el ano para poder introducir el otro dedo.

JiSung graznó un grito que rápidamente lo ocultó con un jadeo. MinHo sentía cómo cada cosa que hacía con JiSung sentía que una barrera de intimidad se derrumbaba entre ellos, haciéndole sentir más enamorado.

—¿Lo hago bien? —preguntó MinHo, y se acercó para besar a JiSung en su oreja—. Dime, ¿está bien? —se atrevió a mover sus dedos—. ¿Estás bien?

—Que sí- que sí lo estás —repuso JiSung—. Ah, ¿y esto cuándo se termina?

—¿Quieres que pare?

—¡No! ¡Cállate!

JiSung tomó con sus dos manos la nuca de MinHo y le dio un beso. MinHo, tan simple como era, le correspondió el beso con el ímpetu sin sacar sus dedos de él- al contrario, entre la lengua y los mordiscos, se dedicó a mover sus dedos porque, entre el movimiento de los dos dedos para extender, los suspiros y jadeos de JiSung se apegaban a su boca.

Y eso lo dejó obsesionado.

—U-usa el lubricante en eso —ordenó JiSung—. Y si la meterás... usa el del condón.

—¿El condón trae lubricante? ¡Okey! ¡Okey! —gritó MinHo cuando JiSung tomó una de las almohadas y lo golpeó de la cabeza.

En venganza, MinHo tomó la pierna derecha de JiSung por debajo y la jaló, logrando que JiSung quedara de barriga sobre el colchón.

—¡Oye!

—Entonces, ¿así es mejor? —preguntó MinHo, y sin piedad volvió a meter sus dedos. JiSung tuvo que jadear un gemido contra la almohada—. No te escondas- tampoco te calles por mí.

—Lo... lo mereces... —farfulló JiSung, sin despegar su cara contra la almohada. Estaba avergonzado.

Sin embargo, MinHo, quien era un idiota de primeras como también un natural insensible, continuó moviendo sus dedos mientras le daba por besar la espalda y cuello de JiSung. JiSung no podía evitar sentirse irritado, pero su propia columna no podía resistir el éxtasis que le hizo susurrar:

—Tócame.

Casi en la plegaria.

No obstante, MinHo tuvo que apartar con rapidez sus manos. JiSung, sin entender, lo miró sobre su hombro.

—¿Qué pasa? —preguntó.

—Nada, nada...

Aunque JiSung podía verlo. MinHo intentaba sujetar su muñeca derecha, y sobarla continuamente mientras entre dientes siseaba el dolor. JiSung intentó girarse, pero MinHo lo impidió.

—No, no. Está bien.

—¿Te duele la mano?

—No.

—MinHo..

—Fue un mal movimiento. Eso es todo. —MinHo se inclinó hacia adelante y le dio un beso en la mejilla—. En serio. Es todo.

JiSung se giró completo, y tomó la mano de MinHo. —No sigas si es que-

—No es eso —aseguró, y se inclinó para quedar cerca del rostro de MinHo—. En serio no es eso. No me duelen las manos.

—MinHo...

—No quiero parar... —pidió—. Contigo no puedo. Te amo, te amo...

—¿Ahora lo dices? —JiSung se las arregló para bromear—. ¿Ahora me amas?

—No, lo hago siempre —aseguró MinHo, mientras le daba más besos en la cara—. En todo momento, en cada lugar. Te recuerdo y te amo. Te pienso y te amo. Vivo con normalidad enamorándome de ti.

—Pero no estoy contigo.

—Lo que hace que me quiera enamorar más.

JiSung estaba sobre las almohadas, y podía ver la cara de MinHo a la perfección- junto con su desesperación, junto con sus palabras remarcadas en su rostro de forma gloriosa. JiSung podía sentir no solo su pecho derretir, pero construirse también en una emotividad que no encontraba sentido- porque no experimentó antes, porque era algo mucho más nuevo.

MinHo gastó por completo el lubricante en JiSung, y metió sus dedos.

—¿Por qué no te puedo tener todos los días? —preguntó MinHo—. ¿Lo hago bien?

Tener cerca la cara de MinHo le hizo ahorrar su gemidos mordiéndose el labio por la vergüenza. Con una de sus manos fue hacia el pene de MinHo para poder masturbarlo en el intertanto, porque no consideraba que algo tuviese sentido.

«No todo debe por qué tenerlo».

JiSung flexionó su rodilla derecha, y MinHo aprovechó para sostenerla mientras trabajaba con la dilatación. Las manos de JiSung terminaron por alejarse del pene de MinHo una vez que su cabeza no pudo soportar los comandos de trabajo para recibir el propio placer.

—¿Vas a hacerlo? —gimió JiSung—. ¿Lo harás?

—Obvio —dijo MinHo—, sólo déjame... Enséñame.

—No, no. Mételo.

—Pero- dime cómo-

JiSung suspiró de frustración, y se sentó.

—Dame el condón.

Ante el cambio de dominancia, MinHo le tendió el condón. JiSung lo abrió, lo sacó con cuidado de que el lubricante que traía al interior no se derramara y le tendió a MinHo el paquete.

—Sostén.

—Calzón.

JiSung le apretujó el pezón antes de que MinHo sostuviera el paquete. Colocó el condón con cuidado, pero una parte de él le hizo querer seguir con el movimiento de manos sobre su pene. MinHo tuvo que detenerlo.

—Ya, ya, ya. Que lo precoz no era broma —advirtió MinHo.

Con frustración e impaciencia, JiSung se recostó sobre la cama. MinHo lo movió para que quedara más sentado en el respaldo antes que acostado, y JiSung se acomodó una almohada en la espalda baja.

—Que sea lo que dios quiera —susurró MinHo.

—Cállate y vierte el lubricante del paquete.

—¿Dónde?

—¡¿Dónde?! —replicó JiSung, sarcástico—. ¡¿Quieres que te mat-

MinHo solo pudo reír, y le dejó un húmedo beso en la boca de JiSung.

MinHo no negaría que se encontraba nervioso, pero cada una de sus acciones habían nacido de sus instintos. JiSung era tan fácil de leer o simplemente MinHo lo conocía tan bien que sabía, hasta en cosas que desconocía, cómo se movería y reaccionaría.

Con la pierna derecha de JiSung flectada, colocó lo que restaba del lubricante del condón sobre su ano y siguió masajeando con sus dedos para, finalmente, colocar su pene y empujar de apoco.

Oh. Era una sensación nueva. Diferente a su mano o a la boca de JiSung- era mucho más apretado, ajustado, casi como si rechazara la presencia de MinHo ahí. No obstante la dilatación pareció haber ayudado demasiado, junto con la forma en la que JiSung rehusaba poder gemir en voz alta.

No sabía cómo decirle que no lo hiciera- que no se reprimiera, pero estaba tan concentrado en él mismo que apenas tenía palabras con lo que decía. Debía de seguir, aunque también quería quedarse congelado. Oh, quería quedarse con JiSung para siempre.

—Te amo —susurró MinHo—. Te amo. Te sigo amando. Te amo.

JiSung se aferró a su espalda, e ignoró la dolencia de su rodilla porque quería que MinHo se moviera, siguiera, no parase en lo que hiciera.

—Vamos, vamos —alentó—. Sigue. Muévete. Por favor, muévete.

—¿No te duele? —preguntó MinHo—. Dime si te duele- me detengo. Paro-

—No, no. Sigue.

MinHo no pudo evitar repetir su nombre, al mismo tiempo que, temeroso, comenzaba a moverse. Empezó con embestidas pequeñas, demasiado sutiles como para considerarse una, pero con los rasguños de JiSung en su espalda y cintura le fue inevitable no querer continuar.

La mano de MinHo fue enseguida hacia el pene de JiSung para poder masturbarlo, pero JiSung le agarró la muñeca para detenerlo. Lástima que MinHo fuese desobediente por naturaleza, porque los susurros de «no, no, no», eran inevitables para MinHo no sentirse caído en ellos.

—Te amo —siguió MinHo, susurrando—, te amo, JiSung...

JiSung gimió, y palmeó el hombro de MinHo. —Alto, espera- espera...

MinHo dejó de moverse, atemorizado, y volvió a alzar sus manos.

—¿Qué pasa?

—Deja... uhm, darme vuelta —pidió JiSung—. No sé si así-

—¿Qué? —MinHo se inclinó hacia adelante—. ¿Me acomode?

—Es que- me apena que me veas.

—Ay~ —Fue inevitable para MinHo no abrazar a JiSung, apretujarlo entre sus brazos y darle besos en la mejilla—. Te amo, te amo. Amo tu carita fea, JiSung.

—No ayudas.

MinHo posicionó su mano en su propio pene, y se ayudó para meterlo de nuevo. JiSung, asustado, se agarró de los hombros de MinHo y susurró su nombre mientras que él se movía al ritmo de sus respiraciones.

Las manos de MinHo fueron al pene de JiSung para masturbarlo, pero JiSung solo podía exclamar sus jadeos de manera paulatina, cada vez más fuerte. Con su cabeza inclinada hacia atrás, con la tonalidad de JiSung llamando su nombre y con la variante de verlo masturbado le hizo venirse en ese instante.

Fue desde la punta de sus pies hasta su cabello, con su columna entregada y realizada desde el placer. JiSung, con los ojos cerrados, pareció no querer ver nada- en especial cuando MinHo se concentró para poder mover su mano mucho más rápido.

—No, no.

JiSung quitó la mano de MinHo y, con rapidez, se apartó de él.

—Cámbiate —pidió JiSung, apresurado—. Cámbiate el condón y recuéstate.

MinHo ni siquiera dudo, solo hizo caso. Antes de hacer un desastre en la cama de HyunJin, JiSung le enseñó a cómo sacarse un condón, anudarlo y colocárselo de nuevo para, como JiSung lo solicitó, apoyar su espalda en el respaldo.

Casi con una velocidad increíble, JiSung se subió sobre él. MinHo no pudo evitar abrir los ojos de sorpresa.

—¡Oye, oye, oye! ¡¿Me vas a montar?!

—¡Tengo la idea, sí!

MinHo sintió el miedo enseguida. Había escuchado demasiadas historias, por lo que no esperó que su primera vez-

Oh, olvídenlo. Cuando JiSung se reacomodó sobre él, MinHo no pudo encontrarse más cerca del paraíso.

—¿De dónde... sacaste esas... caderas? —preguntó MinHo.

—Cállate.

MinHo podía sentir la cadera de JiSung moverse con fuerza, junto con el ruido de la cama chocar con la pared. Las manos de MinHo volvieron al pene de JiSung, con uno para masturbarlo y el otro viajar entre piñizcos hacia la cadera de su novio y seguir marcando el ritmo. No, su novio era el que lo hacía. Dios, cuánto amaba a JiSung.

—Rápido, más rápido —pidió JiSung.

MinHo apenas podía captar a la velocidad, por lo que movió su mano con mayor velocidad indispensable del dolor, al tiempo en que sentía cómo JiSung incrementaba su velocidad. Ni siquiera sabía que su novio era capaz de-

Oh, de nuevo, MinHo se vino. No pudo quedarse quieto porque JiSung aun jadeaba frente suyo, con la vista más sensual que MinHo alguna vez tuvo, que le fue inevitable no acercarse a su pecho y mesarle junto con mordiscos traviesos para poder incitar más a JiSung. Le pareció gustar, porque sus manos agarraron el cabello de MinHo para dejarlo inmovilizado.

MinHo aprovechó la instancia para mascarlo con mayor fuerza, chupar sus pezones y parte de su cuello. JiSung susurraba su nombre arriba mientras anudaba su cabello y MinHo continuaba masturbándolo.

Fue en el momento en que MinHo consideró necesario tomar un descanso cuando JiSung finalmente se vino sobre el estómago de ambos. MinHo quiso recostarse, pero JiSung no se movió hasta que sus pulmones quemaron y, con cuidado, se levantó de MinHo.

—¿No hay... no hay nada para limpiar...? —intentó preguntar JiSung.

—No, creo. —MinHo fue hacia la mesa de noche de HyunJin, y encontró un par de pañuelos desechables—. ¿Te sirve?

JiSung las tomó y se limpió, aunque su suspiro y problema de respiración hizo que se recostara sobre las almohadas.

—Esto es... terrible —jadeó JiSung—, necesito el...

—¿Quieres que te... traiga el...?

—No... No... Sigo vivo...

Como MinHo era de aprender rápido, anudó el condón y, con el primero, los botó en el basurero de la habitación. Una sensación extraña naciente de su espalda apareció por caminar desnudo en el cuarto, el cual solo se sentiría seguro si es que volvía a la cama con JiSung.

—¿Otra ronda? —ofreció MinHo.

JiSung jadeó. —¿Estás de joda?

—Digo —MinHo se encogió de hombros—, te viniste solo una vez. Eso me deja como-

—Un precoz y, está bien, supongo —se rascó su herida en al frente—. No es muy cómodo que te metan algo por el culo.

—Pero, ¿te gustó?

—Me acostumbraré, aunque sí me gustó que me tocaras todo el rato —confesó—, es como- no sé, no quisiste dejarme de lado.

—Las ventajas de que el coito sea dual. —Al decirlo en voz alta, MinHo pareció dar cuenta de su posición y, victorioso, alzó sus brazos—. ¡Ah! ¡Ya no soy virgen!

JiSung, cansado se incorporó en la cama para verle. —¿Ah? ¿Ese es tu logro?

—¡Sí! Ay, mi querubín, lo nuestro fue bueno. Creo que ya es hora de...

MinHo ni siquiera pudo seguir con la broma cuando, al ver a su lado, notó cómo los ojos de JiSung se aguaban. Para MinHo, demasiada emotividad de ese día, le fue inevitable no solo corresponder, pero también sentir que sus ojos se aguaban.

—Pero- ¿por qué lloras? —preguntó MinHo.

—Porque me metieron algo por el culo. ¿Por qué lloras tú?

—Porque soy un llorón...

MinHo quiso rodear a JiSung, ero él se negó. Se dio la vuelta para apoyarse en sus codos, con su trasero al aire, y suspiró lo que era la pena.

—Te mentí —confesó JiSung—. Yo sí quiero irme a Seúl, pero tengo miedo- carajo, estoy cagado de miedo. No creo poder lograrlo y- y aunque me sienten maduro, no quiero seguir siéndolo. Mierda, MinHo. Quiero dejar de crecer un momento.

MinHo estaba totalmente confundido de la bruma emocional. Apenas se estaba recuperando del goce de dos orgasmos cuando tenía a JiSung llorando a su lado. Enseguida, estiró su brazo para rodear su cintura.

—Pero, ¿por qué? —preguntó—. ¿Por qué quieres dejar de crecer?

—Porque no he parado de hacerlo. —MinHo sintió su corazón estrujarse por el llanto de JiSung. No era del tipo que tendía a lagrimear cuando estaba estresado- no, era de una fuente totalmente distinta—. Escapé de casa, terminé en una ciudad completamente nueva, y tuve que hablar con desconocidos solo porque esos tenían el título de "profesionales"..., y ahora, yéndome a Seúl- ay, MinHo, ¿en qué momento me apresuré en crecer? ¿Es por todo lo que hice? Me da... me da tanto miedo...

MinHo apenas podía conectar el hilo conductor de la melancolía de JiSung antes de apretujar su brazo, acariciar su espalda e intentar acercar su cara para poder verlo.

—¿Eso te lo ocultaste? —preguntó MinHo. JiSung, con su cara tapada, asintió—. Pero- querubín, mi vida, ¿por qué?

—Porque- ¿quién quiere escuchar a alguien que... a un cobarde? —la respuesta de MinHo era presionada en sus dientes, enrabiado con él mismo—. Sé que tengo que dejar tantas cosas, pero no quiero. Me gusta la comodidad que me dan mis tías, pero quiero avanzar. Quiero crecer- aunque el miedo me paralice tanto que... que no me convierto en alguien racional...

MinHo terminó por tomar a JiSung abrazarlo sobre su pecho. El pánico y la histeria que tendía a tener JiSung era parte de lo que MinHo podría reconocer casi un paralelismo a la temporada de los examenes finales en la escuela, donde JiSung temía de cada paso que daba fuera de casa como de cada interacción que tenía en el garaje. Pareciera estar a brote los efectos de alguien que no quiso crecer pero se vio forzado a hacerlo.

Como también de alguien que debía tomar sus decisiones sin que alguien le diga que hacer; el existir sin que alguien le criticara. JiSung debía de sentirse agobiado por la paz de su mente.

—¿Y si mi convicción por irme a Seúl termina llevando a una mala decisión? —preguntó JiSung—. ¿Estoy tomando una buena decisión?

—Yo no te puedo contestar eso, JiSung.

—¿Por qué no?

—Porque no soy nadie en tu vida-

—¡Eres mi novio!

—¡Me refiero! El poder que la persona tenía que te hacía obligar a tomar decisiones que no querías ya no está aquí, y ese poder no lo tiene nadie. Como también quiero que entiendas que —MinHo se las arregló para hacer que JiSung lo vea a la cara— tú no vas a estar solo, así que no debes de temer. Tendrás compañía, tanto física como espiritualmente. Ya pasaste por el tiempo en el que la soledad te acompañaba- y ese tiempo se acabó. Estás conmigo, JiSung. Conmigo no estás solo.

La sensibilidad de JiSung era demasiado alta, y terminó por recostarse sobre la almohada para ver a MinHo con sus grandes ojos acuosos.

—¿Lo dices en serio?

—Sí, y- también te mentí —confesó MinHo, finalmente—. No quiero que te quedes en Gimhae, tampoco quiero que te vayas a Seúl. Quiero que te quedes conmigo.

—¿En tu casa?

—No. Conmigo.

Tan brillantes eran los ojos de JiSung que MinHo quedaba constantemente encantados con ellos, en un índole de hipnotizo que se perdía en el tiempo, sin medir la fuerza de JiSung cuando se abalanzó hacia él para poder abrazarlo por el cuello.

—Gracias —dijo—, gracias por quedarte. Por estar conmigo.

—¿Cómo no lo haré? —MinHo quiso separarse para verle la cara—, si mi cosa favorita en este mundo es estar enamorado de ti.

Parecía que la respiración de MinHo se enlentecía, al notar cómo parte de su sistema se iba relajando por los besos de JiSung. Eran besos salados, porque sus lágrimas continuaban, y a pesar de que MinHo quisiera hacerle compañía, solo podía denotar cómo su cuerpo estaba necesitado a estar pegado con el de JiSung por un largo tiempo más.

—MinHo.

—¿Sí?

—Perdón por haberte abandonado el año pasado. Tuve que haber sido más fuerte.

—JiSung... —MinHo negó—, deja de autoflagelarte, hiciste bien.

—Pero te dejé-

—Y a mucha gente lo hiciste, también, pero estamos acá —MinHo le acarició la mejilla—, por favor, deja de perturbarte por eso, que no hay nada en este pueblo que quieras tener de recuerdo.

JiSung pestañeó, apenado. —Te tengo a ti.

Nop. —MinHo se acostó sobre el pecho de JiSung—. Me iré- tal como los chicos. Los cinco nos iremos y estaremos en Seúl. De ahí, no tendrás nada en el pueblo para recordar como para mantener.

—¿Se irán los cinco?

—Y viviremos el sueño de estrellas —prometió—. Alguien reconocerá que somos lo suficientemente buenos, nos reclutará y seremos famosos. Probablemente haya conflicto de interés porque Lily no querrá dejar de ser la mánager, y habrá que tener una cláusula en el contrato que, más que acceda, proteja la relación de nosotros dos. Seré millonario y tendremos una casa grande con piscina.

—Yo no sé nadar.

—Tampoco yo, pero aprenderemos porque la piscina será nuestra. —MinHo lo abrazó con más fuerza—. Y luego, miraremos hacia atrás, y no tendremos arrepentimientos. Tú no te perturbarás por el rencor de haberte quedado, y yo no tendré remordimientos de cuestionar qué habría pasado si no hubiese sido valiente contigo. Tendremos un dormir tranquilo, y envejeceremos en nuestra casita con parra e higuera.

—¿Todo eso fantaseas antes de dormir?

—Con eso y mucho más.

Porque, si ahora vivían la mejor versión de ellos mismos, entonces la aprovecharían al máximo.

Cuando el frío los atrapó, ambos se vistieron. No sabían qué hora era, o por qué ahora era Gyubin con Really Like You la que sonaba en los parlantes. MinHo quiso escoger algo de la ropa de HyunJin, solo para notar que JiSung, completamente vestido, miraba por la ventana.

Con afecto, MinHo se acercó y lo rodeó con sus brazos.

—Deja de estar melancólico —ordenó—, que la tristeza no se te ve bonita.

—Eres un cursi, ¿lo sabías?

—Lo sé.

—Además, me dijiste «te amo» solo en el sexo. Eso no es justo.

—Ah- hombre... —MinHo se colocó nervioso cuando JiSung se separó—, era por el momento...

—¿Así que, no me amas tanto?

—No es eso- reina del drama, es solo que-

MinHo ni siquiera pudo terminar la oración, cuando la puerta del dormitorio de HyunJin fue rota por un hombre que la atravesó por completo.

El tipejo quedó en el suelo, adolorido y mareado. Los restos de la puerta estaban desparramados en el dormitorio, como también las heridas comenzaron a ser notorias por la cabeza del desconocido. JiSung fue enseguida hacia él para comprobar su estado.

—¿Quién eres? —le preguntó JiSung.

El hombre hizo el amago de querer verlo, y sonrió con sus dientes sangrantes.

—Soy... Soy...

Seh, no lo conozco —JiSung miró a MinHo—. ¿Vamos?

Notaron que el sol apenas estaba saliendo, y que la gente que continuaba en la casa no estaba ni cerca de estar viva. Muchos dormían en el pasillo, en las escaleras o en el baño. Los dormitorios se veían que estaban bloqueados, y que las necesidades de irse tampoco eran cumplidas por el gran nivel de borrachera. Ah, a MinHo le habría gustado estar también tirado, completamente borracho, en la casa.

Cuando llegaron a la primera planta, vieron hacia el patio cómo algunos autos estaban retirados, al igual que el granero estaba abierto y los animales desaparecidos. En la sala estaban las gallinas, y alguien le colocó un gorro a la oveja; también se encontraba una ambulancia, aunque parecía estar revisando a alguien que le dio una sobredosis. No obstante, la luz de la cocina estaba encendida.

Al llegar, notaron que el grupo estaba ahí- o, bueno, parte de ellos.

—¿Y Felix? —preguntó MinHo.

—Al fondo del patio —informó ChangBin, con un café en la mano—. No vayas. Yo ya fui. No fue bueno.

En una silla, SeungMin estaba completamente derrumbado. YiSu le había agarrado el flequillo con una coleta, dándole la vista perfecta para verlo vomitar en un basurero.

—Okey, los cálculos dicen que nos faltan cerca de 100.00 wones para pagar la deuda —informó Lily, con la vista en su libreta. El grupo se quejó y SeungMin dio una arcada.

—¿Bromeas? —cuestionó HyunJin—. Hemos trabajado toda la puta noche- soporté a gente en mi casa, y ahora tendremos que limpiar todo el desastre.

—Los 100.000 es por lo que nosotros invertimos —informó Lily, y le dio una pesada mirada a MinHo—. Porque los carnet de identidad y dejar en prenda no ha sido suficiente.

—No es mi culpa que sigan mis planes.

De la silenciosa sala, apareció la figura de Yeji, con sus alas de ángel desarmadas y totalmente lúcida de sí. Hizo contacto visual con HyunJin, y ella le indicó con el dedo que le siguiera. HyunJin hizo caso, pero el resto del grupo no se quedaría atrás, por lo que todos (salvo SeungMin) le siguieron.

—¿Y ustedes vienen en manada? —preguntó Yeji.

—Más o menos —justificó HyunJin.

Notó que, en la sala, el grupo de Yeji también estaba ahí. MinGi se encontraba comiendo un gran tazón de ramyeon junto a San, al mismo tiempo que Chaeryeong estaba sonrojada a más no poder y Lia, totalmente avergonzada, pareciera que quería que la tierra se la comiera. MinHo y JiSung se tensaron por la mirada de Yuna sentada en el sofá, entre YeoSang y RyuJin. Por más que MinHo quisiera esconderse, Yeji terminó por aplaudir.

—Bien, como sea, me da igual. Lo diré así porque odio las sorpresas —informó Yeji—. Okey- ehm- estoy embarazada. No sé de cuánto ni sé su sexo, y mucho menos-

La voz de Yeji se ocultó ante los gritos de impresión del grupo. De forma paulatina, los colores de Yeji subieron a su cara, junto con su voz disminuía el volumen. MinHo pudo notar cómo HyunJin abría la boca con sorpresa, al mismo tiempo que el pote de ramyeon de MinGi caía al suelo.

—¿Embarazada? —preguntó MinGi—. Quiere- quieres decir que- decir que ser- ¿seré padre?

—Obvio, si no he estado con más personas —se cruzó de brazos la chica.

—¿Y yo seré tío? —preguntó HyunJin.

—Así funcionan los árboles genealógicos.

Fue sencillo para que HyunJin y MinGi compartieran una mirada antes de abrazarse.

—¡Felicidades, cuñado! —se gritaron ambos.

Yeji, al borde de las lágrimas, aleteó sus brazos. —¡La embarazada soy yo, imbéciles!

Aunque MinHo no se encontró de lugar, sí fue un fuerte golpe escuchar las palabras de Yeji, como también ver cómo sus amigos más cercanos se acercaban a ella para felicitarla. Sus amigas, emocionadas, chillaban y saltaban por la futura llegada, al mismo tiempo que MinGi y HyunJin se sentaban en el sofá para ponerse a lloriquear.

Lo cual era raro, porque Yeji ni siquiera era su amiga más cercana pero sí creció con ella. El abrazo fue incómodo porque no era bueno para eso, pero se sentía demasiado contento como para contener la emoción. MinGi, luego de que todos felicitaran a Yeji, se levantó para poder abrazar y comerse a besos a su novia, mientras HyunJin seguía siendo un desastre en el sofá.

JiSung, al llegar a su lado, notó cuánta fue la tensión cuando Yuna, de forma descarada, se acercó a ellos.

—Entiendo que me quisieras evitar, pero no era necesario ser tan descarado en eso —dijo Yuna enseguida.

JiSung, con ojos encandilados y nerviosos, miró a MinHo antes de contestar.

—¿Lo siento...?

—No me digas que lo sientes. Solo quería saber cómo estabas porque fue demasiado tiempo la última vez que te vi y quería saber de ti —discutió, a la par que MinGi continuaba agitando a Yeji de la emoción.

JiSung asintió, atontado. —Sí- eh... He estado bien. Me mudaré a Seúl dentro de estas semanas.

Yuna hizo un ademán con sus manos. —¿Tan difícil era enfrentar eso?

—Quiero confesar que estaba un poco perseguido, sí.

—Nada difícil era si podía hablarlo con tu perro al lado —aludió Yuna a MinHo, y le frunció los labios—. Ogro estúpido.

—Perra maldita —correspondió MinHo.

—¿Ves que no era difícil? —dijo ella—. Ah, que es difícil hablar con los closeteros —se quejó.

—Ah- pero —JiSung agitó sus brazos, en pánico—. ¿Y tú cómo estás?

Yuna solo le levantó el dedo del medio, totalmente ignorante de lo que sea que JiSung fuese a decir.

No obstante, el agradable tiempo en familia había desaparecido. A la par que la ambulancia del jardín se iba, un retén policial entraba al terreno.

El sonido del retén hizo que los invitados dormidos se despertaran, y el pánico ahondó. De la forma más rápida posible, MinHo notó cómo los invitados dejaban la casa en una escapada de prevención antes de lo que podían atraparlos.

—¡La policía!

Fue la forma más efectiva de vaciar la casa, aunque YiSu tuvo que salir tras SeungMin porque se contagió de la histeria colectiva. El ingreso policial dentro del terreno fue complicado, por lo que la banda decidió salir de la casa, liderados por Lily, hasta el porche.

Eran dos retén móviles, y MinHo no supo por qué aquello era de venir.

Es decir, MinHo no era la persona más suertuda del planeta. Sus testículos estaban condenados por una mafia de narcotraficantes, y era seguro que aquella multa dolería más que el pago de la deuda.

Podía tener diversos pensamientos en ese instante, algunos que en un futuro no serían ni siquiera recordados por las nuevas preocupaciones. La vida continuaba avanzando, rompiendo con estándares y planificaciones para mutar a algunos nuevos. De sus promesas hacia JiSung, ni la mitad se cumplirían, pero el duro trabajo de los optimistas es poder vivir feliz en los márgenes de la cruda realidad que, cuando se es joven, se pensará que es el fin del mundo.

Cuando, la verdad, es que así no era como funcionaba la vida. Esta no se acababa si es que la policía entregaba una multa, o si quedaban como grupos endeudados hasta los cincuenta años. Tampoco se acababa cuando los amigos se separaban o las personas fallecían; mucho menos era cuando las ambiciones no cohesionaban, o cuando las habilidades poco a poco se iban reduciendo a cero.

En un futuro, MinHo comprendería el temor de JiSung sobre crecer. El de forzarse a situaciones límites para ser el adulto, el de sobrellevar las pérdidas y los conflictos de la mejor forma porque así fue cómo él escogió su vida. Vivir de las propias consecuencias era un gran golpe al ego que, con madurez y red de apoyo, podría superarse.

Era un futuro temeroso, a grandes rasgos. Sin embargo, cuando el futuro a corto plazo era la imagen de MinHo abrazando a JiSung en el nuevo departamento que consiguió, con Doongie jugando en sus pies y una promesa puesta en una copia de la llave del hogar de los dos, MinHo podría decir que las cosas estaban bien.

Por lo que, en el presente, lo único bueno era que MinHo dejó de ser virgen, por ende, cuando se tenía sexo con quien consideraba no dramáticamente el «amor de su vida» y el mundo era mejor por sentir el éxtasis a flor de piel, podía enfrentar al policía que preguntaba:

—¿Quién es el responsable de esto?

Y decir con orgullo:

—Yo.

. . .

Tengan amistades que los apoyen tanto como la banda apoya al minsung para que coiteen.

[1] lo que más me gusto de este extra es que todos estaban mayoritariamente sobrios y aun así eran estúpidos. 

[2] una de las cosas que nunca superaré es la conjugación de la palabra «coito» porque, no mentiré, será el peack de la comedia si es que conjugué mal la palabra durante toda la historia.

Sinceramente no sé cómo acabar esto porque prometí tres extras y tampoco hay mucho más que contar, porque es mejor dejar en la imaginación lo que sucede (sies que no han leído mis respuestas en el extra 1 parte 2 ante las dudas de los personajes), por lo que, con mucho dolor y emoción, cierro la historia de Mr.Brigthside.

Habre mencionado que esto originalmente fue un fanfiction de It (eso), d la pareja de Eddie y Richie porque quedé destrozada con ellos; originalmente la historia era más corta y rápida, siendo el primer beso dado el capítulo doce  (en otro contexto completo) y la relación dado en el capítulo veintitantos, por lo que, el dar la oportunidad de extender este mundo no solo con los personajes pero también las significancias a ellos mismos de los hechos que le pasaban fue super nutritivo de mi parte. A pesar de que escribo de pequeña, siento que mi verdadera evolución fue en el desarrollo de esta historia, dado en el contexto de haber sido publicada originalmente en 2021 y con al menos 100 vistas y 3 comentarios.

Con esta historia es mi real amor al arte, porque sinceramente no pensé cuánta fue mi necesidad de ser reconocido los mensajes de esta historia hasta que el público comezó a incrementar (mayor parte del crédito a Kokki y a las personitas que me hicieron un par de videos en TikTok o me promocionaronen Twitter), literal con esta historia he entregado tanto de mi vocación de escritora que busco críticas como si fuera comida, porque a pesar de que han sido ya tres años desde que la subí, y me he dado cuenta de las falencias narrativas o mal aplicación de conceptos o problemas gramáticos, sigue siendo un gran orgullo que, de tanto en tanto, cuando releo, me quedo "wow, en serio fui yo la que escribió esto".

Pero mucho de hablar de mi. En serio, y como siempre, agradezco tanto que hayan leído esta extensa y lenta historia sobre como dos tipos se enamoran. En serio, si mi vocación fue grande para escribirla fue con el fin de que pudieran haber pasado un buen rato leyéndolo.

Muchas gracias por todo esto, no saben lo feliz que me hacen y lo validada de hacerme sentir de que lo que escribí no es solo algo bueno, sino que también vale la pena.

Muchas gracias, les amo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro